Una herramienta para los negocios
Por Alberto Benegas Lynch (h)
Desde hace un tiempo se viene trabajando
en una visión diferente de la tradicional en el mundo de los negocios.
Como es sabido, originalmente la producción era íntegramente artesanal,
luego se acoplaron instrumentos para facilitar esa producción, a raíz de
la Revolución Industrial comenzaron las fábricas con el tiempo cada vez
más dirigidas a la producción masiva, pero podría decirse que hasta
recién en la década del cincuenta se mantuvo el muy difundido esquema de
Taylor en cuanto a las estructuras verticales y jerárquicas en el
contexto de la fabricación en serie.
A partir de la mencionada década se
empezaron a cuestionar los organigramas que se traducían en la visión de
que unos pocos eran los que poseían el monopolio del conocimiento y que
su función consistía en impartir ordenes a los demás, incapaces de
generar políticas constructivas dentro de la empresa. Muchas fueron las
variantes ensayadas pero una de las más exitosas, ahora aplicadas en
gran escala, especialmente por algunas petroleras, industrias
siderúrgicas, empresas automovilísticas y alimenticias se denomina
“market based management”.
Este procedimiento se sustenta en una
extrapolación parcial del mercado abierto al interior de la empresa. A
esta altura de los acontecimientos, a raíz de potentes contribuciones al
significado del mercado se ha puesto en evidencia que el problema clave
consiste no solo en saber que producir, a que precio y en que
cantidades y calidades, sino, sobre todo, como hacerlo del modo más
eficiente posible.
Para ello se ha demostrado una y otra
vez que la institución de la propiedad privada resulta medular al efecto
de asignar los siempre escasos recursos en manos de las empresas que
mejor atienden las demandas de terceros. El consumidor al votar en el
supermercado y afines va asignando sus recursos hacia las áreas y
reglones que son de su preferencia, todo lo cual se lleva a cabo a
través del sistema de precios que coordina los respectivos procesos.
En otra oportunidad he reiterado lo que
se ha exhibido John Stossel como un ejemplo de lo dicho. Imaginemos un
trozo de carne envuelto en celofán en la góndola de un supermercado y
cerremos los ojos y vayamos en regresión lo más lejos que podamos para
vislumbrar el proceso en cuestión. Los agrimensores que calculan los
lotes en el campo, los alambrados y postes, los tractores y demás
maquinaria, el sembrado, los fertilizantes, las fumigaciones, las
cosechas, las caballos, las riendas, los rodeos, las mangas, los molinos
y bebederos, el personal que trabaja con la hacienda etc. Nadie hasta
el último tramo está pensando en la góndola del supermercado y el trozo
de carne envuelto en celofán. Cada uno pensando en su interés personal
logra una coordinación a través de los precios al realizar sus
respectivos arreglos contractuales.
Imaginemos la cantidad enorme de
empresas en sentido vertical y horizontal que ocuparon sus esfuerzos en
base a segmentos de conocimiento siempre disperso y todo coordinado por
el sistema de precios. Solo cuando irrumpen los arrogantes que
concentran ignorancia al pretender controlarlo todo, surgen los
faltantes y las descoordinaciones y desajustes hasta incluso que la
góndola queda vacía, cuando no desaparece el propio supermercado.
En la media en que se interviene en los
precios o se afecte el derecho de propiedad, la contabilidad y la
evaluación de proyectos quedan desdibujadas. Cuando se evalúa un
proyecto, necesariamente se deben tomar precios presentes y futuros
(incluyendo la tasa de interés que es otro precio). Nada se gana con
sostener que tal o cual proyecto es mejor por razones meramente
técnicas: no tiene sentido la evaluación técnica sin contemplar precios
de mercado. Hay muchas cosas que podrían fabricarse en base a la técnica
disponible pero resultan inviables porque son antieconómicas. Y si
los precios no reflejan las valorizaciones cruzadas entre compradores y
vendedores se convierten en simples números dictados por los
gobernantes del momento que nada significan desde el punto de vista
económico. Si el control es total colapsa el sistema y solo puede
mantenerse a punta de pistola.
Ahora bien, en vista de este proceso
para aprovechar el conocimiento siempre disperso y fraccionado en el
mercado es que algunos autores al principio y luego muchos se abocaron a
la posibilidad de dividir la empresa en unidades de negocios en los que
en la medida de lo posible se tiende a atribuir precios internos o
precios sombra al efecto de incrementar la eficiencia y aprovechar el
conocimiento e incentivar las eventuales iniciativas de todos los
participantes.
La bibliografía con estas propuestas y
similares en esta misma línea argumental referidas al proceso de
aprendizaje en la empresa y, asimismo, el detalle de los métodos para
implementarlos son al momento descriptas por infinidad de autores, tal
vez los más destacados sean Ralph Stacey, David Parker, Jerry Ellig, Tom
Peters, Charles Koch, Israel Kirzner, Tyler Cowen, Richard Klein, Peter
Senge y Richard Langlois. No es del caso en esta nota periodística
describir los diversos métodos para lograr los antedichos objetivos,
pero si es del caso mencionar brevemente la objeción principal referida
concretamente a una de las sugerencias -la del “market based
management”- que, como decimos, viene aplicándose con éxito.
