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Wednesday, December 21, 2016

Convocatoria de Honduras II




“ABANDONO EL CAMPUS PENSANDO, ESTA ES LA MEJOR UNIVERSIDAD DEL MUNDO.”

RICARDO VALENZUELA
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El sábado dos de Abril, después de un largo vuelo de más de tres horas originado en Dallas, a través de la ventana del avión se develaba con gran belleza la ciudad de Guatemala. Con una eficiencia impresionante desembarcábamos y, en menos de quince minutos, sorteábamos lo que en muchos países es un calvario: Inmigración y aduana. Al abandonar el aeropuerto me azota la agradable brisa de la ciudad y minutos después transitaba hacia mi hotel. Era una noche clara que me permitió atestiguar lo que tanto me afirmaran; Guatemala es una ciudad realmente bella y cosmopolita.


Monday, October 24, 2016

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.


No se ha enfatizado bastante en que esta creencia popular es falsa y que lo cierto es precisamente lo contrario; porque las más poderosas razones para defender la libertad
económica y la economía de mercado son precisamente de carácter moral. Los valores morales del verdadero cristianismo exigen la libertad económica y la economía de mercado, y nunca pedirían el sistema económico opuesto: el socialismo. Sin embargo al mismo tiempo es necesario enfatizar que la libertad económica y la economía de mercado exigen esos valores, es decir, se condicionan mutuamente.
Para entender esto, debe tenerse en cuenta tanto a la economía como a la ética. Hay una
especie de moral que pretende ignorar los principios económicos elementales, y por lo mismo cuando emite apreciaciones de carácter moral sobre ciertas acciones económicas que no comprende, es susceptible de causar gran daño.
Por otra parte, existe cierta clase de teoría económica que ignora la esencial base moral de la vida económica, cuando menos teóricamente. Tan mala es la una como la otra, la moral que pretende ignorar la economía, como la economía que pretende ignorar la moral; pero ambos errores pueden sin embargo corregirse complementándose recíprocamente.
Podría aclarar mejor este punto refiriendo mis experiencias personales y explicando con la mayor franqueza los conflictos intelectuales que he tenido que resolver durante toda mi vida de economista. Igual que muchos otros jóvenes de mi propia generación, al principio fuí socialista, y precisamente por razones morales. Pensábamos que el socialismo era el único camino para alcanzar la paz, la libertad y la justicia. Y como tantos otros jóvenes de mi propia generación, aprendí por la experiencia y un raciocinio más sobrio y tranquilo que nuestro socialismo juvenil era un error fundamental. ¿Por qué?
Antes que nada, porque el análisis económico nos ha enseñado que el socialismo es un orden económico notoriamente inferior. Lo condenamos porque la planeación y la nacionalización los dos pilares del orden socialista– conducen al desperdicio, al desorden y producen un bajo nivel de productividad y en cambio la libertad económica y la propiedad privada –los dos pilares del orden económico «liberal»– significan coordinación; progreso y un alto nivel de productividad. En otras palabras, las actividades económicas no pueden constituir la esfera de actividad de la autoridad planificadora que coerciona y castiga; tales actividades deben dejarse a la cooperación espontánea de todos los individuos a través de un mercado libre, de precios libres y de franca competencia.
Después de las recientes experiencias, particularmente en Europa, que han confirmado estas enseñanzas del análisis económico, nos asiste toda la razón para poner de relieve sus alcances prácticos. En todas partes donde el socialismo fue puesto en practica en Europa, en país tras país, se demostró que conduce hacia la pobreza y el desorden económico. No así la economía de mercado que es la base del bienestar de las masas y del orden económico y que la economía de mercado es el mejor camino para el bienestar de las masas y para el balance o equilibrio económico. Encuestas recientes efectuadas en ese país, han demostrado que aun la abrumadora mayoría de los obreros (mas del 80%) favorece la economía de mercado aunque muchos de ellos sean miembros del partido socialista.
Pero hay algo mas que la simple preferencia por una determinada técnica económica. Yo no creo en la libertad económica solo porque en mi carácter de economista se supone que debo saber algo sobre precios, tasas de interés, costos o tipos de cambio. La fuerza de mi convicción radica en algo más profundo o sea, en aquellas regiones del alma donde se decide en ultima instancia la filosofía social que tiene cada uno. A los socialistas y a sus enemigos ideológicos los dividen conceptos fundamentalmente diferentes acerca de la vida y de su significado.
