Feminicidios y periodismo, razones para publicar mi investigación
Guadalupe Lizárraga
En días recientes, se
me ha cuestionado acerca de mi libro sobre los feminicidios de Ciudad
Juárez que está por publicarse. Básicamente son dos las cuestiones. La
primera, que refiero casos cuya publicación no está autorizada por las
madres de las desaparecidas. La segunda que hay, en dicha publicación,
un afán de lucro. Ambas afirmaciones hacen necesaria una aclaración
pública.
Mi libro nace del compromiso personal y
profesional –y no digo que lo haya logrado– de aportar un registro
fehaciente, y un testimonio periodístico documentado y convincente que proporcionen nuevas luces
hacia los responsables de los trágicos acontecimientos de miles de
feminicidios que, durante dos décadas y media, han lastimado
profundamente a Ciudad Juárez, Chihuahua, y con ello a todo el país y a
la comunidad internacional.
Desde el 5 de julio de 2011, en que fui
requerida, por la abogada Francisca Galván, para apoyar como reportera
en la búsqueda de una adolescente desaparecida a quien habían cruzado
por la frontera, e investigar su localización en Estados Unidos, dichos
propósitos no han variado en lo más mínimo.
Al inicio, mi labor periodística se
centró en apoyar al Comité de Madres y familiares con hijas
desaparecidas de Juárez, en su urgencia de encontrar a las jóvenes, e
incluso, aportar elementos muy concretos para su
ubicación: el imperativo era hacer públicos los casos y acelerar la
localización de las jóvenes por parte de las autoridades. Sin embargo,
desde su origen, fue concebida como un ejercicio riguroso de
investigación –hasta donde mi competencia profesional me lo permitiera–
que culminaría en un libro: y así se lo hice saber a todos y todas mis
informantes. Y aquí soy enfática, toda la información recabada se hizo
con la voluntad, la anuencia expresa y el pleno conocimiento, de las y
los informantes, de que se trataba de un trabajo periodístico para su
publicación.
Respecto al primer reclamo de unas
madres de víctimas referido a la no autorización para tratar en mi libro
sus casos, mi respuesta es clara y sencilla: sus casos no son materia
de mi libro justo por no estar autorizada, o sea, están descalificando
un trabajo que simplemente desconocen. Sin embargo, su actitud, por
decir lo menos, resulta sumamente extraña. Me explico: mi
trabajo de reportera, en este caso, duró más de tres años, porque empecé
a investigar cuatro meses antes de mi primer reportaje, y del 29 de
noviembre de 2011 al 11 de marzo de 2014 publiqué ¡59 reportajes y notas
informativas! sobre el tema. Es decir, no se trata de una publicación
aislada sino de un trabajo sistemático, que durante ese largo periodo,
no generó descalificación o reclamo alguno, acerca de la publicación de
nombres y casos específicos, y por el contrario, contó con el apoyo
activo de todas las y los informantes.
Por lo demás, desde el momento en que se
hace pública una denuncia se convierte en eso: en información pública, y
públicamente disponible, cuyo acceso es libre –para el investigador, el
activista, el académico, el periodista, y la o el ciudadano común–: no es
monopolio de la fuente informativa. Algo más importante, dicha
información, en este caso, es una herramienta imprescindible, para
enfrentar uno de los más graves problemas de seguridad pública que, por
lo mismo, reclama permanentemente de renovadas fuentes de información,
su publicación, y sus usos públicos. Insisto en lo extraño de
esta actitud de algunas madres de Juárez porque he recibido
descalificaciones y ofensas en mi perfil de Facebook, y específicamente
de madres que nunca formaron parte de mi investigación. Más claro, de
personas que simplemente desconozco, y se oponen a la publicación de
libro: esto me lleva de la extrañeza a la sospecha.
Entre otras personas que se oponen a la
publicación quiero particularizar a la señora Karla Jacobeth Castañeda
Alvarado. En algunos casos y por el peligro de los hechos inmediatos, la
investigación me llevó, mucho más allá del estricto ejercicio
periodístico, a involucrarme personalmente, y realizar acciones y
gestiones muy concretas para garantizar la integridad física de
informantes y sus familias. El caso de la señora Castañeda es muy
ilustrativo, por los logros inéditos que conquistamos, y por ello es
materia de mi libro, porque estoy en mi pleno derecho de hablar sobre
mis vivencias que me llevaron al activismo. La información de esta labor
de coadyuvancia, está puntualmente documentada y estará disponible para
los y las interesadas.
El segundo cuestionamiento (tampoco
argumentado), la imputación de afán de lucro, me parece más grave porque
no sólo cuestiona mi trabajo; sino lo sustancial del oficio
periodístico mismo: la libertad de expresión y el derecho a la
información, y en este caso respecto a un tema de alarmante interés público. Publicar los resultados de una investigación –documentados, respaldados con pruebas– no es lucrar,
es el derecho legítimo de nuestra profesión, es hacer del conocimiento
público una situación que frecuentemente interesa a la sociedad toda. Es
una práctica periodística común y deseable. En nuestro medio, el
periodismo de investigación suele difundirse en formato de libro. En
este sentido, nuestra tradición periodística abunda en ejemplos, algunos
de ellos –y no digo que mi libro tenga esos méritos– constituyen una
parte valiosa de la memoria colectiva de nuestro pasado inmediato.
Aumenta la sospecha: ¿de cuándo a acá un
grupo ciudadano ve en la difusión periodística de su causa un mero afán
de lucro? ¿De cuándo a acá las víctimas de una profunda injusticia
reprueban la difusión mediática de su reclamo de justicia? Las decenas
de escritores, periodistas, cineastas, videoastas, que se han dedicado
al tema de los feminicidios de Ciudad Juárez, y han publicado los
resultados de su trabajo, ¿lo han hecho por mero afán de lucro? La carga
absurda de este laberinto de contradicciones, apunta ya al origen
perverso de esta oposición.
El juicio sobre un libro se hace desde
su lectura, desde la valoración de sus contenidos, no desde su pleno
desconocimiento, desde el infundio y la descalificación vacía, sin
argumentos. No se preocupen, el tiempo y el público lector, sabrán
juzgar. Mi investigación será publicada, porque los periodistas ¡quién
sabe por qué! tenemos la rara costumbre de publicar.
59 reportajes y notas en Los Ángeles Press sobre los feminicidios
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