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Sunday, December 18, 2016

Oligarcas, liberales, democracia






“LIBERTAD Y DEMOCRACIA SE CONSIDERAN EQUIVALENTES; PERO SON TOTALMENTE OPUESTOS. LA LIBERTAD ES TOTALMENTE INCOMPATIBLE CON LA DEMOCRACIA. LA ALTERNATIVA A LA DEMOCRACIA ES EL MERCADO.”

RICARDO VALENZUELA
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Apuntando hacia el final de este complicado año, el mundo se estremece ante acontecimientos que cimbran sociedades; el Brexit rompe el equilibrio de la UE, invasión masiva de musulmanes en Europa, aromas de proteccionismo en los mercados, ataques terroristas por todo el mundo, y el rey de todos los dolores de cabeza, Donald Trump y Hillary Clinton. Es hora de sumergirnos en este océano de aguas borrascosas para llevar a cabo una reflexión que nos ayude a entender lo que sucede.

Oligarcas, liberales, democracia






“LIBERTAD Y DEMOCRACIA SE CONSIDERAN EQUIVALENTES; PERO SON TOTALMENTE OPUESTOS. LA LIBERTAD ES TOTALMENTE INCOMPATIBLE CON LA DEMOCRACIA. LA ALTERNATIVA A LA DEMOCRACIA ES EL MERCADO.”

RICARDO VALENZUELA
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Apuntando hacia el final de este complicado año, el mundo se estremece ante acontecimientos que cimbran sociedades; el Brexit rompe el equilibrio de la UE, invasión masiva de musulmanes en Europa, aromas de proteccionismo en los mercados, ataques terroristas por todo el mundo, y el rey de todos los dolores de cabeza, Donald Trump y Hillary Clinton. Es hora de sumergirnos en este océano de aguas borrascosas para llevar a cabo una reflexión que nos ayude a entender lo que sucede.

Monday, August 15, 2016

MARXISTAS, LIBERALES Y CONSERVADORES



Alberto Mansueti
De la Edad Media se tiene una imagen equivocada. Contra lo que se cree, muchas libertades, y principalmente económicas, florecieron en los mil años desde la caída del Imperio romano occidental en el siglo V, porque el poder estuvo fragmentado y disperso. Los reyes no fueron absolutos; su poder estaba contenido por la visión cristiana de “potestades” en competencia: nobles y señores feudales, Obispos, Emperadores y Papas, órdenes religiosas, gremios de artesanos y comerciantes, banqueros, centros educativos, etc.

 
A partir del siglo XVI surgen los Estados nacionales: los reyes van concentrando y centralizando el poder en las Cortes. Y aparece el “mercantilismo”: el control de la economía por los Gobiernos, con “protección” de las industrias nacionales mediante monopolios, aranceles y prohibiciones contra las importaciones, y con manipulación del dinero y oferta monetaria. Muchas ideas mercantilistas están vivas y se practican hoy en día, por ej. en países socialistas.

El mercantilismo comenzó a ser cuestionado por John Locke, y después por los “fisiócratas”; pero la crítica decisiva fue la de Adam Smith en “La riqueza de las naciones”, del año 1776. Presbiteriano, Smith creyó en un Dios Soberano, que gobierna su Creación con su “mano invisible”, la de la divina Providencia. Y que las leyes económicas, por ej. las leyes de la oferta y la demanda en los mercados, son leyes naturales, tanto como las físicas, descritas por Isaac Newton, todas decretadas por Dios, y parte de su “revelación general”. Por eso dedica todo el libro a explicar ciertas leyes naturales de la economía, y los beneficios de tomarlas en cuenta.

