“Nadie merece su libertad si día a día no está dispuesto a morir luchando por ella. Si fueron otros los que les dieron su libertad, nunca serán verdaderamente libres.”
RICARDO VALENZUELA
Hace unos días el Banco Mundial dio a conocer cifras que ya no sorprenden: La pobreza sigue avanzando en nuestra región a pesar de “los esfuerzos de los gobiernos.” ¿Por qué? Los altos muros de la dependencia que aprisionan a nuestras sociedades.
En México la cultura de la dependencia ha sido esculpida de forma muy importante, entre otras cosas, por nuestras “artes”—literatura, pintura, música y nuestro cine. Quién no recuerda las dramáticas películas de Pedro Infante, Ustedes los Ricos, Nosotros los Pobres. Nos convencieron que la pobreza era una virtud y la riqueza un pecado.
Pero hace unas semanas tuve oportunidad de ver una película diferente: “The quick and the dead”. Es la historia de una pareja de pioneros de Filadelfia emigrando al oeste americano del Siglo XIX. En su peregrinar encuentran a un rudo vaquero texano quien, durante su trayecto, se convierte en su protector, amigo, un modelo para el hijo de la pareja, un admirado personaje para el jefe de la misma, e inclusive, una peligrosa tentación para la mujer.
Lo más interesante de esta cinta es que al ir avanzando la historia, este salvaje vaquero, Mr. Valiant, sorprendentemente se devela como un verdadero libertario para quien el tesoro más preciado era ese; la libertad. Uno de los rasgos de su personalidad que más me atrajeron, fue su gran independencia y fortaleza mental y emocional, lo que la gente identificaba como una actitud hostil y antisocial calificándolo de ermitaño, salvaje o egoísta, haciéndome recordar el libro de Ayn Rand: “La Virtud del Egoísmo.”
Sin embargo, Valiant se describía como un hombre que no era “neddy”—es decir, él no necesitaba vejigas para nadar. Exhibiendo una gran fortaleza de carácter no requería de los soportes emocionales de parte de otras gentes que luego convierten, inclusive, en peligrosas adicciones. Tampoco requería de otro tipo de populares estimulantes que se utilizan para eso, sobrevivir emocionalmente, como relaciones amorosas de codependencia, alcohol, la religión mal entendida, etc.
Durante toda la cinta este hombre magistralmente maneja conceptos desde familia, gobierno, sociedad, amistad y, algo especialmente interesante, la iniciativa del hombre para actuar sin que, como lo describiera, “te anden arreando como ganado o seas parte de una mandada siguiendo una ruidosa caponera.” Es decir, hablaba de esa responsabilidad individual para ir en la persecución de tus sueños. Dibuja de forma genial los valores sobre los cuales el oeste americano se estaba desarrollando: “Mind your own business” y deja en paz a tus semejantes. “Laissez-Faire.”
Afirmaba Valiant que lo peor que le podía suceder a un hombre era convertirse en un becerro lepe, es decir, un becerro huérfano sin poder valerse por sí mismo. De manera especial manejaba brillantemente la filosofía de Ayn Rand de un orgulloso individualismo y la verdadera crueldad de lo que tanto predican las iglesias; la compasión mal entendida. Exhibía una sana ambición para, a base de su esfuerzo personal, llegar a ser propietario de su rancho sin esperar “ayuda” del gobierno ni acciones benevolentes de nadie más.
Una noche, sentados alrededor de la fogata, la mujer le pregunta qué pensaba de Ulises Grant. El vaquero responde no conocerlo. La mujer con incredulidad le reclama; ¿cómo es posible que no sepa quién es el Presidente del país? Valiant responde; ¿Por qué habría de saber? La mujer continúa; “porque es nuestro líder y está haciendo grandes cosas por nosotros, está ayudando a todos los americanos.”
Entonces el vaquero revira: “Siempre que alguien ayuda a otra persona, es porque espera algo a cambio. ¿Qué es lo que ese hombre Grant espera de ustedes?” Pero él mismo responde; “el que dependan de ese gobierno para, como los jabalíes que yo alimentaba en mi cabaña de la sierra, después ya no buscaban sus pastos pues sabían cada mañana yo los alimentaría, pierdan su espíritu de lucha. La ayuda que ustedes reciben, como las tierras que les han regalado en California, lleva el precio de la sumisión a ese gobierno y, sin lugar a dudas, luego lo tendrán de patrón.”
La mujer insiste; “pero es impresionante ver a los representantes del gobierno cuando tocan a tu puerta para informarte de los programas de apoyo y ayuda a la comunidad”. Valiant fusilándola con la mirada le rebate preguntando: “Ustedes vienen de Pensilvania ¿no es así?” Efectivamente, responde la pareja.
Continúa el vaquero. “El fundador de ese Estado y le dio su nombre, William Penn, en una ocasión afirmó: El pobre hombre en su humilde choza desafiante enfrenta las fuerzas de la Corona. Su refugio podrá ser frágil; sus techos remendados; el viento podrá soplar a través de sus averiadas paredes; la tormenta la podrá invadir, la lluvia inundarla; pero el que nunca entrará será el Rey de Inglaterra; que sus fuerzas nunca se atrevan a cruzar el umbral de mi casa.”
“Que no se atrevan esos representantes del gobierno a cruzar el umbral de mi puerta ni a invadir mis espacios, pues yo no creo en la benevolencia de los píos mucho menos del gobierno”, termina Valiant.
Siguiendo en la sobremesa el citadino pregunta si había participado en la recién terminada guerra civil, a lo que Valiant responde que no. Sin ocultar su malestar le interroga de nuevo ¿por qué? El vaquero responde: “Porque no era mi negocio.” Entonces el interlocutor agresivamente le reclama: “Pero fue una justa lucha para liberar a los esclavos.” Valiant le dirige una mirada que casi lo perfora y afirma: “Entonces los que deberían de haber peleado eran los esclavizados,” y pasa a repetir las palabras de Jefferson: “Nadie merece su libertad si día a día no está dispuesto a morir luchando por ella.” “Si fueron otros los que les dieron su libertad, nunca serán verdaderamente libres.”
Continúa el vaquero. “Ustedes andan muy perdidos. La verdadera razón de la guerra civil no fue la liberación de los esclavos. El motivo fue la forma que el norte inició la destrucción del federalismo que le había dado vida a este país. Así como la gran confusión que existe de la forma en que Texas—según historiadores mexicanos—le fue arrancada a México, la realidad es que los mexicanos residentes de Texas fueron quienes promovieron su independencia cuando Santana destrozó el federalismo, para concentrar el poder absoluto en la ciudad de México. Se rebelaron contra otro Virreinato”.
“Nosotros tenemos la misma confusión e historia parecida. El Sur—como lo contempla la constitución—al estar en desacuerdo con la concentración de poder en Washington que le arrebataba a los estados y promovida por el mismo Lincoln, declaró su secesión para formar una verdadera República y continuar aplicando las ideas de Jefferson de meritocracia, gobierno limitado y una gran zona de libertad económica que estaban edificando al país más rico del mundo. Pero el norte industrial, rico y contagiado con otras ideas, no lo iba permitir y se desató esa carnicería.”
“Y aclaro, yo estoy en contra de la esclavitud pero, repito, eso solo fue el pretexto para iniciar la guerra.”
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