La opinión que tengamos sobre la posición del hombre en el universo, decidirá nuestra posición acerca de si los más altos valores se realizan en el individuo o en la sociedad, y nuestra preferencia por cualquiera de las dos tesis constituye la base de nuestra posición política. Una vez mas confirmamos la veracidad del famoso aserto del Cardenal Manning: «Todas las diferencias entre los humanos son, en ultima instancia, de carácter religioso». De ahí, pues, que mi oposición fundamental al socialismo radica en que a pesar de toda su fraseología liberal otorga muy poco al hombre, a su libertad, y a su personalidad y otorga demasiado a la sociedad.
El socialismo (incluye la filosofía estado providencia) se apoya primordialmente en el Estado y en la sociedad y no en el individuo con su responsabilidad y dignidad humanas. Por esto es contrario a la tradición moral basada en el patrimonio común de la cristiandad y el humanismo. En su entusiasmo por la organización, la centralización, la reglamentación y la subordinación al Estado, el socialismo pone en juego medios que no son compatibles con la libertad y dignidad humanas. Y porque tengo un concepto claro acerca del hombre como la imagen de Dios, resultando pecaminoso utilizar su persona como medio; Porque estoy convencido de que cada hombre tiene un valor único por su relación con Dios, pero no ese Dios del híbrido humanismo ateo; por toda estas razones yo desconfío totalmente de cualquier clase de colectivismo.
Partiendo de estas convicciones enraizadas en la experiencia y en los testimonios históricos, llegué a la conclusión de que solo la economía libre puede estar de acuerdo con la libertad del hombre y con la estructura política y social que salvaguarda. Fuera de este sistema económico de libertad no veo ninguna oportunidad para que pueda continuar la existencia humana dentro del marco de las tradiciones filosóficas y religiosas de Occidente.
Solo por esta razón debíamos respaldar el orden económico libre, aún cuando implicara un sacrificio material y aún cuando el socialismo nos asegura una mayor abundancia material. Y somos muy afortunados en que esto ultimo no sea cierto. Más importante aún resulta que el orden económico libre es requisito indispensable para la libertad, la dignidad humana, la libre elección y la justicia. Por esto lo deseamos y por ello cualquier precio que paguemos no resulta demasiado alto, aunque los comunistas pudieran hacer, pongo por caso, más grandes y mejores máquinas lavadoras.
Aceptamos de buena gana la riqueza material y el bienestar que la libertad económica nos proporciona y que jamás encontramos en una economía colectivista, pero sólo debíamos aceptar estos dones especialmente por sus ventajas morales y precisamente por ellas estamos obligados a defender la libertad económica, inclusive cuando discutimos con Khrushchev.
Existe una profunda razón moral que explica por qué una economía de libre empresa produce la salud del cuerpo social y una abundancia de bienes mientras que una economía socialista trae consigo el desorden social, la insuficiencia y la pobreza. El sistema económico de libertad transforma la extraordinaria fuerza que radica en la afirmación del propio individuo, en tanto que la economía socialista, que se usa en la coerción, suprime esta fuerza y se desgasta a si misma en la lucha contra ella.
¿Cuál de los dos sistemas resulta el más ético? ¿Aquel que permite al individuo luchar para mejorarse a sí mismo y a su familia mediante su propio esfuerzo y que conduce simultáneamente a un aumento del bienestar de las masas, o el otro sistema que tiene por meta suprimir esa fuerza, y que simultáneamente produce un menor bienestar? Resulta ser moral que los intelectuales que predican las virtudes de este segundo sistema cuya esencia es la coerción y la miseria, lo hagan inspirados por la ambición de asegurarse un puesto de mando en la colosal maquinaria coercitiva que tal sistema presupone.
En realidad, el estado colectivista que se reafirma con las inmoralidades de los precios máximos, los controles de cambio y los impuestos confirmatorios, resulta mucho más inmoral que el individuo que viola esos presupuestos para preservar los frutos de su propio trabajo. No creo sea moral o haga algún bien apalear al burro que saca el agua de la noria.
El gran error moral del socialismo, es su constante oposición al lógico deseo del hombre de superarse junto con su familia y de asumir la responsabilidad para su futuro; ello está dentro del orden natural, al igual que el deseo de identificarse con la comunidad y de servir a sus fines. Ambos deseos son intrínsecos a la humanidad y deben equilibrarse, impidiendo los excesos que pueden destruir una existencia humana digna.
La excéntrica moralidad que confunde las enseñanzas eternas del cristianismo con el comunismo de los primeros cristianos, y que espera el fin inminente de todas las cosas, acaba por aprobar una sociedad en la cual los medios altamente inmorales como la coerción económica, la disolución de la familia, la mentira, el espionaje, la propaganda y la fuerza bruta constituyen inevitables consecuencias. Por tanto el error intelectual que se comete en nombre de una más alta moral y que consiste en condenar la libertad económica; en no percibir en el esfuerzo del individuo por su autoafirmación, el verdadero olor de santidad y la abnegación de los héroes, es capaz de destruir la moralidad que constituye la esencia de la civilización. Es urgente corregir este error.

