Tuesday, August 22, 2017

Estoy herido pero todavía puedo pelear



Mi rendición
Ricardo Valenzuela
Este mensaje en principio fue confeccionado para dirigirlo a mis muy cercanos e íntimos amigos, pero debido a una serie de acontecimientos recientes y, sobre todo, ante la insistencia de muchos de ellos de abrir mas la circunferencia de mis vivencias como una fórmula de activar la conciencia de otros revelando mi verdadero carácter, me han convencido y acepto este reto; el reto de desnudarme ante todos pues al fin desnudos nacimos. De esta forma sólo trato de rebatir a quien afirmó: “El hombre nunca revela mejor y más claramente su carácter, que cuando describe el de otros.”

En la vida de todo ser humano hay momentos en los que siente la necesidad de extender una mano buscando a un amigo, no para pedir ayuda, consejo, ni soporte emocional, no, solamente ese contacto; y ese es mi sentimiento en estos momentos. Desde hace tiempo me embarqué en una rara e interesante aventura y que hoy quiero compartir. Escribió un gran pensador que el hombre no debe de abandonar este mundo sin haber logrado tres cosas que marquen la trascendencia de su vida; haber engendrado un hijo, haber sembrado un árbol, y haber escrito un libro. También R.W. Emerson afirmó que parte de la definición de éxito es, al iniciar nuestra jornada infinita; Dejar a la posteridad un hijo sano, un rincón de jardín, y una condición social redimida.

 
Dios me ha favorecido con tres hijas maravillosas que si las hubiera ordenado por catálogo, no me las podría haber enviado más acorde a la medida de lo que considero mi gran tesoro y más grande orgullo. Tengo ya un rincón de jardín en el que he sembrado no-uno, muchos árboles que me han dado frutos a veces amargos, pero la mayor parte han sido muy dulces. Aun cuando siento ser un hombre relativamente joven, hace tiempo tomé la decisión de iniciar la escritura de mis memorias pensando que al comunicar mi historia, pudo contribuir a dejar una condición social redimida. No afirmo esto con arrogancia, no, lo hago con toda humildad de alguien que si a algo no tiene derecho, es a eso; la arrogancia, pero también con la seguridad que me da él haber vivido una vida que alguien por ahí calificó como; “realmente intensa.”

He querido contar mi historia porque la considero especial y diferente. Es una historia llena de éxitos y fracasos; pero sobre todo, es la historia de un hombre en busca de lo que Víctor Frank llamó; “significado de la vida.” Es una historia que corre de los años 60s cuando siendo yo realmente un niño, fui enviado a mis escasos 16 años-- con un cargamento de problemas emocionales-- a un mundo diferente y desconocido. Fui literalmente arrancado de mi ambiente natural en un rancho ganadero en mi tierra; Sonora—en donde me había formado como adolescente—para transportarme a los corredores del Tecnológico de Monterrey e iniciar mi educación profesional. Al llegar al Tec. No sabía quien era el presidente de México, pero a caballo podía lazar un novillo bronco en medio de un espinoso mezquital. No sabía que existía la ONU, pero podía amansar un potro salvaje con la destreza del mejor vaquero del estado. Era tal mi estado salvaje y montaraz que mis amigos me bautizaron como “el chero.”

Es la historia de un chamaco alto, atlético y bien parecido, que se derretía de timidez e inseguridad ante los muy seguidos coqueteos de las regiomontanas, hasta que una noche descubrió el remedio contra esas enfermedades; una cerveza bohemia, y al ingerirla, por arte de magia desaparecieron todos mis temores e inseguridades y esa misma noche, de regreso al internado del Tec, conscientemente tomé la decisión de que esa era la forma que me quería sentir por el resto de mi vida. Ahí se gestaba el alcoholismo que me azotaría durante los siguientes mas de 20 años. Es la historia de un muchacho quien durante su época en esa gran Universidad, no se distinguiría tanto por sus brillantes estudios como por sus pleitos, conquistas, escándalos, borracheras que lo harían famoso en esa ciudad de Monterrey. 

Es mi historia. Es la historia de agresivos enfrentamientos de un hijo “travieso” y rebelde atrapado entre la severidad de un padre quien parecía haber salido de la sagrada inquisición, y un abuelo terrateniente y millonario que todo le festejaba pero luego le faltaría, que dejaron profundas grietas en la formación de mi personalidad y se agravarían con el correr de los años. Es la narración de cómo después de uno de esos enfrentamientos con mi padre, simplemente empaqué mi maleta para dirigirme a la ciudad de México en busca de nuevos horizontes, armado con un deseo incontrolable de demostrarle que, contrariamente a lo que él pensaba, yo podía triunfar. Pero armado también con un arsenal de temores, dudas, complejos e inseguridades de las que yo no tenía la menor idea. Pero sobre todo, armado con algo letal; un doloroso y destructivo complejo de culpa que me atormentaría durante casi el resto de mi vida, y su antídoto; la botella de vodka.

