Es bastante popular la idea de que la economía debe subordinarse al bien
común (tema al que nos hemos referido en otras ocasiones). Sin embargo, no
hay un concepto univoco en torno a la expresión "bien común", la que
-como tantas otras- es interpretada de manera diferente conforme la óptica de
las personas que tratan de definirla. A grandes rasgos -y sin, por supuesto,
agotar el tema- podemos decir que hay dos ángulos de visión bien disímiles
respecto de lo que se denomina "bien común". Uno, del lado de los
estatistas, y otro del opuesto, representado por los anti-estatistas o no-estatistas.
Bajo estos dos últimos rótulos se agrupan los liberales o libertarios (ya sea
que estas dos últimas palabras se tomen como sinónimas o no). Veamos algunos
ejemplos del empleo de la locución "bien común" en manos de los
estatistas. Un caso, en nuestro tema económico, es el que se presenta por el
lado del banco central y el manejo de la moneda:
"Se dice
que resulta necesario el monopolio del banco central porque brinda poderes
reguladores discrecionales, sin los cuales una economía no puede dirigirse
hacia el bien común. El Sistema de la Reserva Federal, según su conformación
actual, es el resultado de una ideología de esta naturaleza. Los siete
directores que dirigen el Sistema son los voceros de los poderes y privilegios
del banco central. Pueden discrepar con los miembros del Congreso y la
administración respecto de la persona o personas que deben ejercer la autoridad
y manejar el poder, pero nadie en el gobierno cuestiona la razón fundamental de
su poder monopólico sobre el dinero y la banca. No resulta aconsejable formular
preguntas sobre el monopolio del dinero". [1]
Como se advierte de la cita transcripta, parece desprenderse que, en el
caso, los que definen "que es" el "bien común" son los
directores de la banca central (el modelo es aplicable no solamente al caso de
la banca central estadounidense –FED- sino a cualquier banco central de
cualquier país del mundo, ya que hoy en día la enorme mayoría de ellos tienen
un banco central o un sistema de monopolización de moneda que haga sus veces).
Pero, fácil es de ver que, no existe argumento lógico, jurídico, económico,
racional ni moral por el cual pueda justificarse que el gobierno sea el que
deba tener el monopolio de definir, establecer o determinar qué cosa sea o no
sea el bien común. Tampoco concurren tales argumentos que justifiquen
que los gobiernos puedan delegar en otras reparticiones o departamentos de su
dependencia definir el tópico en estudio y mucho menos regularlo.
Examinemos ahora la misma noción de bien común, pero desde la
visual opuesta, es decir, la de un liberal clásico, que -tomando el tema de los
precios- establece relaciones entre ellos y el bien común:
"Bajo
esas condiciones, los precios libres reflejan como dijimos la escasez relativa
de un bien, esto es, cuánto el bien es demandado por los consumidores y cuánta
es la oferta ofrecida para ese bien o servicio en cuestión. En ese sentido
dijimos que el precio es un mensaje, que es leído, o sea interpretado, por
oferentes y demandantes, y como todo mensaje, si es falseado o distorsionado,
se interpretará incorrectamente y las consecuencias para el bien común serán
negativas. Y una de las principales causas de distorsión de ese mensaje es la
intervención del gobierno."[2]
Comencemos por aclarar que las "condiciones" a las que se
refiere la cita anterior son las de un marco jurídico para la aparición de un
mercado libre. Desde esta perspectiva, la intervención gubernamental atentaría
contra el bien común, dado que la distorsión que dicha injerencia
produce en el mercado le acarrea consecuencias negativas. Entonces, desde un
sesgo estatista es el gobierno, o cualquiera de sus órganos o dependencias, el
encargado de definir y -acto seguido- tutelar el bien común, para lo
cual son necesarias -y hasta podría decirse imprescindibles- sus medidas de
injerencia directa o indirecta de los mercados, en tanto que conforme a un
enfoque liberal es precisamente a la inversa, y son estas políticas
gubernamentales las que atentan, interfieren o dificultan (y en el caso
extremo, hacen imposible) al bien común.
En una línea semejante a la anterior se orienta el siguiente autor
cuando dice:
"Estos
efectos recíprocos no sólo son asegurados por el hecho de que el intercambio y
la cooperación dentro de los mercados libres solo toman lugar cuando benefician
a todos los participantes. También, el orden legal y económico como base de la
dimensión social de la política liberal establece las reglas y las normas
mínimas que aseguran la congruencia de las acciones individuales con el bien
común"[3]
De aquí, podemos inferir que el bien común aparece cuando se
benefician todos los participantes, y este provecho que ellos obtienen se
deriva -inmediata o secundariamente- del "intercambio y la cooperación
dentro de los mercados libres". O sea que, fuera de estos parámetros el
bien común o se esfuma o derechamente no surge en forma alguna. El "orden
legal y económico" tiene que ir en consonancia con esta finalidad, caso
contrario el resultado será idéntico a aquel en el cual los intercambios y la
cooperación no florecen o se dan esporádicamente. Es por eso que,
acertadamente, se los señala como base de "la dimensión social", y
podemos ir más allá y decir que son constitutivos de la sociedad en sí misma
como tal. Máxime cuando -a través de dicho orden legal y económico- se apunta
al establecimiento de una política liberal, lo que permite sugerir un diseño
que la sociedad se da a sí misma.
Desde nuestro propio punto de vista, no existe oposición ni antagonismo
entre bien común y bien individual entendido aquel como la
resultante de la sumatoria de estos últimos. Allí donde se viole el derecho de
al menos una persona no puede hablarse en justicia de bien común.
[1] Hans F. Sennholz. "Moneda y libertad". Revista Libertas IV: 7
(Octubre 1987) Instituto Universitario ESEADE, pág. 2
[2] Gabriel J. Zanotti "ECONOMÍA PARA SACERDOTES VII: LA INTERVENCIÓN DEL
GOBIERNO EN LOS PRECIOS". Para Instituto Acton Argentina. Febrero de 2011. Pág. 1
[3] Hubertus Müller-Groeling-"La
Dimensión Social de la Política Liberal"- Publicado por Fundación
Friedrich Naumann (FFN)-Oficina Regional América Latina-Pág. 6
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