“ESTA ES LA OPORTUNIDAD DE MÉXICO. ANTE LA AMENAZA TERRORISTA Y EL SOCIALISMO DE OBAMA, LOS NORTEAMERICANOS RECULAN PARA DIBUJAR EL MAPA DE SU ESTADO VIRTUAL CERCA DE CASA. SI NUESTROS POLÍTICOS ENTIENDEN EL NUEVO PARADIGMA, FINALMENTE LA PROFECÍA DE TOFFLER SE DEBE HACER REALIDAD: MÉXICO CONVERTIDO EN EL GRAN PROVEEDOR DE LOS EU.”
RICARDO VALENZUELA
Economía, escribió Shumpeter, es un autobús repleto de pasajeros portadores de distintos intereses y habilidades. Pero también Truman afirmaba: ‘Tráiganme un economista manco’, por aquello de; “in the other hand.” A pesar de que finalmente todos ellos se han puesto de acuerdo para declarar, con irresponsable optimismo “la recesión que azotó a los EU ha terminado”, en estos momentos se encuentran como alguien que acaba de adquirir un auto nuevo, se sienta en el volante y no entiende el tablero invadido de cósmicas señales de computadoras.
Inflación toca a la puerta. La economía crece con debilidad y las tasas de desempleo se mantienen en niveles preocupantes mientras los pitonisos se rascan la cabeza sin entender lo que sucede.
Parte de la explicación está en la pérdida de empleos en el sector manufacturero. En los últimos años este sector tuvo un declive de un 18%. Algunos de estos trabajos es posible se recuperen a medida que la economía emerja. Sin embargo, la mayoría se han esfumado para siempre porque las empresas emigran en busca de bajos costos de mano de obra. Un trabajo que en EU se remunera con $30 dólares la hora, en China no alcanza $2 dólares.
Los EU, con una población de más de 300 millones, ocupa sólo 15 millones en el área industrial. Si esta tendencia persiste esta cantidad deberá disminuir a 10 millones. Entonces: ¿Pueden los EU seguir siendo la gran potencia ante tal dependencia? Arremeten los preocupados: “Al consumir cada día más manufacturas del exterior, el déficit comercial aumenta de forma dramática. Los americanos, al pagar por esos bienes, están perdiendo el dominio de sus activos—bonos, acciones, empresas. Entonces los extranjeros no solamente obtienen ingresos producto de los trabajos exportados, sino también utilidades, ganancias de capital, dividendos, intereses.”
Luego expresan: “Un país que pierde flujo de ingresos debido a la evaporación de empleos y trillones de dólares de sus activos, es un país que está generando faltantes muy críticos. Supuestamente esas pérdidas se compensan con los bajos precios de las importaciones de esos productos extranjeros. Pero cuando el déficit de la balanza comercial provoca la depreciación del dólar, las importaciones ya no lucen tan baratas.” En esos momentos los EU confrontan lo que los economistas preocupados bautizaron como los gemelos diabólicos: Precios elevados y pérdida de activos e ingresos.
Este problema no existía cuando la nueva economía creaba empleos sofisticados y mejor pagados y, como en los asientos contables, cada cargo era correspondido con un abono. Sin embargo, con la emergencia del Internet esos empleos están también abandonando el país para ser desarrollados en la India o China. Los profesionales extranjeros están desplazando a los ingenieros, diseñadores, investigadores e inclusive empleados de servicio a clientes. Tanto en Europa como en EU, los niveles de desempleo entre los nuevos graduados de Universidades aumentan cuando las empresas no pueden con las cargas impositivas, regulaciones y beneficios exigidos por los gobiernos.
El gran cambio que hoy presenta la economía mundial, es algo que anunciamos hace años. “Los hambrientos países del bloque comunista y China, algún día tendrían que encontrar el camino para incorporarse a la economía de la sanidad”. Ello presentaba el problema de sobre oferta de mano de obra que en algún momento podría llegar a provocar deflación. El capital y la tecnología, antes difícil de transportar, en estos momentos llega a todos los rincones del mundo en segundos y China, al igual que la ex Unión Soviética, han abrazando al mercado. Si a ello le sumamos los esfuerzos de otros países como México y Brasil, nos encontramos ante un manto adicional de 2,000 millones de seres humanos produciendo—y muy pronto consumiendo.
