REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres
Escuché por primera vez su nombre en 1979 de boca
del economista de Bank of América, Falco Haller. EU se encontraba en el centro
del huracán creado por años de agresión a su aparato productivo dando vida a un
desconocido fenómeno: Estanflación. Se tomaban de la mano inflación con
resección sumiendo al país en una oscura noche de Malasie cuando el Presidente
Carter, en su mediocridad, arriando sus banderas pedía a su pueblo darle la
bienvenida y aceptar un futuro de ruina y penurias.
Al final de un agitado día en los mercados
cambiarios mundiales, Haller me afirmaba: “Este es el mundo de Keynes y sus
deformadas ideas de activar la economía estimulando la demanda mediante gastos
gubernamentales, déficits, y endeudamientos de los países. El mundo se dirige
hacia la locura financiera; nos hemos hecho adictos a esa loca fantasía, a la gratificación
inmediata sin prever las consecuencias futuras. Los sistemas monetarios del
mundo se ha convertido en un casino donde se juega el futuro de la humanidad.”
Prosigue; “Pero por primera vez en años observo una
luz de esperanza en medio de toda esta turbulencia. Hay un joven economista que
está provocando gran controversia; Arthur Laffer. Un hombre con ideas opuestas
al clásico Keynesianismo y está creando una revolución. Habla con pasión y
lógica pura, contrario al esquema de Keynes, de estimular la oferta recortando
los asfixiantes impuestos con los que se ha empantanando las actividades de la
sociedad civil, y de esa forma, empresas con más dinero en sus tesorerías, se
darían a la creación de nuevas necesidades (computadoras, celulares, tabletas
etc.) para luego pasar a su producción. La gente con más dinero en sus
bolsillos, haría frente a esa oferta demandando sus productos.”
Aprendí que las teorías de Laffer se les conocían
como Suppy—Side y sentaban ya las bases para dar reversa al proceso de
contaminación inyectado a la economía mundial durante tantos años. En el mundo
permanecían dos tipos de gobiernos: los comunistas y los estatistas devoradores
del ingreso de sus ciudadanos vía impuestos draconianos. Los gobiernos
carceleros de sociedades esclavizadas, y los gobiernos que permitían cierta
libertad y un tenue respeto a la propiedad privada, para luego arrebatar a su
gente, de manera coercitiva, el fruto de su esfuerzo.
Años después, las ideas de Laffer abrazaban al
planeta cuando el presidente Reagan las utilizaba para rescatar la
economía mundial de las garras de la Estanflación, a la humanidad del comunismo
y algunos países del estatismo mercantilista. El nombre de Laffer ya no se
escuchaba por accidente, era ahora considerado como una de las grandes mentes
que remodelaban el convulsionado mundo. A sus escasos 34 años de edad, era
listado por el Wall Street Journal como una de las mentes más influyentes del
mundo.
Lo conocí hace años, en San Diego State University
cuando impartía una conferencia. Durante mi estancia en San Diego de más de un
año, pude establecer una buena amistad con él y colaborar en algunos de sus
proyectos. A partir de esos momentos me convertí al evangelio del Suppy—Side
absorbiendo la sabiduría de éste hombre. Leí todos sus artículos publicados en
los medios económicos más prestigiados del mundo, al igual que los de Jude
Wanninsky, otro miembro del grupo.
Cuando Colosio fue ungido con la candidatura a la
presidencia, inicié la promoción de una reunión entre ambos hombres;
Laffer y Colosio. Sobrevino el asesinato y el encuentro abortó. Nunca olvidaré
sus proféticas palabras: “Se ha activado un plan para desestabilizar el país y
el objetivo es provocar una devaluación. Mientras Pedro Aspe sea Secretario de
Hacienda no se dará, pero al momento que se retire del escenario, la consuman y
el país se va a hundir en un remolino del cual tardará muchos años para
emerger.”
En Enero de 1995 Laffer compareció ante el Congreso
americano para analizar la devaluación mexicana y decidir acciones. Él se
oponía al plan de rescate de Clinton y presentaba otro para desactivarla
regresando el peso a su valor original, o, en el peor de los casos, a 4.50
pesos por dólar. Advirtió el que no hacerlo, le costaría al país más de 500
billones de dólares. El sistema bancario naufragó, miles de empresas corrieron
la misma suerte, se perdieron millones de empleos, el país se sumergió en una
espesa niebla en la que todavía deambula.
Perdí contacto con él pero hace unos días nos
reencontramos. Me recibió con el afecto de siempre y saludó haciendo un resumen
de la historia económica de México de los últimos años. Luego de ese entremés
le inquiero; ¿Cómo ves la situación de México en estos momentos? Al iniciar su
respuesta casi me arrepiento de haberle preguntado.
Abandonando su eterno optimismo me responde; “lo veo
mal. En los últimos 20 años México no ha modificado lo que verdaderamente
requiere para iniciar su ruta hacia el progreso. Siento esta última
administración expidiendo una aroma a los tiempos del México estatista y
mercantilista con un nuevo y fatal elemento. Al haber desaparecido la rienda
corta del presidencialismo, los gobernadores, en toda la geografía nacional,
deambulan como las hordas de Atila saqueando los estados. El endeudamiento público
hace de nuevo su aparición a niveles muy peligrosos. La libertad económica
sigue ausente del menú de los líderes políticos.
El sistema judicial sigue siendo, lo que tú mismo
padre definiera, una olla de gusanos. Los empresarios estatistas han brotado
como las hiervas de verano y la corrupción navega con viento de cola. Veo el
mismo México que describiera Colosio en su discurso de Marzo 1994, y eso es un
mal presagio. La economía continúa presentando crecimientos raquíticos y los
desempleados emigrando a los EEUU. El sistema educativo sigue formando clientes
para las filas que encabeza López Obrador. El narcotráfico es ahora un elemento
que, para desgracia de los mexicanos, participa activamente en todos los
ámbitos de la vida nacional. Los mercados libres se han archivado.”
De acuerdo Arturo, le reviro, pero tal vez lo más
grave sea la confusión, apatía y pasividad de muchos mexicanos argumentando el
país no está tan mal pues vale más malo conocido, pues como afirmara Goethe: “Nadie es
tan esclavo como aquel que se cree libre sin serlo”.
Si algo requiere México en estos momentos, es
formación de capital humano creando hombres libres, de mentes críticas e
independientes. México nunca resolverá su problemática mientras no haya una
masiva inversión en capital humano que se levante como una poderosa ola para
construir el país, no para cruzar la frontera, o, en medio de la mediocridad
afirmar; no estamos tan mal.
Se levanta Laffer para dirigirse al salón donde lo
espera un enorme auditorio. Dime algo de más México, casi le suplico: Sonríe y
caminado responde; “hablan español, bellas playas, ah, recluten de nuevo a Paco
Gil Díaz o a Pedro Aspe para Hacienda porque si no, el país de nuevo se
hunde.”
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