REFLEXIONES
LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
En medio de sus
conversaciones no se dan cuenta que estaba anocheciendo y debían regresar. El
paisaje del rancho al iniciarse la noche era espectacular. Había un poco de
bruma entre los bosques de cedros a las orillas de los riachuelos, que como
magia los teñía de un color casi azul. Las sierras que formaban el valle donde
se ubicaba el rancho, emergían como imponentes creaturas bajo el reflejo de la
luna. El ganado bramando ya se reunía en sus echaderos preparándose para la
noche, y se escuchaban los aullidos de los coyotes y lobos nocturnos. Vallien
le dice al hacendado; don Julián, su rancho es realmente un paraíso de belleza
difícil de describir. El hacendado sonriendo le revira, pues que te parece si
lo convertimos en un verdadero paraíso de libertad.
De repente don Julián
pregunta ¿de dónde vienen todas tus ideas de libertad e individualidad? El
vaquero responde; yo pienso que es algo con lo que yo nací, pues desde que
tengo uso de razón, siempre he luchado por ser libre. Cuando estaba en la
escuela y que me sentía atrapado, uno de mis maestros, inclusive antes de
involucrarme en las ideas de Locke, me abrió la puerta de la filosofía del Tao
y, en especial, a los pensamientos de Lao Tse y desde las primeras líneas que
leí, me hechizaron:
Quien se alza de
puntillas. No se yergue firmemente.
Quien se apresura no
llega lejos
Quien intenta
brillar, opaca su propia luz
Quien se define a sí
mismo. No puede saber quién es
Quien ejerce poder
sobre otros, no tiene poder sobre si mismo
Quien se aferra a su
trabajo, no creará nada duradero
Si quieres armonizar
con dios, has tu tarea y luego suéltala
“El gran Sendero es simple,
pero la gente prefiere las sendas secundarias y cortas.
Vigila el instante en que se pierde la armonía.
Permanece centrado en el Tao (camino).
pero la gente prefiere las sendas secundarias y cortas.
Vigila el instante en que se pierde la armonía.
Permanece centrado en el Tao (camino).
Cuando los ricos negociantes prosperan
mientras los agricultores se arruinan;
cuando los gobernantes dilapidan
en armas en vez de en salud;
cuando la clase alta es extravagante e irresponsable
mientras los pobres no tienen a dónde ir;
todo ello es latrocinio y caos.
No es permanecer en el Tao”
mientras los agricultores se arruinan;
cuando los gobernantes dilapidan
en armas en vez de en salud;
cuando la clase alta es extravagante e irresponsable
mientras los pobres no tienen a dónde ir;
todo ello es latrocinio y caos.
No es permanecer en el Tao”
“Si un país es gobernado con tolerancia,
la gente vive confortablemente y es honesta.
Si un país es gobernado con represión
la gente se deprime y es ladina.
la gente vive confortablemente y es honesta.
Si un país es gobernado con represión
la gente se deprime y es ladina.
Cuando el afán de poder toma el mando,
cuanto más altos los ideales, más bajos los resultados.
Trata de hacer feliz a la gente
y estarás poniendo los cimientos de la miseria.
Trata de hacer moral a la gente
y estarás poniendo los cimientos del vicio.
cuanto más altos los ideales, más bajos los resultados.
Trata de hacer feliz a la gente
y estarás poniendo los cimientos de la miseria.
Trata de hacer moral a la gente
y estarás poniendo los cimientos del vicio.
Así, el Maestro se contenta
con servir de ejemplo
sin imponer su voluntad.
Señala, pero no horada.
Es recto, pero flexible.
Radiante, pero con la mirada calma.”
con servir de ejemplo
sin imponer su voluntad.
Señala, pero no horada.
Es recto, pero flexible.
Radiante, pero con la mirada calma.”
Luego de cabalgar
durante toda la tarde, llegaban al rancho cuando el frio ya se hacía sentir, y
los vaqueros se arremolinaban alrededor de una gran fogata para iniciar la
ronda de sus historias. De inmediato uno de los caballerangos se aproxima para
hacerse cargo de los caballos. Don Julián le dice, dales una buena sobada en el
lomo y en las patas, luego una cepillada y media paca de alfaba, ¿bueno Pedro?
Responde el vaquero, seguro don Julián, también los voy a bañar con agua tibia.
Bueno Mata Sietes—era el sobrenombre que don Julián le había dado a Vallian—le
dice don Julián al vaquero, es hora de la cena. Se encaminan a la casona y
minutos después disfrutaban de una cañita de aguardiente, antes de dirigirse al
comedor y disfrutar de una cena mexicana.