Este cuadro presenta dos visiones. Una pesimista que, para mi sorpresa, es encabezada por ese gran economista, Paul Craig Roberts, y otra de los optimistas que basan sus posiciones en las ideas de Art Laffer. Roberts afirma que la globalización se ha convertido en una amenaza para los niveles de vida en los EU. Reviran sus rivales cuando el maestro Laffer afirma el que los déficits en la balanza comercial se convierten en superávit de capital. Los déficits en la balanza comercial es una forma de adquirir el capital requerido por los países. Laffer exponía esa novedosa idea en su comparecencia frente el Senado para analizar el caso de México en su vía crucis devaluatoria de 1994.
Ante esta nueva visión surgen ejércitos ya confrontados. En el de los optimistas se forman científicos, jóvenes empresarios, audaces inversionistas, mientras que en el otro se alinean filósofos, clérigos, políticos e intelectuales. El de los optimistas basa sus estrategias en el tecno capitalismo y presionan para que los EU se conviertan en un verdadero estado virtual. Un estado que transfiera su producción al extranjero y cambie la base de su economía a servicios de alto nivel y tecnología. De la misma forma que el estado virtual se encuentra en los pizarrones de políticos libertarios, una nueva empresa virtual está naciendo. Una empresa con amplio capital humano dedicada a la investigación, diseño, mercadotecnia, financiamientos y diseminando su producción por todo el mundo.
En estos momentos el 90% del PIB de los EU es generado por el sector de los servicios y menos del 10% por la manufactura y agricultura. La Gran Bretaña siguió una estrategia similar durante el siglo XIX. Con el propósito de activar las economías de países como EU, Australia, Nueva Zelanda, Argentina y hacerlos clientes, invirtió en ellos cantidades importantes de capital para luego abrir sus mercados y provocar superávit en sus balanzas comerciales. De esa forma, aun cuando su balanza comercial era deficitaria, la de pagos generaba sobrantes. Inglaterra mantuvo ese superávit vía exportaciones invisibles como servicios financieros, seguros, transporte y rendimiento de sus inversiones.
Esta es la oportunidad de México. Ante la amenaza terrorista y el socialismo de Obama, los norteamericanos reculan para dibujar el mapa de su estado virtual cerca de casa. Si nuestros políticos entienden el nuevo paradigma, finalmente la profecía de Toffler se debe hacer realidad. México convertido en el gran proveedor de los EU pero no sólo como maquiladora, sino como una potencia industrial y comercial. Un México receptor de billones en inversiones antes planeadas para otros países. Ante esta visión, el norte de México se deba convertir en una zona libre similar a Hong Kong—siempre y cuando se establezcan “buenas reglas,” visión de estadistas y empresarios que no teman internarse en la inmensidad de los océanos perdiendo de vista las playas de la cómoda seguridad mercantilista.
Economía, escribió Shumpeter, es un autobús repleto de pasajeros portadores de distintos intereses y habilidades. Pero también Truman afirmaba: ‘Tráiganme un economista manco’, por aquello de; “in the other hand.” A pesar de que finalmente todos ellos se han puesto de acuerdo para declarar, con irresponsable optimismo “la recesión que azotó a los EU ha terminado”, en estos momentos se encuentran como alguien que acaba de adquirir un auto nuevo, se sienta en el volante y no entiende el tablero invadido de cósmicas señales de computadoras.
Inflación toca a la puerta. La economía crece con debilidad y las tasas de desempleo se mantienen en niveles preocupantes mientras los pitonisos se rascan la cabeza sin entender lo que sucede.
Parte de la explicación está en la pérdida de empleos en el sector manufacturero. En los últimos años este sector tuvo un declive de un 18%. Algunos de estos trabajos es posible se recuperen a medida que la economía emerja. Sin embargo, la mayoría se han esfumado para siempre porque las empresas emigran en busca de bajos costos de mano de obra. Un trabajo que en EU se remunera con $30 dólares la hora, en China no alcanza $2 dólares.
Los EU, con una población de más de 300 millones, ocupa sólo 15 millones en el área industrial. Si esta tendencia persiste esta cantidad deberá disminuir a 10 millones. Entonces: ¿Pueden los EU seguir siendo la gran potencia ante tal dependencia? Arremeten los preocupados: “Al consumir cada día más manufacturas del exterior, el déficit comercial aumenta de forma dramática. Los americanos, al pagar por esos bienes, están perdiendo el dominio de sus activos—bonos, acciones, empresas. Entonces los extranjeros no solamente obtienen ingresos producto de los trabajos exportados, sino también utilidades, ganancias de capital, dividendos, intereses.”
