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Monday, December 12, 2016

EL DESINFLE JAPONES. ¿EL ESTADO O EL MERCADO.?

Liberty Americas Foundation
Ricardo Valenzuela.
 Image result for western cowboys
El mundo entero se estremece ante los terremotos financieros internacionales que ya afectan toda Asia, la vieja Unión Soviética, y muy particularmente Japón. Ante el entorno geopolítico en que nos encontramos prácticamente al final de este milenio, hay importantes lecciones que tenemos que aprender. El caso de Japón debe de ser una llamada de atención particularmente para países como México, que no han logrado encontrar su identidad económica, política y social, y todavía insisten en buscar la solución de todos sus problemas en ese ser amorfo; el Estado.

Después del colapso del comunismo estilo Unión Soviética, el modelo económico Japón SA---tercera vía---- se identificó por muchos como la única alternativa para competir con el capitalismo democrático y de mercado del mundo occidental. Sus admiradores americanos-----que fueron bautizados como “los revisionistas”-----a finales de los 80s y principios de los 90s, argumentaban que los EU no podría competir con esa forma tan especial de capitalismo dirigido por el Estado practicado por Japón. Ellos afirmaban; A menos de que Washington adopte el estilo japonés, abandone los mercados libres a favor de un “comercio internacional manipulado,” y la activa participación del Estado en la economía, los EU se convertirá en una colonia de Japón.



Hoy día, el veredicto es el siguiente: los revisionistas fatalmente se equivocaron tanto en sus afirmaciones de la amenaza llamada Japón, como en sus  recomendaciones para que los EU cambiara sus políticas. Japón no domina económicamente el mundo hoy día; todo lo contrario, ha sufrido la década perdida con la crisis económica que lo abate ya por casi 8 años. El modelo Japón SA no ha eclipsado al capitalismo estilo occidental; pero además hay un consenso general en ambos lados del pacifico de que dicho modelo ha sido un  fracaso. Países al norte y sur del pacifico se encuentran abrazando el modelo de capitalismo democrático, capitalismo de mercado ante la crisis económica mundial de la que culpan al capitalismo oligárquico de Japón. Al mismo tiempo, los EU se encuentran disfrutando un período récord de prosperidad porque precisamente ignoraron los consejos de los revisionistas. 

Los problemas de Japón son ahora muy obvios. Para revivir su economía deberá de establecer un sistema en el cual el capital sea invertido, no de acuerdo a las relaciones personales establecidas entre las mafias de negocios o las políticas gubernamentales, pero en respuesta a las señales claras y entendidas de los mercados. Japón necesita abandonar los rasgos de su sistema que los revisionistas tanto admiraban y promovían.

El gran error de los revisionistas fue el creer que un pequeño grupo de burócratas podrían ser mas eficientes que los millones de ciudadanos tomando decisiones de que comprar o vender, y de esa forma disparar los valores de sus mercados tanto financieros como inmobiliarios. Solo unos años después, eso mismos burócratas fueron requeridos para reventar la burbuja.

¿QUE FUE LO QUE SUCEDIO?.

Hace diez años los EU se encontraban librando un agonizante debate acerca de sus relaciones con Japón. La mayoría de las industrias americanas----automóviles, electrónicos, semiconductores, acero-----estaban sucumbiendo ante la competencia japonesa. Los trofeos americanos  representados por  famosos activos que iban desde el Rockefeller Center, el famoso campo de golf Pebble Beach y muchos otros, estaban cayendo en manos de los japoneses. El “monstruoso” déficit de la balanza comercial a favor de Japón no sucumbía ni con la agresiva apreciación del Yen. Muchos pensaron que definitivamente los EU estaban perdiendo la batalla económica ante Japón.

A la cabeza del coro apocalíptico estaba un grupo de comentadores que el reportero Bob Neff bautizó como “los revisionistas.” Cuatro eminentes figuras destacaban del grupo: el científico político Chalmers Johnson cuyo libro de 1982 El MITI y el milagro Japonés, estableció las bases intelectuales para otros escritores; el ex-negociador de comercio internacional de la administración de Reagan Clyde Prestowitz, quien también publicó el libro; Cambiando de lugar: Como le estamos entregando nuestro futuro a los japoneses, y después fundó el Economic Strategy Institute para avanzar las ideas de los revisionistas; un reportero del US News and World Report James Fallows; y el periodista holandés Karel von Wolferen autor del libro El Enigma del Poder Japonés. Estos hombres influenciaron a muchos otros----incluido el escritor Michael Crichton cuya novela del tema Rising Sun, se convirtió en un best seller. 

Los revisionistas afirmaban con gran asertividad, que en contraste con el capitalismo de mercado abierto practicado en los EU, Japón practicaba una forma de capitalismo dirigido por el Estado. Bajo ese modelo, las fuertes relaciones establecidas entre empresarios, banqueros, altos ejecutivos y los políticos eran las responsables de moldear los resultados de la economía ya previstos y presupuestados. Estratégicamente invirtiendo el capital a través de un sistema bancario super controlado, argumentaban, Japón ahuyentará a los competidores extranjeros de los mercados, de esa forma logrará el dominio de la economía mundial.

Los revisionistas siempre mantuvieron también que, porque Japón nunca jugó de acuerdo a las reglas normales y tradicionales del capitalismo occidental, era inútil el utilizar las reglas básicas de negociaciones comerciales comunes para de esa forma lograr la apertura de sus mercados. Ellos siempre argumentaron había que negociar tratados de comercio internacional “administrados,” a base de “resultados controlables” como la única forma realista de reducir el desbalance entre Japón y los EU. Mas allá de eso, ellos siempre propusieron elementos de la política industrial estilo japonés como los medios mas adecuados para mejorar el comportamiento de la economía americana.

LA ECONOMIA JAPONESA EN GRAVES PROBLEMAS

En su libro, Trading Places, Clayde Prestowitz escribió:

“El poder atrás del establecimiento japonés es mucho mas grande de lo que los americanos sospechan, y el mismo establecimiento no puede detener esa avalancha, porque Japón ha fabricado una maquina automática para crear riqueza, tal vez la primera desde la época del Rey Midas”.

Prestowitz se refería al asenso milagroso y en contra de las leyes de gravedad del valor de los mercados financieros e inmobiliarios japoneses en los años 80s. Ese fenómeno es ahora conocido como “la economía burbuja,” y su colapso ha dejado a Japón económicamente herido de muerte. La magnitud de la caída es impresionante: El mercado bursátil de Tokio ha perdido el 60% de su valor desde que llegó a su récord en 1989, y los valores de los bienes raíces ha caído hasta un 80%. Esa depresión de precios ha dejado a los bancos japoneses con unos niveles de deuda mortales. El año pasado las autoridades japonesas estimaron el problema de prestamos “desahuciados” en $570 mil millones de dólares, casi el 20% del PIB. Los expertos piensan que esa cantidad puede ser un 40% más alta.

El efecto de la crisis crediticia ha sido el de paralizar el sector financiero japonés, y con el, la economía del país. El gobierno japonés gastó $556 mil millones de dólares  en obras públicas durante 1992-1995 tratando de estimular su economía, los intereses han caído a niveles récord, pero aun así la economía permanece anémica. De 1992 a 1995 el crecimiento económico promedio de Japón fue de 1% comparado con más de un 3% en los EU, y poco menos de 3% para el resto del mundo. La economía de Japón de hecho en 1997 decreció casi el 1%, y con dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, Japón oficialmente está en medio de una grave recesión, la primera desde 1975.