El XIX fue el siglo del liberalismo económico, con enormes ventajas para todo el mundo; aunque no para los privilegiados del mercantilismo, que salieron perdiendo. Pero encontraron fuertes apoyos en los socialistas y comunistas, partidarios de un estatismo mayor, totalitario. Karl Marx y Federico Engels etiquetaron como “capitalismo” tanto al mercantilismo como al libre mercado, y embistieron contra “las derechas” en general, sin distinguir entre lo que en el Centro de Liberalismo Clásico llamamos “derecha mala”, la del mercantilismo, y derecha buena, la del capitalismo liberal.

Desde la Primera Internacional, la de 1864 en Londres, Marx y Engels se aliaron con los anarquistas, declarando todos que el Estado desaparecería, juntamente con el capitalismo, el matrimonio y familia “burguesas”, y la religión. Diferían sólo sobre si tales instituciones se habrían de extinguir en forma lenta y de “muerte natural”, como sostenía el anarquismo, o serían liquidadas por una “dictadura del proletariado de tipo transitorio”. Los marxistas también arremetieron contra el “socialismo utópico”, en nombre de un “socialismo científico”, basado en los materialismos, dialéctico e histórico, tratados por Engels respectivamente en el “Anti-Dühring” de 1878, y en “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado” de 1884.

Lo sorprendente de esta vieja literatura es que sus ideas se discuten aún hoy día; lo cual demuestra gravísimo estancamiento y aún retroceso intelectual. Por ej: en esa época los términos “socialismo” y “comunismo” causaban cierta confusión en las izquierdas, así que ya en 1848 Engels había escrito con Marx el “Manifiesto Comunista”, mostrando que eran equivalentes, y con un “Programa Mínimo” de 10 puntos en los que todos concordaban, no importa si se llamaran socialistas o comunistas: (1) "Reforma agraria", (2) impuesto progresivo a los ingresos, (3) fuerte impuesto a las herencias, (4) estatización de las grandes empresas y compañías extranjeras, (5) banco central con monopolio de la emisión de dinero, (6) transportes del Estado, (7) empresas de propiedad estatal, e industrias y comercios bajo control del Gobierno, (8) leyes obreras y sindicales, (9) impuesto a las ganancias extraordinarias, (10) educación pública socializada.

Salvo la última estas son medidas económicas, muchas tomadas del viejo mercantilismo. Marx y Engels asumieron que había de atacarse primero la economía capitalista, cuya base es la propiedad privada y el manejo de las empresas y actividades productivas por los particulares. Y dejar para el futuro las políticas contra las libertades civiles y la democracia representativa, que Marx y luego Lenin llamaron “cretinismo parlamentario”, y contra el matrimonio, la familia y la religión, hoy blanco de los ataques inspirados en la Escuela de Frankfurt y en otras asociadas al marxismo cultural.

En la Segunda Internacional, la de 1889 en París, los anarquistas se separaron. Pero desde entonces todas las izquierdas han aplicado estos mismos 10 puntos, con la sola diferencia en los medios: más o menos pacíficos los fabianos y socialdemócratas, que en el Centro de Liberalismo Clásico llamamos “la izquierda mala”; y muy violentos los comunistas, nazis y fascistas, y ahora Socialismo del Siglo XXI, que llamamos “izquierda peor” o pésima. (Izquierda buena no existe). Las fases sucesivas son cuatro:

Desde 1913 en EE.UU., establecieron el dinero emitido por los Bancos Centrales. Decretaron nuevos impuestos. Y arremetieron contra el empleo, con las leyes laborales de la OIT, desde 1919. Así nos comenzaron a empobrecer. Consecuencias: la crisis de 1929 y la Gran Depresión.

En los ’30 y ’40 nos dijeron que como estábamos muy pobres, el Estado nos daría gratis “salud y educación”, y se apoderaron de la atención médica y la docencia, que usaron como medios de control y adoctrinamiento respectivamente. Aumentaron los impuestos para cubrir el “Welfare”, mientras la seguridad y la justicia decaían. Y como los antiliberales se llevan muy mal entre ellos, desataron la II Guerra Mundial, tras la cual un breve interludio “Neo liberal” no fue suficiente para revertir el rumbo que el mundo había tomado. Las izquierdas volvieron a las andadas.   

