Escobas de mijo
Denise Dresser
Eso serán la Fiscalía General y la Fiscalía Anticorrupción tal y como están diseñadas y concebidas hoy. Escobas de palo, diseñadas para empujar la mugre de un lugar a otro, en vez de sacarla del hogar que habitamos.
Porque tanto en diseño institucional como en liderazgo, el Presidente, su partido y el Senado, no parecen estar dispuestos a acabar con la tierra que sepulta fiscalías aplaudidas, pero farragosas.
Simulando que aspiran, cuando sólo barren. Simulando que acabarán con las bacterias, cuando sólo las mueven de lugar. Embarrando un Sistema Nacional Anticorrupción que debería nacer impoluto.
Por ello The Economist -haciendo eco a numerosas organizaciones de la sociedad civil- le recomienda a Peña Nieto que rescate su reputación mediante una decisión necesaria. Remover a Raúl Cervantes, el #FiscalCarnal, para que alguien verdaderamente independiente pueda conducir la Fiscalía General. Revisar la Ley Orgánica de la nueva institución para que nazca desde cero, sin heredar los vicios institucionales y los lastres burocráticos de la Procuraduría a la cual suplanta.
Es insuficiente que el PAN y el PRD prometan cambiar los artículos transitorios con tal de que Cervantes no tenga pase automático. Todos saben -y sabemos- que ello requeriría una reforma constitucional que el PRI jamás aprobaría.
La única solución para salvar a la Fiscalía General es que Cervantes renuncie. La escoba priista no va a convertirse en aspiradora apartidista. Siempre será percibida como parte del equipo de limpieza doméstica del PRI.
Y la Fiscalía Anticorrupción enfrenta problemas similares, dilemas parecidos. Nacerá débil, dependiente, subyugada. Nacerá con "autonomía técnica y operativa", pero con dependencia política. Con un fiscal nombrado por el Senado, el cual pretende avalar a pasos veloces a la candidata del Gobierno -Ximena Puente- a pesar de su falta de idoneidad para el puesto.
Con un fiscal que puede ser removido en cualquier momento por el Presidente, si intenta recoger la basura de Los Pinos o de las gubernaturas. Con un Órgano de Control Interno supervisado por la PGR.
Con reglamentos que obligarían al Fiscal Anticorrupción a depender del Procurador, o sea de Raúl Cervantes, con quien tendría que acordar todos los nombramientos, todas las investigaciones. Otra vez, los cuates vigilando a los cuates para proteger a los cuates.
Y lo grave es que los partidos de "oposición", en lugar de exigir una Dyson capaz de aspirar la podredumbre que ensucia al sistema político, están en la rebatinga por los recogedores. El PAN y el PRD votaron a favor de Cervantes sin chistar, a cambio de obtener una Fiscalía Anticorrupción que pudieran controlar.
Aquí no importa el combate a la corrupción, sino los puestos de poder para los partidos. Aquí no importa el interés público, sino el interés partidista.
Están negociando escobas y trapos y kleenex, en lugar de insistir en desinfectantes y aspiradoras. Están intercambiando puestos en la cúpula de los partidos con el objetivo final de protegerse todos entre sí, liderados por el omnipresente Emilio Gamboa.
Ahora quieren nombrar al vapor al Fiscal Anticorrupción sin arreglar el marco normativo que lo obligaría a ser un "viene, viene". Un franelero más.
El combate a la corrupción transita por perfiles adecuados e instituciones bien diseñadas. Hoy fallamos en ambos frentes. He allí a Raúl Cervantes designado por dedazo presidencial y con beneplácito senatorial, aprestándose a dirigir una Fiscalía General cuya normatividad actual la llevaría a fracasar. He allí a una Fiscalía Anticorrupción creada para esconder la basura en lugar de impedir su acumulación.
Ante ello, el imperativo de la participación de la sociedad civil vía un consejo técnico ciudadano, vía la auscultación real; los únicos contrapesos frente a un Senado servil al Presidente o a sí mismo.
En los puestos y en los procesos para abatir la corrupción urge un operativo de limpieza integral. Urgen antibacteriales potentes, no escobas de mijo.
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