Latinoamérica debe aprender a crecer sin el motor de las materias primas
Si hay un mercado al que Latinoamérica mira con
especial atención, ese es el de las materias primas. Las economías de la
región están ampliamente expuestas a la evolución de los precios de
productos como el maíz, la soja o el cobre, por no hablar de la commodity
por excelencia: el petróleo. Los Gobiernos latinoamericanos se las
prometían muy felices al ver la evolución de las cotizaciones de estos
productos al comienzo del año. Pero la sonrisa inicial se ha ido
congelando en el verano. Atrás quedaron las optimistas palabras de los
analistas que hablaban de un cambio de ciclo, después de varios años de
fuertes caídas en los precios.
El Bloomberg Commodity Index, que muestra la evolución de las cotizaciones de 22 materias primas, va camino de cerrar el tercer trimestre del año con una fuerte caída, después de las importantes subidas registradas en los dos primeros. Casualidad o no, desde que se comenzaron a registrar estos datos en 1991, esto sólo había pasado en cuatro años, y cuando eso ocurrió, en tres de las cuatro veces experimentó un importante descenso entre octubre y diciembre.
Pero no sólo las estadística invitan a ser pesimista; el comportamiento de los inversores también. Con la sobreoferta existente en productos que van desde el maíz hasta el petróleo, se están preparando para las caídas. De hecho, durante el último mes, se retiraron 791 millones de dólares de fondos negociados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) que monitorizan la evolución de las materias primas. A pesar de ello, este tipo de productos de inversión acumula una entrada neta de capitales en lo que va de año de 34.100 millones de dólares. En la misma línea, los fondos de inversión alternativa o de alto riesgo (hedge funds) han reducido sus apuestas por las materias primas en nueve de las últimas 11 semanas. “Simplemente no hay suficiente para mantener a los especuladores interesados”, ha comentado a Bloomberg Rob Haworth, un estratega de inversión en Seattle del U.S. Bank Wealth Management, que supervisa una cartera de inversiones de 133.000 millones de dólares. “No ha habido suficiente impulso o continuidad en las subidas en los precios de ningún producto”.
¿Cambio de ciclo?
La evolución de los precios de las commodities durante los últimos meses ha puesto en tela de juicio las voces que clamaban por un cambio de ciclo en las cotizaciones de las materias primas, después de las subidas experimentadas en los dos primeros trimestres de 2016. Y es que los últimos cinco años estos productos estuvieron inmersos en una fuerte espiral bajista, con caídas superiores al 13% de media.
“Es difícil saberlo pero dudo de que estemos ante un cambio de ciclo en los productos primarios”, afirma Hernando Zuleta, profesor y miembro del Centro de Estudios Sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes de Colombia. “Creo que para que se presente una recuperación sostenida se requiere que las economías grandes crezcan más rápido o que haya factores de oferta que hagan aumentar los precios. De momento, no veo indicios de que ninguna de las dos cosas esté pasando.
Creo que a la vuelta de dos o tres años veremos el efecto de los precios bajos sobre la oferta de materias primas. Entonces habrá un aumento duradero en el precio”, añade.
El Bloomberg Commodity Index ha descendido un 6,7% desde finales de junio. Estas pérdidas incluyen desplomes del 41% en algunos de sus componente más importantes, un 23% en los futuros de la soja y un 11% en los del petróleo. Sólo en el último mes, los inversores retiraron 991 millones de dólares de ETFs del sector energético y 39 millones de los de materias primas. Sin embargo, el precio de algunos productos naturales mantienen una fuerte subida, como el oro.
Factores claves en el mercado
El dinero de los inversores se situó en las materias primas en la primera mitad del año ante la especulación de que la Reserva Federal de Estados Unidos elevaría las tasas de interés lentamente, lo que debilitaría al dólar y haría que el precio de los productos primarios fuera más barato para los tenedores de otras monedas. Actualmente, especialmente las últimas semanas tras los comentarios de algunos miembros del banco central estadounidense, el mercado cree que existe un 50% de probabilidades de que la Fed eleve los tipos para finales de año, lo que provocaría una apreciación en el billete verde.
Pero el descenso de los precios no sólo se ha producido por las expectativas sobre los tipos. La sobreoferta que existe en el mercado en algunos productos está presionando con fuerza los precios a la baja. Es el caso, por ejemplo, del maíz y el cobre. El Departamento de Agricultura de EEUU espera que el país obtengan una cosecha récord de grano este año, mientras que Antofagasta, un productor chileno del metal rojo, prevé que el actual exceso de oferta en el mercado dure entre dos o tres años más.
