“No vivimos más que la corrupción conceptual al tratar de combinar el socialismo con el libre mercado, siendo el neoliberalismo uno de esos intentos. El vino ya viene alterado con agua desde la época de Mill.”
RICARDO VALENZUELA
RICARDO VALENZUELA
La humanidad navega ya sobre la mitad de la segunda década del nuevo siglo en un mar de confusiones, furiosas marejadas de tribulación que ni los más sabios observadores pueden descifrar. Los procesos liberatorios iniciados en los años 80 y 90 parecen archivados y ahora los nuevos populistas democráticos, han tomado la batuta en este nuevo ciclo de agresiones a la libertad y el progreso.
Durante el siglo 19, Laissez Faire se identificó como la fórmula más efectiva para el desarrollo económico de los pueblos. Los EU siguió su doctrina como una rigurosa receta, aun ante la avenida de Carlos Marx. Sin embargo, ante la alborada del Siglo XX, sus líderes empezaron a olvidar las enseñanzas de Jefferson para iniciar el activismo de la política que coincidía con la avenida del famoso economista inglés J. M. Keynes, la gran inspiración de la nueva horneada de políticos interventores.
En 1913 en los EU sucedió algo que tendría resonancia mundial durante los siguientes 100 años; el nacimiento del Fondo de la Reserva Federal, el banco central de los EU.
El FED nació como un cartel de los principales banqueros de esa época para eliminar la competencia y manipular las monedas del mundo. Esa manipulación fue la causa principal de la Gran Depresión de 1929 que hundió al mundo en la desesperación. Pero lo más grave, nos heredó a un F.D. Roosevelt y su New Deal que abría la puerta al intervencionismo gubernamental, y lo establecía como la maquinaria para manejar el mundo durante los siguientes 50 años. Se cerraba la puerta al verdadero liberalismo para abrir paso a la economía mixta, al Estado intruso y opresor.
Ese nuevo Estado se consolidó con la segunda guerra mundial y la creación, de parte de Keynes y un desconocido economista americano, ex miembro del partido comunista, Harry Dexter White, de los tres brazos del intervencionismo en las reuniones de Bretton Woods; el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el nuevo sistema monetario que ya renegaba del patrón oro, el ancla del liberalismo puro. La economía mixta, el estado benefactor, expropiador y repartidor, fueron los comunes denominadores de los países del mundo durante los siguientes casi 40 años. Pero una voz solitaria se alzaba ante tales agresiones. Pero la voz de un introvertido economista y filósofo prevenía al mundo contra lo que él llamó, “La ruta de la servidumbre”. Su nombre era Frederic Hayek; sus palabras serian proféticas.
Para finales de los años 70 el fracaso del intervencionismo era evidente. El Estado había crecido exorbitantemente, los impuestos eran asfixiantes, los sindicatos demasiado poderosos, la inflación combinada con recesión era un mal mundial, el sistema monetario se había convertido en el casino más grande del mundo. Keynes, después de haber sido el hombre más influyente de la primera mitad del siglo, ahora se le archivaba. Es cuando en Inglaterra surge una dama llamada Margaret Thatcher que revolucionaría el mundo. Al año siguiente Ronald Reagan es electo presidente de los EU y, junto con la Thatcher, en los siguientes diez años darían marcha atrás a todos los candados establecidos por los gobiernos socialistas de los 40s a los 70s.
Se provoca entonces un movimiento mundial en contra del socialismo y a favor de los mercados. Pero en América Latina, a nuestro estilo, empezamos la renovación pero, para distinguirnos del mundo, se le llama neoliberalismo. El instrumento de quienes no creen en la libertad del hombre para resolver problemas, para luego convertirlo en el chivo expiatorio al que se culpa de todas las calamidades sociales que, según ellos, es obra de la libertad de mercados, cuando nunca han sido libres . El vino alterado con agua.
En nuestra región jamás se ha aceptado el verdadero concepto liberal, se ha corrompido de la forma más cruel con los resultados “neoliberales” que conocemos. Independientemente de que nunca se han llevado a cabo las reformas estructurales necesarias para el enraizamiento del liberalismo. Si pudiéramos establecer un común denominador de los graves errores y omisiones cometidos por los neoliberales de nuestros países, yo los enumeraría así:
Durante el siglo 19, Laissez Faire se identificó como la fórmula más efectiva para el desarrollo económico de los pueblos. Los EU siguió su doctrina como una rigurosa receta, aun ante la avenida de Carlos Marx. Sin embargo, ante la alborada del Siglo XX, sus líderes empezaron a olvidar las enseñanzas de Jefferson para iniciar el activismo de la política que coincidía con la avenida del famoso economista inglés J. M. Keynes, la gran inspiración de la nueva horneada de políticos interventores.
En 1913 en los EU sucedió algo que tendría resonancia mundial durante los siguientes 100 años; el nacimiento del Fondo de la Reserva Federal, el banco central de los EU.
