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Tuesday, August 23, 2016

¿Es la inmigración un problema?

Maximiliano Bauk explica que "Si un trabajador sirio emigra de su país hacia Europa, por ejemplo, la economía global crece. Esto es así porque la misma persona con las mismas capacidades produce en el mismo período de tiempo una mayor cantidad de bienes y servicios en un país desarrollado que en uno que no lo es".

Maximiliano Bauk es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (Argentina).
La enorme mayoría de las personas, por lo menos a lo largo y ancho del continente americano, contamos con inmigrantes en nuestros antepasados. Personalmente, si me remonto tan solo tres generaciones, me encontraré con que ninguno de mis bisabuelos nació en la Argentina, de hecho todos ellos provienen de lugares lejanos, en su mayoría de Croacia, aunque también de Italia y España.



Nuestras tierras han sido pobladas por millones de familias procedentes de todos los rincones del planeta, recibiendo con los brazos abiertos a las víctimas de guerras hartas de tanta destrucción, como a todo aquel que sintiera un techo en sus capacidades que aquí pudiera ser elevado. Nadie cuestiona lo provechoso que fue aquella posibilidad que nuestro continente brindó con tanta generosidad durante siglos en el pasado, pero por alguna razón parece que, aquello que alguna vez nos benefició, es ahora un enorme peligro.
¿Pero es realmente la inmigración un problema? La respuesta es sin lugar a duda negativa y paso a explicar por qué.
Si un trabajador sirio emigra de su país hacia Europa, por ejemplo, la economía global crece. Esto es así porque la misma persona con las mismas capacidades produce en el mismo período de tiempo una mayor cantidad de bienes y servicios en un país desarrollado que en uno que no lo es, debido a las herramientas disponibles en el primero y ausentes en el segundo, y más aun teniendo en cuenta que este último se encuentra devastado por conflictos internos y externos que convierten cualquier actividad diaria en un riesgo para la vida. Esto implica que al multiplicar la misma persona en diferentes contextos su productividad, el ahorro será mayor, con lo que debe esperarse a su vez mayor inversión y por lo tanto mayor empleo.
Lo mismo ocurre en el contexto interno del país que lo acoge: ingresa un trabajador, realiza alguna tarea como por ejemplo envasado de pasta dental, haciendo de la elaboración de esta algo más productivo puesto que de lo contrario no hubiera sido contratado, esto se traduce en un producto final más barato para el consumidor, por lo que con el mismo dinero podrá ahora obtener más productos, es decir que los salarios reales aumentan. Todos ganan.
Hasta aquí no hay inconveniente alguno, pero desde mediados del siglo pasado llegó de manera creciente el llamado Estado Benefactor. Este consiste en la distribución de un caudal de dinero aportado por los contribuyentes, entre aquellos que más lo necesiten. Pero pasaron los años y los gobernantes entendieron que este sistema podía ser utilizado en su beneficio para captar votos, por lo que los estándares fueron cada vez menos estrictos y su disposición se ha tornado, en numerosos casos, descontrolada y desequilibrada.
Así, el país ya no solo ofrece oportunidades de trabajo y prosperidad a base de esfuerzo, sino que además en muchas veces, garantiza ciertos beneficios; y teniendo en cuenta que una gran cantidad de los inmigrantes se van de su país justamente por la falta de oportunidades, es de esperar que su situación no sea la mejor, por lo que en lugar de aportar al crecimiento económico pasa ser destinatario de asistencia estatal, reduciendo el producto y convirtiéndose en una carga para la ciudadanía, por lo menos durante un tiempo  determinado. Inclusive, en algunas ocasiones, es este sistema el incentivo principal para escoger un destino en lugar de otro.
¿Cuál es entonces la conclusión? Pues bien, si la inmigración sin factores exógenos que la desvirtúen es positiva tanto para el país de destino, como para sus habitantes y obviamente el inmigrado, el problema debe radicar necesariamente en cuestiones externas a ella, como por ejemplo el mencionado Estado Benefactor que, a causa de su capacidad para conducir el voto popular en cierta dirección, ha tomado dimensiones exorbitantes.
Uno debe tener en cuenta que un alemán es alemán por una mera coincidencia geográfica al momento de su nacimiento, pero eso no lo hace un mejor ser humano, en cambio lo que sí lo convierte en uno más civilizado es el contexto de reglas claras y fuertes instituciones que lo rigen, a las cuales deberá adaptarse el extranjero, y si no lo hiciera eso significará que en realidad ese sistema tenía aspectos débiles que mejorar solo apreciables al ser puestos a prueba. Al fin y al cabo la inmigración es como la luz, uno no puede culparla por todo aquello que nos permite ver.