Para Lourdes Casanova, directora académica del Instituto de Mercados Emergentes de la S.C. Johnson School of Management de la Cornell University,
“pronosticar el precio de las materias primas no es fácil y casi todos nos equivocamos”, pero no espera que se produzcan nuevas alzas de las cotizaciones en el corto y medio plazo. Considera que el producto natural más negociado a nivel internacional, el petróleo, condiciona la evolución del resto y, dadas las circunstancias actuales de su mercado, no espera encarecimientos próximamente.
Casanova señala que “es cierto que en las ultimas semanas se especula sobre la posibilidad de un anuncio en la producción del petróleo en la reunión informal de los 14 miembros de la OPEC en Argel del 26-28 de septiembre. Y que el pasado 5 de septiembre Arabia Saudita y Rusia anunciaron que iban a actuar conjuntamente para lograr estabilizar el mercado de crudo. Sin embargo, si el precio subiera hasta 50 dólares por barril, se abriría de nuevo la producción del petróleo tipo ‘shale’ en Estados Unidos. Por todas estas razones los expertos creen que el precio se mantendrá alrededor de los 55 dólares. El petróleo es la materia prima que más se comercia en el mundo y el resto lo que hacen es seguir su evolución”. Desde el punto de vista macroeconómico, Casanova tampoco observa razones de peso para sostener un alza en las commodities. “El crecimiento de la economía mundial (excepto en China y la India) sigue siendo mediocre y por eso y las razones anteriores no creo que estemos ante un cambio de ciclo como el de la década anterior”, apunta.
Adaptarse a las circunstancias
Con las esperanzas prácticamente rotas de que las materias primas vuelvan a entrar en un nuevo ciclo de alzas, al menos en el corto y medio plazo, los países latinoamericanos tendrán que aprender a desenvolverse sin depender de esta fuente de fuerte crecimiento económico. Así lo señalaron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en la conferencia anual del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que se celebró en Washington a principios del mes de septiembre.
Los economistas jefes para la región del FMI y del BM coincidieron en destacar que Latinoamérica cuenta con una posición fiscal “débil” y un “menor margen de maniobra” para enfrentarse al actual contexto de recesión económica. El Fondo pronosticó en julio que la región cerrará 2016 en recesión por segundo año consecutivo, con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,4%.
Según, Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del FMI, “todas las economías de la región están en una posición fiscal más débil de lo que debieran”. El avisó de que esta situación provoca importantes riesgos, especialmente después de que “la clase política latinoamericana se haya acostumbrado a gobernar en tiempos de abundancia” durante la década pasada, gracias al “boom” de las materias primas impulsado por la expansión de China. Una etapa, que según advirtió, ya se ha terminado. Werner explicó que durante el pasado periodo de precios altos, los gobernantes no se preocuparon demasiado por la eficiencia del gasto, pero cree que en el contexto actual es clave revisar esos niveles de eficiencia y aplicar reformas estructurales.
Zuleta mantiene que los países deben aprender cómo adaptarse a los cambios constantes que se producen en los mercados de materias primas. Para este profesor de la Universidad de los Andes, “lo ideal sería que utilizaran los booms transitorios para reducir deuda y aumentar ahorro”. Sin embargo, cree que en muchos casos los Gobiernos han tomado el camino contrario, lo que considera algo muy peligroso y que puede dañar la evolución futura de la economía. “Uno de los riesgos asociados a las bonanzas transitorias es montarse en altos niveles de gasto que luego no son sostenibles en un ámbito de precios bajos. Esto, lo han hecho casi todos los países latinoamericanos, unos más que otros. El costo, es que no se puede hacer política ‘contracíclica’ cuando las economías caen en recesión. Lo que ocurre es que el gasto público y la demanda agregada caen cuando desciende el precio de las materias primas y el efecto recesivo se magnifica”, avisa. Las políticas ‘contracíclicas’ o ‘anticíclicas’ defendidas por las teorías económicas keynesianas defienden que el Estado mantenga o aumente el gasto público durante una etapa de recesión para tratar de reactivar la actividad económica cuanto antes y, de este modo, reducir el ciclo económico recesivo a la mínima expresión posible.
Casanova defiende que “un aumento de precios es siempre positivo para las economías dependientes de las exportaciones de materias primas, entre ellas, las latinoamericanas”. A pesar de ello, cree que los países deberían limitar lo máximo posible su dependencia a este tipo de productos para no verse fuertemente afectados por la volatilidad de sus precios. Es consciente de que “no es fácil cambiar la estructura económica de un país en poco tiempo”, pero cree que es posible hacerlo, como lo demuestran algunas de las mayores economías del mundo como Estados Unidos, Canadá o Australia, entre otras, que, siendo ricas en materias primas, han sabido diversificar adecuadamente sus estructuras económicas.
