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Sunday, July 10, 2016

Enrique Peña Nieto y el PRI en picada

Leo Zuckermann
 
Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Malos números para el presidente Peña y el PRI en la última encuesta de Buendía&Laredo publicada esta semana en El Universal. A finales de junio, que es cuando se le preguntó a una muestra representativa de mexicanos, observamos la peor calificación al desempeño presidencial de todo el sexenio y la menor identificación partidista con el PRI. ¿No deberían preocuparse en Los Pinos e Insurgentes Norte? ¿Hasta cuándo van a aceptar que les está yendo mal? ¿Hasta que Peña Nieto le entregue la banda presidencial a López Obrador o Margarita Zavala?



Es cierto: las encuestas no están pasando por un buen momento. Pero también es cierto que, todas, absolutamente todas, coinciden en una caída en la popularidad de Peña. En la de Buendía&Laredo, que es la más recientemente publicada, sólo el 29% de la población aprueba el trabajo que está haciendo como Presidente de la República. El 63% lo reprueba. Son números muy bajos para el promedio de la aprobación presidencial desde que se empezaron a levantar encuestas serias en el sexenio de Carlos Salinas (1988-1994). Peña es, hoy por hoy, el Presidente más impopular desde entonces.
No sé si en Los Pinos y en el PRI estén conscientes de esto, les importe y vayan a reaccionar. Eso es cosa de ellos. Lo que sé es que, cuando una empresa ve que sus ventas y utilidades van en picada, hace algo al respecto para darle la vuelta al negocio; de lo contrario, corren el riesgo de terminar en la bancarrota.
En cuanto a la identidad partidista, en la serie de encuestas de Buendía&Laredo ya habíamos observado una caída en la cantidad de mexicanos que se identifica con algún partido político. En la más reciente, levantada en junio, sólo el 17% se mostró identificado con el PRI, 12% con el PAN, 6% con Morena y 4% con el PRD. El 57% de los mexicanos se autoidentificó como “independiente”. El 17% de priistas es la observación más baja que ha tenido este partido desde finales de los años ochenta. Compárese este porcentaje con un 37% que se autoidentificaba como priista en febrero de 2013. Es un hecho: el PRI está en los huesos.
Más aún, cuando se le pregunta a la gente “aunque todavía falta mucho tiempo para la fecha de la elección, si hoy fueran las elecciones para elegir Presidente de la República, ¿por cuál partido votaría usted?”, el PRI queda en segundo lugar con el 20% de las intenciones de voto. Lo sobrepasa el PAN con un 24%. Morena aparece en tercer lugar a tan sólo tres puntos del PRI con 17 por ciento.
Y el PRI es, además, el partido que concita más rechazo entre la población. El 40% de los mexicanos dice que nunca lo votaría (12% no lo haría por Morena y 11% por el PAN). Este número es particularmente dramático entre el electorado independiente que, valga la pena recordar, es el 57% de los mexicanos: el 43% de ellos nunca votaría por el PRI.
Regresemos, ahora, a la popularidad presidencial. Es sabido que la base de apoyo de los presidentes es la gente que se identifica con el partido de éste, es decir, los priistas son los que más apoyan a un Presidente emanado del PRI, igual que los panistas con uno del PAN. En febrero de 2013, el 37% de la población se identificaba con el PRI y, de éstos, el 87% aprobaba el trabajo de Peña como Presidente. En junio, sólo el 17% se identificaba con el PRI y, de éstos, sólo el 60% aprobaba a Peña. Terrible noticia para Los Pinos: cada vez hay menos gente que se identifica con el PRI y cada vez hay menos priistas que apoyan al Presidente.
Finalmente, más allá de los abismales números de junio, vale la pena resaltar la tendencia. Desde febrero de 2014, coincidentemente con la entrada en vigor de la reforma fiscal, comenzó una clara tendencia a la baja en la aprobación presidencial y en las preferencias en favor del PRI. Si no existe un punto de inflexión pronto, llegaremos al 2018 con un Presidente tremendamente impopular y un partido gobernante sin muchas posibilidades de ganar la elección presidencial.
No sé si en Los Pinos y en el PRI estén conscientes de esto, les importe y vayan a reaccionar. Eso es cosa de ellos. Lo que sé es que, cuando una empresa ve que sus ventas y utilidades van en picada, hace algo al respecto para darle la vuelta al negocio; de lo contrario, corren el riesgo de terminar en la bancarrota. Aquí el riesgo para el Presidente y el PRI es clarísimo: la quiebra política del peñanietismo y la entrega del poder a la oposición en 2018.

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