David Bier indica que la inmigración cubana es beneficiosa para EE.UU. y podría serlo más si se redujera la carga causada a los contribuyentes por prestarle asistencia estatal a los refugiados cubanos.
Los cubanos no entran sigilosamente al país. Más del 95 por ciento de ellos se presentan para los chequeos de seguridad en puntos legales de entrada. Los inmigrantes cubanos son capaces de entrar en una manera tan ordenada porque en 1966 el Congreso simplemente dijo que no enviaría a los cubanos de regreso al comunismo. Bajo la Ley de Ajuste Cubano (LAC), los cubanos pueden automáticamente —si no son criminales o comunistas— recibir asilo tras tocar tierra en EE.UU.
Sin embargo, en vista de este influjo, algunos miembros del Congreso están preguntando si los cubanos deberían continuar recibiendo un tratamiento especial bajo las leyes de inmigración de EE.UU. El principio básico de que las personas no deben ser tratadas de forma diferente en base a su origen nacional es válido, pero los cubanos no reciben tratamiento especial por su procedencia sino debido a la forma en que son tratados en su lugar de procedencia.
Los cubanos no son tratados de forma única porque son cubanos, sino porque, de acuerdo a Freedom House, Cuba es el único país “no libre” en el Hemisferio Occidental. El sistema comunista no tiene un debido proceso electoral, la disensión política es considerada un delito, la corrupción es rampante, la prensa independiente está prohibida, y todas las formas de actividad pública cotidiana están reguladas, incluida la movilidad interna.
Cuba ocupa el 12do lugar entre los países menos libres del mundo. Es menos libre que Irán y Sudán del Sur. Incluso la China comunista recibió una mejor puntuación. Ningún otro país de las Américas se le acerca en dicha categoría. En el 2015, el gobierno seudo socialista de Venezuela se mantenía en el lugar 50, clasificado como “parcialmente libre”. Haití y Honduras aparecían en el lugar 57 y 62 respetivamente. Esta es la razón por la cual a los cubanos se les distingue de esta manera.
El Congreso declaró en 1996 que la ley terminaría cuando “un gobierno democráticamente electo esté en el poder en Cuba”. Mientras Cuba permanezca siendo un país no libre, EE?UU. continuará dando la bienvenida a los cubanos. En vez de repeler este principio, el Congreso debe expandirlo a cualquier país en nuestra parte del mundo que no sea libre. Si Venezuela se une a la lista de los “no libres” el próximo año, sus refugiados —muchos de los cuales ya están viniendo acá— deben ser tratados de la misma manera que los cubanos.
Algunos políticos han echado la culpa del flujo de refugiados a los intentos del Presidente Barack Obama de normalizar relaciones diplomáticas con Cuba, diciendo que está causando pánico entre los cubanos acerca del futuro de la ley. Pero los incrementos comenzaron antes que el Presidente anunciara algún tipo de reforma. Más bien, su origen yace en la decisión del gobierno cubano en 2013 de permitir a los cubanos abandonar el país sin restricciones. Muchos cubanos han tomado ventaja de esta oferta.
Revocar la LAC no terminaría con el flujo. Lo único que haría sería redireccionarlo de vuelta a los mares peligrosos o al clandestinaje, alejándolo de los chequeos de seguridad y hacia las redes de contrabando humano del mercado negro en México. Es mejor para EE.UU. permitir que los cubanos entren con documentos y se sometan voluntariamente a los chequeos de antecedentes que gastar recursos que ya son limitados en deportarlos de regreso al comunismo.
El Congreso puede tomar acción para hacer menos costosa la política de aceptar cubanos en busca de asilo. Pudiera eliminar los beneficios especiales de asistencia social que reciben los inmigrantes cubanos y que los inmigrantes de otros países no reciben. El Congresista Carlos Curbelo ha presentado un proyecto de ley que haría eso posible, y la Oficina Presupuestaria del Congreso ha encontrado que el proyecto ahorraría $2.500 millones en un plazo de 10 años.
Casi el 60 por ciento de los cubanos americanos se oponen a que los inmigrantes cubanos reciban asistencia pública, de acuerdo a una encuesta del Sun Sentinel. Los cubanos americanos entienden que sus comunidades pueden incorporar a estos nuevos inmigrantes sin ayuda del gobierno federal.
Los inmigrantes cubanos han contribuido grandemente a EE.UU., especialmente a Miami, donde han reconstruido y revitalizado barrios enteros. Los americanos se benefician de la cultura, la comida y la música cubana. Ahora que la dictadura comunista ha decidido liberar sus “prisioneros”, debemos continuar dándoles la bienvenida, a la misma vez que disminuimos la carga sobre los contribuyentes.