“El problema es cuando el país no es capaz de desarrollar la industria manufacturera o la industria alrededor de las materias primas: industria auxiliar, etc. Y Latinoamérica esta en ese caso. La región ha dado bandazos en sus políticas económicas (o la carencia de ellas) y cualquier cambio requiere estabilidad. Ojalá sea posible en esta nueva etapa”, concluye.
El Bloomberg Commodity Index, que muestra la evolución de las cotizaciones de 22 materias primas, va camino de cerrar el tercer trimestre del año con una fuerte caída, después de las importantes subidas registradas en los dos primeros. Casualidad o no, desde que se comenzaron a registrar estos datos en 1991, esto sólo había pasado en cuatro años, y cuando eso ocurrió, en tres de las cuatro veces experimentó un importante descenso entre octubre y diciembre.
Pero no sólo las estadística invitan a ser pesimista; el comportamiento de los inversores también. Con la sobreoferta existente en productos que van desde el maíz hasta el petróleo, se están preparando para las caídas. De hecho, durante el último mes, se retiraron 791 millones de dólares de fondos negociados en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) que monitorizan la evolución de las materias primas. A pesar de ello, este tipo de productos de inversión acumula una entrada neta de capitales en lo que va de año de 34.100 millones de dólares. En la misma línea, los fondos de inversión alternativa o de alto riesgo (hedge funds) han reducido sus apuestas por las materias primas en nueve de las últimas 11 semanas. “Simplemente no hay suficiente para mantener a los especuladores interesados”, ha comentado a Bloomberg Rob Haworth, un estratega de inversión en Seattle del U.S. Bank Wealth Management, que supervisa una cartera de inversiones de 133.000 millones de dólares. “No ha habido suficiente impulso o continuidad en las subidas en los precios de ningún producto”.
¿Cambio de ciclo?
La evolución de los precios de las commodities durante los últimos meses ha puesto en tela de juicio las voces que clamaban por un cambio de ciclo en las cotizaciones de las materias primas, después de las subidas experimentadas en los dos primeros trimestres de 2016. Y es que los últimos cinco años estos productos estuvieron inmersos en una fuerte espiral bajista, con caídas superiores al 13% de media.
“Es difícil saberlo pero dudo de que estemos ante un cambio de ciclo en los productos primarios”, afirma Hernando Zuleta, profesor y miembro del Centro de Estudios Sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes de Colombia. “Creo que para que se presente una recuperación sostenida se requiere que las economías grandes crezcan más rápido o que haya factores de oferta que hagan aumentar los precios. De momento, no veo indicios de que ninguna de las dos cosas esté pasando.
Creo que a la vuelta de dos o tres años veremos el efecto de los precios bajos sobre la oferta de materias primas. Entonces habrá un aumento duradero en el precio”, añade.
El Bloomberg Commodity Index ha descendido un 6,7% desde finales de junio. Estas pérdidas incluyen desplomes del 41% en algunos de sus componente más importantes, un 23% en los futuros de la soja y un 11% en los del petróleo. Sólo en el último mes, los inversores retiraron 991 millones de dólares de ETFs del sector energético y 39 millones de los de materias primas. Sin embargo, el precio de algunos productos naturales mantienen una fuerte subida, como el oro.
Factores claves en el mercado
El dinero de los inversores se situó en las materias primas en la primera mitad del año ante la especulación de que la Reserva Federal de Estados Unidos elevaría las tasas de interés lentamente, lo que debilitaría al dólar y haría que el precio de los productos primarios fuera más barato para los tenedores de otras monedas. Actualmente, especialmente las últimas semanas tras los comentarios de algunos miembros del banco central estadounidense, el mercado cree que existe un 50% de probabilidades de que la Fed eleve los tipos para finales de año, lo que provocaría una apreciación en el billete verde.
Pero el descenso de los precios no sólo se ha producido por las expectativas sobre los tipos. La sobreoferta que existe en el mercado en algunos productos está presionando con fuerza los precios a la baja. Es el caso, por ejemplo, del maíz y el cobre. El Departamento de Agricultura de EEUU espera que el país obtengan una cosecha récord de grano este año, mientras que Antofagasta, un productor chileno del metal rojo, prevé que el actual exceso de oferta en el mercado dure entre dos o tres años más.
Para Lourdes Casanova, directora académica del Instituto de Mercados Emergentes de la S.C. Johnson School of Management de la Cornell University,
“pronosticar el precio de las materias primas no es fácil y casi todos nos equivocamos”, pero no espera que se produzcan nuevas alzas de las cotizaciones en el corto y medio plazo. Considera que el producto natural más negociado a nivel internacional, el petróleo, condiciona la evolución del resto y, dadas las circunstancias actuales de su mercado, no espera encarecimientos próximamente.