La necesidad moral de la libertad económica

La necesidad moral de la libertad económica

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Por Wilhelm Röpke
Uno de los mas graves errores nuestra época es el de creer que la libertad económica y la sociedad que en ella se basa, difícilmente son compatibles con la posición moral de una actitud estrictamente cristiana.
A tan extraña creencia se debe el bien conocido hecho de que una gran parte del clero protestante y católico, tanto en el viejo como en el Nuevo Mundo, se incline fuertemente hacia la izquierda socialista. En vista de las alarmantes consecuencias de esta tendencia, que debilita nuestra resistencia hacia el comunismo (precisamente en el momento mas critico) y que impregna a nuestra sociedad de un vago desasosiego moral, resulta extraordinariamente urgente disipar la confusión intelectual que constituye la raíz del problema.

Thursday, September 22, 2016

No solo de libertad económica vive el hombre

Por Carlos Alberto Montaner

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He recibido el Índice de Libertad Económica publicado por el Fraser Institute (2016). El peor de los 159 países escrutados es Venezuela. Es terrible lo que el chavismo ha hecho con esa pobre sociedad. Ha sacrificado las libertades políticas y las económicas de un país potencialmente riquísimo hasta crear un matadero infecto en el Caribe.
Se sabe que la libertad económica es un componente de la prosperidad. Grosso modo, también se sabe que los países más prósperos son los que pueden exhibir mayor libertad política, aunque a veces esos factores no coinciden.


Basta con revisar varios índices internacionales de desarrollo, además del Fraser, para comprobar que al frente del planeta se encuentran los veinticinco sospechosos habituales de siempre: Suiza, Nueva Zelanda, Noruega, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Inglaterra, Francia, Canadá, Estados Unidos, Alemania, Holanda, Austria, Bélgica, Corea del Sur, Japón, Australia, Italia, España, Israel, Irlanda, Islandia, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia.
Se trata de múltiples expresiones de la democracia liberal. Algunos países son los pioneros, como Estados Unidos, que en 1776 inventó el modelo sin proponérselo, o Francia, que hizo su primera revolución una generación más tarde, en 1789. Algunos pasaron por una lamentable y sangrienta etapa fascista, como Alemania, Italia, Japón y España. Otros son recién llegados al club, como las naciones excomunistas, víctimas de las supersticiones marxistas-leninistas que dejaron cien millones de muertos en el trayecto.
Se trata de monarquías o repúblicas; son estados presidencialistas o parlamentarios; son naciones viejas o de nueva creación; fueron imperios “explotadores” o colonias “explotadas”. Pero todos estos países hoy son democracias reguladas por leyes escritas, donde la soberanía radica en el conjunto de la sociedad, los gobernantes son reemplazados periódicamente en elecciones plurales, la sociedad realiza sus transacciones económicas en mercados abiertos, y se respetan los derechos humanos, entre ellos los de prensa, asociación y tenencia de propiedad privada.
No obstante, el Índice de Libertad Económica de Fraser lo encabezan dos entidades diminutas y pujantes que no pueden considerarse democracias.
Uno es Hong Kong, el territorio más libre del planeta en materia económica. Un mínimo apéndice enquistado en la dictadura china, rezago colonial asiático en donde el Reino Unido jugó al laissez faire, mientras en la propia metrópolis europea, impulsada por las fantasías fabianas, recurría al estatismo y al dirigismo, para descubrir, en 1997, cuando terminaba el periodo colonial y le devolvía el territorio a China, que el PIB per cápita de la colonia era un tercio mayor que el de la patria putativa que se retiraba.
El otro es Singapur, una ciudad-estado-isla, de pocos cientos de kilómetros cuadrados, situada entre Indonesia y Malasia, también desovada por el Reino Unido, hoy altamente desarrollada, que comenzó sus reformas en 1961, entonces más pobre que Cuba y hoy infinitamente más rica.
Mediante el mercado libre, la honradez y el sentido común de sus gobernantes (que tienen la mano muy dura), Singapur ha logrado alcanzar un PIB de más de ochenta mil dólares anuales (el doble de Gran Bretaña), mientras el gobierno apenas consume el 15% de ese PIB, y la sociedad disfruta de servicios públicos equivalentes a los que reciben los escandinavos, quienes dedican más del 50% del PIB a gastos del sector oficial.
Y entre los veinticinco “más libres” en el terreno económico comparecen los Emiratos Árabes, Jordania y Catar, tres monarquías islámicas mucho más parecidas a los sultanatos medievales que a las democracias modernas.
Lo que quiero decir es que es posible tener libertad económica sin que ello desemboque en libertad política y respeto por los derechos humanos. Como también la libertad económica no siempre y necesariamente genera prosperidad individual (aunque contribuye muchísimo), a menos de que vaya acompañada por un intenso desarrollo de lo que se llama, desde hace varias décadas “capital humano”.
Hasta ahora, los mejores vivideros del planeta son aquellos en los que se conjugan las libertades políticas, las económicas, y las ideas correctas sobre el desarrollo y la convivencia. Esto se confirma con el signo de las migraciones. Ese Índice se realiza con los pies. Sería interesante juzgar a los países por el número de inmigrantes que recibe o por los que expulsa. Ese es un dato clave.