Otras estadísticas nos muestran un panorama igual de triste. Las quiebras de negocios aumentaron casi un 40% en Mayo de1998 en relación al año anterior, las quiebras personales este año deben de exceder las 100,000 comparado con 70,000 el año pasado ya de por si muy altas. En Junio de este año el Yen cayó a su nivel mas bajo en relación al dólar en los últimos casi diez, forzando a las autoridades a intervenir en el mercado cambiario. 

El desempleo ---históricamente bajo en Japón----ha alcanzado su nivel más alto en décadas. Llegó a un 4.1% en Junio de este año, de acuerdo a la información proporcionada por el gobierno. Los economistas mas prestigiados afirman que tal situación puede empeorar. Otros expertos afirman que el porcentaje de desempleo medido estilo occidental pudiera llegar a cerca de un 10%.

Japón también está sufriendo serios problemas fiscales. El déficit de su presupuesto este año debe llegar a un masivo 7% de su PIB, al tiempo que la deuda publica ha aumentado a un100% de su PIB. En el largo plazo el problema fiscal es aun peor por las tendencias demográficas. Morgan Stanley estima que razón financiera de dependencia----el numero de pensionados sostenidos por trabajadores---- llegará a un 56% para el año 2010, el porcentaje mas alto entre las naciones industrializadas. Sin un serio plan de reestructuración el plan de pensiones Japón puede sufrir un colapso muy grave. Akio Mikuni un prestigiado financiero en el país, afirma que el sistema japonés debe de explotar en el corto plazo, y el también afirma que por lo menos el 10% de las compañías cotizadas en bolsa, unas 300, incluyendo unos 15 bancos----van a declararse  en quiebra o serán comprados en medio de sus problemas como buenas gangas.

AHI VIENE EL LOBO

Los problemas económicos actuales de Japón contrastan seriamente con la visión de los revisionistas articulada en los 80s y la primera parte de los 90s. Esa visión fue popularizada por la gran cantidad de lectores de M. Crichton que se volcaron a devorar su best seller Rising Sun en donde el escribió:

 “Tarde o temprano, los EU tendrá que aceptar que Japón se ha convertido en el líder del mundo industrial. Los japoneses tienen la expectativa de vida más alta del mundo. Tienen el desempleo mas bajo, la educación mas sofisticada, el más pequeño desbalance entre sus clases sociales. Los productos industriales japoneses son los de mas alta calidad”……..

Afirmaban también: “Pero ellos no han tenido este indescriptible éxito haciendo las cosas como nosotros. Japón no es Estado Industrial al estilo occidental. Los japoneses inventaron una nueva forma de comercio internacional-----comercio de enfrentamiento, comercio de guerra, comercio para destruir a la competencia, comercio kamikasi-----y los EU no lo han entendido después de tantos años. Los EU siguen insistiendo para que Japón haga las cosas a nuestra manera. Los japoneses responden, ¿porque cambiar? Nos ha ido mucho mejor que a ustedes. Eso nadie lo puede refutar.”

PACIENCIA. VIRTUD O VICIO

Los revisionistas siempre pensaron que el gran secreto del éxito del sistema japonés era su visión a largo plazo. El sistema financiero japonés invertía capital no para lograr impresionantes rendimientos en el corto plazo, sino para ganar penetración en los mercados estratégicos, de esa forma supuestamente maximizar sus rendimientos en el largo plazo.

Japón logró esa orientación tan diferente poniendo a disposición de los empresarios un capital muy paciente. Los Bancos en lugar de los mercados de capitales fueron los que proveyeron los fondos. Esa situación todavía persiste; los préstamos bancarios en estos momentos representan el 150% de su PIB, mientras que el mercado de bonos representa solo el 70%. En los EU la situación es totalmente al contrario; el mercado de bonos representa el 110% del PIB, mientras que los préstamos bancarios son solo el 50%. El dominio de los bancos en Japón permitió que el capital se invirtiera de acuerdo a las políticas gubernamentales o de acuerdo a las relaciones personales en lugar que de acuerdo a los dictados del mercado.   

Otra característica clásica del sistema japonés era el cruce de acciones. Como las empresas y los bancos eran dueños entre si (unos dueños de otros), las empresas japonesas no eran molestadas y presionadas por accionistas impacientes por resultados. En 1991 por ejemplo, el 70% de las acciones listadas en la Bolsa de Tokio eran propiedad de corporaciones y muy rara vez se intercambiaban. 

Así el acceso a capital paciente le quitaba la presión a los ejecutivos de las empresas de lograr rendimientos a corto plazo, de esa forma liberándolos para concentrarce en penetrar los mercados. Y para los revisionistas, la penetración del mercado en la guerra económica es como los territorios conquistados en la guerra convencional; el que los controla, gana la guerra. Así también los revisionistas pensaban la importancia de la penetración del mercado sobre las utilidades, era la estrategia adecuada para ganar la guerra comercial.

Chalmer Johnson lo articuló de esta manera: “Japón es dinámico porque sus ejecutivos se dedican a competir con otras empresas, sin tener que servir los parásitos intereses de los accionistas o los pasivos intereses de los trabajadores que no tienen voz ni voto en los destinos de las corporaciones.” 

El sistema de los EU  con un gran énfasis en el mercado de capitales no en la banca comercial, y con la amenaza constante de los asaltos al control patrimonial de las empresas por el sofisticado mercado para ese control corporativo, estaba supuestamente negativamente afectado por la famosa visión a corto plazo. Por lo mismo, los revisionistas pensaban que la empresa americana definitivamente no podía competir con la japonesa; Ellos siempre afirmaron que el capital en los EU era muy caro, y sobretodo muy impaciente.

Ante los graves problemas que Japón enfrenta en estos momentos, y los tumores financieros que ya lo afectan por casi una década, los defectos del capital paciente se han hecho muy obvios. El problema con la orientación a largo plazo es que se convierte en una escusa para justificar la falta de producción de utilidades. La excusa para los malos resultados puede siempre ser; estamos  construyendo el futuro, pero en estos momentos, ya no hay justificación puesto que el futuro se les escurre entre las manos.

El gran problema en Japón ahora es que aun con la estrepitosa caída de los valores de las acciones, los dividendos decretados por las empresas permanecen abajo del 1%. El rendimiento del capital de los negocios en Japón ha caído por abajo del de la Unión Europea y es ahora menos de la mitad del de los EU. Japón es ahora el más ineficiente usuario de capital en el mundo desarrollado, y eso ante un mundo ahora regido por los mercados, es una grave enfermedad.

Los revisionistas siempre afirmaron que Japón con 7 de los 10 bancos más grandes del mundo, el mercado de valores más grande del mundo, y las casas de bolsa más ricas del globo, se convertiría en el centro financiero del planeta. Pero  recientemente el Financial Times en un interesante articulo describió una realidad muy diferente: “Mientras que Londres y Nueva York han reafirmado su calidad de los centros financieros mundiales, el volumen de operaciones del mercado de valores de Tokio ha caído a la mitad de lo que era en 1989.” Durante el periodo de 1992-1995 su volumen de operaciones de compra-venta de monedas, disminuyó substancialmente.”     

ESCOGIENDO LOS GANADORES

Además del paciente capital, los revisionistas identificaron como uno de los grandes secretos del éxito de Japón la promoción de algunas industrias “estratégicas” con el objetivo de ampliar su competitividad internacional. Ellos siempre alabaron las acciones del Ministerio de Industria y Comercio Internacional, o, MITI, y sus políticas industriales de subsidios, proteccionismo, y “guías administrativas.”

Los revisionistas siempre argumentaron que los EU debería de adoptar algunos aspectos de la política industrial de Japón. Ellos promovían una activa participación de Washington en industrias claves y empresas cuya salud ellos consideraban vital para el desarrollo de la economía. En particular promovían que los EU estableciera una “agencia piloto” similar al MITI, y de esa forma “guiar” el desarrollo industrial del país haciendo caso omiso de los mercados.

