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Tuesday, December 13, 2016

¿George W. Hoover?




“CUANDO SE PRESENTAN PROBLEMAS TEMPORALES AFECTANDO EL VALOR DE LOS ACTIVOS PRODUCTO DEL MERCADO, LOS REGULADORES DEBEN DAR ESPACIO Y OPORTUNIDAD DE NAVEGAR POR ESAS TORMENTAS TEMPORALES. LOS ACTIVOS NO SE DEBEN DE LIGAR A PRECIOS DE VENTA INEXISTENTES EN ESOS MOMENTOS.”


RICARDO VALENZUELA
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El huracán asesino que continúa agrediendo los mercados financieros mundiales, provoca ya que muchos analistas comparen a George W. Bush con el tristemente célebre Herbert Hoover, a quien se identifica como el progenitor de la Gran Depresiónde 1929. Pero es importante adornar tan atrevida afirmación con algunos apéndices  que nos den más luz en la disertación: Hoover, en efecto, enfrentaba una borrasca similar a la que hoy día nos agita, sin embargo, sus acciones para enfrentarla fueron las que finalmente provocaran que, una crisis manejable, se tornara en la gran depresión.



Hay muchos ingredientes en el potaje que hoy provoca la avalancha de los mercados financieros mundiales, de los cuales, tal vez el que menos participe en la sazón del venenoso platillo se llama George W. Bush. Pero para efectos de nuestro análisis nos concretaremos a definir tres de tales ingredientes.

Durante los últimos 15 años, cortesía de Greenspan, el mundo ha sido inundado con cientos de billones de dólares emitidos por el Fondo de la Reserva Federal. Durante el mismo periodo, los famosos arquitectos sociales o líderes comunitarios—entre los cuales contamos a Barak Obama, Al Sharpen y Jesse Jackson—, arreciaron sus chantajes para que, blandiendo su Equal Opportunity agenda, esa avalancha de dólares sin respaldo fuera canalizada hacia préstamos hipotecarios a todo tipo de minorías sin que se cumplieran los requisitos básicos de la función del crédito. Para colocar la cereza en el explosivo pastel, se llevaron a cabo una serie de fatales modificaciones en la contabilidad de los bancos que han actuado como el tiro de gracia del sistema.

La administración de Clinton, reinterpretando la era de de Carter, se dio a politizar las prácticas bancarias. Utilizando el Community Reinvestment Act, el gobierno forzó a los bancos para que probaran que no eran discriminadores y así pasar a la aprobación de préstamos a minorías y diversos grupos comunitarios de izquierda sin importar el riesgo. El Senador Phil Gramm bautizó esto como el esquema de una vasta extorsión en contra de la banca americana. Pero los bancos no protestaron puesto que, con un MrRaines—nombrado por Clinton—al frente de Fannie Mae, era dulce reducto para ese papel chatarra que estaban produciendo.

Durante los años 80 los problemas financieros de los EU eran mucho más serios que los actuales. Los intereses, liderados por el Prime, se ubicaban por encima del 21%. El PIB decrecía. Los bancos de ahorro cargaban con una insolvencia de varios cientos de billones de dólares, la inflación casi alcanzaba el 20% y el desempleo se acercaba al 10%. Los grandes bancos de los EU estaban inundados de la deuda con la que arropaban al tercer mundo la cual era absorbida por países como México y Brasil, los que Milton Friedman definiera en banca rota. Ante dicho panorama la economía se hundía en una grave recesión y el sector agropecuario navegaba ya en una depresión.

Cuando Ronald Reagan asumiera la presidencia, lejos de implementar soluciones estilo Hoover o, presionado por Los Revisionistas, cambiar el sistema económico a imagen y semejanza de Japón, se dio a la cirugía sin anestesia y, con un hombre valiente en el Fed, se diera a  la reducción de las emisiones de dólares, haciendo lo mismo con impuestos, desregulando y abriendo más la economía al libre comercio. Al inicio ello provocaba el que los EU sufriera masivos problemas en los mercados crediticios. Más de 3,000 bancos se fueron a la quiebra y desaparecieron. Cuando la quiebra de Continental Illinois, arrasaba con ella a cientos de bancos agrícolas regionales y miles de pequeños bancos de ahorro.

Pero el panorama podía haber sido peor. Los diez bancos más grandes de los EU se ahogaban con la deuda del tercer mundo valuada a 1 centavo de dólar. Si en la contabilidad de esas instituciones tales préstamos se hubieran registrado a los precios de mercado, todos ellos hubieran sufrido la insolvencia. Es decir, los diez bancos más grandes de EU tenían invertidos en préstamos muertos más de su capital y reservas lo que, con base a los principios contables actuales, los hacía sujetos de quiebra o rescate.

Pero en estos momentos, en la cúspide de la crisis, los EU no sufren los problemas de los años 80. La inflación está controlada, el PIB, hasta el trimestre pasado, crecía de forma aceptable, el desempleo aun es bajo y, hasta hace un año, no se percibían mayores problemas de crédito en el sistema bancario.

La nube negra eran los $1.3 trillones de dólares de hipotecas basura respaldadas por valores emitidos de los cuales, 300 billones estaban en los portafolios de los bancos asegurados. El resto se encontraban repartidos alrededor del mundo. Las pérdidas potenciales de esos activos se estimaban en un 20% y podrían haber sido preocupantes mas no fuera de control, es decir, eran manejables. ¿Cómo es que se convirtieron en la pesadilla que ahora vivimos?

La principal causa es el cambio en los estándares contables que el Consejo de Contabilidad Financiera y el SEC establecieron durante los últimos cinco años. Ese sistema contable dicta que las instituciones financieras con instrumentos en sus balances, deben contabilizarlos a valor de mercado. Pero ¿Qué fue lo que hicieron cuando el mercado se congeló y las ventas se detuvieron?

La respuesta la obtuvieron del SEC y demás autoridades reguladoras obligándolos a registrar sus activos a valor mercado cuando dicho mercado era inexistente. Es decir, los obligaron a registrar pérdidas antes de realizarlas y los despachos contables, temblando ante posibles litigaciones futuras, aun en contra de sus propios principios aceptaron llevar a cabo esa contabilidad totalmente confundidos con el concepto de valor. Las autoridades financieras también introdujeron una serie de confusas reglas para la capitalización de los bancos las que, en periodos de turbulencia, a base de modelos matemáticos irreales, los obligan a recapitalizar sus bancos de forma innecesaria.

Cuando se presentan problemas temporales afectando el valor de los activos producto del mercado, los reguladores deben dar espacio y oportunidad de navegar por esas tormentas temporales. Los activos no se deben de ligar a precios de venta inexistentes en esos momentos.

Si durante los años 80 se hubiera utilizado el mismo sistema contable, se hubieran tenido que nacionalizar todos los grandes bancos de los EU y miles de bancos regionales hubieran ido a la quiebra. Ante ese panorama, los EU, sin lugar a dudas, se hubieran hundido en los pantanos de otra Gran Depresión.

Si los EU no se avocan a estas tres causas de la bacanal, el cáncer de las finanzas seguirá avanzando hasta liquidar al enfermo. Ahora, si analizamos las propuestas de Barak Obama, a él sí lo podemos bautizar como el Hoover de la modernidad.

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