“México se alejó del liberalismo desde principios del sigo XX con las consecuencias que ya todos conocemos: el centralismo, la corrupción, la falta de respeto a la propiedad privada, el Estado paternalista e inepto, la dictadura perfecta etc., la debacle que llevó al país hacia el remolino del fracaso del cual todavía no salimos.”
RICARDO VALENZUELA
Los destinos de los
pueblos han sido moldeados, entre otras cosas, por sus ideologías
económicas—políticas. Fue a finales del Siglo XVIII en que nació una, tal vez
la más poderosa, y sin duda la que moldearía los destinos de los países más
exitosos del mundo en los siguientes dos siglos; el Liberalismo. Las ideas de Hume, Locke en aspectos
políticos, las de Adam Smith,
David Ricardo en aspectos económicos, le dieron a Inglaterra la supremacía
sobre el mundo entero que mantendría hasta finales del siglo XIX. Federico Bastiat ya había cimbrado los cimientos de la revolución
francesa con sus ideas liberales. Ese mismo liberalismo sería importado a las
colonias inglesas en América, para darle vida a la nación que dominaría los
destinos del mundo hasta hoy día; los EUA.
En México el liberalismo
del siglo XIX que inició el moldeo de nuestra nación, fue un conjunto de ideas
políticas que nacieron como ideología en 1820 y 1830, y fueron implementadas en
la Constitución
de 1857 y las Leyes de Reforma. Con la victoria de Benito Juárez sobre el
Emperador Maximiliano y su partido Conservador en 1867, el liberalismo mexicano
se declaró el triunfador. En los años siguientes ese liberalismo fue
identificado como la misma fisonomía de México, una nación que, en las palabras
de Juárez, había ganado su segunda independencia. Los años posteriores a 1867,
fueron testigos del establecimiento de una tradición liberal que llegó a ser la
oficial, misma que fue después solidificada con los “orígenes” de la revolución
de 1910.
Los ingredientes que
formaron el liberalismo mexicano después de 1867, se deben rastrear en los años
formativos de la primera parte de ese Siglo. El corazón de la idea liberal era
el individuo libre, libre de los gobiernos o entes corporativos y con igualdad
ante la ley. En la esfera política este ideal debería ser logrado estableciendo
límites a la autoridad del gobierno central a través de controles legales
contenidos en la constitución. La protección de las libertades civiles,
instituciones representativas, la separación de poderes, federalismo, y la
autonomía municipal, se convirtieron en los objetivos liberales mas
importantes. Estas garantías constitucionales e instituciones servirían para
proteger al individuo del despotismo clásico de los gobiernos. En resumen, el
constitucionalismo sería el ingrediente más importante del programa liberal.
La libertad individual
solamente podría lograrse en una sociedad donde las entidades corporativas
tradicionales -iglesia, ejército, comunidades indias, guilds-
fueran remplazadas por un régimen legal uniforme. La principal corporación
mexicana era la iglesia con su basta riqueza, sus privilegios judiciales, y su
control sobre la educación y todos los eventos de la vida diaria de los
mexicanos. Por lo mismo, la lucha liberal anticorporativa
fue especialmente dirigida contra el poder de la iglesia, para de esa forma
lograr la secularización de la sociedad. El individuo libre, en una sociedad
moderna, debería convertirse en un ciudadano cuya lealtad primordial fuera para
sí mismo y la nación, y no para una corporación controlada por religiosos. El
estado secular sería uno de los pilares del liberalismo y debería ser
republicano.
El liberalismo promovía
una visión de progreso social y desarrollo económico. Sí los individuos
motivados eran dejados en libertad para desarrollar sus inclinaciones
naturales, es decir, para de lograr libremente sus intereses, el
resultado debería ser una identificación espontánea de intereses comunes y armonía
social. El interés individual se basaba en la propiedad, el derecho que era una
extensión al derecho fundamental de los individuos; la vida misma. Si la
propiedad, incluyendo la propiedad de las tradicionales comunidades indias,
pudiera estar libre de restricciones corporativas, gubernamentales y monopólicas, entonces la iniciativa individual, la división
del trabajo natural y el libre comercio entre individuos y naciones florecería,
lo que finalmente llevaría a la creación general de riqueza. Estos fueron los
conceptos liberales que se plasmaron en el artículo 27 de la Constitución de 1857
que reafirmaba la inviolabilidad de la propiedad privada; artículo 28 que
abolía los monopolios y prohibía las tarifas.
La constitución de 1857
fue el documento liberal clásico que serviría como el mapa para guiarnos hacia
la modernidad, justicia y prosperidad. Sin embargo, desde antes de su implementación
ya tenía sus detractores en ambos lados del espectro político. Los primeros
antecedentes del abandono de las ideas liberales clásicas, los podemos rastrear
en Lucas Alamán quien, para 1830, se había convertido
en un político conservador. Pero se podía observar aun con más claridad en las
actitudes de Mariano Otero, un joven liberal y jurisconsulto de los turbulentos
1840s. En su “Ensayo” de 1842, Otero, en giro de 360 grados, ya criticaba a los
reformadores anticlericales y sus ideas para reformar al Estado.
Desafortunadamente el
liberalismo en México, después de 1867, encontró un nuevo ambiente intelectual
influenciado en parte por la introducción de la filosofa del positivismo. La
característica principal del Positivismo europeo, nacido en Francia de los
1820s, era su repudio de los elementos centrales de la teoría del liberalismo.
A pesar de que el Positivismo arribó a México en los años 1860s, su impacto
inicial no fue en la política, sino en la reorganización de la educación
superior. Su efecto en las ideas políticas llegó una década después con la
enunciación de la “política científica,” una doctrina presentada por una nueva
generación de intelectuales en “La
Libertad,” un periódico subsidiado por el gobierno de
Porfirio Díaz. La ciencia de la política proporcionó la base de las estrategias
durante el largo y autoritario régimen de Díaz conocido como la “honorable e
indispensable dictadura.”
Madero encabezó una
revolución liberal en contra de esa dictadura, luego del Plan de Agua Prieta
surgía el Ejercito Liberal del Noroeste, sin embargo, sus ideales se habían
perdido en la reunión del constituyente de 1917, en el cual se confeccionó una
Constitución de corte totalmente antiliberal y plasmada de la ideología
socialista que a principios del siglo XX iniciaba su dominio del espectro
político mundial. México se alejó del liberalismo desde esas fechas con las
consecuencias que ya todos conocemos: el centralismo, la corrupción, la falta
de respeto a la propiedad privada, el Estado paternalista e inepto, la
dictadura perfecta etc., la debacle que llevó al país hacia el remolino del
fracaso del cual todavía no salimos.
México está urgido de una
nueva Constitución, sí, pero que sea liberal, a la imagen y semejanza de la
nacida en 1857.
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