En este sentido se ha dicho que debe
diferenciarse lo que es un orden espontáneo como el proceso de mercado
donde las múltiples metas son coordinadas por los precios, respecto de
una organización que es deliberadamente construida aunque opere en el
contexto de un orden espontáneo (el mercado). A esta argumentación se ha
respondido que si bien la organización deliberada (la empresa) ha sido
inicialmente constituida en base a una planificación expresa y precisa,
la marcha de la misma (su evolución y eventualmente su progreso) no
pueden ser dirigidos sino sujetos a las indicaciones cambiantes del
mercado y que lo dicho no quita que se busque maximizar internamente el
conocimiento de quienes se desempeñan en la empresa.
Cuando la empresa estaba dominada por el
paradigma del orden jerárquico resulta que no pocos economistas tomaron
ese modelo para que políticos lo impongan desde el vértice del poder a
los gobernados, sin embargo las contribuciones más recientes han seguido
la vía inversa: han tomado la ventajas de la sociedad abierta para
aprovechar conocimientos y la han extrapolado a la empresa sugiriendo
organigramas más planos y horizontales respecto a la tradicional
estructura vertical y jerárquica que restaba información vital para la
toma de decisiones.
En realidad las dos versiones de
empresas apuntaban a lograr los objetivos de satisfacer la demanda, el
asunto decisivo consiste en saber cual es el camino más eficaz y allí es
donde las propuestas relativamente recientes muestran superioridad al
tomar en cuenta el conocimiento de los empleados y establecer incentivos
y modos internos de operar que pongan en evidencia los mejores
resultados posibles.
Para poner un ejemplo un tanto trivial
de los inconvenientes de subestimar el conocimiento de cada uno de los
empleados, se cuenta que dos arquitectos muy conocidos habían
construido un edificio de oficinas en torre y al terminarlos observaron
que constantemente se producían cuellos de botella en la zona de los
ascensores. El tema no lo podían resolver hasta que prestaron atención a
lo que les sugirió uno de los que limpiaban los pisos del edificio que
consistió en que colocaran más espejos al costado de la entrada de los
ascensores lo cual contribuyó a disipar el problema de la congestión en
la referida zona puesto que las personas se demoraban para mirarse en
los espejos. En otro plano, es por eso que -para succionar conocimientos
y detenerse en otras miradas ya que los que están en el asunto suelen
empantanarse en torno a lo conocido- se suelen hacer brain stormings en
la empresa con profesionales de las más diversas procedencias (por
ejemplo, en bancos con historiadores y así sucesivamente para así
despegarse de las miradas rutinarias).
La empresa se establece para evitar
costos de transacción, lo cual no significa que no sea de gran provecho
que unidades dentro de la empresa (sean primarias como la producción del
bien o el servicio del caso o de apoyo como los servicios contables) y
que se exterioricen los valores con que contribuyen esas unidades a las
metas de la empresa.
Este procedimiento siempre en el
contexto de la mayor participación posible dada la estructura
horizontal, también hace de apoyo logístico para minimizar las
tensiones entre lo que en economía de la empresa se denomina la relación
agente-principal sea del empleado con el empleador o de los directores y
ejecutivos con los accionistas (es sabido que una de las armas de los
accionistas para alinear los mencionados intereses es vender sus
acciones que en la medida en que se generalicen se reduce el valor de
los títulos con lo que se abre la posibilidad de un take over).
Por otra parte, destaco que en no pocos
estudios de administración de negocios, sean de grado o posgrado, se
excluyen los estudios suficientes de economía lo cual resulta esencial
para el futuro empresario a los efectos de compenetrarse en el
significado y las consecuencias de lo que inexorablemente lo rodea.
Dejar de lado estos estudios y solo concentrarse en las técnicas de
administración pasa por alto el hecho de que esas técnicas carecen de
sentido en el vacío.
La función empresarial radica en
detectar costos subvaluados en términos de los precios finales al efecto
de sacar partida del arbitraje correspondiente, para lo cual la
maximización del conocimiento interno a la empresa permitirá
desenvolverse con mayor eficacia en el ámbito externo. Incluso el antes
mencionado Charles Koch, principal accionista y CEO de una de las
empresas de mayor facturación en Estados Unidos con filiales en sesenta
países y con más de cien mil empleados, ha constituido una entidad
(Charles Koch Institute) dedicada a faenas educativas entre las que se
destaca el “market based management” para promover este procedimiento.
En resumen, el futuro no se conoce y
para contar con los mayores elementos de juicio posibles es menester
exprimir al máximo la información que poseen quienes trabajan dentro de
la empresa que, como queda consignado, aunque de una naturaleza
diferente del orden espontáneo del mercado en el que opera, los
empresarios deben esforzarse en lo dicho, lo cual se traduce en
cuestionar todo en lugar de acatar ordenes y comandos desde arriba como
era el paradigma tradicional en la empresa.
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