Afortunadamente los EU en gran parte ignoraron los consejos de los revisionistas y han hecho muy poco para definir y promover industrias estratégicas a no ser por débiles y aislados esfuerzos como el proyecto del Departamento de Comercio; Advance Techology Program, que ha sido un verdadero fracaso. La administración Clinton llegó al poder con todas las intenciones de promover algunas de esa ideas, pero el congreso republicano se opuso vigorosamente y tuvo que dar reversa.

Ante este panorama, la economía americana en esta década ha tenido un desarrollo envidiable, las compañías americanas dominan hoy día los mercados de industrias tan importantes como la de microprocesadores, computadoras personales, discos duros, los programas computacionales. En particular las compañías americanas dominan el internet-----un campo estratégico que los revisionistas y otros idiologos con ideas similares nunca visualizaron. 

EL COMERCIO INTERNACIONAL ADMINISTRADO

Confrontando lo que ellos pensaron era una nueva forma superior de capitalismo, los revisionistas pensaron que las viejas reglas de comercio internacional ya no eran aplicables. Mientras que el libre comercio siempre fue en beneficio mutuo entre las economías occidentales, para Japón no lo era.

Los revisionistas específicamente abogaban por abandonar las reglas básicas de comercio internacional para establecer  un “comercio administrado,” un comercio con “resultados negociados.”

Afortunadamente como con la política industrial, los EU solo coquetearon con los revisionistas en aspectos de cambio de las estrategias de comercio internacional. En su momento se establecieron algunas restricciones en la importación de algunos productos japoneses----los llamados acuerdos voluntarios de control en automóviles, acero, y herramientas. En el caso de semiconductores, se negoció una ”expansión voluntaria de las exportaciones” en acuerdos en los cuales Japón aceptó compartir ese mercado.

La administración Clinton buscó la estrategia de “a base de resultados” de una manera más amplia y agresiva en 1993, pero el gobierno japonés se rehusó a seguir compartiendo los mercados. En un enfrentamiento decisivo en 1995 sobre comercio de automóviles, EU decidió retractarse y no imponer las sanciones con las que había amenazado a Japón. Desde entonces, las demandas de los EU por mas participación en los mercados, han prácticamente desaparecido.  

EL TERCER CAMINO. EL CAMINO SIN DESTINO

Los admiradores del sistema japonés pensaron que habían encontrado una forma superior de capitalismo; el llamado capitalismo de desarrollo estatal. Ellos afirmaban, el capitalismo de desarrollo estatal representa un tercer camino a través del cual el gobierno establece objetivos “sociales,” pero utiliza los mecanismos del mercado para lograrlos. La propiedad privada y el libre intercambio existen, pero la planeación gubernamental y la manipulación son también esenciales. James Fallows afirmaba:

 “El estilo asiático desconfía profundamente de los mercados. Ve la competencia como para mantener a las empresas nerviosas pero, no como el camino para resolver ninguna interrogante de la vida----como la sociedad se manifieste, es en la dirección que la economía se debe desarrollar.”

Específicamente, los esfuerzos del gobierno para promover desarrollo económico a través de la intervención en los mercados, eran siempre enfocados para ayudar a empresas identificadas por ellos a minimizar las posibilidades de fracaso en sus actividades.  Esa intervención incluía subsidios directos, protección contra importaciones,  y la dirección del capital privado hacia esas actividades.

Que era lo que realmente había sucedido en Japón.? Era un hecho que las compañías japonesas habían desarrollado nuevas y superiores técnicas de manufactura, así como sistemas de inventario muy eficientes. Armadas con esas nuevas técnicas, las compañías japonesas definitivamente se ubicaron como un reto competitivo muy importante en determinadas industrias, sin embargo, no en los mercados internacionales.

En segundo lugar, Japón como país estaba experimentando un gran crecimiento y un rápido avance porque estaba modernizándose al estilo occidental. Es mucho más fácil el crecer y rápidamente mejorar productividad y eficiencia cuando se está aplicando técnicas inventadas en otras partes en lugar de estar desarrollando las suyas propias. Además Japón se estaba desarrollando en un ambiente estructurado por los EU después de la guerra, un ambiente propicio para los negocios, de impuestos bajos y muy poca intervención y gasto estatal. El rápido asenso de Japón se debió a eso, no a las políticas del MITI de intervención y manipulación de los mercados.

Japón podía haber evitado esta crisis si solo hubiera seguido manejándose con las políticas que promovieron su gran desarrollo en los 60s, específicamente las políticas fiscales. En los 60s Japón tenía uno de los sistemas impositivos más bajos del mundo desarrollado. Sin embargo, desde 1965 la carga fiscal ha crecido hasta convertirse en el 30% del PIB en comparación con un 18%. A medida que los impuestos aumentaron, disminuyó su crecimiento económico hasta caer a un 1% el año pasado, en comparación de casi el 10% a principios de los 70s. El impuesto sobre la renta en Japón es un ridículo 50%, comparado con un Hong Kong en donde es de 15%, y los EU un 36%. Las empresas japonesas pagan hasta un casi 80% de sus ingresos en diferentes tipos de impuestos nacionales y locales, pues hay que recordar que este “capitalismo estatal,” después se los regresa en subsidios, precios de garantía, prestamos blandos etc, o como las mafias de los años 20s en los EU, protegiéndolos de la competencia.

Finalmente el origen de los problemas que azotan a Japón en estos momentos, se debe a la falta de visión de sus líderes para llevar a cabo la transición de un capitalismo de desarrollo estatal, hacia una economía madura en la frontera tecnológica. En lugar de llevar a cabo esa transición, Japón primero fingió prosperidad inflando la burbuja de su economía el los 80s; después cuando la burbuja se reventó, se han rehusado a introducir la responsabilidad que exigen los mercados en su sistema. Japón para revivir necesita establecer un sistema a través del cual el capital sea invertido, no de acuerdo a las relaciones establecidas o las políticas gubernamentales, sino en respuesta a las claras señales del mercado. Japón necesita abandonar el estilo de Japón SA.  

A pesar de todas las señales tan claras de los graves problemas de Japón, los revisionistas siguen necios en sus afirmaciones y ahora dicen: “La economía japonesa es como un joven ciclista pedaleando cuesta arriba, muestra el cansancio y el esfuerzo en su cara, pero es un cansancio saludable.” Solo un año antes habían afirmado que para el año 2000 la economía japonesa sobrepasaría a la americana par llegar a ser la más grande del mundo. Ahora con la economía americana todavía casi el doble de la japonesa y creciendo a un ritmo increíble, las posibilidades para ellos no lucen promisorias.

Con todas las economías asiáticas en agonía, es tiempo de una profunda reflexión: Los revisionistas afirmaban haber descubierto una nueva forma de capitalismo superior, el capitalismo japonés de desarrollo estatal. Hoy día sin embargo, es sistema es conocido como capitalismo oligárquico, y su fracaso manifiesto está provocando pena y dolor en toda la cuenca del Pacifico.

Los revisionistas SE EQUIVOCARON. Pero todos sus errores se desprenden de una sola cosa; su inhabilidad para entender y apreciar el poder de los mercados libres. Ellos han sufrido lo que el famoso economista F.A. Hayek llamó EL CAPRICHO FATAL, ellos creyeron que un puñado de burócratas podían tomar mejores decisiones que millones de consumidores privados-----podían escoger industrias estratégicas, invertir capital desafiando las señales de los mercados, de esa forma inflar permanentemente los mercados financieros e inmobiliarios, moldear una economía que convertiría a Japón en el país mas rico y poderoso de la tierra, pero no se puede desafiar a los mercados.  Las economías se pueden manosear y manipular durante un tiempo limitado, se puede inclusive lograr ciertos resultados, pero tarde o temprano la burbuja se revienta, en ese momento los mercados pasan la factura y hay que pagarla, por mas dolorosa que esta sea.