¿Es la inmigración un problema?

Maximiliano Bauk explica que "Si un trabajador sirio emigra de su país hacia Europa, por ejemplo, la economía global crece. Esto es así porque la misma persona con las mismas capacidades produce en el mismo período de tiempo una mayor cantidad de bienes y servicios en un país desarrollado que en uno que no lo es".

Maximiliano Bauk es Analista de Políticas Económicas en el Centro de Estudios Libertad y Responsabilidad (Argentina).
La enorme mayoría de las personas, por lo menos a lo largo y ancho del continente americano, contamos con inmigrantes en nuestros antepasados. Personalmente, si me remonto tan solo tres generaciones, me encontraré con que ninguno de mis bisabuelos nació en la Argentina, de hecho todos ellos provienen de lugares lejanos, en su mayoría de Croacia, aunque también de Italia y España.


Wednesday, June 15, 2016

¡Qué suerte que siga habiendo millonarios. . . de los buenos!

 

Has oído decir que el fuerte “explota” al débil. ¿Es verdad eso. . .?
Depende.
+ + +
“¿Sabías que el 80% de los multi millonarios han sido emprendedores de origen humilde? “Cualquiera, incluso el que nace en una chabola, puede llegar a ser millonario. Y no es una teoría sino una realidad verificada por la Historia una y otra vez. Desde hace casi dos siglos las principales fortunas del mundo no son las de los aristócratas, sino las de emprendedores que empiezan con lo puesto y se van a la tumba con un patrimonio personal que valdría para vivir cómodamente 100 vidas”. (de un artículo de Libertad Digital)


