“México debe de asumir una estrategia similar a la de China. Es imposible el transformar el país entero al mismo tiempo, pero se puede hacer por regiones estableciendo ciudades libres estilo Hong Kong.”
RICARDO VALENZUELA
Ante la avalancha de estiércol vertido
por los Hugos Chávez en todo el sur de nuestro continente, la historia
de una muy peculiar transformación política y económica al sur de los
EU es de narrada en un excelente libro; “La Revolución Capitalista en
América Latina,” escrito por el brillante economista Paul Craig
Roberts. El Dr. Roberts es un elocuente defensor de las libertades
económicas e individuales y fue uno de los más notables miembros de la
administración de Ronald Reagan.
La tragedia de América Latina,
explica, es que durante los últimos 500 años nuestros países han vivido
bajo el mercantilismo, planeación central y la influencia de una
medieval iglesia católica. Durante los siglos de dominación española,
las autoridades de Madrid siempre impusieron draconianos controles en
la vida económica de sus colonias. A través de una feroz autocracia
cada fase de la producción, distribución, consumo e intercambio, ha
estado regulada por el Estado o a través de privilegios políticos
depositados en los diferentes individuos o grupos. Por lo mismo, la
carga fiscal era opresiva e insoportable, el saqueo incontrolable.
Las recompensas del control sobre las
diferentes actividades económicas de la sociedad eran tan grandes, que
fue muy popular el tener subastas públicas para comprar esa posiciones
regulatorias de la corona de España. Corrupción, mordidas y robo eran
los medios más rápidos de adquirir riqueza. Las únicas avenidas para
enriquecerse eran la Iglesia Católica, el ejército, el mercado negro, o
el servicio público.
El espíritu individualista, la libre
empresa y la competencia eran totalmente desconocidos. Aun cuando hubo
algunos intentos para limitar el poder del estado sobre las actividades
económicas en el Siglo XIX y la primera década del Siglo XX—el Siglo
XX se distinguió por el reforzamiento de la herencia política y
económica colectivista. América Latina desde entonces ha sido dominada
por el intervencionismo, mercantilismo, fascismo, corrupción y,
sobretodo, “el Estado benefactor.”
Usando a México como el ejemplo más
dramático, explica las diferentes formas en que los países de América
Latina funcionan en lo que ellos llaman “sociedades cerradas.” Una
sociedad cerrada es en la cual los mercados están protegidos, regulados
o monopolizados por el Estado, sin dejar lugar para la actividad
empresarial, creatividad, capacidad para tomar riesgos, innovación
mercantil etc. La sobrevivencia en las economías cerradas requiere
conexiones; mordidas; pagos regulatorios; licencias; permisos para
poder penetrar a los mercados. El costo de operar en este tipo de
economías es mucho más alto que en los mercados libres deteniendo así
la innovación, el desarrollo de productos, incrementando el precio de
bienes y servicios haciéndolos escasos y sumamente caros para el
consumidor, saboteando así el desarrollo próspero de una sociedad.
Cada sector de la economía mexicana ha
sido concesionado como privilegio a un determinado “cartel
empresarial,” a un sindicato monopólico corrupto, o a la burocracia del
Estado—algunas veces a una combinación de los tres. Grandes cantidades
de dinero son “ordeñadas” en cada fase de los diferentes procesos
productivos en todos los campos de control de esos carteles como
“ganancias políticas.” Políticos de alto nivel y de nivel medio,
líderes sindicales y hombres de negocios privilegiados (empresarios
estatistas), viven nadando en su riqueza mientras que el resto de la
población sufre la miseria. El status social no se basa en el mérito,
el trabajo, productividad, compitiendo justamente, sino en el número de
conexiones familiares o personales con aquellos en las altas esferas
del control político y el poder (la familia revolucionaria).
El autor describe brillantemente la
ideología de la planeación central, intervencionismo, ingeniería social
en la que racionalmente se basaron los esquemas de los gobiernos para
controlar el desarrollo de nuestros países. Especialmente bajo la
influencia del socialista sueco Gunnar Myrdal (quien por muchos años
fue la cabeza de la conferencia sobre intercambio y desarrollo de las
Naciones Unidas), economistas en los EU y Europa cocinaron una tras
otra falacia económica para justificar el por qué no se debía confiar
en los mercados.
En su lugar, nos recitaban esos
salvadores, solamente la planeación central y los burócratas
gubernamentales podrían sacar al continente de su pobreza. En nuestra
región establecieron su base más importante en la persona de Raúl
Pelbrich a la cabeza de la OEA, economista de extracción marxista que
por muchos años promovió con éxito sus teorías en toda América Latina y
produjo retoños como el la primera versión de Alan García quien saqueó
el Perú, en México nuestro orgullo revolucionario Luis Echeverría
(héroe del Valle del Yaqui), y en prospecto tenemos a Marcelo Ebrad que
promete “mejorar” las hazañas del Peje quien sueña un Chávez para
México.
El Dr. Roberts afirma que a pesar de
los cambios que se implementaron en Perú, Argentina y México en años
90s, de ninguna manera estos países se convirtieron en bastión del
capitalismo laissez-faire. Por el contrario. El enumera radicales
cambios que todavía se tienen que implementar si nuestros países
quieren realmente ser sociedades libres algún día. Afirma también que
constitucionalmente, cultural e ideológicamente, las premisas del estado
benefactor intervencionista están todavía profundamente arraigadas en
toda América Latina. La prueba más clara de esta afirmación, es la
lucha de las facciones de izquierda en México para revertir todas las
reformas que se han implementado en los últimos 20 años, lo cual ha
cerrado las puertas de los mercados internacionales cuando, un congreso
de fariseos se ha dedicado a bloquear las reformas pro mercado que las
últimas tres administraciones trataron de implementar.
Hace unos días tuve la oportunidad de
comentar el contenido de este excelente libro con un distinguido
economista, Michael Strong. El Dr. Strong acaba de publicar uno suyo
con el sugerente título; “Sé Tú La Solución….cómo empresarios y
capitalistas conscientes pueden salvar el mundo”. Michael opina que el
seguir esperando las soluciones de parte de los diferentes gobiernos,
solo nos mantendrá “patinando en el mismo atascadero.” México, afirma,
debe de asumir una estrategia similar a la de China. Es imposible el
transformar el país entero al mismo tiempo, pero se puede hacer por
regiones estableciendo lo que el llama ciudades libres estilo Hong
Kong.
Continúa el Dr. Strong, si México se
diera a establecer ciudades libres en todo el norte del país, el
concepto, al igual que en China, se podría ir bajando a todo el resto
del territorio mexicano esperando los resultados chinescos que acaban
de provocar un crecimiento del 12% durante el último trimestre. Le
pregunto, Michael ¿Cómo funcionan las ciudades libres y cuál es la
diferencia con las zonas libres?
Se acomoda Michael para iniciar…
No comments:
Post a Comment