No se puede desafiar a los mercados como no se puede desafiar la ley de gravedad, le fuerza de la naturaleza, el que los desafíe, tarde o temprano tiene que pagar un alto precio,  México nunca ha dejado de pagarlo, Japón lo está pagando. THERE IS NO FREE LUNCH.    



EL DESINFLE JAPONES. ¿EL ESTADO O EL MERCADO.?

Liberty Americas Foundation
Ricardo Valenzuela.
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El mundo entero se estremece ante los terremotos financieros internacionales que ya afectan toda Asia, la vieja Unión Soviética, y muy particularmente Japón. Ante el entorno geopolítico en que nos encontramos prácticamente al final de este milenio, hay importantes lecciones que tenemos que aprender. El caso de Japón debe de ser una llamada de atención particularmente para países como México, que no han logrado encontrar su identidad económica, política y social, y todavía insisten en buscar la solución de todos sus problemas en ese ser amorfo; el Estado.

Después del colapso del comunismo estilo Unión Soviética, el modelo económico Japón SA---tercera vía---- se identificó por muchos como la única alternativa para competir con el capitalismo democrático y de mercado del mundo occidental. Sus admiradores americanos-----que fueron bautizados como “los revisionistas”-----a finales de los 80s y principios de los 90s, argumentaban que los EU no podría competir con esa forma tan especial de capitalismo dirigido por el Estado practicado por Japón. Ellos afirmaban; A menos de que Washington adopte el estilo japonés, abandone los mercados libres a favor de un “comercio internacional manipulado,” y la activa participación del Estado en la economía, los EU se convertirá en una colonia de Japón.

Tuesday, November 29, 2016

¿El mercado y la globalización los culpables?


"La jubilación de la ex esposa de un líder socialista vociferante en contra de los privilegios de particulares, es una demostración más de que el poder también se busca para propio beneficio. Recordemos el caso cuando se vuelva a insistir en el viejo esquema de estatizar los ahorros para la vejez....".

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¿El mercado y la globalización los culpables?


"La jubilación de la ex esposa de un líder socialista vociferante en contra de los privilegios de particulares, es una demostración más de que el poder también se busca para propio beneficio. Recordemos el caso cuando se vuelva a insistir en el viejo esquema de estatizar los ahorros para la vejez....".

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Tuesday, October 4, 2016

Por qué la UE está condenada



Estamos acostumbrados a mirar los males de Europa en un contexto puramente financiero. Esto es un error, porque se yerra en las razones reales por las que la UE quebrará y no sobrevivirá a la próxima crisis financiera. Normalmente sobrevivimos a crisis financieras gracias a las acciones con éxito de los bancos centrales como prestamistas de último recurso. Sin embargo, los orígenes y construcción tanto del euro como de la propia UE podrían hacer que la siguiente crisis financiera comience en los próximos meses y exceda las capacidades del BCE para salvar el sistema.



