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Wednesday, October 12, 2016

El asistencialismo oprime potencialidades

Por Magdalena Evans Civit

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En el año 1853, Juan Bautista Alberdi recogió cultamente principios libertarios los cuales fueron incorporados a la Constitución Nacional de dicho período, constituyendo ese  proceso político una plasmación de prosperidad y progreso para nuestro país. Alberdi en tanto mentor de dicha Constitución propició la disolución y superación de las normas anti-extranjeras y fomentó la inversión y la inmigración productiva, tan en contraste con nuestra penosa realidad actual, en la cual nos encontramos en una Argentina renegada y antiliberal, con índices de pobreza de alrededor del  31,4 %, una tasa de inflación anual de aproximadamente 40% e índices de desempleo del 10,4%(el más alto de la región). ¿Cómo podemos entender este escenario recesivo desde el punto de vista psicológico-sociológico? Desde el Psicoanálisis se sostiene que el ser humano nace en un determinado ámbito plagado e impregnado de múltiples significados, preconceptos, creencias y prejuicios que lo preceden y esperan para atravesar su ser, determinándolo y condicionándolo a posteriori. 


A nivel social en la Argentina, ¿cómo podríamos pensar y desglosar este  concepto? ¿Qué ideas prevalecen en nuestro psiquismo  que nos empujan y nos llevan por determinados caminos en los que nos encontramos enraizados (automatismos obtusos e inconscientes), constituyendo y acentuando comportamientos cíclicos y repetitivos que nos conducen  a reiterativos fracasos tanto en lo económico- social  y personal, siempre retornando al mismo resultado: ¿Crisis?
Bien sabemos que es a través del trabajo que se produce el crecimiento de la riqueza y a partir de la propiedad privada en tanto fundamental incentivo para crear más bienes de los que la naturaleza nos provee, siendo a partir de esto la invención del dinero y del intercambio lo que motiva al hombre a PRODUCIR.
Pero pareciera que en América Latina, característicamente en Argentina y  Venezuela, ya tenemos internalizado e instalado en nuestra mente que el progreso, la felicidad, la capacidad para trabajar y producir riqueza, etc., son objetivos no dignos de alcanzar por nosotros, siendo incluso catalogados falsamente como valores meramente especulativos, cuando en realidad estas falsas creencias no hacen más que inhibir nuestro potencial creativo para mejorar y ser más productivos, simplemente por una ciega obediencia a un fuerte mandato cultural el cual ni siquiera parte de la sociedad puede cuestionar . Catorce años bajo las manos del poder de los Kirchner son suficientes para instalar y provocar la proliferación de cualquier tipo de ideología por más cínica, inhibitoria y opresora que sea, la cual nos atraviesa en tanto Sujetos y provoca sus efectos, que se manifiestan  en nuestro comportamiento, conductas y pensamientos (casi automáticos, sin reflexión consciente y responsable). La personalidad debe desplegarse antes de ser sometida.  Freud  describe esto muy bien en “Inhibición, síntoma y angustia, 1926”, texto en el que se refiere a las inhibiciones como limitaciones funcionales del Yo, o una rebaja de las mismas, así como una renuncia a una función específica y que nos compete, por ejemplo inhibición a la hora de trabajar, a fin de no verse obligado a emprender una nueva represión, a fin de evitar conflicto con las otras dos instancias psíquicas: el ello (reservorio y fuerza pulsional) y el Superyó, donde residen los mandatos morales, culturales y éticos. Aquí podemos hablar ya de inhibiciones que se manifiestan al servicio de la auto- punición: El yo no tiene  permitido hacer cosas que le proporcionarían éxito, prosperidad y provecho, ya que el severo Superyó (mandatos introyectados) se lo ha denegado. El yo renuncia a esas operaciones para no entrar en conflicto con esta severa instancia psíquica,(por precaución digamos).