En los '70 y '80 desataron un ataque masivo contra la producción, con "nacionalizaciones" de empresas, y expropiaciones para la "reforma agraria". Las guerrillas secuestraron, torturaron y asesinaron; y la propaganda arreciaba contra la representación política, en nombre de una “democracia participativa”.

Estamos ahora en la cuarta ola: el marxismo cultural, en pos de la desaparición de los Estados nacionales y su reemplazo por un “Nuevo Orden Mundial”. A más de 400 años de John Locke (1632-1704), y sus Tratados en pro de un Gobierno limitado a la defensa de la vida, libertad y propiedad.

Los marxistas han operado en sentido inverso, destruyendo primero la propiedad, y luego la libertad; y ahora van contra la vida misma, con sus ataques “medio-ambientalistas” contra el desarrollo, y neo-maltusianos contra la población, como aborto e “ideología de género”, y “deconstruyendo” el lenguaje, e imponiendo el Posmodernismo relativista y enemigo de la razón, de la mano con la “Nueva Era”.

Termino el artículo con la tesis política del Centro de Liberalismo Clásico, que es esta: el mundo empezará a enderezarse cuando las izquierdas pierdan fuerza. Pero eso va a ser cuando las derechas se enderecen. Es decir, cuando sus dos segmentos corrijan sus respectivos errores, y:

(1) los conservadores, entre ellos muchos cristianos, aprendan economía, y se dejen de ilusionar y engañar con ideas del marxismo clásico, tomadas casi todas del mercantilismo, disfrazadas ahora de “nacionalistas”. Y (2) los “libertarios” y liberales despistados aprendan política, historia, derecho y filosofía, y se dejen de ilusionar y engañar con ideas del marxismo cultural, tomadas algunas del materialismo y otras del anarquismo, y disfrazadas ahora de “libertarias”.

¡Hasta la próxima!

MARXISTAS, LIBERALES Y CONSERVADORES



Alberto Mansueti
De la Edad Media se tiene una imagen equivocada. Contra lo que se cree, muchas libertades, y principalmente económicas, florecieron en los mil años desde la caída del Imperio romano occidental en el siglo V, porque el poder estuvo fragmentado y disperso. Los reyes no fueron absolutos; su poder estaba contenido por la visión cristiana de “potestades” en competencia: nobles y señores feudales, Obispos, Emperadores y Papas, órdenes religiosas, gremios de artesanos y comerciantes, banqueros, centros educativos, etc.

Friday, July 29, 2016

OLIGARCAS, LIBERALES, DEMOCRACIA



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres
Apuntando hacia el final de este complicado año, el mundo se estremece ante acontecimientos que cimbran sociedades; El Brexit rompe el equilibrio de la UE, invasión masiva de musulmanes en Europa, aromas de proteccionismo en los mercados, ataques terroristas por todo el mundo, y el rey de todos los dolores de cabeza, Donald Trump y Hillary Clinton. Es hora de sumergirnos en este océano de aguas borrascosas para llevar a cabo una reflexión que nos ayude a entender lo que sucede.