Debería recordarse que la Unión Europea fue originalmente creación de la política exterior de posguerra de EEUU. La prioridad era asegurarse de que existía una defensa contra el avance del comunismo soviético y para ello se establecieron tres elementos políticos para Europa. Primero estuvo el Plan Marshall, que desde 1948 proporcionó fondos para ayudar a reconstruir las infraestructuras de Europa. A este le siguió la creación de la OTAN en 1949, que garantizaba que tropas estadounidenses y británicas tuvieran bases permanentes en Alemania. Y finalmente, se creó una organización patrocinada por la CIA, el American Committee on United Europe, para promover encubiertamente una unión política europea.
Por tanto no fue en modo alguno una evolución europea natural. Pero en los años de posguerra el concepto de unión política, inicialmente la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, se convertía en realidad en el Tratado de París de 1951, con seis miembros fundadores: Francia, Alemania Occidental, Bélgica, Luxemburgo, Holanda e Italia. La CECA evolucionó hasta la UE de hoy, con 21 estados miembros adicionales, sin contar a Reino Unido, que acaba de decidir abandonarla.
Con los fundadores originales reteniendo sus características nacionales, la UE parece un conglomerado político, un mueble por piezas, reteniendo cada componente sus características originales. Después de 65 años, un francés sigue siendo un decidido nacionalista francés. Los alemanes son característicamente alemanes y los italianos siguen siendo encantadoramente italianos. Se nombra a Bélgica habitualmente como un no país y sigue escindido entre valones y flamencos. Como organización, a la UE le falta identidad nacional y por tanto cohesión política.
Por eso la Comisión Europea de Bruselas tiene que ir tan lejos para reafirmarse. Pero tiene un problema insuperable y es que no tiene autoridad democrática. El Parlamento de la UE está diseñado para no enseñar los dientes y por eso solo engaña a los ignorantes. Con el poder todavía residiendo en una pequeña camarilla de estados-nación, los poderosos nacionales prestan poco más que una atención formal a la burocracia de Bruselas.
La relación entre los líderes nacionales y la Comisión Europea ha sido siempre deliberadamente a largo plazo, en el sentido de que se usa la pérdid de soberanía para subordinar gradualmente a otros miembros de la UE a los dictados franco-alemanes. La lógica que lo motiva ha sido hacer de la región europea un área comercial protegida para los intereses conjuntos franco-alemánes y para protegerles de los mercados libres.
No fue fácil encontrar el compromiso necesario. Desde la Segunda Guerra Mundial, Francia ha sido fuertemente proteccionista con su propia cultura, insistiendo en que los franceses solo compran productos franceses. El éxito alemán se basaba en el ahorro, que estimulaba la inversión industrial, llevando a fuertes exportaciones. Estas dos naciones con una frontera común tenían, y siguen teniendo, valores muy diferentes, pero consiguieron idear y crear el Banco Central Europeo y el euro.
En Alemania, los defensores de la moneda fuerte en el Bundesbank perdieron frente a los intereses industriales, que buscaban beneficiarse de una moneda más débil. En realidad esto estaba en línea con sus preferencias políticas y eran la clase política que controlaba la relación con Francia. En Francia, los integracionistas, también políticos, derrotaron a los industrialistas, que buscaban aislar sus mercados nacionales frente a la competencia alemana.
Cuando se discutió por primera vez sobre una moneda común, se ignoraron dos problemas futuros. El primero era cómo se adaptarían los demás estados que se unieran al euro a la pérdida de sus monedas nacionales y el segundo era cómo se adaptaría Reino Unido, con su cultura anglosajona basada en el mercado, a un modelo más europeo. No tardó mucho en enfrentarse este último asunto, con la retirada de la libra esterlina del Mecanismo de Tipos de Cambio, el antecesor del euro, en septiembre de 1992.
El euro acabó naciendo al terminar el siglo. El compromiso franco-alemán llevó al nombramiento de un francés, Jean-Claude Trichet, como segundo presidente del BCE. Todo iba bien, porque el abandono de las monedas nacionales y la aceptación gradual del euro significaba que los estados en la Eurozona podían tomar prestado más barato en euros de lo que nunca hubieran podido con sus propias monedas nacionales.
El riesgo de los bonos se medía frente al de los bonos alemanes, tradicionalmente los bonos de menor rendimiento en Europa. No tardó mucho en considerarse de manera común que el spread entre los bonos alemanes y otra deuda en la Eurozona era una oportunidad de beneficio, en lugar de un reflejo del riesgo relativo. Bancos europeos, aseguradoras y fondos de pensiones se beneficiaron del aumento sustancial en los precios de los bonos emitidos por miembros de la UE de la periferia e invirtieron de acuerdo con ello. A su vez, estos prestatarios estaban muy dispuestos a atender esta demanda emitiendo enormes cantidades de deuda, en contravención del Tratado de Maastricht. También se expandió el crédito bancario, dejando al sistema bancario muy dirigido.
El mecanismo de control para esta explosión en los préstamos tenía que haber sido el Pacto de Crecimiento y Estabilidad en los Cambios, acordado en Maastricht en 1993. Este establecía cinco normas, de las cuales nos preocupan dos. Los estados miembros estaban obligados a mantener los déficits de sus presupuestos nacionales por debajo del 3% del PIB y la deuda pública estaba limitada al 60% del PIB. Ni Alemania ni Francia cumplían los criterios de deuda sin engañar en sus cuentas nacionales y la única razón por la que los déficits se ajustaran al pacto fue una mezcla de falsa contabilidad y afortunada coincidencia en el ciclo económico. El mecanismo de control nunca se aplicó.
Así que, desde el principio, ninguna nación tuvo ningún sentido de responsabilidad hacia la nueva moneda. Las normas fueron ignoradas y el euro se convirtió en una bicoca para todos los gobiernos miembros, que atrajo espectacularmente la atención pública con la quiebra de Grecia.
El sistema bancario de la Eurozona, incorporando a los bancos centrales nacionales y el BCE, unidos en un sistema extraño de liquidación llamado TARGET, se convierte en el medio por el que las naciones miembros compraban productos alemanes a crédito. Muy bien para Alemania, podemos decir, pero el problema era que el crédito lo suministraba la propia Alemania. Es lo mismo que prestar dinero al comprador de tu negocio en una transacción amañada. Este defecto de la construcción del sistema es ahora un volcán tonante a punto de erupción en cualquier momento.
Los alemanes quieren recuperar su dinero o al menos no quieren darlo por perdido. Los deudores no pueden pagar y tienen que tomar prestado más dinero solo para sobrevivir. Ningún lado quiere afrontar la realidad. Empezó con Irlanda, luego Chipre, seguidos por Grecia y Portugal. Estos son los pequeños acreedores, a los que Alemania, encabezada por su ministro de finanzas Wolfgang Schäuble, consiguió aplastar y someter y ahora son zombis económicos. El problema real está en Italia, que también está quebrando y tiene una relación entre deuda y PIB estimada en más del 133% y creciendo. Si cae Italia, le seguirán España y Francia. Herr Schäuble no puede obligar a estos grandes acreedores tan fácilmente, porque en ese momento todo el sistema bancario la Eurozona tendrá grandes problemas, igual que el propio gobierno alemán. Los ahorradores alemanes también son dolorosamente conscientes de que ellos pagarán las consecuencias.
La primera línea de defensa, como siempre, será el BCE como prestamista de último recurso para mantener a los bancos a flote. La única manera en que puede hacer esto es acelerando la impresión de euros y monopolizando el mercado de deuda de la Eurozona. Está por ver si el BCE puede mantener la divisa con todos estos pasivos en su propio balance y por cuánto tiempo.
Por el momento, el euro se mantiene ahí como un Goliat, aparentemente invencible. Representa al establishment europeo contrario al libre mercado al que nadie se atreve a desafiar. Indudablemente, esta es la razón de fondo por la que el BCE puede imponer tipos negativos de interés y salirse con la suya. Pero están apareciendo graves grietas. Primero hemos tenido el Brexit, al que es probable que le sigan otros estados pequeños que quieran irse. La crisis bancaria italiana es casi seguro que llegará pronto y un referendo italiano sobre la constitución el mes próximo es también un importante obstáculo a superar. Los políticos han entrado en pánico, reafirmándose todos en que no hay nada malo que no cure una mayor integración y un nuevo ejército.
Entretanto, la actitud autoritaria de la Comisión Europea y la crisis de los refugiados están afectando al apoyo público del status quo. Angela Merkel, hasta ahora considerada como invencible, ha perdido su apoyo público en Alemania. Marine Le Pen, líder del Frente Nacional y que quiere que Francia abandone la UE, lideró recientemente las encuestas de opinión para la próxima presidencia de Francia, que será elegida el año que viene. Los hombres fuertes de Europa están a la defensiva.
Ahí están ahora todos los elementos para un poderoso impacto político y económico. Queda por ver si será él mismo el fulminante o se producirá por acontecimientos externos. En todo caso, el calendario de la crisis de la Eurozona parece que ahora tiene que medirse en meses.
El efecto en el mercado, aparte de ser una grave sacudida para todos los mercados, probablemente sea doble. En primer lugar, los flujos internacionales venderán euros en favor del dólar. Dado el peso del euro en el índice del dólar, será una gran perturbación para todos los mercados de divisas. En segundo lugar, los residentes de la Eurozona con depósitos bancarios probablemente busquen cada vez más refugio en el oro físico, al ir apareciendo señales de un inminente colapso de su moneda, porque no hay ningún otro sitio al que puedan ir.
Se mire por donde se mire, es cada vez más difícil aceptar ningún resultado que no sea un completo colapso de esta construcción política con tan malos fundamentos, promovida originalmente por el interés de EEUU, por una organización patrocinada por la CIA. El euro, al depender de la cohesión política en lugar de ser una demanda original del mercado, sencillamente dejará de ser dinero, de una manera bastante rápida.

Por qué la UE está condenada



Estamos acostumbrados a mirar los males de Europa en un contexto puramente financiero. Esto es un error, porque se yerra en las razones reales por las que la UE quebrará y no sobrevivirá a la próxima crisis financiera. Normalmente sobrevivimos a crisis financieras gracias a las acciones con éxito de los bancos centrales como prestamistas de último recurso. Sin embargo, los orígenes y construcción tanto del euro como de la propia UE podrían hacer que la siguiente crisis financiera comience en los próximos meses y exceda las capacidades del BCE para salvar el sistema.


Sunday, August 28, 2016

Al mercado no le importa, y eso es algo maravilloso

Al mercado no le importa, y eso es algo maravilloso

Mercado
Por Jason Kuznicki
Al mercado no le importan en  lo más mínimo tus sentimientos. Por la misma razón, no se preocupa por tus creencias políticas. Tampoco se preocupa por tu equipo de béisbol favorito, pero estará encantado de venderte algo de mercadería de este. (Incluso haría lo mismo para los fanáticos de los Yankees). El mercado sólo se preocupa por lo que tu tienes, por lo que tu quieres y por los diferentes precios que te interesan.
En gran parte, la indiferencia despreocupada del mercado es una tranquila y casi inadvertida bendición. Permite que cada uno de nosotros consigamos lo que queremos, con relativa facilidad y eficiencia, a pesar de nuestros vastos desacuerdos; desacuerdos que de otro modo nos causarían un daño severo.