Esta es la historia de una vida apresurada. Narro en ella como llegando al DF con un equipaje de ilusiones y de temores; en escasos 8 años me había convertido en Director General del banco regional más importante del Noroeste de México, en la cabeza de banco mas joven en la historia de la banca mexicana y, al año siguiente, del primer banco múltiple en México. Mi participación en la formación del Grupo Financiero Empresarial más excitante de los años 70s y 80s. Cómo a mis escasos 30 años estaba convertido en uno de los hombres mas prestigiados y poderosos del Noroeste del país, y también como me sentía in merecedor de eso y un impostor. Narro también la forma en que ese sentimiento me llevó a mi entrega descarada y total al alcohol y al sexo de la misma forma que siempre había vivido; con incontrolable compulsión.

La primera caída de un largo calvario que iniciaba antes de mis 35 años, al haberme separado del Grupo en medio de una gran controversia y un mortal enfrentamiento con uno de los hombres que yo mas había idolizado, mi primo Arcadio Valenzuela. Cómo mi separación del grupo fue motivada por una fatal poción de mis anhelos de libertad, dignidad—mis valores mas importantes—y una mezcla de rebeldía y oposición a los manejos que se hacían en el grupo, un choque de egos y personalidades con mi primo Arcadio y, sobre todo, mi ya gran dependencia del alcohol y las decenas de aventuras sexuales que ya en esos momentos mantenía prácticamente en todos los rincones de México y de los EU. Pero principalmente y en el fondo, el saboteo inconsciente de mi propio éxito ante el sentimiento de “no merecer” lo que tenía.

Mi exilio a los EU en medio de una gran depresión y los sentimientos más negativos que un ser humano pudiera cobijar ante la pérdida de los que yo consideraba mi vida; le Dirección del Grupo Financiero. Mi decisión consciente de al no tener lo que perdía, dedicarme, palabras textuales; “a vivir la dolce vita.” A divertirme, a entregarme sin recatos ni controles al otro campo que me apasionaba; el alcohol y las mujeres. Cómo mi reputación de niño prodigio me seguiría para, aun y a pesar de mis excesos, construir una de las empresas de inversiones más grandes del sur de los EU. Mi entrega fatal paso a paso al alcoholismo, a mi adicción al sexo, y finalmente a las fatales combinaciones de alcohol con drogas recetadas como Valium, Halcion en las noches, anfetaminas en las mañanas, que finalmente me costaron mi familia, mi fortuna, mi reputación, mis amigos, dinero a mis inversionistas, y casi me cuestan la vida.

Mi rendición y entrega provocado por un acontecimiento en el que casi pierdo eso; la vida. Mi dolorosa lucha contra todos esos demonios en el programa de rehabilitación. El entender y aceptar que no era un hombre malo tratando de ser bueno, era un hombre enfermo tratando de curarme. El espinoso viaje que tuve que hacer hacia mi interior porque como dice él filosofo: “Aquel que se atreva a hacer ese viaje, vale mas que vaya bien armado.” El descubrimiento de mis verdaderos problemas y sus causas. La rendición de mi vida ante esa fuerza superior a mí para que tomara control de ella.  La lucha frontal ante mi diabólico enemigo y la entrega de mi vida a la rehabilitación. Mi enfrentamiento al mundo de las realidades sin el alcohol y las pastillas por primera vez en mi vida. El ver claramente y ya desintoxicado, el dolor, el sufrimiento y la devastación que había provocado.

El sangrante y agotado finalmente haber llegado a entender las sabias palabras del filosofo; “Hasta que tus ojos hayan quedado secos de las lagrimas de sangre derramadas suficientes para lavar tus pies; entonces estarás listo para presentarte ante el Maestro quien dulcemente te preguntará: ¿Has logrado matar tu ego y ambición? ¿Has entendido que cuando el mal y lo perverso prevalece, aparezco sobre la tierra de forma sangrienta? Y de tu respuesta dependerá el destino y el futuro del resto de tu vida. Te ha tomado tiempo el lavar y limpiar tu ego para lograr la verdadera mente receptiva y despertar tu alma. Estaba tan cubierta de lodo. Pero ya nunca mas caerás en la confusión porque cualquiera que tiene verdadera devoción y fe, toma control de sus sentidos, y se elevará a ese sitio de profunda paz y tranquilidad.”

El inicio de la reconstrucción de mi nueva vida pero ya no con la ilusión de cuando salía de la Universidad; no, ahora con un cargamento de desventajas que me acompañarían para siempre. La sangrienta lucha que tuve ---y todavía tengo que librar---con ese ego interior que me pide siempre más de lo mismo. El reaprender a vivir sin alcohol y pastillas en un mundo desconocido para mí. Él reinicio de una nueva vida profesional en el campo que había abandonado años antes; Las finanzas internacionales, que me llevó a visitar las ciudades y países más exóticos del mundo, a conocer gente increíble, y a vivir las experiencias más interesantes de mi vida en lugares como Nueva York, Londres, Hong Kong, Tokio, Ginebra, Buenos Aires, Santiago de Chile, siempre buscando el abrir ese camino para México hacia los mercados mundiales de capital.