Pero más importante aún que su origen es cómo estos multimillonarios han llegado a serlo.
Recordemos que hay dos formas opuestas de enriquecerse; una es condenable, la otra es laudable. Una es con la ayuda de favores del gobierno, usando la coerción para adquirir ventajas y ganar contra la competencia (o eliminarla), eso es poder político; la otra es creando y produciendo productos y servicios que la gente desea y por los que está encantada de pagar voluntariamente para obtenerlos, eso es poder económico.
No es el hecho en sí de ser millonario lo que es virtuoso, sino cómo se ha llegado a ese punto; y ese mismo criterio se aplica a las empresas (sólo hay que ver la diferencia entre Apple y General Motors).
Los productores, los visionarios, los creadores de valor, esos son los hombres que se han enriquecido mientras enriquecían al mismo tiempo las vidas de millones de personas, en la medida en que el mercado libre les permitió usar su mente, crear y producir. Y si quieres entender cómo y por qué, lee los párrafos abajo (del discurso de Galt, en “La Rebelión de Atlas“) y dedícale un tiempo a entender a fondo Qué es Capitalismo.
“Mira más allá del momento presente, tú que gimes que temes competir con hombres de inteligencia superior, que su mente es una amenaza a tu supervivencia, que el fuerte deja sin oportunidad al débil en un mercado de intercambio voluntario. ¿Qué determina el valor material de tu trabajo? Solamente el esfuerzo productivo de tu mente – si vivieras en una isla desierta. Cuanto menos eficiente fuese el pensamiento de tu cerebro, menos te produciría tu trabajo físico – y podrías pasarte la vida en una única rutina, recolectando una precaria cosecha o cazando con arco y flechas, incapaz de pensar más allá. Pero cuando vives en una sociedad racional, donde los hombres son libres para comerciar, recibes un incalculable beneficio: el valor material de tu trabajo está determinado no sólo por tu esfuerzo, sino por el esfuerzo de las mejores mentes productivas que existen en el mundo a tu alrededor.
“Cuando trabajas en una fábrica moderna, se te paga, no sólo por tu labor, sino por todo el genio productivo que ha hecho esa fábrica posible: por el trabajo del industrial que la construyó, por el trabajo del inversor que ahorró el dinero para arriesgar en lo nuevo y lo no probado, por el trabajo del ingeniero que diseñó las máquinas cuyas palancas tú estás moviendo, por el trabajo del inventor que creó el producto que tú pasas el tiempo fabricando, por el trabajo del científico que descubrió las leyes que permitieron fabricar ese producto, por el trabajo del filósofo que le enseñó a los hombres cómo pensar y a quien tú pasas el tiempo denunciando.
“La máquina, la forma congelada de una inteligencia viva, es el poder que expande el potencial de tu vida al aumentar la productividad de tu tiempo. Si trabajaras como herrero en la Edad Media de los místicos, la totalidad de tu capacidad productiva consistiría en una barra de hierro hecha por tus manos tras días y días de esfuerzo. ¿Cuántas toneladas de rieles produces diariamente si trabajas para Hank Rearden? ¿Te atreverías a afirmar que el monto de tu salario fue creado exclusivamente por tu trabajo físico y que esos rieles son el producto de tus músculos? El nivel de vida de aquel herrero es todo lo que tus músculos valen; el resto es un regalo de Hank Rearden.
“Cada hombre es libre de ascender tan alto como sea capaz o quiera, pero sólo el nivel hasta el que piensa determina hasta qué nivel ascenderá. El trabajo físico como tal no puede extenderse más allá del momento inmediato. El hombre que no hace más que trabajo físico consume el material equivalente a su propia contribución al proceso productivo, y no deja ningún valor remanente para él ni para otros. Pero el hombre que produce una idea en cualquier campo de actividad racional – el hombre que descubre nuevo conocimiento – es un benefactor permanente de la humanidad. Los productos materiales no pueden ser compartidos, ellos le pertenecen a algún consumidor final; es sólo el valor de una idea el puede ser compartido con un número ilimitado de hombres, haciendo a todos los participantes más ricos sin el sacrificio ni la pérdida de nadie, aumentando la capacidad productiva de cualquier trabajo que ellos realicen. Es el valor de su propio tiempo lo que el fuerte del intelecto le transfiere a los débiles, dejando que trabajen en los trabajos que él descubrió mientras dedica su tiempo a nuevos descubrimientos. Esto es intercambio mutuo en beneficio mutuo; los intereses de la mente son únicos, no importa cuál sea el grado de inteligencia, entre hombres que desean trabajar y no buscan ni esperan lo inmerecido.
“En proporción a la energía mental que él usa, el hombre que crea un nuevo invento recibe sólo un pequeño porcentaje de su valor en términos de pago material, no importa la fortuna que haga, no importan los millones que gane. Pero el hombre de la limpieza en la fábrica que produce ese invento recibe un pago enorme en proporción al esfuerzo mental que su trabajo requiere de él. Y lo mismo es verdad para todos los hombres intermedios, para todos los niveles de ambición y habilidad. El hombre en la cúspide de la pirámide intelectual contribuye el máximo a todos los que están debajo de él, pero no recibe nada excepto su pago material, no recibe ningún beneficio intelectual de otros para añadir al valor de su tiempo. El hombre en la base, quien, abandonado a su suerte, moriría de hambre en su desesperada ineptitud, no contribuye nada a aquellos sobre él, pero recibe el beneficio derivado de todos sus cerebros. Tal es la naturaleza de la “competición” entre el fuerte y el débil del intelecto. Tal es el esquema de “explotación” por el que habéis condenado al fuerte.”
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Por Domingo García, presidente de Objetivismo Internacional.

¡Qué suerte que siga habiendo millonarios. . . de los buenos!

 

Has oído decir que el fuerte “explota” al débil. ¿Es verdad eso. . .?
Depende.
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“¿Sabías que el 80% de los multi millonarios han sido emprendedores de origen humilde? “Cualquiera, incluso el que nace en una chabola, puede llegar a ser millonario. Y no es una teoría sino una realidad verificada por la Historia una y otra vez. Desde hace casi dos siglos las principales fortunas del mundo no son las de los aristócratas, sino las de emprendedores que empiezan con lo puesto y se van a la tumba con un patrimonio personal que valdría para vivir cómodamente 100 vidas”. (de un artículo de Libertad Digital)