Casanova señala que “es cierto que en las ultimas semanas se especula sobre la posibilidad de un anuncio en la producción del petróleo en la reunión informal de los 14 miembros de la OPEC en Argel del 26-28 de septiembre. Y que el pasado 5 de septiembre Arabia Saudita y Rusia anunciaron que iban a actuar conjuntamente para lograr estabilizar el mercado de crudo. Sin embargo, si el precio subiera hasta 50 dólares por barril, se abriría de nuevo la producción del petróleo tipo ‘shale’ en Estados Unidos. Por todas estas razones los expertos creen que el precio se mantendrá alrededor de los 55 dólares. El petróleo es la materia prima que más se comercia en el mundo y el resto lo que hacen es seguir su evolución”. Desde el punto de vista macroeconómico, Casanova tampoco observa razones de peso para sostener un alza en las commodities. “El crecimiento de la economía mundial (excepto en China y la India) sigue siendo mediocre y por eso y las razones anteriores no creo que estemos ante un cambio de ciclo como el de la década anterior”, apunta.
Adaptarse a las circunstancias
Con las esperanzas prácticamente rotas de que las materias primas vuelvan a entrar en un nuevo ciclo de alzas, al menos en el corto y medio plazo, los países latinoamericanos tendrán que aprender a desenvolverse sin depender de esta fuente de fuerte crecimiento económico. Así lo señalaron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) en la conferencia anual del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), que se celebró en Washington a principios del mes de septiembre.
Los economistas jefes para la región del FMI y del BM coincidieron en destacar que Latinoamérica cuenta con una posición fiscal “débil” y un “menor margen de maniobra” para enfrentarse al actual contexto de recesión económica. El Fondo pronosticó en julio que la región cerrará 2016 en recesión por segundo año consecutivo, con una caída del Producto Interior Bruto (PIB) del 0,4%.
Según, Alejandro Werner, director del Hemisferio Occidental del FMI, “todas las economías de la región están en una posición fiscal más débil de lo que debieran”. El avisó de que esta situación provoca importantes riesgos, especialmente después de que “la clase política latinoamericana se haya acostumbrado a gobernar en tiempos de abundancia” durante la década pasada, gracias al “boom” de las materias primas impulsado por la expansión de China. Una etapa, que según advirtió, ya se ha terminado. Werner explicó que durante el pasado periodo de precios altos, los gobernantes no se preocuparon demasiado por la eficiencia del gasto, pero cree que en el contexto actual es clave revisar esos niveles de eficiencia y aplicar reformas estructurales.
Zuleta mantiene que los países deben aprender cómo adaptarse a los cambios constantes que se producen en los mercados de materias primas. Para este profesor de la Universidad de los Andes, “lo ideal sería que utilizaran los booms transitorios para reducir deuda y aumentar ahorro”. Sin embargo, cree que en muchos casos los Gobiernos han tomado el camino contrario, lo que considera algo muy peligroso y que puede dañar la evolución futura de la economía. “Uno de los riesgos asociados a las bonanzas transitorias es montarse en altos niveles de gasto que luego no son sostenibles en un ámbito de precios bajos. Esto, lo han hecho casi todos los países latinoamericanos, unos más que otros. El costo, es que no se puede hacer política ‘contracíclica’ cuando las economías caen en recesión. Lo que ocurre es que el gasto público y la demanda agregada caen cuando desciende el precio de las materias primas y el efecto recesivo se magnifica”, avisa. Las políticas ‘contracíclicas’ o ‘anticíclicas’ defendidas por las teorías económicas keynesianas defienden que el Estado mantenga o aumente el gasto público durante una etapa de recesión para tratar de reactivar la actividad económica cuanto antes y, de este modo, reducir el ciclo económico recesivo a la mínima expresión posible.
Casanova defiende que “un aumento de precios es siempre positivo para las economías dependientes de las exportaciones de materias primas, entre ellas, las latinoamericanas”. A pesar de ello, cree que los países deberían limitar lo máximo posible su dependencia a este tipo de productos para no verse fuertemente afectados por la volatilidad de sus precios. Es consciente de que “no es fácil cambiar la estructura económica de un país en poco tiempo”, pero cree que es posible hacerlo, como lo demuestran algunas de las mayores economías del mundo como Estados Unidos, Canadá o Australia, entre otras, que, siendo ricas en materias primas, han sabido diversificar adecuadamente sus estructuras económicas.
“El problema es cuando el país no es capaz de desarrollar la industria manufacturera o la industria alrededor de las materias primas: industria auxiliar, etc. Y Latinoamérica esta en ese caso. La región ha dado bandazos en sus políticas económicas (o la carencia de ellas) y cualquier cambio requiere estabilidad. Ojalá sea posible en esta nueva etapa”, concluye.
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