Juan Ramón Rallo derriba el mito alrededor de Inditex, la empresa española que se encuentra dentro de las más grandes del mundo.
Juan Ramón Rallo
es Director del Instituto Juan de Mariana (España) y columnista de ElCato.org. Juan Ramón obtuvo el tercer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Inditex
es una compañía que despierta odios cuasi viscerales en una parte de la
sociedad española. No es casualidad, pues encarna todo cuanto los
anticapitalistas odian: se trata de una de las mayores empresas del
planeta surgida de la nada en un sector aparentemente caduco —el textil—
desde una pequeña población gallega —Arteixo— y de las manos de un
señor que abandonó los estudios a los 12 años y que merced a todo ello
se ha convertido en el hombre más rico del mundo. Inditex desafía el
sentido común económico de quienes creen que son los políticos quienes
crean la riqueza: Inditex ni necesitó de grandes infraestructuras
públicas que interconectaran Arteixo con el resto de
España,
ni de fuertes subvenciones estatales a la I+D+i, ni de un torrente de
gasto en educación pública para formar y capacitar a Amancio Ortega. No:
Inditex apenas requirió de una
buena idea de negocio
(adaptar inmediatamente el diseño de la ropa a las cambiantes
necesidades de los consumidores y abastecer sus tiendas en el menor
tiempo posible gracias a una excelente logística) y de la austera
reinversión orgánica de los expansivos beneficios que iba cosechando.
Buenas ideas más crecimiento vía
ahorro interno igual
éxito empresarial global.
Mas, acaso por tamaños logros, los reproches anticapitalistas contra
Inditex sólo han hecho que arreciar según ha pasado el tiempo. El
principal, que la empresa textil explota a miles de ciudadanos en países
como Camboya, Bangladesh o Vietnam. Poco importa que sólo un 35% de
todas las prendas que comercializa Inditex se produzcan en Asia, que las
suministren esencialmente proveedores externos a la propia compañía, y
que Inditex fiscalice a más del 90% de esos proveedores a través de
auditorías sociales que garantizan la inexistencia de trabajo forzoso o
infantil, el respeto a libertad de asociación sindical o unas adecuadas
condiciones de higiene y seguridad. La sombra del amaño y de la
manipulación siempre pesará sobre Inditex. Y, precisamente por ello, la
empresa gallega acaba de suscribir un acuerdo con el sindicato mundial
IndustriALL para que sus inspectores formen parte de esas auditorías y
controlen directamente las condiciones laborales de sus proveedores. Luz
y taquígrafos para demostrar de una vez que la fuente de beneficios de
Inditex no reside en la explotación de los trabajadores, sino en el
ingenio empresarial para lograr ofrecerle al consumidor justo aquello que desea en un
menor tiempo y a un
menor coste que sus competidores.
No comments:
Post a Comment