Son los gobiernos populistas-socialistas (mercantilistas, que intervienen y regulan el mercado) el principal factor, dirían algunos, de estos síntomas. Y así lo creo. Mediante el creciente gasto público (tengamos en cuenta que en la Argentina ya alcanza la cifra de $2.000.000.000.000, dos billones de pesos a costa de un mayor déficit financiero) y la irrefrenable emisión de moneda para solventar el asistencialismo y otros servicios (trabajo no productivo, el cual no aplica para ser trabajo que produzca riqueza), no se logra más que inhibir la capacidad para trabajar productivamente, obstruyendo no solo el mercado y la economía sino también la capacidad de un psiquismo creador (energías creadoras) en todos sus sentidos posibles, oprimiendo así todo el potencial y las capacidades con las que contamos y que parte de nuestra población no sabe que las posee, pues mediante y a través estas políticas públicas ineficientes e implícitamente manipuladoras se fomenta impúdicamente que no contamos con los suficientes recursos internos como para ocuparnos responsablemente de nuestra propia vida y crear algo digno y próspero en ella. Esto constituye un síntoma en Argentina lamentablemente, y tenemos que trabajar mediante la reflexión consciente y responsable para modificar esta realidad y darnos la posibilidad de que salga a la superficie nuestras capacidades y habilidades (en su máximo desarrollo posible), más allá de cualquier mandato gubernamental. Abandonar en la mayor medida posible la repetición indefinida de conductas y comportamientos autodestructivos que nos conducen siempre al mismo resultado ineficaz y opresor del ser humano es de sumo valor.
Me parece muy importante destacar y remarcar al respecto la diferenciación que constituyen Chile y México respecto del análisis anterior: Estos dos países ya son paradigmas Latinoamericanos de los beneficios que se experimentan al integrarse a la economía mundial,  abrirse al mercado internacional y desconcentrar el poder de sectores del gobierno y otros pequeños grupos que se benefician mediante el “rentismo”. Estos dos países han experimentado procesos de reforma  económica, que gracias a su correlativa estabilidad institucional pudieron crecer de forma sostenida. Chile, con sus políticas de apertura caracterizadas por un arancel “flat” al derecho de importación (del 6%) y la firma de acuerdos de libre comercio a nivel bilateral, ha experimentado profundos efectos positivos: En poco tiempo incrementó su ingreso per cápita cuatro veces (año 2002: u$s 4.262,en contraste con el período anterior de 1985-1989 que era de u$s1.704), la cantidad de productos exportados se incrementó de 200 a 3.750, las empresas exportadoras de 200 a 6.118 y redujo al 18% su nivel de pobreza. En el caso de México: Se incorporó al acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y Canadá en 1994 conformando el NAFTA (North American Free Trade Agreement). Se liberaron las trabas al comercio y a la inversión, la cantidad de empresas exportadoras casi se duplicó, pasando  de 21.447 en 1993 a 38.175 en 1.999 y las ventas externas de manufacturas crecieron del 15% al 88%. Los indicadores económicos de este país plasman y reflejan el sostenido crecimiento del PBI real a partir del acuerdo con las poderosas economías de Canadá y Estados Unidos.
En tanto reflexión final: La civilización es un aprendizaje de la historia y la libertad un lujo de la sociedad civil, como sostenía el gran filósofo David Hume. En consonancia con su brillante pensamiento Inglaterra logró encontrar el camino hacia la libertad (en el 1678, año en el que tiene lugar la llamada Revolución Gloriosa). Este proceso signó una gran enseñanza para la Humanidad, demostrando que es posible alcanzar el estadio de la civilización sin estar condicionados ciega e inconscientemente por la biografía, cultura o religión. Debemos reconocer nuestros derechos naturales e individuales (según John Locke: la vida, la libertad y la propiedad, conformando este último el “estate”, es decir  los bienes materiales), y tener en claro que estos derechos son anteriores a la creación de cualquier gobierno o aparato estatal. La limitación del poder político es la garantía fundamental e indispensable de la libertad individual, siendo la división de poderes del Estado la base e instrumento para limitar dicho poder, y poder así protegernos de los vaivenes y arbitrariedad del poder político y de sus intereses. La preferencia de la virtud por sobre el vicio constituye la eticidad por excelencia de los intereses particulares, cuyo reconocimiento jurídico son y debieran ser los derechos mencionados anteriormente. La clave radica en ser consecuentes respecto a esto y correrse del  estado social Inconsciente que nos conduce por caminos trillados.

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