Luego expresan: “Un país que pierde flujo de ingresos debido a la evaporación de empleos y trillones de dólares de sus activos, es un país que está generando faltantes muy críticos. Supuestamente esas pérdidas se compensan con los bajos precios de las importaciones de esos productos extranjeros. Pero cuando el déficit de la balanza comercial provoca la depreciación del dólar, las importaciones ya no lucen tan baratas.” En esos momentos los EU confrontan lo que los economistas preocupados bautizaron como los gemelos diabólicos: Precios elevados y pérdida de activos e ingresos.
Este problema no existía cuando la nueva economía creaba empleos sofisticados y mejor pagados y, como en los asientos contables, cada cargo era correspondido con un abono. Sin embargo, con la emergencia del Internet esos empleos están también abandonando el país para ser desarrollados en la India o China. Los profesionales extranjeros están desplazando a los ingenieros, diseñadores, investigadores e inclusive empleados de servicio a clientes. Tanto en Europa como en EU, los niveles de desempleo entre los nuevos graduados de Universidades aumentan cuando las empresas no pueden con las cargas impositivas, regulaciones y beneficios exigidos por los gobiernos.
El gran cambio que hoy presenta la economía mundial, es algo que anunciamos hace años. “Los hambrientos países del bloque comunista y China, algún día tendrían que encontrar el camino para incorporarse a la economía de la sanidad”. Ello presentaba el problema de sobre oferta de mano de obra que en algún momento podría llegar a provocar deflación. El capital y la tecnología, antes difícil de transportar, en estos momentos llega a todos los rincones del mundo en segundos y China, al igual que la ex Unión Soviética, han abrazando al mercado. Si a ello le sumamos los esfuerzos de otros países como México y Brasil, nos encontramos ante un manto adicional de 2,000 millones de seres humanos produciendo—y muy pronto consumiendo.
Este cuadro presenta dos visiones. Una pesimista que, para mi sorpresa, es encabezada por ese gran economista, Paul Craig Roberts, y otra de los optimistas que basan sus posiciones en las ideas de Art Laffer. Roberts afirma que la globalización se ha convertido en una amenaza para los niveles de vida en los EU. Reviran sus rivales cuando el maestro Laffer afirma el que los déficits en la balanza comercial se convierten en superávit de capital. Los déficits en la balanza comercial es una forma de adquirir el capital requerido por los países. Laffer exponía esa novedosa idea en su comparecencia frente el Senado para analizar el caso de México en su vía crucis devaluatoria de 1994.
Ante esta nueva visión surgen ejércitos ya confrontados. En el de los optimistas se forman científicos, jóvenes empresarios, audaces inversionistas, mientras que en el otro se alinean filósofos, clérigos, políticos e intelectuales. El de los optimistas basa sus estrategias en el tecno capitalismo y presionan para que los EU se conviertan en un verdadero estado virtual. Un estado que transfiera su producción al extranjero y cambie la base de su economía a servicios de alto nivel y tecnología. De la misma forma que el estado virtual se encuentra en los pizarrones de políticos libertarios, una nueva empresa virtual está naciendo. Una empresa con amplio capital humano dedicada a la investigación, diseño, mercadotecnia, financiamientos y diseminando su producción por todo el mundo.
En estos momentos el 90% del PIB de los EU es generado por el sector de los servicios y menos del 10% por la manufactura y agricultura. La Gran Bretaña siguió una estrategia similar durante el siglo XIX. Con el propósito de activar las economías de países como EU, Australia, Nueva Zelanda, Argentina y hacerlos clientes, invirtió en ellos cantidades importantes de capital para luego abrir sus mercados y provocar superávit en sus balanzas comerciales. De esa forma, aun cuando su balanza comercial era deficitaria, la de pagos generaba sobrantes. Inglaterra mantuvo ese superávit vía exportaciones invisibles como servicios financieros, seguros, transporte y rendimiento de sus inversiones.
Esta es la oportunidad de México. Ante la amenaza terrorista y el socialismo de Obama, los norteamericanos reculan para dibujar el mapa de su estado virtual cerca de casa. Si nuestros políticos entienden el nuevo paradigma, finalmente la profecía de Toffler se debe hacer realidad. México convertido en el gran proveedor de los EU pero no sólo como maquiladora, sino como una potencia industrial y comercial. Un México receptor de billones en inversiones antes planeadas para otros países. Ante esta visión, el norte de México se deba convertir en una zona libre similar a Hong Kong—siempre y cuando se establezcan “buenas reglas,” visión de estadistas y empresarios que no teman internarse en la inmensidad de los océanos perdiendo de vista las playas de la cómoda seguridad mercantilista.
No comments:
Post a Comment