El giro de Trump sobre los indocumentados
La pregunta de la semana entre los Trumpólogos –los analistas dedicados a tratar de descifrar las secuencias de frases incompletas de Donald Trump que pretenden ser discursos– es si el candidato republicano ha suavizado su retórica sobre la inmigración. Yo creo que sí, aunque el giro no esté dirigido a ganar el voto latino.
Es cierto que Trump le dijo a Fox News el lunes que “no estoy revirtiendo mi posición” sobre el tema migratorio. Y su directora de campaña, Kellyanne Conway, negó reportes periodísticos de que Trump estaba considerando abandonar su propuesta de crear una “fuerza de deportación” y expulsar a los aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados, después de que ella misma había concedido un día antes que este cambio estaba siendo estudiado por la campaña.
Pero el hecho es que Trump ha hecho un gran cambio en su retórica sobre la inmigración, que ha sido el pilar de su campaña presidencial: ya no habla de una “fuerza de deportación” o de “deportaciones masivas” y en su lugar hace hincapié en que su política será “justa”, “humana” y “firme”.
Cuando se le preguntó en un programa de Fox News el martes si las leyes de inmigración deben ser flexibilizadas para darles un respiro a las personas indocumentadas que contribuyan a la sociedad, Trump respondió: “Seguramente puede haber un ablandamiento, porque no queremos lastimar a la gente”.
Eso marcó un giro sustancial de las declaraciones anteriores de Trump. Es una señal de que Trump, que está abajo en las encuestas, puede estar dispuesto a aceptar un camino a la legalización para algunos indocumentados.
Muchos expertos especularon que el cambio en su discurso fue una medida desesperada para aumentar su minúsculo apoyo entre los latinos.
Según una reciente encuesta de Latino Decisions, Trump tiene sólo 16 por ciento del voto latino, el más bajo en la historia reciente de los candidatos presidenciales republicanos. George W. Bush ganó un 40 por ciento del voto latino en el 2004, John McCain obtuvo 31 por ciento en 2008, y Mitt Romney obtuvo 27 por ciento en 2012.
Pero la razón de que Trump haya suavizado su discurso sobre la inmigracion no es para tratar de ganar el voto latino, porque él debe saber que eso será casi imposible.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump comenzó su campaña electoral con un discurso en el que afirmó que la mayoria de los mexicanos indocumentados son criminales y violadores.
Los latinos no nos olvidaremos que Trump ha propuesto crear una “fuerza de deportación” para expulsar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados, incluso si eso significa la separación de los padres de sus hijos pequeños.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump ha descalificado a un juez de Estados Unidos, Gonzalo Curiel, porque “es mexicano”, aunque Curiel nació en Indiana.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump se burló de aquellos que “hablan mexicano” en un tuit del 24 de agosto de 2015.
Los latinos no nos olvidaremos que Trump incita y celebra los cantos de “Construiremos el muro” en sus actos de campaña.
Y si algunos votantes latinos se olvidan de todas la ofensas de Trump, la campaña de Hillary Clinton nos las recordará en sus anuncios de TV. Ya ha empezado a hacerlo.
Mi opinión: Sí, Trump está haciendo un cambio en cámara lenta de su incendiaria retórica sobre los indocumentados. Pero no lo está haciendo porque tenga alguna esperanza de ganar el voto latino.
Lo hace porque necesita desesperadamente aumentar su apoyo entre aquellos votantes blancos anglosajones que no son racistas, ni xenófobos, ni sexistas, ni que se burlan de las personas con discapacidades físicas.
Necesita ablandar los temores de esos votantes blancos que –aunque sean republicanos– no se sienten cómodos votando por un candidato que da la impresión de ser un desalmado, egomaníaco y autoritario. El cambio de discurso de Trump es cosmético, y está dirigido a los votantes blancos no racistas.
Es cierto que Trump le dijo a Fox News el lunes que “no estoy revirtiendo mi posición” sobre el tema migratorio. Y su directora de campaña, Kellyanne Conway, negó reportes periodísticos de que Trump estaba considerando abandonar su propuesta de crear una “fuerza de deportación” y expulsar a los aproximadamente 11 millones de inmigrantes indocumentados, después de que ella misma había concedido un día antes que este cambio estaba siendo estudiado por la campaña.
Pero el hecho es que Trump ha hecho un gran cambio en su retórica sobre la inmigración, que ha sido el pilar de su campaña presidencial: ya no habla de una “fuerza de deportación” o de “deportaciones masivas” y en su lugar hace hincapié en que su política será “justa”, “humana” y “firme”.
Cuando se le preguntó en un programa de Fox News el martes si las leyes de inmigración deben ser flexibilizadas para darles un respiro a las personas indocumentadas que contribuyan a la sociedad, Trump respondió: “Seguramente puede haber un ablandamiento, porque no queremos lastimar a la gente”.
Eso marcó un giro sustancial de las declaraciones anteriores de Trump. Es una señal de que Trump, que está abajo en las encuestas, puede estar dispuesto a aceptar un camino a la legalización para algunos indocumentados.
Muchos expertos especularon que el cambio en su discurso fue una medida desesperada para aumentar su minúsculo apoyo entre los latinos.
Según una reciente encuesta de Latino Decisions, Trump tiene sólo 16 por ciento del voto latino, el más bajo en la historia reciente de los candidatos presidenciales republicanos. George W. Bush ganó un 40 por ciento del voto latino en el 2004, John McCain obtuvo 31 por ciento en 2008, y Mitt Romney obtuvo 27 por ciento en 2012.
Pero la razón de que Trump haya suavizado su discurso sobre la inmigracion no es para tratar de ganar el voto latino, porque él debe saber que eso será casi imposible.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump comenzó su campaña electoral con un discurso en el que afirmó que la mayoria de los mexicanos indocumentados son criminales y violadores.
Los latinos no nos olvidaremos que Trump ha propuesto crear una “fuerza de deportación” para expulsar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados, incluso si eso significa la separación de los padres de sus hijos pequeños.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump ha descalificado a un juez de Estados Unidos, Gonzalo Curiel, porque “es mexicano”, aunque Curiel nació en Indiana.
Los latinos no nos olvidaremos de que Trump se burló de aquellos que “hablan mexicano” en un tuit del 24 de agosto de 2015.
Los latinos no nos olvidaremos que Trump incita y celebra los cantos de “Construiremos el muro” en sus actos de campaña.
Y si algunos votantes latinos se olvidan de todas la ofensas de Trump, la campaña de Hillary Clinton nos las recordará en sus anuncios de TV. Ya ha empezado a hacerlo.
Mi opinión: Sí, Trump está haciendo un cambio en cámara lenta de su incendiaria retórica sobre los indocumentados. Pero no lo está haciendo porque tenga alguna esperanza de ganar el voto latino.
Lo hace porque necesita desesperadamente aumentar su apoyo entre aquellos votantes blancos anglosajones que no son racistas, ni xenófobos, ni sexistas, ni que se burlan de las personas con discapacidades físicas.
Necesita ablandar los temores de esos votantes blancos que –aunque sean republicanos– no se sienten cómodos votando por un candidato que da la impresión de ser un desalmado, egomaníaco y autoritario. El cambio de discurso de Trump es cosmético, y está dirigido a los votantes blancos no racistas.
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