Es un hecho que atestiguamos una feroz lucha entre las elites promotoras de un gobierno mundial, liderados por Soros, el financiero de Hillary, dueño del partido demócrata y un caso raro de billonario marxista— y aquellos abanderados de la  libertad, autonomía regional y el control de su propio destino. El último golpe de los globalistas casi destruye a Grecia, con ello preparan el terreno para apretar las cadenas de una Europa considerada gravemente enferma.
Pero la Unión Europea sufre debido a la interdependencia forzosa, y un sistema de moneda única centralizado. Y aprovechando su mala salud, las instituciones globalistas, como el Fondo Monetario Internacional, se preparan para iniciar su linchamiento. Cuando Europa toque el fondo, las élites globales emergerán argumentando la raíz de la crisis fue la anticuada institución de la soberanía nacional. Nos dirán que habitamos una aldea global y debemos aceptar que, triunfamos o fracasamos todos juntos. Tratarán de convencernos los mercados libres y la innovación individual, no son la fórmula que ha producido economías prósperas. Nos gritaran la urgente necesidad de cincelar una mente colectiva, que nos convierta en piezas reemplazables de una máquina dedicada “al bien global”.
La caída de la Unión Europea es parte de la estrategia globalista.
Las elites sacrificarán cualquier nación, si ello contribuye a impulsar su objetivo de dominación política y económica mundial, por eso se preparan para la caza del mayor de los trofeos, los EU. Y cuando se inicie ese declive, los mercenarios emergerán ahora amonestando la codicia producto de la soberanía nacional, y las aspiraciones de poder que deben ser destruidas para crear un sistema político global más “justo e imparcial”.
Si llevamos a cabo una auscultación de EU, nos daremos cuenta que la presa está lista para el cazador. El dólar se encuentra sostenido con alfileres. Su deuda supera la totalidad de compromisos de las naciones de la UE. Pero a diferencia de otros países, tienen la opción de imprimir moneda sin controles para prolongar la agonía. Es aquí donde Soros cabalga libremente su pradera. Él ha sido el verdugo de innumerables bancos centrales con su juego especulativo de monedas, y preguntamos: ¿Cómo es que su fortuna viajó de 9 trillones a 25 en los años de Obama? Es el kapitalismo crony que tan bien aplican los socialistas.
Soros lo sabe muy bien y quiere provocar una versión administrada de la explosión. Quiere destruir el sistema actual en Estados Unidos, porque con ello llegará la oportunidad de un “reajuste económico mundial” para amasar billones con las penurias del dólar.  Esto será una repetición de lo sucedido después de la Gran Depresión de 1929, resultando el New Deal sazonado con los acuerdos de Bretton Woods, el Banco Mundial y la OMC. Los oligarcas habían dado ya un importante paso cuando, en 1913, fundaran el Fondo de la Reserva Federal evento que, en opinión de expertos, 50 años después le costaría la vida a John Kennedy.
Una herramienta fundamental del establishment para lograr el engrane de su maquinaria global, ha sido crear  la mentalidad de rebaño para luego pasar al establecimiento de la democracia mundial la que, ante las demandas de las masas que usan el voto para presionar el reparto de dulces, ha mutado para convertir los gobiernos en gigantescos monstruos devoradores y propietarios de un poder ilimitado. Esa mentalidad de rebaño la desarrollan provocando crisis y guerras, es cuando la sociedad busca protección y Soros les abre los brazos.
En la capirotada ideológica de hoy día, libertad y democracia se consideran equivalentes; pero son totalmente opuestos. La libertad es totalmente incompatible con la democracia. La libertad se basa en el Individualismo: el principio que cada hombre es un ser independiente y soberano; no es un fragmento intercambiable de la tribu; su vida, su libertad y sus posesiones son suyas por derecho moral, no por permiso de ningún grupo. Es el mandato de la ley natural. Y esa libertad es odiada por los globalistas.
La democracia es el mandato de las masas y ello ha provocado que los gobiernos hayan crecido de forma incontrolable, invadiendo campos que tradicionalmente fueran de la sociedad civil. Su educación, su salud, sus bancos, sus ahorros, su moneda, sus mercados. Pero al mismo ritmo que crecen los gobiernos, las políticas económicas votadas por las masas se convierten en pesadas cargas para el desarrollo y prosperidad. ¡Crisis!
La libertad es un valor de gran significado porque para producir alimentos, cultivar la tierra, ganarse la vida– el hombre tiene que pensar y actuar usando el juicio de su mente racional. Para que pueda hacerlo debe ser libre; ello significa que ni el gobierno ni otros individuos pueden iniciar la fuerza física contra él para  oprimirlo o esclavizarlo.
Dado que la libertad es indispensable para que el hombre viva y progrese, el gobierno ideal es aquel que reconoce y protege sus derechos a la vida, la libertad, la propiedad, y la busca de la felicidad. Debe castigar severamente a quienes los violan. Pero más importante es limitar el poder del gobierno de forma estricta y precisa, para que el gobierno, oligarcas ni turba alguna que pretenda adquirir el poder estatal, pueda pisotear esa libertad estableciendo dictaduras de hombres o de partidos.
Bryan Caplan, en su libro “The Myth of the Rational Voter”, define al votante medio como el gran ignorante: es irracional y exige políticas en base a creencias erróneas que tiene sobre infinidad de temas, y estas políticas son poderosos frenos para lograr la prosperidad. El precio de satisfacer creencias erróneas, es la reducción del bienestar general y por ello, en su irracionalidad, esos mismos votantes piden más de lo mismo y el gobierno crece.
¿Hay alguna forma de lidiar con tal problema? Se requiere un cambio cultural para reducir el ámbito de decisión democrática tanto como sea posible. Cuantas menos decisiones colectivas se tomen y más sean entregadas al mercado, menos necesaria será la ilusión del “ poder del voto". Porque lo que llamamos mercado son simplemente millones de individuos que constantemente toman decisiones en libertad (sociedad civil). Debemos regresar el Estado a sus orígenes de protector de vida, libertad y propiedad, de esa forma capturar el poder no será tan atractivo, pues no habrá ningún poder que capturar, y así será mayor el bienestar social fruto de una política económica de libertad.
La alternativa a la democracia es el mercado.