De vez en cuando, sin embargo, y sobre todo en las batallas entre tradicionalistas y progresistas, esto no es cierto. Ambas partes han tenido sus quejas últimamente.
Por un lado, la queja es que a algunos panaderos, fotógrafos, propietarios de la capillas y otros en la industria de la boda (valuada en US$53 mil millones en EE.UU.) ahora se les pide servir a clientes del mismo sexo. Una cuestión que estos profesionales tradicionalistas prefieren no hacer. (Las quejas sobre la sinceridad de sus denuncias son fácilmente desacreditables: Nadie puede decirles lo que manda o no manda su religión).
Al mercado no le importa en lo más mínimo la postura política de estos tradicionalistas; simplemente impondrá costos bien definidos en ellos en forma de pérdidas de ventas y tal vez una reputación dañada. Los tradicionalistas, por su parte,  están conformes al absorber dichos costos. Las parejas gay, por la suya, no se enfrentan a una  escasez  de proveedores para elegir  el servicio pues es una inmensa industrial de US$ 53 mil millones la de la boda y tampoco es como si los servicios de la boda se proporcionan con carácter de emergencia.
En resumen, los problemas éticos son excepcionalmente pocos y los asuntos deben llegar hasta allí. Pero a veces, a los tradicionalistas no se les pregunta tan amablemente. Mientras que al mercado no le importa ni un poco nuestra postura política, sí responde, a veces, a las imposiciones de la política pública. Y aquí es donde las quejas de la izquierda comienzan: El mercado debería preocuparse por la postura política de la gente, dicen. Y si no lo hace, entonces tenemos que hacer que lo haga, en particular cuando se refiera a una cuestión de cómo se trata a los clientes  gays y lesbianas. ¡Todos deben tener el mismo derecho a su pastel!
En cuanto a mí, me gustaría pensar que los gays y las lesbianas pueden superar los prejuicios, e incluso la discriminación abierta, sin el privilegio de leyes de no discriminación.
Me gustaría pensar esto porque eso es más o menos la forma en que realmente ocurrió. No es una fantasía libertaria. Es una historia real del mundo real. La historia de la integración de las personas gays y lesbianas en la vida estadounidense tuvo lugar en millones de decisiones privadas, no anunciadas, en unos pocos miles de políticas corporativas y – en gran medida en el último momento – en un par de docenas de leyes estatales altamente visibles pero inconsecuentes. El sector privado mostró el camino y no obtuvo crédito. El gobierno siguió  después a regañadientes, y todo el mundo lo trató como si hubiese hecho algo valiente.
Ya en 2003, cuando no habían estados que aprobaran el matrimonio del mismo sexo y cuando más de una docena de estados todavía tenían leyes de sodomía (!), casi 300 de las compañías Fortune 500 tenían políticas de no discriminación formales y escritas, y casi 200 de ellas ofrecían beneficios para parejas de hecho. Y las cosas han mejorado en el ínterin. El sector privado siempre ha tomado la delantera.
Esto se debe a que independientemente de nuestra postura política, todos cosechamos beneficios de la existencia de un orden de mercado que es groseramente indiferente a todo lo que nos importa en nuestra vida privada. El mercado simplemente no tiene el tiempo para estas cosas sin relación, y gracias a Dios es así. Todos nos lamentaríamos si la pureza ideológica – o la pureza sexual, o la pureza de cualquier tipo – se convirtiera en el precio de hacer negocios, o si nos paramos a preguntar demasiado a menudo acerca de las visiones del mundo, los compañeros de cama y ​​las debilidades de aquellos con los que negociamos.
A los tradicionalistas que quieran discriminar a gays y lesbianas, se les debe permitir que lo hagan. No es que estén haciendo algo noble o eficiente. Se están comportando despreciablemente y hasta cierto punto de manera ineficiente cuando discriminan. (Tenga en cuenta que imponen externalidades en los demás, en aras de un beneficio que sólo ellos consumen, es decir, la satisfacción que se toman en la discriminación. Si pudieran tener esta satisfacción de algún otro acto, la externalidad podría desaparecer. Podrían también ser mejores vecinos). En un mundo mejor, no existirían este tipo de comportamientos. Pero por el mismo motivo, no debemos prohibido pues  al hacerlo también se reduciría el orden económico prolongado, aquel del que todos nos beneficiamos, independientemente de las creencias.
Todos estamos locos en la percepción de alguien más. Pero en nuestra propia percepción, a veces podríamos parecer exiliados en un planeta lleno de locos. Debemos tener cuidado, entonces, en no comprar una pequeña cantidad de protesta simbólica al precio de una gran cantidad de beneficios del comercio. Podemos estar hoy a la ofensiva, en contra de lo que vemos como políticas absurdas de nuestros vecinos intolerantes. Pero mañana, alguien va a venir preguntando por nosotros, y tal vez nos boicoteará así, por razones que no podemos comprender.
Las barreras a la entrada en el mercado no deben ser tan fácilmente obtenidas: gran parte de lo que hacemos en el camino de la coordinación social consiste en ignorar de forma estratégica lo extraño, indefendible, reaccionario, intolerante, o de otro modo, totalmente inexcusable en las creencias o prácticas de los demás. El mercado es la forma como todos nosotros, locos, nos llevamos en paz a pesar de nosotros mismos.

Al mercado no le importa, y eso es algo maravilloso

Al mercado no le importa, y eso es algo maravilloso

Mercado
Por Jason Kuznicki
Al mercado no le importan en  lo más mínimo tus sentimientos. Por la misma razón, no se preocupa por tus creencias políticas. Tampoco se preocupa por tu equipo de béisbol favorito, pero estará encantado de venderte algo de mercadería de este. (Incluso haría lo mismo para los fanáticos de los Yankees). El mercado sólo se preocupa por lo que tu tienes, por lo que tu quieres y por los diferentes precios que te interesan.
En gran parte, la indiferencia despreocupada del mercado es una tranquila y casi inadvertida bendición. Permite que cada uno de nosotros consigamos lo que queremos, con relativa facilidad y eficiencia, a pesar de nuestros vastos desacuerdos; desacuerdos que de otro modo nos causarían un daño severo.

Gracias, dios mío, por el mercado y la libertad

Por Carlos Alberto Montaner

Dia de accion de gracias









Fue el paroxismo del consumo. La noche del “Día de acción de gracias” (Thanksgiving)el último jueves de noviembre, decenas de miles de norteamericanos durmieron a las puertas de las tiendas para arramblar con todo lo que pudieron en el llamado “Viernes negro”(Black Friday). Luego siguió la fiesta durante un fin de semana en el que las rebajas de precio y la competencia entre tiendas y marcas incitaban sin tregua el insaciable apetito de los consumidores.
Entre Thanksgiving y las Navidades, los norteamericanos compran el 20% de todo lo que adquieren a lo largo del año. Por otra parte, se sabe que la extraordinaria vitalidad de la economía de Estados Unidos –que este año producirá más de 17 billones de dólares (trillions en inglés)– depende en un 70% de las compras de su sociedad. Cuando ese porcentaje disminuye sustancialmente, el país entra en recesión, aumenta el desempleo y la situación de los más pobres suele agravarse.


