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Sunday, August 28, 2016

Economía: La Escuela Austriaca ganó el Methodenstreit

Por Juan Morillo Bentué

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Muchos historiadores de las ideas consideran que el Methodenstreit fue un debate estéril. El propio Mises sentenció que el debate no ayudó a clarificar la cuestión metodológica: “The Methodenstreit contributed but little to the clarification of the problems involved. Menger was too much under the sway of John Stuart Mill's empiricism to carry his own point of view to its full logical consequences. Schmoller and his disciples, committed to defend an untenable position, did not even realize what the controversy was about”[1].


Muy al contrario, nosotros consideramos que este debate tuvo múltiples e innumerables beneficios. En primer lugar, esta controversia tiene un gran interés puesto que es la reivindicación de la importancia de discernir cuál es el camino correcto para acercarse a la verdad científica en el campo de la ciencia económica. Además, en segundo lugar, como hemos podido comprobar, en esta controversia están planteadas muchas de las ideas hoy encontramos en los debates sobre la metodología de la ciencia[2]. Finalmente, otro beneficio de este episodio histórico es que, como suele ocurrir cuando hay un debate prolongado, el Methodenstreit sirvió tanto a historicistas como economistas austriacos para afinar y desarrollar sus posiciones metodológicas y, por tanto, contribuyó a la mejora de su producción científica[3].
Sin embargo, siguiendo a Bruce Caldwell[4], podemos decir que el debate también tuvo la negativa influencia de oscurecer aquellos puntos que la Escuela Austriaca y la Escuela Histórica Alemana tenían en común. Por ejemplo, ambas escuelas utilizaban una variante del hombre-actor en sus tratados alejado del homo economicus tan propio de la Escuela Clásica Inglesa y del análisis neoclásico que se desarrolló posteriormente; asimismo, ambas escuelas rechazaban el positivismo y el marxismo y ambas veían el estudio del origen de las instituciones sociales como una de las cuestiones capitales para la Ciencia Económica.
En relación a quién se impuso en el debate, puede considerarse que frente a la academia alemana los historicistas fueron los ganadores de este debate; de hecho, las economistas de la Escuela Austriaca fueron vetados de las universidades de ese país al menos hasta la década de 1920[5]. Sin embargo, esto no prueba nada acerca de las ideas metodológicas debatidas en sí mismas, puesto que la Escuela Histórica Alemana se encontraba en una posición mainstream dominante y pudo hacer uso de posición predominante.
Sin embargo, si tomamos como referencia la teoría económica moderna para enjuiciar quién venció en el debate, creemos poder afirmar que las metodologías predominantes hoy en día se adaptan mejor a las posiciones metodológicas centrales de Menger (existencia de leyes económicas universales) que a las de los historicistas alemanes (diferente validez de las leyes económicas según el momento histórico). Esto es así porque, aunque en la teoría económica actual existen diferentes corrientes metodológicas, todas ellas defienden la existencia de ciencia económica objetiva, válida para todo tiempo, hombre y lugar. En lo que difieren es en el método para la construcción de esta teoría económica.
Así, para los defensores del método hipotético-deductivo, la tarea de éste es realizar predicciones correctas; debe juzgarse, por tanto, según la precisión, el alcance y la conformidad con la experiencia de sus predicciones, de la misma manera que con cualquier otra ciencia física o natural; las hipótesis y premisas son irrelevantes para la validación de las teorías económicas, puesto que éstas han de juzgarse en términos de su valor instrumental a la hora de generar predicciones exactas. Para Milton Friedman, cuyo ensayo The Methodology of Positive Economics publicado en 1953 sigue siendo la justificación filosófica más importante del positivismo, la predicción es el elemento clave para aceptar o rechazar una hipótesis o teoría económica que intente explicar un fenómeno. El poder de predicción se convierte, por tanto, en el criterio de validación de una hipótesis. La hipótesis será aceptada/confirmada si la evidencia empírica verifica las predicciones, y será rechazada si contradice dichas predicciones. Pero el economista de Chicago señala claramente que la economía positiva puede ser vista como una ciencia, ya que se basa en el método científico y pretende establecer leyes universales de comportamiento para obtener predicciones sobre el comportamiento de determinadas variables. Según Friedman la economía positiva es independiente de toda posición ética o juicio normativo particular. Por tanto, puede ser una ciencia “objetiva” en el mismo sentido que cualquiera de las ciencias físicas (comparación realizada también por J. N. Keynes), aunque al tratarse de seres humanos (su objeto de estudio) la objetividad plantea dificultades especiales. Concierne aspectos ausentes de consideraciones valorativas y más concentrados en términos prospectivos.
Para los defensores del método axiomático-deductivo, en el que podemos encontrar a gran parte de los economistas de la Escuela Austriaca, existen leyes que rigen la cooperación social tan válidas, exactas y verdaderas como las de las ciencias naturales[6]. Hay que estudiar las normas rectoras de la acción humana y de la cooperación social “a la manera como el físico examina las que regulan la naturaleza”. La diferencia con las corrientes hipotético-deductivas, empirista y positivistas es que el método empleado para el descubrimiento de las leyes económicas es el axiomático-deductivo, esto es, tomar como punto de partida una serie de axiomas (del griego αξιωμα: aquello que es considerado como verdadero sin necesidad de prueba o demostración) y, a partir de ellos proceder deductivamente.
Como podemos observar las diferencias provienen de la posición metodológica pero no de la epistemológica, en la que la inmensa mayoría de corrientes actuales coinciden con los principios defendidos por Menger en la Methodenstreit en lo que se refiere a la universalidad de las leyes económicas.
Evidentemente, no podemos decir que la metodología de la Ciencia Económica pueda calificarse de mengeriana porque intervienen otras cuestiones como acabamos de señalar; sin embargo, nos parece evidente que el desarrollo de la Ciencia Económica actual, en su raíz, es más cercana a los planteamientos de Menger que a los de la Escuela Histórica Alemana. Es más, puede considerarse que la metodología hiperrealista de los historicistas alemanes ha sido abandonada en la actualidad.
En todo caso, creemos que la aportación de Carl Menger al desarrollo de la metodología de la Ciencia Económica es muy significativa. Así, coincidimos con Hayek al señalar que “[Untersuchungen] [s]e trata de un libro difícilmente superable como polémica contra las pretensiones de la Escuela Histórica de recabar para sí el derecho exclusivo al estudio de los problemas económicos (…) la importancia capital de esta obra para los economistas de nuestro tiempo radica, de una parte, en su versión, extraordinariamente profunda, de la esencia de los fenómenos sociales (…) y, de otra, en su clarificador análisis del desarrollo del aparato conceptual con el que tienen que trabajar las Ciencias Sociales.”[7]

Economía: La Escuela Austriaca ganó el Methodenstreit

Por Juan Morillo Bentué

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Muchos historiadores de las ideas consideran que el Methodenstreit fue un debate estéril. El propio Mises sentenció que el debate no ayudó a clarificar la cuestión metodológica: “The Methodenstreit contributed but little to the clarification of the problems involved. Menger was too much under the sway of John Stuart Mill's empiricism to carry his own point of view to its full logical consequences. Schmoller and his disciples, committed to defend an untenable position, did not even realize what the controversy was about”[1].