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Wednesday, June 29, 2016

¿Las tasas de interés negativas estimularán el crecimiento o tendrán el efecto contrario?

negative-rates Prácticamente todo escolar conoce las reglas básicas del ahorro: poner el dinero en un banco para que rinda intereses, que son pagados por el banco gracias al dinero que gana por prestarlo a otros. Así de simple.
Por lo menos lo era. Ahora las cosas están cambiando, debido a que un mayor número de bancos centrales empiezan a cobrar, en lugar de pagar, a los que hacen depósitos en estas instituciones. En teoría, se trata sólo de un paso más entre los muchos intentos para sostener el crecimiento económico abaratando la contratación de préstamos o alentando a aquellos que tienen dinero en efectivo a gastarlo en lugar de guardarlo. Sin embargo, nadie sabe precisar cuál es el volumen de estas tasas “negativas”, y hay quienes se preguntan si una política de este tipo produciría el efecto contrario al deseado.



“Es algo que me preocupa”, dice Olivia S. Mitchell, profesora de Economía empresarial y Políticas Públicas de Wharton. “Estamos acostumbrados a un ambiente donde pones un dólar en el banco y recibes ese dólar de vuelta”, dice ella. “Con las tasas de interés negativas, los bancos van a cobrar honorarios a las personas”.
“Creo que se trata de algo en que pensar si la economía se mueve a un ritmo más lento y no hay manera de estimularla”, dice Itay Goldstein, profesor de Finanzas de Wharton. “Sin embargo, veo con escepticismo la eficacia de este tipo de cosas”.
En 2014, el Banco Central Europeo se convirtió en el primer banco importante de su categoría en adoptar una política de tipo de interés negativo. En diciembre, la institución de nuevo bajó la tasa que se cobra por el dinero que mantiene en depósitos overnight  [depósitos interbancarios con vencimiento al día siguiente] para las instituciones financieras, reduciéndolo a — 0,3%. Suecia, Dinamarca y Suiza también utilizan tasas negativas. De hecho, a finales de 2015, alrededor de 1/3 de toda la deuda emitida por los gobiernos de la zona euro tuvo rendimientos negativos, según el análisis de Bloomberg.
A finales de enero, el Banco de Japón anunció que también funcionaría con tasas negativas. Casi al mismo tiempo, la presidente de la Reserva Federal [Fed, el banco central de Estados Unidos], Janet Yellen, dijo que la Fed estaba estudiando esa posibilidad, aunque no ha dado señales de que en breve se reduzcan las tasas.
Señal de desesperación
“Las tasas negativas son una señal de desesperación, una señal de que las opciones políticas tradicionales han demostrado ser ineficaces y que se deben explorar nuevos límites”, según el análisis de Bloomberg. “Castiga a los bancos que acumulan dinero en lugar de extender préstamos a las empresas o los acreedores más débiles. Las tasas por debajo de cero nunca fueron utilizadas en una economía tan grande como la zona euro”.
En otras palabras, no hay suficiente registro histórico que permita decir lo que podría suceder.
Las tasas negativas están destinadas a estimular el gasto, no el ahorro. Este gasto podría ayudar a impulsar la economía y elevar los precios. Europa y Japón recurrieron a tasas negativas para reducir el riesgo de deflación, que tiene numerosos efectos perjudiciales, como hacer el pago de las deudas más oneroso con el tiempo.
Los bancos centrales tienen un control directo solo sobre las tasas de interés a corto plazo, tales como las cobradas a las instituciones financieras que mantienen depósitos overnight en esos bancos centrales. Sin embargo, la reducción en las tasas a corto plazo tiende a repercutir en la economía llevando a una caída en las tasas a largo plazo que se rigen por la oferta y la demanda. Esto se debe, en parte, al hecho de que las tasas de largo plazo sobre cosas como bonos o hipotecas se basan en las previsiones del valor de los tasas futuras a corto plazo.
“En el momento en que se empieza a repercutir en el costo de capital para los bancos, esto afecta al precio de mercado de los activos que compran y los préstamos que otorgan”, dice Goldstein.
Las menores tasas de interés también tienden igualmente a reducir el valor de la moneda, ya que la demanda de los ahorradores caerá a medida que buscan mejores instrumentos de pago en otras monedas. Una moneda depreciada promueve las exportaciones y puede aumentar la inflación al hacer más costosas las importaciones. La decisión de Japón de adoptar tasas negativas se debió en gran parte a un esfuerzo de devaluación del yen, aunque tal estrategia parece estar produciendo el efecto contrario.
En términos prácticos, una tasa ligeramente negativa no es muy diferente de las tasas más o menos positivas que los ahorros a corto plazo han producido a lo largo de muchos años. Después de todo, ganar 0,1% no es mucho mejor que la pérdida de 0,1%. Después de tomar en cuenta la inflación —reflejada en la llamada tasa de interés real— en realidad los ahorradores están perdiendo dinero durante años.
Incluso con tasas negativas, persiste el incentivo del ahorro si un banco, fondo de mercado monetario o bono a corto plazo, son más seguros que una acción, un bono a largo plazo u otro activo. Los ahorros a corto plazo también pueden estar más accesibles cuando se necesiten. Por lo tanto, un ahorrador que evalúe las alternativas puede que no se preocupe por las tasas negativas, siempre que no sean demasiado negativas. Sin embargo, esto no significa que la situación no sea incómoda.
