Amanpour desnuda la mediocridad de Maduro
Respuestas evasivas dejaron en evidencia la crisis democrática en Venezuela
Con una escasez evidente de carisma y vuelo personal — con los que contaba su mentor Hugo Chávez —, el presidente Maduro no pudo responder con argumentos sólidos a las informadas preguntas que Amanpour y se limitó a negar, sin muchas explicaciones, todo lo que se le preguntaba.
De tal forma, rechazó que no hubiese libertad de expresión en Venezuela, que los medios internacionales y CNN no fuesen bienvenidos por su gobierno, que los periodistas y estudiantes hubieran sido agredidos por las fuerzas militares y policiales del Estado y, por supuesto, que en el país existiese una situación de insatisfacción, caos y de violación constante a la constitución y derechos humanos. Todo lo contrario, el mandatario aseguró que “llevamos quince años de revolución democrática, constitucional y pacífica”; al tiempo que recordaba la importancia del sufragio como elemento principal del proceso bolivariano.
En su opinión, toda la culpa de las actuales protestas violentas “es de una minoría de la oposición” a la que calificó de “fascista”, y a la que considera liderada por el recién apresado dirigente opositor Leopoldo López. De allí que ante la pregunta de si dejaría en libertad al líder del partido Voluntad Popular, Maduro haya afirmado que López “trazó una ruta para derrocar al gobierno de forma violenta y por eso fue a prisión”; por tanto su salida de la cárcel “está en manos de la Fiscalía y los tribunales”.
También el mandatario negó que en el país hubiese una grave crisis económica. Apenas reconoció que tenía “algunos problemas” como otros países; pero que en los últimos 15 años Venezuela había tenido un gran proceso de expansión que incluía el crecimiento notable del PIB. Además, que la culpa de esos problemas se debía al “capitalismo salvaje” que su gobierno intentaba superar con el modelo económico socialista “en construcción”, así como a “la guerra económica” que había llevado a cabo el sector privado nacional.
En la entrevista con la periodista estrella de CNN Internacional, Maduro incluso negó que existieran malas relaciones diplomáticas con los Estados Unidos. “Son muy buenas”, afirmó; aunque destacó que existe una “poderosa élite” que busca la hegemonía política y el control económico de América Latina. Y como era de esperar, de igual forma rechazó la posibilidad de una mediación desde el extranjero: “Venezuela no necesita tener ninguna mediación… Creo que lo que requiere es colaboración. Aquí no hay una Venezuela desesperada; quizá sea la imagen que proyecten al exterior para tratar de golpear desde el punto de vista moral una revolución a favor de los humildes”, afirmó
Ante tales respuestas de negación permanente, Christiane Amanpour finalizó la entrevista preguntándole sobre cómo duerme en las noches y, como era de esperar, el Presidente le aseguró que lo hace muy bien, y que tiene “tranquilidad espiritual” porque está cumpliendo con “el legado de Hugo Chávez”.
Las críticas nacionales que obtuvo Nicolás Maduro tras la entrevista fueron numerosas. Ello seguramente explica que dos días después de la misma la haya cuestionado públicamente argumentando que la periodista de CNN — que en su opinión pertenece a “la gusanera” de Miami — había editado su entrevista cortando “cosas claves que yo respondí”, que habían grabado 50 minutos y sólo había transmitido 30 minutos.
Además, calificó de “provocación” el hecho de que durante el programa la corresponsal del canal internacional hubiese sacado un fajo de billetes de 20 bolívares para ilustrar la alta inflación existente en el país y le preguntara al respecto. Para Maduro, ello fue una falta de ética y le hizo preguntarse si le habría hecho eso al presidente Barack Obama.
Es obvio que el Presidente no sabe lidiar con la prensa libre y menos con una periodista veterana como Amanpour, quien en su larga trayectoria ha puesto a sudar a varios mandatarios y líderes mundiales.