El presidente venezolano anunció que enviará a Cilia Flores a estudiar inglés en San Vicente y las Granadinas, pero hay quienes dicen que sólo se preparan para el exilio
En Venezuela, cada día resulta más difícil que las personas se sorprendan con las noticias locales. Quizá, como mecanismo de supervivencia, nos hemos ido acostumbrando las anomalías de nuestro sistema de Gobierno, que definitivamente, no es una democracia; el poder está en manos de unos pocos que se burlan de la gente, que minimizan las necesidades de los demás, y que priorizan sus ambiciones por encima de una realidad inocultable.
Cuando se tiene un presidente como Nicolás Maduro, que no tiene filtro entre su disminuido cerebro y su gran boca, la agenda informativa de cada día lleva al menos una de sus perlas. La de este martes 3 de noviembre quizá pasó por debajo de la mesa, entre tantas calamidades, pero me llevó a pensar en varios temas relacionados con la crisis que vive el país: Cilia Flores, la primera dama (o primera combatiente, según su preferencia política) se va a estudiar inglés en San Vicente y las Granadinas.
Sí, leyó bien… doña Cilia, que es candidata a la Asamblea Nacional, que tiene un programa de televisión cada domingo; que habla poquito, y feo, pero que tiene un exquisito gusto por las carteras —nada socialistas— de Chanel, ahora se largará a la pequeña isla caribeña a perfeccionar su inglés, la lengua del imperio. Nicolás no dio muchos detalles, pero señaló que se trata de uno de los convenios para supuestamente estrechar lazos con ese territorio.
Al escuchar el anuncio, se me vinieron de inmediato a la mente los miles de estudiantes venezolanos que están regados por varios países, pasando necesidades, porque desde el Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex) hace meses que no les aprueban las divisas para que puedan costear sus estudios en en el extranjero. Pero para Cilia, y sus caprichos, sí hay fondos públicos.
Lo escucho, y es imposible no pensar en el control de cambio, en las limitaciones que tienen todos los venezolanos —incluyendo a los chavistas sin privilegios— a acceder libremente a las divisas norteamericanas; en todos los controles que desde 2003 ha impuesto el Gobierno en Venezuela, y todas las justificaciones que se deben dar al régimen para poder hacer uso del dinero propio, ganado con trabajo, lo que no está muy claro en el caso de la “primera combatiente”.
Quizá el anuncio no sea más que otra fantochada de Nicolás, pero no deja de hacerme ruido. Tampoco me hace gracia, pues mientras él y su comitiva siguen viajando, y derrochando dinero sin límite (con el pretexto de estrechar lazos), en mi país la gente vive humillada en interminables filas, para comprar alimentos; no hay medicamentos, tampoco hay seguridad; mejor dicho, el “no hay” se volvió la frase más habitual para todos, pues dentro de ese ensayo y error, al que le han llamado revolución, se volvieron expertos en arrinconar a los venezolanos y en privarlos del acceso a las cosas más elementales, como un simple jabón para bañarse.
Se afirma, en San Vicente (de personal que trabaja en la diplomacia venezolana) que para el último viaje fueron tres aviones completos, con dos gobernadores “chavistas”, varios ministros, sus familias, y comida para tres días, en una gran fiesta. Que los “dignatarios” volvieron y quedaron neveras llenas de alimentos (llevados desde Venezuela) sin consumir, mientras para la gran mayoría de los venezolanos, hoy, es muy difícil, sino imposible, tener una nevera llena. En cambio, sí hay anarquía, corrupción sin disimulo, ventajismo electoral, poderes arrodillados y subordinados, violencia, y sobre todo atropello hacia los derechos más elementales.
Pero volviendo al posible viaje de Cilia Flores, y que a estudiar inglés, hace días leí la columna del periodista venezolano Rafael Poleo, “Corto y Profundo“, publicada en el diario El Nuevo País, donde el escritor sugirió que la idea de “estrechar” lazos con esas pequeñas islas del Caribe, era precisamente de la consorte de Nicolás, con la intención de abonar el terreno ante un posible exilio.
Parece que la señora Flores de Maduro quizá presiente que la crisis venezolana le ha subido unos cuantos grados de temperatura a muchos de sus seguidores, y tal vez a ella le quede un poco más de cerebro —o malicia— que a su esposo, y sepa que así como llegaron al poder, con cualquier chispa lo pueden perder.
Si tomamos en cuenta lo que señala Poleo en su escrito, tiene más lógica que Nicolás haya anunciado que la esposa se le vaya, a que le enseñen inglés en San Vicente. Tal vez la doña sólo vaya a preparar el terreno para cuando la comitiva deba abandonar el país.
[adrotate group=”8″]
Lo interesante será saber exactamente cuándo es que Cilia Flores piensa tomar su cursito de inglés, porque no sé si están tomando en cuenta, para su planificación, que las elecciones parlamentarias, en las que ella es candidata por el Partido Socialista Unido de Venezuela, son en apenas un mes.
Otra cosa, Cilia, o Nicolás —uno no sabe quién decide—, si tanta es la urgencia por aprender el inglés, ¿no es más sencillo y menos costoso para el país, llevarse al mejor sanvicentino a Venezuela a darle lecciones privadas a la primera combatiente? Apuesto que sí, porque eso de trasladar a la doña hasta la isla, con todo lo que implica en gastos de alojamiento, seguridad, manutención y acompañamiento, por quién sabe cuánto tiempo, deben ser unos cuántos dólares, de esos que se les niegan a los estudiantes venezolanos que sí los necesitan. Pensemos un poco en las prioridades y en los derechos.
Cilia, yo creo que para todos saldría mejor que te olvides del viaje. Pero no te desanimes, si tu sed de conocimiento es tan urgente, siempre quedará la opción de que te paguen un buen cursito de inglés on line…
No comments:
Post a Comment