Los responsables de ese asombroso milagro económico son los apóstoles del mercado: los emprendedores que lanzan las empresas, los legisladores que las protegen con leyes justas, los tribunales que administran el derecho mercantil, los financieros que procuran los recursos, los capitalistas que arriesgan sus ahorros o parte de ellos, los abogados que le dan forma legal al empeño y lo defienden en los conflictos, los ingenieros que construyen los bienes u organizan los servicios, los comerciantes que los transan, los publicitarios que despiertan el interés de las gentes, los especialistas en marketing, los vendedores, y un sudoroso etcétera de gente febrilmente dedicada día tras día a producir y a innovar para poder competir.
De ese aguerrido ejército depende el bienestar del conjunto de la sociedad y una recaudación de impuestos que permita sostener a un Estado eficiente. Si hay beneficios y excedentes, son posibles la educación, la policía, la sanidad, las carreteras y alcantarillados, y el resto de los servicios públicos, incluidas las Fuerzas Armadas que nos protegen de los depredadores exteriores.
Si hay beneficios y excedentes, se multiplican las pulsiones caritativas y filantrópicas que permiten que florezcan las religiones organizadas y la miríada de oenegés que subsisten de la solidaridad ajena, aunque desprecien el aparato productivo del que viven, y le muerdan la mano al que les da de comer, acaso porque no entienden cómo se crea, conserva o malgasta la riqueza.  
En todo caso, es un acto de justicia poética que el Viernes negro sobrevenga a continuación del jueves de Acción de gracias. Como recuerda Kent Dillon en su artículo Thanksgiving Celebrated as the Birthday of Free Enterprise, los peregrinos del Mayflower se establecieron en America con el objeto de crear una gran comuna cristiana, una sociedad comunista, en la que todo fuera de todos.
Tal vez actuaban  influidos por la obra Utopía, escrita un siglo antes por Tomás Moro, aunque lo ocultaran por el carácter católico del excanciller inglés decapitado, entre otras razones, por oponerse a la Reforma de la que ellos eran partidarios.
Con el fervor religioso que les caracterizaba, los peregrinos trataron de desarrollar sus objetivos hasta que, debido al hambre, la improductividad de las cosechas, las muertes por escorbuto, y el resto de una infinidad de calamidades que casi los liquida a todos (exactamente como sucedió en Virginia), decidieron entregar la tierra a los labradores y establecer un régimen de propiedad privada en el que el individuo prosperara de acuerdo con su capacidad, iniciativa y responsabilidad. A partir de ese punto, comenzó, realmente, a materializarse el “sueño americano”.
Cuando nos preguntamos por qué Corea del Norte es veinte veces más pobre que Corea del Sur, la respuesta hay que buscarla en el colectivismo y la planificación centralizada. Son casi los mismos coreanos, unos instalados en la utopía totalitaria y los otros en el mercado libre. Lo de casi es porque el promedio de estatura de los del norte es tres centímetros menos que los del sur y, además, su esperanza de vida es 11 años menor (69 frente a 80). 
Cuando queremos saber por qué la infinita mayoría de los cubanos no tienen esperanzas racionales en las pseudo-reformas de Raúl Castro y continúan tratando de escapar del paraíso de los trabajadores, como los casi cuatro mil que hoy se agolpan en Costa Rica, y los millones que esperan su oportunidad en Cuba, es porque en esa Isla persisten los mitos del colectivismo, la planificación centralizada y la hegemonía total del Partido Comunista. La perspectiva, pues, es de hambre.
Démosles gracias, pues, al mercado y a la libertad, en estos días tan significativos. El capitalismo moderno, abierto y competitivo, como se ha dicho, es una prodigiosa máquina de hacer pan. Para los que lo tienen, claro.

Gracias, dios mío, por el mercado y la libertad

Por Carlos Alberto Montaner

Dia de accion de gracias









Fue el paroxismo del consumo. La noche del “Día de acción de gracias” (Thanksgiving)el último jueves de noviembre, decenas de miles de norteamericanos durmieron a las puertas de las tiendas para arramblar con todo lo que pudieron en el llamado “Viernes negro”(Black Friday). Luego siguió la fiesta durante un fin de semana en el que las rebajas de precio y la competencia entre tiendas y marcas incitaban sin tregua el insaciable apetito de los consumidores.
Entre Thanksgiving y las Navidades, los norteamericanos compran el 20% de todo lo que adquieren a lo largo del año. Por otra parte, se sabe que la extraordinaria vitalidad de la economía de Estados Unidos –que este año producirá más de 17 billones de dólares (trillions en inglés)– depende en un 70% de las compras de su sociedad. Cuando ese porcentaje disminuye sustancialmente, el país entra en recesión, aumenta el desempleo y la situación de los más pobres suele agravarse.

Sunday, August 21, 2016

El poder cicatrizador del mercado

El poder cicatrizador del mercado

Band_aidPor Carlos Alberto Montaner
El Nuevo Herald

Los enemigos de la libertad económica están felices. Ven la actual crisis financiera norteamericana y europea como la demostración de la superioridad del socialismo planificador sobre el mercado. Celebran el entierro de algo muy confuso a lo que llaman ''neoliberalismo'', y sueñan con implantar gobiernos fuertes que dirijan las actividades económicas y controlen el aparato productivo mediante un enjambre de funcionarios brillantes y bienintencionados de la estirpe ideológica de Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, gente amorosamente dedicada a construir el bienestar de la sociedad por medio de sus nobles impulsos altruistas.



El error intelectual surge de no entender lo que es el mercado. En las sociedades en las que existe propiedad privada y funciona el Estado de derecho, millones de personas, libremente, toman constantemente billones de decisiones en busca de la satisfacción de sus propias necesidades, dando lugar a lo que el premio Nobel F. Hayek llamaba ''el orden espontáneo'', una organización infinitamente más apta para crear riquezas, asignar bienes y servicios y disminuir los niveles de miseria, que las colmenas artificialmente dirigidas por los ingenieros sociales, como puede comprobar cualquiera que hoy se asome a las dos Coreas o que conozca las diferencias que existían entre las dos Alemanias.
Por supuesto que ese orden espontáneo no es perfecto, ni produce un equilibrio económico (otra fantasía), dado que no hay nada más revolucionario y, a veces, impredecible que el mercado, pero los errores, crisis y contramarchas forman parte del método habitual de trabajo y aprendizaje en las sociedades libres. Los individuos y las empresas, en su afán de competir por las preferencias del consumidor con el objeto de beneficiarse, recurren al aleccionador método de tanteo y error, exploran diversas intuiciones e hipótesis, e intentan distintas estrategias guiados por los aciertos y por los descalabros, hasta alcanzar el triunfo o hundirse en el fracaso, dos resultados, además, que generalmente son provisionales.
De las cien empresas principales que existían en Estados Unidos a mediados del siglo XX, sólo veinte sobreviven hoy en posiciones dominantes. Las ochenta restantes se consumieron en la ''destrucción creadora'' del mercado, como muy gráficamente señaló Joseph Schumpeter, pero no sabemos cuántas nuevas y valiosas iniciativas surgieron de las cenizas de los empeños que no llegaron a buen término.
Lo que sí podemos asegurar, a principios del siglo XXI, es que en las naciones del primer mundo organizadas en torno al mercado, la base material que sostiene al conjunto de la sociedad es mucho más rica, saludable y educada que la que existía a mediados del XX, pese a las guerras, las crisis cíclicas, las catástrofes naturales y las estupideces periódicamente cometidas por los gobernantes y por los individuos que conforman la sociedad civil.
¿Cómo se produjo este avance en medio de tantos disparates y calamidades? Muy sencillo: el orden espontáneo tiene un efecto cicatrizador asombrosamente efectivo, algo que no debemos olvidar en medio de la llamada ''crisis de las hipotecas''. No estamos, por supuesto, aproximándonos al fin del mundo ni del mercado, sino enfrentándonos a un obstáculo pasajero del que saldremos, como siempre, mediante una mezcla de innovaciones, decisiones acertadas y medidas de gobierno sensatas.
Habrá (ya hay) perdedores y ganadores, desaparecerán fortunas y surgirán nuevos triunfadores, pero el mercado continuará su camino ascendente para beneficio de la mayoría. Así ha sido desde finales del siglo XVIII, cuando comenzaron a imponer su superioridad las sociedades libres fundadas en la competencia, y así seguirá ocurriendo en el futuro.

El poder cicatrizador del mercado

El poder cicatrizador del mercado

Band_aidPor Carlos Alberto Montaner
El Nuevo Herald

Los enemigos de la libertad económica están felices. Ven la actual crisis financiera norteamericana y europea como la demostración de la superioridad del socialismo planificador sobre el mercado. Celebran el entierro de algo muy confuso a lo que llaman ''neoliberalismo'', y sueñan con implantar gobiernos fuertes que dirijan las actividades económicas y controlen el aparato productivo mediante un enjambre de funcionarios brillantes y bienintencionados de la estirpe ideológica de Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, gente amorosamente dedicada a construir el bienestar de la sociedad por medio de sus nobles impulsos altruistas.


Friday, July 29, 2016

¿El mercado y la globalización los culpables?