OLIGARCAS, LIBERALES, DEMOCRACIA



REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela Torres
Apuntando hacia el final de este complicado año, el mundo se estremece ante acontecimientos que cimbran sociedades; El Brexit rompe el equilibrio de la UE, invasión masiva de musulmanes en Europa, aromas de proteccionismo en los mercados, ataques terroristas por todo el mundo, y el rey de todos los dolores de cabeza, Donald Trump y Hillary Clinton. Es hora de sumergirnos en este océano de aguas borrascosas para llevar a cabo una reflexión que nos ayude a entender lo que sucede.

Saturday, July 9, 2016

Releyendo a Sarmiento

Releyendo a Sarmiento

Cuando apareció en Santiago de Chile, hacia 1850, la primera edición de Recuerdos de provincia, Domingo Faustino Sarmiento contaba 39 años. En ese libro historiaba su vida, historiaba las vidas de los hombres que habían gravitado en su destino y en el de su país, historiaba sucesos inmediatos de repercusión dolorosa. El decurso del tiempo modifica los textos; Recuerdos de provincia, releído y revisado ahora, no es ciertamente el libro que yo recorrí hace ya más de 60 años. El mundo, por esa época, parecía irreversiblemente alejado de toda violencia. Ricardo Güiraldes evocaba con nostalgia (y acaso exagerable épicamente) la dura vida de los troperos; a mis amigos y a mí nos alegraba imaginar que en la alta y bélica ciudad de Chicago se ametrallaban los contrabandistas de alcohol; yo perseguía con tenacidad, con tenacidad literaria, los últimos rastros de los cuchilleros de las orillas.