El FED nació como un cartel de los principales banqueros de esa época para eliminar la competencia y manipular las monedas del mundo. Esa manipulación fue la causa principal de la Gran Depresión de 1929 que hundió al mundo en la desesperación. Pero lo más grave, nos heredó a un F.D. Roosevelt y su New Deal que abría la puerta al intervencionismo gubernamental, y lo establecía como la maquinaria para manejar el mundo durante los siguientes 50 años. Se cerraba la puerta al verdadero liberalismo para abrir paso a la economía mixta, al Estado intruso y opresor.
Ese nuevo Estado se consolidó con la segunda guerra mundial y la creación, de parte de Keynes y un desconocido economista americano, ex miembro del partido comunista, Harry Dexter White, de los tres brazos del intervencionismo en las reuniones de Bretton Woods; el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el nuevo sistema monetario que ya renegaba del patrón oro, el ancla del liberalismo puro. La economía mixta, el estado benefactor, expropiador y repartidor, fueron los comunes denominadores de los países del mundo durante los siguientes casi 40 años. Pero una voz solitaria se alzaba ante tales agresiones. Pero la voz de un introvertido economista y filósofo prevenía al mundo contra lo que él llamó, “La ruta de la servidumbre”. Su nombre era Frederic Hayek; sus palabras serian proféticas.
Para finales de los años 70 el fracaso del intervencionismo era evidente. El Estado había crecido exorbitantemente, los impuestos eran asfixiantes, los sindicatos demasiado poderosos, la inflación combinada con recesión era un mal mundial, el sistema monetario se había convertido en el casino más grande del mundo. Keynes, después de haber sido el hombre más influyente de la primera mitad del siglo, ahora se le archivaba. Es cuando en Inglaterra surge una dama llamada Margaret Thatcher que revolucionaría el mundo. Al año siguiente Ronald Reagan es electo presidente de los EU y, junto con la Thatcher, en los siguientes diez años darían marcha atrás a todos los candados establecidos por los gobiernos socialistas de los 40s a los 70s.
Se provoca entonces un movimiento mundial en contra del socialismo y a favor de los mercados. Pero en América Latina, a nuestro estilo, empezamos la renovación pero, para distinguirnos del mundo, se le llama neoliberalismo. El instrumento de quienes no creen en la libertad del hombre para resolver problemas, para luego convertirlo en el chivo expiatorio al que se culpa de todas las calamidades sociales que, según ellos, es obra de la libertad de mercados, cuando nunca han sido libres . El vino alterado con agua.
En nuestra región jamás se ha aceptado el verdadero concepto liberal, se ha corrompido de la forma más cruel con los resultados “neoliberales” que conocemos. Independientemente de que nunca se han llevado a cabo las reformas estructurales necesarias para el enraizamiento del liberalismo. Si pudiéramos establecer un común denominador de los graves errores y omisiones cometidos por los neoliberales de nuestros países, yo los enumeraría así:
- El tratar de cerrar la brecha fiscal vía ingresos, no la de los gastos; y cambio de la economía planificada por el “control de los equilibrios macroeconómicos.” Contra lo que no se ha hecho: Reducción del gasto y, en especial, reducción agresiva de las funciones del Estado, es decir, un gobierno limitado.
- Substitución de la inflación por cargas impositivas ridículas. Contra la distribución de la riqueza vía los mercados naturales; que no se ha hecho. Es decir, olvidarse de la expropiación de ingresos vía impuestos de los verdaderos productores, para luego distribuirlos entre quienes no producen.
- Se substituyen los controles de precios y salarios por regulaciones ridículas y “concertaciones”. Nunca se ha llevado a cabo una desregulación total en contra de monopolios como el de Telmex, ni se han dejado libres los precios y salarios, condición básica de una economía libre, así como eliminación del salario mínimo, el gran enemigo de los trabajadores.
- Las viejas leyes anti usura de los regímenes anteriores se han sustituido por tipos de interés manipulados y “sugeridos” que siempre siguen los dictados de la mafia del FED en los EE.UU. No se han liberado los precios en los mercados financieros haciéndolos realmente libres.
- Los aranceles se han sustituido por leyes “antidumping” y el control de cambios por una flotación sucia y manipulada. Nunca se ha establecido una verdadera apertura incluyendo tipos de cambio fijados por el mercado.
- El viejo himno de “sustitución de importaciones” se ha cambiado por la promoción de las exportaciones (mercantilismo) a base de apoyos artificiales que solo perjudican al consumidor. No hemos entendido la bondad de las importaciones y el verdadero concepto de “free trade.” No se ha entendido que los mercados libres son "pro consumidor".
- Las inversiones del Estado se han substituido por endeudamiento externo e inversiones extranjeras “controladas y administradas.” No se ha promovido la creación de ahorro interno, inversiones privadas, el respeto total de la propiedad privada que se traduzca en creación de riqueza e ingresos sólidos.
- La corrupción sigue rampante debido a nuestras instituciones judiciales que no funcionan y nunca han funcionado, haciendo imposible establecer un estado liberal, sin estado de derecho.
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