Por Mary Anastasia O'Grady
El 27 de enero de 2011, Laura Graham,
directora de operaciones de la Fundación Clinton, envió un correo
electrónico a Cheryl Mills, la jefa de gabinete de la entonces
secretaria de Estado Hillary Clinton,
expresando preocupación sobre un rumor. Graham había escuchado que
Washington estaba considerando revocar la visa estadounidense del primer
ministro de Haití, Jean Max Bellerive. “Wjc no estará m contento si ese
es el caso”, advirtió Graham, usando las iniciales del ex presidente
Bill (William Jefferson) Clinton.
Graham, quien se desempeñaba también
como jefa de gabinete de Bill Clinton en la fundación, tenía otras
razones para alarmarse: “También me estoy alojando en la casa [de
Bellerive] para su información, así que exposición en general y este fin
de semana en particular para wjc en esto”.
Por lo tanto, el personal de la
Fundación Clinton se codeaba con un poderoso político haitiano y
aprovechaba sus contactos en el Departamento de Estado para tratar de
influir en decisiones del gobierno estadounidense sobre ese mismo
político. Es poco ético y contrario a las promesas hechas por la propia
Hillary Clinton cuando se presentó ante el Comité de Relaciones
Exteriores del Senado estadounidense en enero de 2009 como la nominada
del presidente electo Barack Obama para asumir como secretaria de Estado.
En esa comparecencia, Clinton se jactó
de que tanto la fundación como el gobierno que se disponía a asumir
“decidieron ir más allá de lo que exigen la ley y las normas de la ética
para tratar hasta la apariencia de un conflicto” de interés con un
“memorándum de entendimiento” para “abordar las posibles preocupaciones”
y lograr transparencia.
Ahora, una serie de correos electrónicos
del Departamento de Estado correspondientes a enero de 2011, publicados
gracias a una solicitud del grupo Citizens United, demuestra que,
durante la gestión de Hillary Clinton, el Departamento de Estado no se
separó de la Fundación Clinton, sino que colaboró con ella.
En su e-mail del 27 de enero, Graham
también dio un consejo. “Tampoco creo que necesiten quitar su visa. No
seguro de lo que obtienes. Quitar a elizabeth y la gente de preval”, en
alusión a la esposa del presidente haitiano, René Preval, y su personal.
El siguiente e-mail de Mills a Graham
que ha salido a la luz dice lo siguiente: “Tú también tienes que tomar
en cuenta el mensaje que envía a otros que te hospedes en su casa”.
Graham respondió que había conversado sobre “quedarse en su casa tanto
contigo como con wjc hace mucho y me dijeron que tenía un buen valor
estratégico”.
Estados Unidos no revocó la visa de
Bellerive y no está claro si el Departamento de Estado lo contempló.
EE.UU. le había quitado la visa a otro ministro del gobierno de Preval
ante acusaciones de fraude electoral bajo las protestas haitianas, me
dijo Bellerive en un correo electrónico el sábado. Agregó, sin embargo,
que EE.UU. nunca le informó que corría el riesgo de que su visa
estuviera en peligro.
Bellerive era un importante aliado de
Bill Clinton. Después del terremoto de enero de 2010, trabajó con el
Departamento de Estado y dentro del Parlamento haitiano para conseguir
la aprobación de leyes de emergencia que crearon la Comisión Interina
para la Recuperación de Haití, entidad que copresidió junto con Bill
Clinton.
El organismo manejó los contratos de
cientos de millones de dólares de la Agencia para el Desarrollo
Internacional del Departamento de Estado así como de donantes
internacionales, con pocos resultados, como expliqué en una columna de
mayo de 2014. En una carta de diciembre de 2010 dirigida a los
copresidentes de la comisión, 12 comisionados de la entidad se quejaron
de que nunca fueron consultados, y ni siquiera informados, sobre
decisiones de contratación de personal o consultores. Los haitianos
comentaban en voz baja que los lucrativos contratos eran obtenidos por
quienes tenían conexiones políticas.
En otro e-mail enviado a Mills, con
fecha del 24 de enero de 2011, Graham expresó el deseo de la fundación
de retener los servicios de Bellerive como copresidente de la comisión.
“Con JMB casi nunca se nos cuestiona el camino que queremos seguir”,
manifestó. Un nuevo copresidente se traduciría en “posibles obstáculos
para hacer lo que queremos/cómo queremos/etc.”. Al parecer, la fundación
operaba el comité y no quería interferencia.
VCS Mining, una empresa de Delaware,
anunció en un comunicado de prensa de diciembre de 2012 que se adjudicó
un permiso para extraer oro del noreste de Haití. El comunicado señaló
que se trataba de uno de apenas dos permisos otorgados para minería de
oro en Haití en 50 años.
El permiso fue suspendido a comienzos de
2013 ante las objeciones del Senado haitiano. Según un artículo del
diario The Washington Post de marzo de 2015, Bellerive dijo que el
presidente ejecutivo de VCS Mining, Angelo Viard, luego lo contrató por
US$8.000 para ayudar a la empresa a navegar la política de Haití con el
fin de ganar respaldo para la mina.
Representantes de la Fundación Clinton
confirmaron al Post que Viard pagó US$20.000 en 2013 para ser parte de
la Clinton Global Initiative. Ese año, Tony Rodham, el hermano de
Hillary Clinton, y Bellerive pasaron a formar parte del consejo de
asesores de la compañía. Bellerive le dijo al Post que rechazó ser
remunerado por su participación en el consejo.
Mis solicitudes de comentarios a VCS la
semana pasada no tuvieron respuesta, pero en 2015 ejecutivos de la
empresa negaron ante la prensa la existencia de un “quid pro quo con
respecto a la Fundación Clinton”. En marzo de 2016, Rodham y Bellerive
renunciaron a sus cargos en el consejo de asesores de VCS, según un
comunicado de la empresa.
Gran parte de estos e-mails de 2011 del
Departamento de Estado está clasificada, pero la lectura entre los
espacios en blanco es muy reveladora y nada de lo que aparece aumenta la
confianza en Hillary Clinton.
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