No solo de libertad económica vive el hombre

Por Carlos Alberto Montaner

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He recibido el Índice de Libertad Económica publicado por el Fraser Institute (2016). El peor de los 159 países escrutados es Venezuela. Es terrible lo que el chavismo ha hecho con esa pobre sociedad. Ha sacrificado las libertades políticas y las económicas de un país potencialmente riquísimo hasta crear un matadero infecto en el Caribe.
Se sabe que la libertad económica es un componente de la prosperidad. Grosso modo, también se sabe que los países más prósperos son los que pueden exhibir mayor libertad política, aunque a veces esos factores no coinciden.

Monday, September 19, 2016

Nuevo reporte de Libertad Económica en el Mundo 2016

Ian Vásquez analiza el nuevo reporte sobre Libertad Económica en el Mundo 2016, el declive de Estados Unidos y la reducción de la pobreza extrema a nivel mundial.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
La libertad económica mundial aumentó ligeramente a 6,85 en una escala del 0 al 10, de acuerdo al nuevo reporte Libertad Económica en el Mundo, co-publicado en Estados Unidos hoy por el Fraser Institute y Cato. EE.UU. todavía califica relativamente bajo en libertad económica y se encuentra por debajo de Chile (13), el Reino Unido (10) y Canadá (5). Los primeros cuatro países, en orden, son Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda y Suiza.
El largo declive de EE.UU. que comenzó en 2000, es el más pronunciado entre las economías más avanzadas. Refleja un patrón entre las naciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) de los aumentos constantes en libertad económica en las décadas anteriores al 2000, una caída en la libertad especialmente en respuesta a la crisis económica global y un subsecuente ligero aumento posterior a la baja (vea el gráfico a continuación). Ni Estados Unidos ni el promedio de los países de la OCDE han recuperado los altos niveles de libertad económica que alcanzaron la década pasada.




Dado que la libertad económica está fuertemente relacionada a la prosperidad y al progreso de un amplio rango de bienestar humano, los niveles relativamente bajos de los países avanzados es un poco preocupante. La libertad económica en los principales países afecta no solo a esas naciones sino que ejerce además un gran impacto en la economía global y en el bienestar humano alrededor del mundo. Uno de los capítulos, escrito por Dean Stansel y Meg Tuszynski, documenta el declive en el nivel de libertad económica de EE.UU. y cómo conlleva a su vez a la desmejora de la economía estadounidense desde el año 2000. Desde 1980 al 2000 el PIB estadounidense creció 3,4% en promedio por año, comparado al 1,8% en los años posteriores. Stansel y Tuszinski describen cómo políticas específicas han debilitado los derechos de propiedad y cada una de las grandes categorías de libertad económica estudiadas en el índice.
El aumento de libertad económica global en los últimos 35 años ha traído enormes mejoras a la humanidad. Los autores James Gwartney, Robert Lawson y Josh Hall documentan la convergencia en los niveles de libertad económica entre las economías en vías de desarrollo y las desarrolladas. Los países pobres están alcanzando a los países ricos en términos de libertad económica. Esto ayuda a explicar los logros sin precedentes en la reducción de la pobreza mundial durante este periodo (vea el gráfico a continuación).

