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Saturday, January 7, 2017

Aun no empiezo a pelear



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
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Uno de los pasajes más dramáticos de la lucha por la independencia de EU, fue cuando el héroe revolucionario John Paul Jones se enfrentaba con su humilde fragata al poderoso navío inglés Serapis, en una desigual batalla en la cual el sentido común, la lógica, y todos los expertos militares, no le daban posibilidad alguna de sobrevivir mas de unas horas ante el poderío naval británico. Después de iniciada la confrontación y habiendo logrado los ingleses infringir graves daños al pequeño navío de Jones; el Capitán del Serapis, con la clásica arrogancia inglesa, demandó el rendimiento de los rebeldes. John Paul Jones sin titubear responde: “Aun no he empezado a pelear.” Ahí se gestaba el carácter del pueblo que construiría esa nueva nación.

 
John Paul Jones no luchaba por su vida, luchaba por su libertad, su dignidad, y su determinación y valentía ante lo casi imposible rendiría frutos, los frutos de la semilla que se siembra y germina en la mente y los corazones de los hombres que abrigan un gran sueño y una visión. Los rebeldes enardecidos iniciaron un contraataque, que finalmente se tradujo en una increíble victoria, y al terminar la batalla extenuados y tintos en sangre, erigieron una bandera con la esfinge de una víbora de cascabel y la leyenda: “No me vuelvan a amenazar,” que se convirtió en un símbolo casi sagrado de la lucha de este grupo de temerarios hombres buscando su libertad.

Ulises Grant, uno de los héroes de la guerra civil americana, y después de ella presidente del país, narraba en sus documentos personales cómo al participar “con repulsión” en la guerra de EU contra México y siendo un oficial de baja graduación, encabezando un pelotón de soldados se aprestaban a penetrar ya la ciudad de México por el flanco sur, luego de la encarnizada batalla del Castillo de Chapultepec, cuando encontraron violenta resistencia de un pequeño grupo de regulares mexicanos encabezados por el cabo Indalecio Romero. Grant, quien siempre consideró esa guerra una acción abusiva e ilegal del Presidente Polk, al observar el sangriento y destrozado pelotón, tratando de salvar sus vidas los conminó a entregar sus armas. La respuesta de Romero fue tajante: “Vengan por ellas, pues todavía nos queda parque.”

Grant entonces ordenó la carga final que en pocos minutos aniquilaba a ese grupo de patriotas. El futuro Presidente de los EU al caminar entre los soldados mexicanos inmolados, identificó el cadáver del Cabo Romero y, en señal de reconocimiento a su bravura y verdadero patriotismo, le cubrió el rostro con su chaqueta militar afirmando: “Era un hombre verdaderamente valiente.” Así como el también Presidente Johnson siempre hacia alusión a la gesta de Jesús García en Nacozari para definir el valor, lo mismo hizo Grant con la del Cabo Romero durante el resto de su vida, sin dejar nunca de criticar la acción de los EU.

Ante los rumbos erróneos que yo veo sigue el país, ante las amenazas del estabishment, ante el veto de mis escritos en algunos periódicos, ante los consejos de la gente de abandonar mi lucha y seguir el ejemplo de la mayoría de los mexicanos; Nadar de muertito; Hoy me siento como John Paul Jones pero más que otra cosa como el cabo Romero y les digo: “Aun no he empezado a pelear pues todavía me queda parque.” Los disparos de los enemigos de la libertad son poderosos y letales. Provienen de todas direcciones donde se hayan emboscados, pues ellos nunca dan la cara. Pero siento navegar en el orgulloso barco de la libertad. Con cada golpe recibido, reculo para agarrar aviada, enderezo mi torso y les repito: “Aun no he empezado a pelear y todavía me queda parque.”

He decidido hacer del proyecto Liberal mi supremo propósito y plantarme en la proa de este barco para gritarles a mis enemigos: “Aun no he empezado a pelear.” Aun cuando el México desinfectado será una realidad conmigo o sin mí, con nosotros o sin nosotros, yo visto la pintura de la batalla porque cuando me cierran las puertas, me brinco las tapias, cuando me exigen que me calle, grito, cuando me arriman las espuelas, me atrinco, cuando me cierran las puertas de un diario, me abren las de otro, cuando me amenazan, me crezco ante los abusivos que las hacen; los abusivos que han oprimido el país y pretenden seguirlo haciendo ante la pasividad de los mexicanos que, nadando de muertito o “de vivito,” se convierten en cómplices de los tiranos, de los demagogos y los tibios.

Las historias de este rebelde americano y del cabo Romero me han inspirado porque, al igual que ellos, siento luchar por algo más grande que yo. Como el cabo Romero y cada cual en su trinchera, quiero luchar abiertamente por la liberación de mi país, por una sociedad que reconozca la dignidad y el valor de cada individuo, y no la fuerza de la manada, la hegemonía del partido, lo intocable de los empresarios estatistas pegados a la ubre, lo sagrado de los sindicatos. Contra el ejercito de curas enjoyados de la Teología de la Liberación, que cada domingo usan el púlpito como arma de promoción de odios. Lucho por el sueño de Justo Sierra y aquel viejo grupo de liberales de una estatura que no alcanzarían las generaciones posteriores, el sueño de un México verdaderamente liberal.

Lucho por un México mejor al que yo he vivido y conocido, y me tiro a esta lucha no para quejarme y protestar, no, ya basta de llantos y protestas, ya basta de ese masoquismo conformista que nos satisface y purifica la conciencia sólo con el sentimiento de participar; yo voy a la batalla para ganar y no hay mas resultado aceptable que el de la victoria.—Y al igual que Justo Sierra y su dedicatoria cuando escribió: “Esos que se honran usando el insulto en la penumbra, para que no disfracen su bellaquería de no conocer nuestra respuesta, ya saben donde estamos y no tienen que andar mucho para encontrarnos”—y como dice Jesse Ventura; “aquí no hay tiempo para sangrar.”   

¿Quién merece su libertad si no está dispuesto a arriesgarlo todo por ella? ¿Quién está dispuesto a quemar sus naves? ¿Quién está dispuesto a abandonar aquella zona gris que no conoce triunfo ni derrota? Recordemos cada día las palabras de Paine: “La sociedad en cualquier estado es una bendición, pero el gobierno, aun en su mejor estado, es un mal necesario; y en el peor de ellos, es un infierno intolerable.” Es hora de tener un México libre y desinfectado.

Feliz año del 2017

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