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Monday, October 24, 2016

Origen y muerte del liberalismo en México




“México se alejó del liberalismo desde principios del sigo XX con las consecuencias que ya todos conocemos: el centralismo, la corrupción, la falta de respeto a la propiedad privada, el Estado paternalista e inepto, la dictadura perfecta etc., la debacle que llevó al país hacia el remolino del fracaso del cual todavía no salimos.”

RICARDO VALENZUELA
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Los destinos de los pueblos han sido moldeados, entre otras cosas, por sus ideologías económicas—políticas. Fue a finales del Siglo XVIII en que nació una, tal vez la más poderosa, y sin duda la que moldearía los destinos de los países más exitosos del mundo en los siguientes dos siglos; el Liberalismo. Las ideas de Hume, Locke en aspectos políticos, las de Adam Smith, David Ricardo en aspectos económicos, le dieron a Inglaterra la supremacía sobre el mundo entero que mantendría hasta finales del siglo XIX. Federico Bastiat ya había cimbrado los cimientos de la revolución francesa con sus ideas liberales. Ese mismo liberalismo sería importado a las colonias inglesas en América, para darle vida a la nación que dominaría los destinos del mundo hasta hoy día; los EUA.

 
En México el liberalismo del siglo XIX que inició el moldeo de nuestra nación, fue un conjunto de ideas políticas que nacieron como ideología en 1820 y 1830, y fueron implementadas en la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma. Con la victoria de Benito Juárez sobre el Emperador Maximiliano y su partido Conservador en 1867, el liberalismo mexicano se declaró el triunfador. En los años siguientes ese liberalismo fue identificado como la misma fisonomía de México, una nación que, en las palabras de Juárez, había ganado su segunda independencia. Los años posteriores a 1867, fueron testigos del establecimiento de una tradición liberal que llegó a ser la oficial, misma que fue después solidificada con los “orígenes” de la revolución de 1910.

Los ingredientes que formaron el liberalismo mexicano después de 1867, se deben rastrear en los años formativos de la primera parte de ese Siglo. El corazón de la idea liberal era el individuo libre, libre de los gobiernos o entes corporativos y con igualdad ante la ley. En la esfera política este ideal debería ser logrado estableciendo límites a la autoridad del gobierno central a través de controles legales contenidos en la constitución. La protección de las libertades civiles, instituciones representativas, la separación de poderes, federalismo, y la autonomía municipal, se convirtieron en los objetivos liberales mas importantes. Estas garantías constitucionales e instituciones servirían para proteger al individuo del despotismo clásico de los gobiernos. En resumen, el constitucionalismo sería el ingrediente más importante del programa liberal.

La libertad individual solamente podría lograrse en una sociedad donde las entidades corporativas tradicionales -iglesia, ejército, comunidades indias, guilds- fueran remplazadas por un régimen legal uniforme. La principal corporación mexicana era la iglesia con su basta riqueza, sus privilegios judiciales, y su control sobre la educación y todos los eventos de la vida diaria de los mexicanos. Por lo mismo, la lucha liberal anticorporativa fue especialmente dirigida contra el poder de la iglesia, para de esa forma lograr la secularización de la sociedad. El individuo libre, en una sociedad moderna, debería convertirse en un ciudadano cuya lealtad primordial fuera para sí mismo y la nación, y no para una corporación controlada por religiosos. El estado secular sería uno de los pilares del liberalismo y debería ser republicano.

El liberalismo promovía una visión de progreso social y desarrollo económico. Sí los individuos motivados eran dejados en libertad para desarrollar sus inclinaciones naturales, es decir, para de lograr  libremente sus intereses, el resultado debería ser una identificación espontánea de intereses comunes y armonía social. El interés individual se basaba en la propiedad, el derecho que era una extensión al derecho fundamental de los individuos; la vida misma. Si la propiedad, incluyendo la propiedad de las tradicionales comunidades indias, pudiera estar libre de restricciones corporativas, gubernamentales y monopólicas, entonces la iniciativa individual, la división del trabajo natural y el libre comercio entre individuos y naciones florecería, lo que finalmente llevaría a la creación general de riqueza. Estos fueron los conceptos liberales que se plasmaron en el artículo 27 de la Constitución de 1857 que reafirmaba la inviolabilidad de la propiedad privada; artículo 28 que abolía los monopolios y prohibía las tarifas.

La constitución de 1857 fue el documento liberal clásico que serviría como el mapa para guiarnos hacia la modernidad, justicia y prosperidad. Sin embargo, desde antes de su implementación ya tenía sus detractores en ambos lados del espectro político. Los primeros antecedentes del abandono de las ideas liberales clásicas, los podemos rastrear en Lucas Alamán quien, para 1830, se había convertido en un político conservador. Pero se podía observar aun con más claridad en las actitudes de Mariano Otero, un joven liberal y jurisconsulto de los turbulentos 1840s. En su “Ensayo” de 1842, Otero, en giro de 360 grados, ya criticaba a los reformadores anticlericales y sus ideas para reformar al Estado.

Desafortunadamente el liberalismo en México, después de 1867, encontró un nuevo ambiente intelectual influenciado en parte por la introducción de la filosofa del positivismo. La característica principal del Positivismo europeo, nacido en Francia de los 1820s, era su repudio de los elementos centrales de la teoría del liberalismo. A pesar de que el Positivismo arribó a México en los años 1860s, su impacto inicial no fue en la política, sino en la reorganización de la educación superior. Su efecto en las ideas políticas llegó una década después con la enunciación de la “política científica,” una doctrina presentada por una nueva generación de intelectuales en “La Libertad,” un periódico subsidiado por el gobierno de Porfirio Díaz. La ciencia de la política proporcionó la base de las estrategias durante el largo y autoritario régimen de Díaz conocido como la “honorable e indispensable dictadura.”

Madero encabezó una revolución liberal en contra de esa dictadura, luego del Plan de Agua Prieta surgía el Ejercito Liberal del Noroeste, sin embargo, sus ideales se habían perdido en la reunión del constituyente de 1917, en el cual se confeccionó una Constitución de corte totalmente antiliberal y plasmada de la ideología socialista que a principios del siglo XX iniciaba su dominio del espectro político mundial. México se alejó del liberalismo desde esas fechas con las consecuencias que ya todos conocemos: el centralismo, la corrupción, la falta de respeto a la propiedad privada, el Estado paternalista e inepto, la dictadura perfecta etc., la debacle que llevó al país hacia el remolino del fracaso del cual todavía no salimos.

México está urgido de una nueva Constitución, sí, pero que sea liberal, a la imagen y semejanza de la nacida en 1857.

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