La libertad económica es claramente beneficiosa para los pobres. Reduce la pobreza e incrementa el ingreso de los más pobres. Como el Profesor Gwartney y sus coautores señalan: “el ingreso promedio del 10% más pobre en las naciones económicamente más libres es el doble que el ingreso per cápita promedio en las naciones menos libres”.
El reporte también incluye capítulos sobre el largo deterioro de la libertad en Venezuela, el aumento de la libertad económica en Irlanda y el efecto de la desigualdad de género respecto a la libertad económica. Lea el reporte completo aquí.

Nuevo reporte de Libertad Económica en el Mundo 2016

Ian Vásquez analiza el nuevo reporte sobre Libertad Económica en el Mundo 2016, el declive de Estados Unidos y la reducción de la pobreza extrema a nivel mundial.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
La libertad económica mundial aumentó ligeramente a 6,85 en una escala del 0 al 10, de acuerdo al nuevo reporte Libertad Económica en el Mundo, co-publicado en Estados Unidos hoy por el Fraser Institute y Cato. EE.UU. todavía califica relativamente bajo en libertad económica y se encuentra por debajo de Chile (13), el Reino Unido (10) y Canadá (5). Los primeros cuatro países, en orden, son Hong Kong, Singapur, Nueva Zelanda y Suiza.
El largo declive de EE.UU. que comenzó en 2000, es el más pronunciado entre las economías más avanzadas. Refleja un patrón entre las naciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) de los aumentos constantes en libertad económica en las décadas anteriores al 2000, una caída en la libertad especialmente en respuesta a la crisis económica global y un subsecuente ligero aumento posterior a la baja (vea el gráfico a continuación). Ni Estados Unidos ni el promedio de los países de la OCDE han recuperado los altos niveles de libertad económica que alcanzaron la década pasada.


Los beneficios de la libertad económica

Ian Vásquez reseña el más reciente Índice de Libertad Económica en el Mundo publicado por el Fraser Institute.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Solo basta mirar los casos de Chile y Venezuela para confirmar algunas de las lecciones globales más importantes que ofrece el nuevo índice sobre la “Libertad económica en el mundo”, publicado esta semana por el Fraser Institute de Canadá.
De los 159 países de los cuales el índice evalúa su nivel de libertad económica —el tamaño de su Estado, apertura económica, peso regulatorio, etc.— Venezuela se ubica en el último lugar, mientras que Chile, en la posición 13, tiene la economía más libre de América Latina. Chile está tocando las puertas de ser un país desarrollado luego de décadas de haber aumentado su libertad económica, mientras que Venezuela es más pobre hoy que en los años setenta, cuando empezó su declive en libertad económica (el chavismo solo aceleró una caída que ya se estaba dando).



No es casualidad. La evidencia mundial muestra que a más libertad económica, mayor prosperidad y mayor crecimiento. No debe sorprender. El aumento de libertad incrementa tanto la productividad como el nivel y la calidad de las inversiones, lo cual conlleva a más riqueza. Lo impresionante es que aumentos aparentemente menores de libertad económica producen resultados dramáticamente diferentes. Si uno separa las economías del mundo en cuatro grupos por su nivel de libertad, encuentra que el ingreso per cápita de los más libres es de US$41.000, mientras que el próximo grupo goza de la mitad de ese ingreso.
Países alrededor del mundo han descubierto el poder de la libertad económica en los últimos 35 años. Es así como China y la India, por ejemplo, al liberalizar sus economías, han podido crecer entre 7% y 10% por décadas y sacar a cientos de millones de personas de la pobreza, cosa inédita en la historia, tanto en su escala como en su rapidez. Es por eso también que la desigualdad mundial, que había estado creciendo por un par de siglos, empezó a disminuir en ese período. Los pobres están alcanzando a los ricos a nivel mundial. En los ochenta, el 40% de la humanidad vivía en la pobreza; hoy la tasa de pobreza mundial está por debajo del 10%.
La brecha también se está cerrando en términos de prácticamente todos los indicadores de bienestar humano —expectativa de vida, acceso a agua potable, mortalidad infantil, etc.— y a un paso aun más acelerado. Además, la libertad económica está fuertemente relacionada con las libertades políticas y civiles. La democratización se ha expandido en la medida que se han abierto las economías. Las libertades civiles y democráticas son casi imposibles de mantener sin un nivel razonable de libertad económica. No es casualidad que un Chile autoritario se volvió democrático en la medida que liberalizó su economía, mientras que la Venezuela democrática se volvió autoritaria en la medida que reprimió su economía.
La tendencia global liberalizadora de las últimas décadas se caracteriza por otra brecha que se cierra —la de la libertad económica entre los países ricos y pobres—. Los niveles de libertad de las naciones en desarrollo se han elevado y están cada vez más cerca del de los ricos. Desafortunadamente, el nivel de libertad económica de los países ricos comenzó a caer desde la década pasada después de haber aumentado por varios decenios y solo recientemente ha empezado a levantarse un poco. En algunos casos, como el de EE.UU., cayó marcadamente. Ni la libertad económica de EE.UU. ni la del promedio de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) han recuperado sus niveles más altos. Esto importa porque la libertad de los países más libres ha beneficiado enormemente a toda la humanidad, incluso a los menos libres.
Hay poco que un país como el Perú, que se encuentra en la posición 52 del índice, pueda hacer acerca de la actitud de los países ricos. Pero el mensaje positivo es que los países pueden ser dueños de sus destinos. En ese sentido, urge prestar atención al indicador en el que el Perú sale mal calificado en el índice: Estado de derecho. Dado que la evidencia muestra que los países con bajos puntajes en esa área terminan perjudicando su desarrollo, hay mucho que nos falta hacer para fortalecer la libertad económica peruana.