El efecto de tasas negativas “depende totalmente de lo mucho que se hayan reducido”, dice Mitchell. “El problema es que si hay inflación, el costo de vida aumenta […] Ya ha sido muy difícil para gente como mi madre, que distribuye en diferentes fechas o plazos sus certificados de depósito y estaba tratando de vivir de los intereses en lugar del principal. Los últimos ocho años han sido difíciles” para las personas que viven con ingresos fijos.
La vuelta al colchón
Algunos predicen que las tasas negativas —si se pasan a los clientes de los bancos ordinarios— harán que las empresas y el público ya no utilice los ahorros tradicionales. “Creo que el temor es que las personas terminen por no poner más dinero en el banco”, dice Goldstein. “Ellos sólo van a guardarlo. Lo pondrán debajo del colchón”.
En tiempos normales, los ahorradores utilizan los bancos y otros instrumentos monetarios a corto plazo, incluso si la inflación erosiona el valor de sus ahorros, porque la inflación hará su daño, incluso si el dinero está debajo del colchón, dice Goldstein. Sin embargo, se puede evitar el efecto de una tasa negativa utilizando un colchón u otra estrategia que no implique impuestos sobre los ahorros, añadió. “Ya que el valor nominal o el tipo de interés [declarado] es negativo, se incurrirá en una pérdida adicional al poner dinero en un banco”, dice Goldstein. Los bancos centrales que adoptan tasas negativas en realidad están haciendo una prueba para “entender cuál es el umbral mínimo”, el punto en el que el ahorrador decide que la ventaja del ahorro es muy pequeña.
“Hay un costo real de almacenamiento, un costo derivado de no poner dinero en el banco”, dice Goldstein. Optar por el oro, por ejemplo, requeriría el alquiler o la compra de una caja fuerte. Así que incluso si los bancos cobran una tasa de ahorro, el banco todavía sería una mejor alternativa en cierta medida. “Sin embargo, habrá un límite mínimo. Las tasas, por ejemplo, no pueden ser del 10% negativas”, dice Goldstein.
“Si se bajan lo suficiente las tasas de interés, vamos a empezar a gastar” en lugar de ahorrar, explica Goldstein. “La gente puede invertir en bienes raíces. Se puede poner el dinero en acciones, bonos. Se puede comenzar un negocio […] En la mayoría de estos casos, la esperanza es que estimulen la economía”.
Eso es bueno, ¿verdad? ¿No es el objetivo de la tasa negativa hacer que las personas con dinero lo pongan a trabajar en la construcción de fábricas, la contratación de empleados, el gasto en bienes y servicios o la inversión en las empresas?
Es bueno si la teoría se sustenta, pero es poca la experiencia disponible de que resistirá. Según Christopher Swann, estratega de gestión patrimonial de UBS, la estrategia puede salir mal si reduce las ganancias del banco por el estrechamiento de la diferencia entre las tasas que cobran de quiénes toman prestado y las que pagan para obtener dinero para los préstamos. “Si las ganancias se vieran muy dañadas, los bancos podrían incluso reducir los préstamos”, escribió Swann en un informe de febrero.
Por otra parte, no se sabe con certeza si las tasas negativas pueden llevar a los inversores de los bonos a las acciones, elevando los índices de estas últimas. De hecho, la reducción de la rentabilidad de los bancos puede socavar la eficacia de las acciones, ya que este tipo de banco en los EE.UU. y Japón se dedica, “en gran parte a la capitalización del mercado de valores”, dijo Swann.
Otro temor tiene que ver con el interés negativo: si fuera generalizado, podría repercutir en la inflación. Si el dinero se deprecia, es menos probable que los consumidores y las empresas provoquen el aumento de los precios por medio de las ofertas sucesivas de bienes, servicios y mano de obra. Esto podría provocar la deflación, que tiene el efecto perverso de desalentar el gasto, exactamente lo contrario de lo que la política de tasa de interés negativa pretende. En tiempos de deflación, los ahorros disminuyen.
No existe una fórmula mágica
Por lo tanto, ¿las tasas negativas estimularán la economía tal y como está previsto, o tendrán alguna consecuencia perversa no prevista?
“Es difícil de decir”, dice Goldstein. “Al final, la política monetaria tiene límites de acción”. Los bancos centrales mantuvieron los tipos de interés en niveles históricamente bajos durante años, y el crecimiento sigue siendo lento. “Tiene su eficacia, pero no es una solución milagrosa”.
Goldstein prosigue: “La política monetaria no es la única herramienta que tenemos también es necesario pensar en la política fiscal, por ejemplo, para crear un entorno empresarial más amigable, disminuyendo la regulación”, además de otras medidas.
En el peor de los casos, dice Goldstein, una política de dinero fácil puede crear una burbuja de activos para permitir fácilmente los precios más altos para cosas como casas y materias primas. “En realidad, no estimula la economía”, dice. Estimularía la inflación, y mucho.
¿De qué modo las tasas negativas afectarían las decisiones rutinarias de los inversores en cosas como dividir una cartera entre acciones, bonos y dinero?
“Con respecto a la asignación de activos, no sé si hay mucha diferencia entre el 0,1% que estuvimos ganando en los últimos años en los fondos del mercado monetario y el — 0,2% que podemos ganar en un mundo de interés negativo”, dijo Richard Marston, profesor de Finanzas de Wharton. No es seguro, dijo, que los bancos pasen de manera efectiva a los clientes el coste ligeramente superior de los depósitos interbancarios.
Es un territorio desconocido, dice Mitchell, que teme la posibilidad de resultados indeseables, como una estampida bancaria. “Creo que se está creando una gran confusión”.

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