Alberto
Mansueti
Aquí en la República de Banania (América latina,
según Les Luthiers) seguimos sin crecimiento económico: el Banco Mundial
anticipa una contracción del 1 % para 2016. La razón es que también estamos estancados
en lo político: no hay reformas de fondo, estructurales. Lo que hay es el fatídico
“ciclo pendular” entre los gobiernos del socialismo salvaje (Foro de Sao
Paulo), y los gobiernos “Neo” liberales de la “derecha mala” (mercantilista), aliada
con la social-democracia y con los indefinidos oportunistas, los ventajeros de
siempre. Eso es todo.
Una razón muy poderosa es la descapitalización
poblacional. El economista Gary Becker enseña que todos tenemos “capital
humano”: capacidades y habilidades productivas. El sociólogo Thomas Sowell por
su lado, observa que los emigrantes del Tercer Mundo (incluso Banania) en su
mayoría son ricos en capital humano: los más decididos y emprendedores salen a
buscar las oportunidades que aquí se les niegan. Concluye Sowell que la
emigración nos descapitaliza en recursos humanos. Los potenciales “agentes de
cambio” económico y político están fuera.
El Premio Nobel de Economía Douglass North alienta
a los empresarios a invertir no sólo en sus negocios, sino además en cambios
institucionales, legales, ideológicos y políticos. Pero ¿cómo, si viven en el
exterior? Han esterilizado su capital humano; y por partida doble, ya que en muchos
países de residencia son “extranjeros”, y se les niegan libertades económicas y
derechos políticos, porque el socialismo está en todas partes, con su asqueroso
“Welfare”, y el inmigrante luce como competidor por las dádivas “sociales”.
Milton Friedman tiene razón: se puede tener “fronteras abiertas”, muy
recomendable, y también Welfare, nada recomendable; pero lo que no se puede, es
absolutamente insostenible, es tener ambos a la vez.
28,5 millones de latinoamericanos y caribeños,
casi 5 % de la población, vive fuera de sus países de origen, según informe de la
CEPAL, y anota: “las migraciones intrarregionales aumentan en los últimos años”.
Y eso que no es fácil aquí emigrar a otro país bananero (¡y se quejan de Donald
Trump!); por tanto, aumentan también los prejuicios y hostilidades contra los
“extranjeros”.
La tendencia de los ’70, cuando gentes de todo el
mundo venían a Banania, se ha revertido, según informe de la OIM, Organización
Internacional para las Migraciones; y entre 1995 y 2000, “nuestra tasa de
emigración neta fue la más alta del mundo: una de cada 1.000 personas al año se
mudaba, en promedio.” Pero como en el Primer Mundo no termina la
“recuperación”, sucede que “la mayor parte de la migración en América Latina y
el Caribe es intrarregional, y los flujos son crecientes”, nos reporta “Migración
Internacional en las Américas”, en el Tercer Informe del SICREMI, Sistema
Continuo de Reportes de Migración Internacional.
Otro factor que mucho incide en el estancamiento
prolongado, es que los emigrantes envían dinero a sus familias (en algunos
casos “ampliadas”, y muy extensas), las cuales se acostumbran a sobrevivir con
sus “remesas”. En 2014 la suma total fue de U$S 65.382 millones, según el BID. En
estos días el nicaragüense Daniel Ortega, parásito como todo socialista, se pelea
con la Western Union y con las demás empresas “remeseras”, para agrandar su
bocado en el mordisco. Es que los sátrapas bananeros apuestan a la emigración.
Si eres un potencial emprendedor, económico o político, eres amenaza, y te quieren
fuera. Por eso odian a Donald Trump, y les gritan a los Gobiernos de EE.UU. que
te abran sus puertas de par en par; pero no pienses que es para hacerte un
favor a ti, ¡es a ellos!
Esto pasa en Banania. Y si crees que “mi país es
diferente”, estás errado: lee un poco de información estadística, y algo de literatura
seria y objetiva, y verás que nuestros países son y están todos más o menos
igual: los hechos son los mismos, quizá los números (cantidades) son distintas,
pero no mucho.
En Perú tenemos 4.5 % millones de emigrados, la
mayoría en EE.UU. (California y Florida), Europa, muchos en Japón y Rusia,
algunos en Canadá y Australia; y desde luego en otras partes de Banania. Pero
en Perú, los “devolucionarios” cinco-reformistas avanzamos, con el favor de
Dios.
Avanzamos el Proyecto “Perú Nuevo”, para derogar
las leyes malas e impulsar las Cinco Reformas en todo el país. Hay un nuevo
Presidente, y un nuevo Congreso, con mayoría fujimorista opositora. No son
liberales clásicos; ellos son “Neo” liberales ambos sectores, enemistados entre
sí por las fastidiosas querellas de la politiquería bananera típica. Pero tenemos
algunos contactos en ambas trincheras, e intentamos construir un puente político
entre “los hunos y los otros”, como decía don Miguel de Unamuno en España cuando
la Segunda República, 1931-36.
Y avanzamos el Proyecto “Lima Nueva”, que va a ser
una ciudadela para 130 mil habitantes, y sus empresas, hogares, centros
educativos y médicos privados, al sur de la capital, con arquitectura
transparente y energía solar. Aspiramos a que sea un ensayo, una “prueba
piloto”, para practicar algo cercano al libre mercado, aunque no todavía al 100
%, y cuidando mucho que no se convierta en uno de esos refugios mercantilistas
para “maquilas”, como en México es Ciudad Juárez, o en Honduras.
En Lima Nueva el capitalismo no será aun
completamente legal, por causa de las leyes malas; pero no será visto ya como
algo inmoral, anticristiano y contrario a la ética, lo cual ya será un tremendo
logro. A participar en la experiencia estamos invitando a los limeños y a los
provincianos; y en especial a los peruanos del exterior, para que retornen,
ellos y sus capitales, a vivir esto con la vista puesta en sus hijos y nietos, para
los próximos 10 a 15 años.
Y para planificar (privadamente) los proyectos, el
grande y el pequeño, en el Centro de Liberalismo Clásico seguimos haciendo lo
de siempre: estudiar, investigar y aprender, para aplicar en la realidad los
nuevos conocimientos. Estudiamos Teología y Economía. “Teología del Reino de
Dios”, que no es ni romano-católica ni neo-pentecostal, centrada en las leyes
del Reino, tal como se documentan en la Biblia. Y “Nueva Economía
Institucional”, que llena muchos vacíos de la Escuela Austríaca: leyes e
instituciones, policías y tribunales, cogniciones e ideologías, aprendizajes y
prejuicios.
Si quieres más información, contacta con el Pastor
Claudio Zolla, Presidente de Perú Nuevo, y con todos nosotros, a través de las
redes sociales y la Internet.
¡Hasta la próxima si Dios quiere!
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