Los beneficios de la libertad económica

Ian Vásquez reseña el más reciente Índice de Libertad Económica en el Mundo publicado por el Fraser Institute.

Ian Vásquez es Director del Centro para la Libertad y la Prosperidad Global del Cato Institute.
Solo basta mirar los casos de Chile y Venezuela para confirmar algunas de las lecciones globales más importantes que ofrece el nuevo índice sobre la “Libertad económica en el mundo”, publicado esta semana por el Fraser Institute de Canadá.
De los 159 países de los cuales el índice evalúa su nivel de libertad económica —el tamaño de su Estado, apertura económica, peso regulatorio, etc.— Venezuela se ubica en el último lugar, mientras que Chile, en la posición 13, tiene la economía más libre de América Latina. Chile está tocando las puertas de ser un país desarrollado luego de décadas de haber aumentado su libertad económica, mientras que Venezuela es más pobre hoy que en los años setenta, cuando empezó su declive en libertad económica (el chavismo solo aceleró una caída que ya se estaba dando).


Thursday, September 15, 2016

Por quinto año, Venezuela es el país con menos libertad económica del mundo

By: Orlando Avendaño -

(Doral News)
Mientras Venezuela se encuentra al fondo de la lista, Hong Kong y Nueva Zelanda están en el tope. (Doral News)
Este jueves 15 de septiembre el Instituto Cato con sede en Washington D.C., Estados Unidos, y el Instituto Fraser publicaron su informe anual de libertad económica en el mundo, y los resultados son, nuevamente, desafortunados para Venezuela: el país latinoamericano se volvió a ubicar al final de la lista de 159 países.
En una escala de 0 (nada de libertad económica) a 10 (completa libertad), Venezuela tiene el índice más bajo de los países reseñados por el Cato. Con 3,29 la nación liderada por Nicolás Maduro se ubicó por debajo de países como Libia, la República del Congo, la República Centroafricana, Zimbabwe, Etiopía y otras naciones.



El informe muestra los resultados obtenidos hasta el año 2014, por lo que aún se puede ver a Argentina casi al final de la lista, es el número 156, con 4,81 de libertad.
Además de Venezuela y Argentina, el otro país suramericano que aparece entre las naciones con menos libertad económica es Brasil, el cual se ubica en el puesto 124.
No obstante, ésta no es la primera vez que Venezuela está al final de la lista. En el reporte de 2015, que recogió los datos hasta 2013, el país de Maduro también estaba en el último puesto (esta vez el 157) con 3,23.
Luego, en el informe de 2014 —con datos de 2012—, los resultados también eran desfavorables: Venezuela en el puesto 152 (el último de ese año). En 2013 ocurrió lo mismo, y también en el año 2012, cuyos datos son de 2010, cuando el presidente era Hugo Chávez.
En contraste, durante esos cinco años consecutivos la lista fue liderada por Hong Kong, señalando en este caso la región con mayor libertad económica en el mundo. En segundo lugar está Singapur, y en tercero Nueva Zelanda.
Varios analistas políticos atribuyen la falta de libertad económica en Venezuela a las políticas socialistas de los gobiernos chavistas. Estas políticas han incluido, a lo largo de los últimos años, una fuerte intervención estatal en la producción nacional y en el capital privado.
Aunado a esto, se señala que la actual crisis económica, social y humanitaria está estrictamente relacionada a la falta de libertad económica en el país y a las políticas de controles y subsidios.
Fuente: Cato

