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Carmen Aristegui F.
Se observa cómo son capturados seis individuos, a punta de armas largas. De los 16 reunidos a la mesa, nueve mujeres no son capturadas y uno de los hombres "... salió 33 segundos antes de que ingresaran los captores", ha dicho el fiscal Jesús Almaguer, quien señala que todo apunta a que el hijo de El Chapo fue llevado por los hombres armados y que la participación del Cártel Jalisco Nueva Generación está confirmada.
Las inquietudes y preocupaciones entre la población no se han hecho esperar, obviamente. Si el Cártel de Jalisco se llevó a un hijo de El Chapo y a otros de su grupo, lo que el sentido común diría es que se va a desatar una ola de violencia, muerte y desazón. Si el cártel más poderoso se siente agraviado por otro que le disputa supremacía o que reaccionó porque sintió invadido su "territorio", sería de esperarse una escalada de violencia. ¿Cuál es la lógica de reacción de los cárteles en situaciones como ésta? ¿Cómo reaccionan capos contra capos, cuando el hijo o los hijos de uno de ellos se va de fiesta, para celebrar un cumpleaños, en un restaurante conocido de la zona que está, según se sabe, bajo el dominio del otro? Imposible saberlo a ciencia cierta.
El Cártel de Sinaloa es considerado como el cártel más poderoso de México e incluso de la región. El Jalisco Nueva Generación "... se está convirtiendo, velozmente, en uno de los cárteles trasnacionales más poderosos de México... y compite con el Cártel de Sinaloa en mercados de Asia, Europa y Oceanía", y continúa su expansión y abasto hacia Estados Unidos, según reportes de la DEA dados a conocer a fines del año pasado. ¿Estamos en el preámbulo de una disputa mafiosa que acreciente los niveles de violencia que, ya de por sí, han marcado la vida de porciones enteras del territorio nacional? ¿Lo sucedido en "La Leche" se convertirá en un punto de quiebre dentro de esa lógica criminal? ¿Estamos ante un posible encontronazo entre los principales cárteles o fue solo un incidente en el que -literalmente- uno pisó el terreno del otro?
La violencia de todo tipo está instalada entre nosotros desde hace ya demasiados años.
Alejandro Hope, especialista en la materia, publicó en El Universal "Los 300 mil muertos", un artículo en el que señala que cuando se publica sobre la violencia en México, se hace referencia a las muertes acumuladas en el sexenio de Calderón, en rangos que van de los 60 a los 100 mil muertos. Sin embargo, dice, "... por algún motivo, el dato oficial casi nunca se cita, a pesar de tratarse de un número considerablemente mayor. Entre 2007 y 2012, según el INEGI, 121 mil 163 personas fueron asesinadas en México... el total sexenal más alto de la historia contemporánea del país... Sin embargo, de mantenerse el curso actual, se acumularán más víctimas de homicidio durante la administración de Enrique Peña Nieto".
Hope señala que, en la primera mitad de este sexenio, la cifra llegaría a 64 mil 614 asesinatos y al final del sexenio estaría cerca de las 130 mil víctimas de la violencia, 9 mil más que en el sexenio pasado. Si a la suma de cifras conocidas y proyectadas se le agregan las del sexenio de Fox, "llegaríamos a más de 310 mil víctimas". El equivalente a la población total de una ciudad de tamaño medio, señala el experto. La violencia, ya se sabe, no es privativa de grupos criminales. Ayer la CNDH reportó de 22 ejecuciones extrajudiciales, en el caso Tanhuato, a manos de fuerzas del Estado.
¿Cuántos muertos más están por venir? ¿Lo sucedido en "La Leche" alterará en algo estas proyecciones o se trata sólo de un incidente entre cárteles por haber pisado la "tierra del otro
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