Revolución Anticomunista en Bucarest (1989)
En Bucarest no hay parques con
olor a marihuana (está penalizado el consumo de drogas) ni se ven
parejas homosexuales (despenalizado hace algunos años, pero no existe el
matrimonio igualitario), ni los clásicos vigoréxicos de nuestras
plazas, ni feministas
Por Viviana Padelin
Frater America
Frater America
Todo en Bucarest recuerda a la
Revolución, a sus héroes y víctimas. Si alguien pregunta sobre la
“Revolución” a un rumano, entenderá que es la de 1989, la anticomunista,
a la que no llaman “revuelta”, “golpe”, “interrupción del orden
institucional”, “atentado a las instituciones democráticas”. Tampoco
denominan “Revolución” al período de la República Socialista,
simplemente lo llaman: “comunismo”. Es que este es un país al que el
marxismo cultural está llegando, pero a cuentagotas y con resistencia.
Conocen al comunismo, lo han vivido, y pueden interpretarlo cuando se
acerca bajo otras fachadas.
Esta es una ciudad con más parques que
shoppings. Enormes espacios verdes donde hay casi exclusivamente
rumanos, parejas jóvenes heterosexuales, sacerdotes ortodoxos,
adolescentes en skate o bicicleta y novios en su día de bodas tomándose
fotos junto a sus damas y caballeros de honor y cortejo. No hay aquí en
semejantes parques olor a marihuana (está penalizado el consumo de
drogas) ni se ven parejas homosexuales (despenalizado hace algunos años,
pero no existe el matrimonio igualitario), ni los clásicos vigoréxicos
de nuestras plazas, ni feministas. Aquí nadie toma simplemente agua, ni
son vegetarianos, veganos ni ortoréxicos ni cultores del animalismo. A
juzgar por las sirenas de las ambulancias, tampoco conocen la
“contaminación auditiva” , parecen no enterarse de lo nocivo del tabaco
(pese a la nueva prohibición de fumar en espacios cerrados que muy pocos
cumplen) y aún no se les ha implantado el celular como apéndice de la
mano. Más aun no ignorándola, hacen caso omiso a la ideología de género .
Como otros países del este de Europa, éste resiste las imposiciones
globalistas de la ONU-UE: la Iglesia Ortodoxa hace su trabajo.
El 20 de diciembre de hace casi 17 años
Bucarest se hizo eco de Revolución en Timisoara (autoproclamada “Ciudad
Libre de Comunismo”). Al día siguiente, Ceausescu convocó a una
manifestación pública para sostener al régimen enumerando los logros de
la “multilateralmente desarrollada sociedad socialista” en el Comité
Central del Partido Comunista. No se escucharon aplausos pero sí una
reacción frente a un grupo de la Resistencia de Timisoara que llegaba a
la plaza: “Abajo el comunismo!”, “Muerte al asesino!” Nosotros, el
pueblo, ¡abajo con el dictador! “,” ¡Abajo Ceausescu! “.
En ese momento, la televisión rumana
interrumpió la transmisión en vivo, mientras Ceausescu, desesperado,
prometía un aumento salarial. Los anticomunistas no abandonaron las
calles reagrupándose en la Universidad y armando barricadas en el Hotel
Intercontinental. Lejos de desconcentrarse, más personas tomaron las
calles en todo Bucarest con banderas rumanas cortadas en su centro,
quitándole el emblema comunista; y cantando “Despierta Rumania”
(prohibida durante el comunismo).
Pocas horas después, Ceausescu movilizó a
todas las fuerzas ordenando la represión total: soldados, tanques,
vehículos blindados y agentes de seguridad vestidos de civil. Dispararon
contra la multitud, algunos murieron aplastados por vehículos del
ejército, otros detenidos: 49 muertos, 500 heridos y 1000 detenidos.
Al día siguiente trabajadores de las
zonas industriales de Bucarest fueron enviados para impedir que los
anticomunistas tomaran las plazas, pero en pocas horas las calles se
llenaron nuevamente de manifestantes y las fuerzas armadas ya no
obedecían al mando: se decretó el estado de excepción. Ceausescu salió
al balcón del Comité Central mientras los anticomunistas lograban entrar
al edificio y subir al balcón. El dictador y su esposa Elena huyeron
por la terraza,y desde allí al helicóptero. En pocas horas la
Resistencia ocupó el Comité y la sede de la televisión pública en la que
anunciaron al país que el dictador estaba huyendo.
La noche del 22 de diciembre se
constituyó el Frente de Salvación Nacional, el nuevo órgano de poder.
Esa misma noche, militares, fuerzas de seguridad y simpatizantes
comunistas borrachos de alcohol y fracaso, atacaron a la Resistencia en
las calles en medio del vacío de poder, la confusión, el pánico, el caos
y los rumores sobre el regreso de Ceausescu.
Finalmente, el matrimonio comunista es atrapado en Targoviste a unos km. de Budapest , ambos ejecutados bajo juicio sumario.
En sus días finales, el comunismo dejó en Bucarest 709 fallecidos y más de 2000 heridos.
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