“En esta nueva economía a medida que las barreras para trasmitir información se derrumban, emergen infinidad de consecuencias positivas. Pero esta avalancha ha provocado también una serie de confusiones. La tecnología moderna liberando información tradicionalmente reprimida, tiende a revaluar el viejo estilo conservador para reflexionar y emitir juicios de toda una sociedad.”
A riesgo de asumir notas del viejo cliché manoseado,
repetido y eternamente utilizado para provocar las apocalípticas expectativas
racionales, lo hago porque con profunda convicción creo en lo afirmado en el
resto de mi escrito. Pienso que, desde los albores de la segunda guerra
mundial, el mundo no presentaba un rostro que delata la extrema violencia que
lo invade para convertirlo en un enorme polvorín acosado por bandas de
piromaniacos.
Pero la segunda guerra fue un conflicto entre
naciones, ejércitos, regiones definidas para detener ambiciones territoriales
de fascistas. El conflicto hoy día es contra un enemigo sin país, sin ejército
regular, catapultado por un enfermizo odio producto de su fanatismo religioso.
Si a este potaje le agregamos el resto de los ingredientes: petróleo a niveles
record, el narcotráfico con ganancias de $500,000 millones de dólares, armas
nucleares y, finalmente, el mas perfecto de los idiotas latinoamericanos,
Chávez, portador de una chequera infinita, su odio indescriptible y un
coeficiente intelectual inferior a la inflación japonesa, tenemos el cuadro
completo.
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