El cómo habiendo encontrado ese camino, me pude convertir en el financiero del siglo 21 y ante el infierno que Mexico enfrentaba a finales de 1994, provocando la potencial quiebra de cientos de miles de empresas mexicanas y latinoamericanas que ya se asomaban a ese infernal precipicio, pude encontrar las fórmulas financieras que me permitieron rescatar a muchas de ellas, mediante swaps y derivativos, que les permitieron renegociar sus deudas e inyectarles capital fresco para salir de ese limbo y darles nueva vida. Cómo ello me permitió encontrar un nuevo propósito profesional, convertirme en el salvador de empresas y gobiernos estatales, pero más importante, saborear de nuevo el éxito, recuperar mi prestigio y, sobre todo, recuperar mi fortuna y acrecentarla.

El casi naufragio de mis anhelos e ilusiones al chocar en mis intentos con un mundo hostil y rencoroso que no estaba dispuesto a tan fácilmente darme otra oportunidad. Él darme cuenta de que lo que recita la Biblia: “Por ver la paja en el ojo ajeno no ves la viga en el tuyo,” era una de las verdades más crueles que enfrentaría. El entender que para mucha gente, incluyendo multitud de mis amigos y parientes, tenia ya una etiqueta para el resto de mi vida que listaba mis pecados cometidos bajo el influjo de los demonios que me controlaron durante tantos años. El darme cuenta de que todos escuchan pero no entienden, otro precepto bíblico: “Con la vara que midas serás medido.”Mi encuentro con la espiritualidad y la intelectualidad para dedicar gran parte de mi vida a eso; al espíritu y al mundo las ideas.

Mi encuentro con el liberalismo económico y político el cual, a pesar de mis antecedentes sociales, educacionales, financieros e intelectuales, realmente no conocía pero curiosamente presentía. Cómo ese mismo espíritu inquieto y rebelde me gritaba que lo que había conocido en México, no era el camino hacia la justicia y prosperidad de los mexicanos, que debería de haber algo más. Cómo buscando en una vieja librería me encuentro empolvado el gran libro de Mises; “La Acción Humana” y al abrirlo, descubrí una ventana hacia un nuevo y excitante mundo por el cual ahora lucho, pero en un campo de batalla diferente al de mis famosos pleitos de la juventud; En el campo de las ideas y los ideales. Ya no armado con mis puños, armado ahora con la verdad, la lógica y la razón. El reencuentro con mis hijas. La paz.  

Es también la historia económica y su interpretación del México que me ha tocado vivir. Desde los míticos beneficios del Desarrollo Estabilizador, cruzando por la entrega de Echeverría al socialismo, populismo, y la devastación que en conjunto con López Portillo causaron. Los tibios intentos de un buen hombre para provocar cambios; Miguel de la Madrid. Mis predicciones de la apertura del país y la caída del PRI. La agresiva toma seudo liberal de Salinas y el saboteo de sus esfuerzos usando como cabeza de playa el asesinato de mi paisano Luis Donaldo Colosio. La maquiavélica confección del error de Diciembre y todos sus participantes, por lo cual seguimos pagando. Mi primer encuentro con Vicente Fox años atrás. Mi anuncio de su avenida como Presidente en el año 2000, y lo más importante; el México que yo visualizo y deseo a futuro para nuestros hijos y descendientes, y cómo podemos construirlo.

La continuación de mi sendero con el moto que siempre lo había guiado; “caminante no hay camino, se hace camino al andar.” Esto no es una confesión, un mea culpa, no es un mensaje, no es especialmente una justificación ni explicación de algo que ya hecho está, no puedo regresar al pasado y el pasado debe ser solo la canasta de las cenizas, hay que dejar que los muertos entierren a los muertos, las hojas secas se las llevará el viento; es sólo el relato de mi vida que repito, ha sido una vida apresurada,  vivida por adelantado y con una gran intensidad. No, no tengo editor, editorial, publicista, representante etc, solo tengo una historia, una historia que nos deba de enseñar que finalmente “el sufrimiento tiene su función y es la de purificar, quemar lo que es inútil e impuro.” Es solamente una historia, pero es mi historia.

“Es mejor intentar y lograr grandes cosas, alcanzar triunfos gloriosos, aunque en el camino nos encontremos con el fracaso. Que permanecer en las filas de aquellos pobres espíritus que nunca sufrieron ni gozaron; porque nunca abandonaron aquella zona gris que no conoce triunfo ni derrota.” 

                                     Teodoro Rossevelt.


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