El sobrenombre que le
había obsequiado don Julián, era debido a una historia de cuando Vallian era
parte de los Rangers, de un famoso enfrentamiento de tres Rangers y un grupo de
comanches en donde se cuenta, que Vallian solo había matado a siete de ellos y
al último, a una distancia de casi mil yardas con su flamante Winchester. Aun
cuando Vallien era un hombre joven, pues no llegaba a los 30 años, su intensa
vida de aventura lo había arropado de infinidad de experiencias que sumadas a
su feroz apetito por la lectura, lo cincelaban como un hombre fuera de serie.
Dese pequeño había
sido un amante de la libertad y como cierto mandato divino, su gran maestro de primaria, al darse cuenta
de su tendencia, le regalara su primer libro libertario cuajado de la filosofía
de Lao Tzu, líder del Tao, y al leer su primer pensamiento: “Los gobiernos nos
impones mas regulaciones que pelos tiene un búfalo, luego se convierten en sangrientos
opresores, y hay que temerles más que a los tigres hambrientos y rabiosos. Lo
mejor que pueden hacer los gobiernos, es permanecer al mínimo en su tamaño y
practicar inacción, porque de esa forma permite al individuo florecer y
alcanzar su felicidad. Cualquier intervención del gobierno, que no sea
protección, generará confusión y graves disturbios. Mientras más tabús y
restricciones artificiales haya en el mundo, habrá también más gente pobre.
Mientras se sigan dictando mas leyes y regulaciones, habrá más ladrones y
asaltantes”.
Afirmaba también. “La
peor de las intervenciones de los gobiernos es para robar al pueblo con sus
impuestos, o para mandar a sus hijos a la guerra. La gente sufre de hambre
porque los ladrones superiores se dedican a colgarnos con impuestos, para luego
gastarlos sin control y sin beneficios. Y donde se han estacionado los
ejércitos, siempre crecen zarzas y espinas. También, siempre después de la
guerra, la gente tiene que sufrir años de carencias y de hambre. La mejor
estrategia que la gente debe seguir, es mantener un gobierno simple e inactivo,
de esa forma, el mundo se estabiliza solo. Y como afirmara un hombre sabio; yo no
tomo acción y los hombres se transforman ellos solos en mejores seres humanos.
Yo favorezco la quietud y la gente sola se corrige, yo no tomo acción alguna y
la gente se enriquece por sí misma”.
A partir de esos
momentos Vallian empezó a devorar todos los libros de filosofía oriental que se
derivaran del pensamiento de Lao Tzu. Dos siglos después de Lao Tzu, uno de sus
seguidores, Chuang Tzu, inició la construcción del conjunto de ideas de su maestro para darle el
primer “respiro de vida” a lo que después se convirtiera en laissez-faire.
Un retiro total del gobierno para cincelarlo como un anarquismo individualista.
Las ideas, los escritos, y sus discursos se harían famosos en toda China y en
algunas regiones se les daba aplicación práctica con excelentes resultados.
Tanto que el rey Wei de la provincia de Ch’u, al conocer lo que este ancestral
economista promovía, lo invitó a su reino para ofrecerle el puesto de jefe de
su ministros. Pero el rechazo de Chuang Tzu a tal oferta, es una de las grandes
declaraciones de la historia desnudando lo diabólico del poder del estado, en
contraste con la virtud de la gente:
“Mil onzas de
oro es una gran recompensa y la oficina de jefe de ministros es, sin lugar a
dudas, una posición de gran relevancia. Pero Señor, ¿no ha visto usted el búfalo
cuando se prepara para ser sacrificado en la gran capilla real del estado? Ha
sido cuidado y bien alimentado durante años, deleitado con ricas pasturas, para
que esté listo cuando sea llevado al gran templo, para ser sacrificado. Pero es
ahí mismo que, a pesar de que en esos momentos él felizmente cambiaria su lugar
con cualquier puerco solitario ¿Lo podría hacer? Por supuesto que no. Entonces
Señor, para no perder tiempo ¡no lo tome mal! Preferiría caminar lentamente en
un bajío lleno de lodo, pero a mi gusto y por mi propia decisión, que estar bajo
los controles y candados de cualquier jefe de estado. Nunca aceptaré ningún
ofrecimiento para el servicio público, porque siempre he querido ser libre para
perseguir mis propósitos, y no ser solamente un burócrata oprimido y odiado por
la gente”.
Cuando Vallian,
a sus doce años de edad, leyera estos pasajes, se convertía a la religión de la
libertad. Jamás se podía visualizar que no fuera cabalgando en esas hermosas
lomas cubiertas de pastizales, y dejando la rienda suelta para que su caballo
escogiera el rumbo. Amaba profundamente esa libertad y haría cualquier cosa
para nunca perderla. La mañana siguiente Vallien antes de la salida del sol, se
encontraba en el enorme comedor frente a don Julián para ahora gozar de un
abundante desayuno estilo español.
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