Por quinto año, Venezuela es el país con menos libertad económica del mundo

By: Orlando Avendaño -

(Doral News)
Mientras Venezuela se encuentra al fondo de la lista, Hong Kong y Nueva Zelanda están en el tope. (Doral News)
Este jueves 15 de septiembre el Instituto Cato con sede en Washington D.C., Estados Unidos, y el Instituto Fraser publicaron su informe anual de libertad económica en el mundo, y los resultados son, nuevamente, desafortunados para Venezuela: el país latinoamericano se volvió a ubicar al final de la lista de 159 países.
En una escala de 0 (nada de libertad económica) a 10 (completa libertad), Venezuela tiene el índice más bajo de los países reseñados por el Cato. Con 3,29 la nación liderada por Nicolás Maduro se ubicó por debajo de países como Libia, la República del Congo, la República Centroafricana, Zimbabwe, Etiopía y otras naciones.


Sunday, September 11, 2016

La libertad económica y las ventajas del retraso

Erich Weede fue profesor de sociología de la Universidad de Bonn en Alemania hasta otoño de 2004, cuando se jubiló. Es miembro de la Sociedad Mont Pélerin.
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También puede leer este documento en formato PDF aquí.
De acuerdo a los estudios de economía, la libertad económica y su aumento mejoran las tasas de crecimiento1. Pero sus efectos están dominados por el nivel de desarrollo económico y de capital humano. ¿Acaso estos descubrimientos implican que los defensores del capitalismo y la libertad económica exageran su argumento? Para nada.
Considere el nivel de libertad económica que determina las potenciales ventajas del retraso. Los economistas suelen discutir las razones por las cuales existen estas potenciales ventajas: las economías menos desarrolladas pueden valerse de las tecnologías, los modelos empresariales y los procedimientos de mercadeo de las economías más avanzadas2; y la imitación puede ser más fácil y rápida que la innovación de la cual las economías desarrolladas dependen.



