REFLEXIONES
LIBERTARIAS
Ricardo
Valenzuela
Si hay
alguna actividad a nivel mundial que desafíe las más elementales leyes del buen
juicio, la lógica, la razón y el sentido común, sin duda es la agricultura.
Desde el inicio de la revolución industrial que provocó con voracidad gran
demanda de mano de obra misma que reclutaba del campo, prestos los gobiernos
del mundo identificaron la agricultura como el problema a resolver iniciando
sus proyectos de apoyos y rescates que han sufrido tal metamorfosis, que hace
lucir al pupilo del Dr. Frankestain como un apuesto galán apuntalado en
Hollywood. Sin embargo y como siempre, en México esa telaraña mundial se ha
desarrollado con especial empeño y ahora que los mexicanos se apuntan para
ganar algunos Oscares, el de la demencia agropecuaria debe ser nuestro sin
discusión.
La
humanidad ha vivido tres etapas de desarrollo y estamos iniciando la cuarta. La
primera fue la llamada de recolección y caza; la segunda dio inicio con el
descubrimiento de la agricultura en la cual el ser humano pudo domesticar
algunos animales y cultivar la tierra; la tercera fue la revolución industrial
nacida en los países que descubrieron el liberalismo retando la economía basada
en la agricultura y el feudalismo. Finalmente el mundo ha iniciado la
revolución de la informática, del conocimiento, del capital intelectual. Con ella
está también naciendo lo que se la ha llamado el Estado Virtual; el país
moderno del siglo XXI al cual ya no le interesa controlar territorios lo cual
ha sido la causa de la mayoría de los conflictos bélicos a través de la
historia.
En un
editorial del Wall Street Journal de 1984 aparece una cita de un funcionario de
la Secretaria de Agricultura de México: “Si ellos quieren tierras, tienen que
acudir a nosotros. Si ya las tienen que acudir a nosotros por semilla; si
tienen semilla tienen que acudir a nosotros por el agua. Si tienen agua tienen
que acudir a nosotros por fertilizantes, crédito, y finalmente deben acudir a
nosotros para vender sus cosechas. El partido nunca perderá el control del
campo.” Esta afirmación retrata de forma cruel y muy clara la situación de la
agricultura mexicana. En la alborada del siglo XXI aun con ese tipo de actitudes,
los mercados están arropando al mundo como un todo. Ya no hay fronteras ni ejércitos
que los puedan detener y de forma a veces que podría parecer cruel, a través de
lo que Schumpeter bautizó como su creativa destrucción están derrumbando esas
bases arenosas sobre las cuales se construyeron economías como la que dibuja al
campo mexicano.
Yo
siempre he sido un gran creyente de la gran aportación que puede hacer la
historia para definir, identificar y sobre todo evitar la repetición de eventos
que nos han afectado de forma negativa. En estos momentos en nuestro país se
vive lo que se ha llamado la “Crisis del Campo;” sin embargo, ello no es un
evento reciente, no es tampoco un evento que haya sido provocado como muchos lo
quieren identificar, por el tratado de libre comercio con EU y Canadá. La
Crisis del Campo es una grave enfermedad que ha sufrido México durante muchas décadas
no solo ignorada por nuestros gobiernos, sino inclusive promovida precisamente
para lograr lo que afirmaba ese funcionario citado en 1984; mantener un control
absoluto del campesino mexicano, evento nacido desde la emergencia del infame
Pacto de Calles.
Ilustrémonos
con algunos datos estadísticos. Desde el inicio del TLC los EU han desgravado
casi el 70% de los productos agropecuarios provenientes de México y Canadá casi el 90%, mientras que México solo
ha liberado el 35% de los productos americanos y el 40% de los canadienses.
Pero profundicemos aun mas en la “grave crisis” que como plaga anuncian
nuestros demagogos provocará esta etapa siguiente de apertura del mercado
mexicano. A partir del 1 de Enero de este año se desgravan 19 ramas de
productos los cuales en promedio mantenían aranceles de 2%. Ej. El trigo que mantenía
un arancel de 1.5%, el sorgo que el año pasado su arancel fue de 0, el arroz
cuyo gravamen el año pasado fue de 2%, y la avena de 1% y el resto en promedio
su gravamen era de 1%.
México
exporta $1,700 millones de dólares de hortalizas y $400 millones de frutas, a
cambio solo importa $ 976 millones de cereales y $965 millones de oleaginosas,
lo cual le produce un superávit en su balanza comercial agropecuaria de casi $
150 millones de dólares. En estos datos no incluimos la ganadería la cual
siempre ha producido saldos a favor.
Aun
cuando pienso que los subsidios es la peor medicina para una economía enferma; Hablemos
ahora de ellos. Los EU subsidian al campo con el 0.18% de su PIB mientras que México
dedica casi el 2% del suyo. El PIB agropecuario de EU es de 270,000 millones de
dólares cuando el de México es de 36,000 millones. Si dividimos los subsidios
agropecuarios de EU entre el valor de su producción, nos arroja el que la cifra
es de 5.6 centavos de dólar de producción, mientras que en México la cifra se
nos dispara a 9.8 centavos por cada dólar de producción. Si llevamos a cabo
este análisis por hectárea, resulta también mucho más alto el subsidio
mexicano. Es aquí donde salta el problema de base y se llama productividad y
rezago en inversiones. El porcentaje que la agricultura aporta al PIB del país
es del 5% cuando se destina casi el 2% para apoyarlo; es decir, casi el 40% del
valor de la producción.
Durante
los últimos años el Estado mexicano ha incrementado los recursos al campo de
forma agresiva y a un ritmo superior al crecimiento de la economía—y seguimos
graves. Durante el último año de la administración de Zedillo el presupuesto de
la SAGARPA fue de 25,000 millones de pesos, sin embargo para este año el
presupuesto se dispara a 42,000 millones, en términos reales un incremento del
66% y descontada la inflación, el incremento se sitúa en un 30%. Para apreciar
la magnitud de este apoyo, hay que considerar el que, el presupuesto federal de
este año es solamente el 6% superior al del año 2000. Si hacemos una suma de
todos los recursos dedicados al campo, este año se destinarán cantidades superiores
en un 50% que los dineros destinados el último año de la administración
anterior—y seguimos graves.
El
campo en México sufre pero no por la voracidad del TLC, sufre a causa de políticas
erróneas a través de las cuales se privilegió el control político a base del
corporativismo y la corrupción, sacrificando a nuestros campesinos. El tratado
de libre comercio estableció plazos que le permitieran a México prepararse para
competir y sobre todo; “aprovechar la oportunidad,” pero hemos desperdiciado ese
tiempo y ahora se pretende culpar a la actual administración de las omisiones
del pasado.
Es
intrigante el que los nuevos redentores y la preocupación surgiera el 1 de
Enero por algo que se negoció hace 13 años y el que las protestas públicas
rayando en el salvajismo, sean de los que realmente resultan menos afectados.
Una vez mas el campo se convierte en eso; un campo de batalla en el cual se
baten oportunistas, demagogos y todo ese zoológico producido por los años
revolucionarios, todos buscando beneficios políticos pero a costa del campesino
y mas grave, a costa del sufrido consumidor quien ese es el que verdaderamente
no aguanta mas.
En una
segunda parte propondremos las soluciones de mercado.
No comments:
Post a Comment