Tan manso, tan pacífico nos parecía el mundo, que jugábamos con feroces anécdotas y deplorábamos "el tiempo de lobos, tiempo de espadas" que nos evocaba la Edda Mayor, y que habían merecido otras generaciones más venturosas. Recuerdo de provincia era entonces el documento de un pasado irrecuperable y, por consiguiente, grato, ya que nadie soñaba que sus rigores pudieran regresar y alcanzarnos algún día. El tiempo se encargó de demostrarnos lo contrario, pero no es mi intención referirme a sucesos de reciente data.Sin embargo, el examen de Recuerdos de provincia demuestra que la crueldad no fue el mayor mal de esa época sombría de nuestra historia. El mayor mal fue la estupidez, la dirigida y fomentada barbarie, la pedagogía del odio entre hermanos, el régimen embrutecedor de divisas, vivas y mueras. En ese libro, Sarmiento -negador del pobre pasado y del ensangrentado presente- se nos aparece como el paradójico apóstol del porvenir. Ejecuta, por primera vez, la proeza de observar históricamente la realidad, de simplificar e intuir el ahora como si ya fuera el ayer. Su destino personal lo ve en función de América; en alguna ocasión explícitamente lo afirma: "En mi vida, tan destituida, tan contrariada y, sin embargo, tan perseverante en la aspiración de un no sé qué elevado y noble, me parece ver retratarse esta pobre América del Sur agitándose en su nada, haciendo esfuerzos supremos por desplegar sus alas y lacerándose a cada tentativa contra los hierros de la jaula". Esa visión ecuménica no empaña su visión de los individuos. Entre las muchas imborrables imágenes que ha legado a la memoria de los argentinos está la de Facundo, la de Fermín Mallea, la de su madre, las de tantos contemporáneos; la suya propia, que no ha muerto y que aún es combatida. A su prosa tampoco le falta la sorprendente ironía. Cuando se defiende que a Rosas lo llaman Héroe del Desierto, Sarmiento observa: "Porque ha sabido despoblar a su patria". Fatalmente propendemos a ver en el pasado una rígida publicación de meras estatuas. Sermiento nos descubre los hombres que ahora son bronce o mármol.
En un incompatible mundo heteróclito de provincianos, de orientales y de porteños, Sarmiento es el primer argentino, el hombre sin limitaciones locales, el gran universal. Sobre las pobres tierras despedazada quiere fundar la patria. Sabe que la revolución, a trueque de emancipar todo el continente y lograr victorias argentinas en Perú y en Chile, abandonó, siquiera transitoriamente, el país a las fuerzas de la ambición personal y de la rutina. Sabe que nuestro patrimonio no debe reducirse a los haberes del indio, del gaucho y del español; que podemos aspirar a la plenitud de la cultura occidental sin exclusión, y así fundar una patria.
Paradójicamente, Sarmiento ha sido motejado de bárbaro. Ocurre que quienes no quieren compartir su aversión por el gaucho afirman que él también era un gaucho, equiparado de algún modo al ímpetu bravío del uno en las disciplinas rurales con el ímpetu bravío del otro en la conquista de la cultura. La acusación, como se ve, no pasa de una mera analogía, sin otra justificación que la circunstancia de que el estado del país era rudimentario y a todos salpicaba de violencia. Paul Groussac, que no lo quería, en una improvisación necrológica, hecha casi exclusivamente de hipérboles, exagera la rudeza de Sarmiento; lo llama "el formidable montonero de la batalla intelectual", y pondera " sus cargas de caballería contra la ignorancia criolla".
Desde su destierro chileno, Sarmiento pudo ver el otro rostro del país. Es lícito conjeturar que el hecho de haberlo recorrido poco, pese a sus denodadas aventuras de militar y de maestro rural, favoreciera la adivinación genial del historiador. A través del fervor de sus vigilias, a través de la hoy olvidada Cautiva, a través de su inventiva memoria, a través de su amor a esta tierra y del odio justificado, Sarmiento vio un territorio poblado, vio la contemporánea miseria y la venidera grandeza. Su vida y su prosa justifican ese propósito. Ningún espectador argentino tiene la clarividencia de Sarmiento.
Who touches this book, touches a man, pudo haber escrito Sarmiento en el término de sus Recuerdos de provincia. Creo que nadie puede leer ese libro sin profesar por el valeroso hombre que lo escribió un sentimiento que rebasa la admiración. Acaso Sarmiento, para la generación de argentinos de nuestros días, es el hombre creado por este libro.