Posiblemente, estas ventajas son mayores en niveles moderados de retraso en los que el grado de formación de capital humano permite la explotación de las oportunidades del retraso. O, las economías menos desarrolladas tienen más espacio para reasignar su fuerza laboral desde ocupaciones menos productivas hacia actividades más productivas dentro de la industria o los servicios. O, es probablemente más sencillo encontrar inversiones lucrativas en los países en desarrollo —por ejemplo, en infraestructura de transporte— que en las economías altamente desarrolladas en las que muchas de las inversiones obvias ya han sido realizadas. Yo no quiero sumarme al debate acerca del relativo mérito de estos argumentos. Tampoco quiero añadir argumentos de otras ciencias sociales de acuerdo a las cuales el proceso de desarrollo económico implica cambios de valores que luego socavan las posibilidades de un desarrollo económico en el futuro3.
El papel de los países avanzados
En cambio, quiero resaltar lo obvio pero que, sin embargo, suele ser olvidado: las ventajas del retraso para algunos países en vías de desarrollo presupone la existencia de países desarrollados. Si los países avanzados —como por ejemplo, EE.UU., los países europeos y Japón— no habrían existido, los primeros “tigres asiáticos” (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) nunca hubieran crecido así de rápido como lo hicieron, ni China e India estuvieran creciendo como lo están haciendo hoy. Antes de mediados del siglo XX y antes de que se conociera el diferencial entre los ingresos de las sociedades occidentales industriales y de los países menos desarrollados, ningún país importante alguna vez creció así de rápido como lo hicieron Corea y Taiwán durante los 1960s y 1970s, o como lo ha hecho China desde los 1980s, y como lo están haciendo India y Vietnam ahora4. Por lo tanto la inequidad internacional es un componente esencial de las ventajas del retraso. Esta desigualdad beneficia a aquellos países retrasados los cuales se aprovechan de las oportunidades disponibles.
Los países avanzados y relativamente libres son esenciales para generar las oportunidades del retraso. Ellos proveen un modelo, una fuente de tecnología y un mercado para los productos producidos con labor de salarios bajos. Si los países avanzados se volvieron ricos antes que otros países es porque ellos establecieron derechos de propiedad seguros para los comerciantes y los productores antes que otros países, porque ellos se beneficiaron de gobiernos limitados antes que otros, porque ellos inventaron el capitalismo y se beneficiaron de la libertad económica antes, por lo tanto las ventajas del retraso son el efecto de la libertad económica y del capitalismo5.
Desafortunadamente, la escasez de información cuantitativa no nos permite analizar el impacto de la libertad económica en las tasas de crecimiento a largo plazo. Pero es posible establecer que el impacto de la libertad económica es fuerte basándose en la información cualitativa o narrativa. Las ventajas del retraso debieron haber sido pequeñas antes del establecimiento del capitalismo porque las civilizaciones más importantes (compuestas de decenas de millones de personas) de ese entonces todavía tenían ingresos per cápita relativamente similares6.
Por lo tanto, las ventajas del retraso ameritan una interpretación Hayekiana:
Los beneficios de la libertad, por lo tanto, no se limitan a los libres . . . No hay duda de que en la historia las mayorías sin libertad se han beneficiado de la existencia de las minorías libres y que hoy las sociedades sin libertad se benefician de lo que ellas obtienen y aprenden de las sociedades libres7.
Esta aseveración encaja con la relación actual entre la República Popular de China y el Occidente, como si hubiese sido escrita ayer y con precisamente este ejemplo en mente. Que los beneficios de la libertad económica en EE.UU. y en el Occidente se extienden a sociedades estatistas también lo indicó Henry Nau con respecto a Japón y a otros estados asiáticos que se desarrollaron antes, tales como Taiwán y Corea del Sur:
El modelo de desarrollo asiático celebrado por teóricos del comercio estratégico funciona solo en el contexto de un modelo anglo-americano de comercio más libre. Nadie ha demostrado que Japón o cualquier otro país asiático hubiera podido triunfar en sus estrategias comerciales y económicas, sin importar el nivel de intervención estatal, si no hubiese tenido acceso a los mercados mundiales, particularmente al mercado estadounidense. Atribuirle tal éxito a un modelo de desarrollo superior, y a la intervención en la política comercial, por lo tanto, es en el mejor de los casos, una verdad a medias8.
Una perspectiva diferente de la desigualdad global
Así que parece que la libertad económica en la economía mundial, esto es, la existencia de economías libres dominantes y pioneras, es de primordial importancia para mejorar las tasas de crecimiento y dejar atrás la pobreza en todas partes. Además, la libertad económica entre las naciones, o la extensión de esta, ayuda a aquellos que la practican.
El reconocimiento del hecho de la desigualdad internacional también ha resultado en evaluaciones muy distintas. Recientemente, el Banco Mundial se quejó de que “hay desigualdades inmensas en el mundo. Hasta los ciudadanos en mejores condiciones en gran parte de los países en vías de desarrollo tienen peores oportunidades que los pobres en los países más ricos. El hecho de que el país de nacimiento es un factor que determina las oportunidades de una persona va en contra de nuestra visión de igualdad”9.
Sea cual sea el concepto de igualdad del Banco Mundial, este es en el mejor de los casos una evaluación incompleta del impacto de la desigualdad entre las naciones —la cual surgió debido al establecimiento de derechos de propiedad, libertad económica, y capitalismo en el Occidente antes de que esos logros lentamente se esparcieran a otros lugares. Si el establecimiento temprano de la libertad económica no hubiese enriquecido al Occidente antes que a otros, entonces no habría ventajas potenciales en el retraso de las cuales los países pobres podrían aprovecharse. Por lo tanto, la libertad económica occidental no solo generó los prerrequisitos de la prosperidad occidental; simultáneamente estableció la precondición para escapar rápidamente de la pobreza masiva en otras partes del mundo.

La libertad económica y las ventajas del retraso

Erich Weede fue profesor de sociología de la Universidad de Bonn en Alemania hasta otoño de 2004, cuando se jubiló. Es miembro de la Sociedad Mont Pélerin.
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De acuerdo a los estudios de economía, la libertad económica y su aumento mejoran las tasas de crecimiento1. Pero sus efectos están dominados por el nivel de desarrollo económico y de capital humano. ¿Acaso estos descubrimientos implican que los defensores del capitalismo y la libertad económica exageran su argumento? Para nada.
Considere el nivel de libertad económica que determina las potenciales ventajas del retraso. Los economistas suelen discutir las razones por las cuales existen estas potenciales ventajas: las economías menos desarrolladas pueden valerse de las tecnologías, los modelos empresariales y los procedimientos de mercadeo de las economías más avanzadas2; y la imitación puede ser más fácil y rápida que la innovación de la cual las economías desarrolladas dependen.


Monday, July 25, 2016

El imperativo moral del mercado