Hernán Büchi dice que a pesar de la resistencia de ideólogos y políticos, la globalización continúa avanzando, beneficiando a su paso a consumidores con una libertad para elegir cada vez mayor.

Hernán Büchi fue Ministro de Hacienda de Chile.
El mercado es una instancia de intercambio libre entre personas o agrupaciones voluntarias de ellas. La libre elección de lo que se puede intercambiar y compartir no tiene límite —bienes, servicios, ideas, música, etc.-. La globalización no es más que darle a dicho intercambio un alcance cada vez más amplio, en cuanto a la geografía y diversidad cultural de quienes lo realizan.
La paradoja es que mientras en todo el mundo las personas abrazan con pasión la posibilidad de relacionarse libremente, sin importar fronteras —comprando, vendiendo o intercambiando ideas, fotos, experiencias segundo a segundo—, ciertos ideólogos y políticos insisten en imponer la perspectiva del daño que supuestamente genera el mercado, especialmente cuando logra alcance global.



En compañías como Amazon, millones de personas de todos los credos compran diariamente infinidad de productos de todos los precios. Instagram cuenta con la participación de 500 millones de usuarios mensuales, de los cuales, 300 millones están activos diariamente. Estos son solo ejemplos de un universo mayor que está recién emergiendo.
Al mismo tiempo, en Chile, el Gobierno se empecina en cercenar la libertad de elección de los ciudadanos —la limitación a la diversidad e independencia en educación son un ejemplo simbólico de ello—. Las posiciones anti mercado e integración expresadas en las primarias americanas, tanto por demócratas como por republicanos, también van en el mismo sentido. Sin duda, muchos votaron por el Brexit con temor a un mundo más global.
Hay claras razones para que parte de los políticos exacerben los supuestos peligros del mercado y la globalización. Para muchos de ellos es una pérdida de poder, que limita sus posibilidades de beneficio personal o las de imponer su visión a los demás. Lo que en Chile acabamos de conocer respecto de la jubilación de la ex esposa de un líder socialista vociferante en contra de los privilegios de particulares, es una demostración más de que el poder también se busca para propio beneficio. Recordemos el caso cuando se vuelva a insistir en el viejo esquema de estatizar los ahorros para la vejez. El tipo de abuso que hemos conocido pasaría a ser pan de cada día, como lo fue en el Chile de hace décadas.
Pero aun más nocivo que la búsqueda del beneficio personal puede ser pretender limitar la libertad de las personas en temas esenciales, en aras de una visión ideológica. La Presidenta Bachelet ha demostrado estar empecinada en estas materias. Al presentar el proyecto de educación superior nos dijo que quería asegurarse de que su visión quedara irreversiblemente plasmada hacia el futuro. Olvida que cuando se cercena el motor del progreso nada es irreversible. Los supuestos beneficios de los países comunistas que ella ha dicho que añora de Alemania comunista, tenían pies de barro y no se pudieron sostener. Su diseño del Transantiago solo sobrevive gracias a que la pujanza del resto de la economía, especialmente la no regulada, ha permitido hasta ahora financiar su mala concepción. Pero ha extremado su visión ideológica, y sus embates a la libertad de enseñanza y a la estabilidad constitucional calan mucho más hondo que el Transantiago.
La desgracia es que si bien reformas mal concebidas finalmente fracasan, no se vuelve con facilidad a una senda de progreso. Las buenas intenciones y políticas del nuevo gobierno argentino tienen al frente un muro de problemas que les pesarán por mucho tiempo. Venezuela, que acaba de militarizar su economía ante los problemas de abastecimiento, tendrá un arduo camino por delante el día que enmiende su rumbo.
Es cierto que aún no vivimos estas dificultades en el país. Pero cada día la información económica es más consistente con un cuasi estancamiento. Con el último Imacec conocido podemos estimar que en los pasados cinco meses la economía se ha expandido un magro 1,7%. El segundo trimestre se visualiza más débil que el primero. El desempleo del INE está lejos del 9,4%, último dato de la Universidad de Chile. Pero en el Gran Santiago, el dato equivalente es ya de 7,3% y la ocupación asalariada disminuye. A nivel nacional, es el empleo por cuenta propia el que modera las cifras.
La autoridad económica ha hecho bien en reconocer que el crecimiento este año será menor al que preveía, centrándolo en 1,75%. Es valioso que recuerde, además, las implicancias en la recaudación fiscal de esta nueva realidad. Ojalá modere los impulsos anti libertad y progreso imperantes.
En el plano externo, hay algunos aspectos que vale la pena destacar. El progreso mundial ha sido espectacular en las últimas décadas. Desde la integración de China al mundo, luego de la muerte de Mao, todos los que han querido ser parte del mayor intercambio se han beneficiado. Después de la crisis del 2008, el progreso ha sido menor, pero consistente. Ha superado numerosas crisis e incertidumbres. La velocidad con que los mercados mundiales dejaron atrás las dudas producidas por la votación del Brexit ha sido notable. En los últimos días se han rozado récords históricos. Y no deja de ser paradójico que el menor crecimiento y la mayor volatilidad tienen, en parte, explicación en los nuevos intentos regulatorios lentos e inconsistentes de los burócratas que dificultan la estructuración de instituciones financieras nuevas y pujantes.
Uno de los aspectos que alimenta la visión anti mercado y globalización a nivel intelectual, son los datos que supuestamente muestran que solo se ha beneficiado una élite. Son esgrimidos con vehemencia y sin espíritu crítico por quienes, como Piketty y Sáez como ejemplos paradigmáticos, ven en ellos confirmar su teoría. Aseveran que en base a los datos de declaraciones de impuestos en EE.UU. se demuestra que entre 1979 y 2007, el 91% de la ganancia de productividad lo recibió el 10% de la población y solo un 9% quedó para el 90% restante; de igual modo, se postula que ese 90% solo vio su ingreso crecer en un 5% mientras que el producto per cápita subía 74%. Estas cifras claramente no representan la realidad. La evidencia práctica de mayor bienestar en todos los aspectos del consumo e incluso la opinión de los mismos afectados lo ratifica.
Indicábamos hace unos meses que entre muchos análisis que desmienten esos datos, los del profesor Stephen Rose, en base a información de diversas fuentes, entre otras la de la Oficina de Presupuesto del Congreso, son dignos de estudiar. Todos los grupos mejoraron notablemente en el período. Es cierto que dentro de EE.UU. y en un mundo más competitivo mejoraron menos los menos calificados. Pero es dudoso que en una economía más cerrada lo hubieran hecho mejor en términos absolutos. Un trozo mayor de una torta más chica sería probablemente menor que lo que tienen hoy.
Finalmente, en el mundo globalizado que hoy vemos florecer indefectiblemente, es el intercambio voluntario lo que nos hará paulatinamente más iguales, con las desigualdades propias de la diversidad, y no la fuerza de una autoridad burocrática, muchas veces ni siquiera elegida popularmente, imponiendo requisitos previos para poder participar. Así es el caso de la Comunidad Europea. Los gobiernos, a través de las exigencias de la burocracia de Bruselas, se han ido imponiendo condiciones previas para producir, comerciar e innovar, coartando la soberanía de culturas construidas por siglos. Si el Reino Unido post Brexit actúa teniendo ello en mente, puede transformar su país, según lo propuesto por George Osborne, hasta hace poco encargado de las finanzas, en un baluarte de apertura y oportunidades de crecimiento, a la par que respetuoso de sus tradiciones y costumbres. Serían con ello un positivo ejemplo para Europa. Por el contrario, si los ingleses miran hacia adentro y copian malos ejemplos que abundan en el continente, será un claro retroceso para ellos y el resto del mundo.