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Thursday, July 7, 2016

Osorio se lava las manos

Raymundo Riva Palacio

La restauración del diálogo político entre el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y los 30 líderes nacionales de la Coordinadora magisterial, frotó bálsamo sobre el delicado tejido sociopolítico mexicano. Una decisión provocada por la magnitud de la protesta organizada el martes por los maestros disidentes, apresuró un tercer encuentro en Bucareli. Fue rápido, sin mayores preámbulos ni protocolos, donde los maestros respondieron a la pregunta que les había hecho Osorio Chong la semana pasada: ¿qué es lo que pretenden? La respuesta, aunque en tono suave, busca lo que hasta ahora es impensable en el gobierno: marcha atrás en la reforma educativa. Ceder, como le dijo hace unos días Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados, al secretario de Educación, Aurelio Nuño, sería un error. Si se cede ahora, afirmó, se cede todo.

Todo es absolutamente todo, incluido, como primer paso, el secretario Nuño, cuyo trabajo en la arquitectura de la reforma educativa desde la campaña presidencial del candidato Enrique Peña Nieto, la redacción de la iniciativa y su negociación dentro del Pacto por México sería echado a la basura. Esto luce tan impensable, como revertir la reforma educativa. El gobierno se encuentra en un callejón sin salida, y el secretario de Gobernación, el héroe instantáneo de la paz, podrá llevarse las medallas de una victoria efímera en un horizonte turbulento. Ante la violencia en el sur del país ganó tiempo, pero el pulso de la rebeldía sigue agitándose.

La dirigencia del magisterio ha sido cuidadosa con Osorio Chong. A diferencia de Nuño, nadie pide al presidente que lo destituya. Los líderes magisteriales no hablan de sus avances intramuros, y los comunicados los pactan en la Secretaría de Gobernación. Como el documento que le entregaron el martes por la noche, donde aclaran, como antídoto contra las críticas, que no respaldan “la herencia ni la venta de plazas, instrumentos del clientelismo establecido por las direcciones charriles de la SNTE”. Lo que quieren es la suspensión “definitiva” de la reforma educativa. Ya no usaron la palabra derogar (que significa anular una norma o ley) y emplearon suspender (que es detener o diferir). La semántica es importante. La derogación es la anulación automática y no puede volver a discutirse; la suspensión, aún en forma definitiva, es llevarla a un espacio en donde cabe un nuevo proceso legislativo, sin necesidad de construir una nueva ley.

Osorio Chong jugó con ellos y propuso ser el facilitador “de un proceso de diálogo con la Secretaría de Educación Pública en torno al modelo educativo”. El secretario de Gobernación abrió la puerta a la disidencia magisterial y se lava las manos. Su encomienda era buscar el restablecimiento del orden en Oaxaca y, cuando menos hasta ahora, pese a los gritos y los bloqueos, la paz no está rota. Hay entidades con el fuego latente, pero con el espacio de una semana para darles la respuesta, ganó espacio de movimiento él, pero ni el presidente ni Nuño ni nadie en el gabinete, como el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, que está ideológicamente comprometido con la reforma educativa, lo tienen.

La disidencia magisterial tiene claro desde el principio lo que desea. Lo dejó por escrito en el documento que entregó a Osorio Chong en los considerandos V, IX y X: el Sistema Educativo Nacional no será instaurado mediante acciones punitivas contra los docentes y bajo una estructura legal que establece que la evaluación conduce a su despido o separación del aula. Es decir, más de seis meses de cruzada de Nuño por la evaluación de los docentes, miles de palabras empleadas en sus comunicados para hablar sobre los altos porcentajes de maestros evaluados, son inocuos. Ese sistema, dicen los líderes de la Coordinadora, es inaceptable. Igual es la tabla rasa impuesta en el nuevo modelo educativo.

Exigieron en el considerando VII una “educación verdaderamente autónoma, de tal manera que nuestras escuelas tengan libertad para, en el marco de una educación nacional, proponer y definir cómo deben ser los planes y programas, los contenidos y las prácticas pedagógicas dentro y fuera del aula”. Autonomía total para las escuelas significa autogobierno. La rectoría de la educación por parte del Estado, principio fundamental de la reforma educativa, entregada para el manejo bicéfalo en función de “cada zona, región y entidad federativa”, como apuntaron en el considerando IX. No quieren tampoco que se abra la educación de normalistas en las universidades privadas, sino que se mantenga la plaza automática de maestros para los egresados de las normales públicas.

La Coordinadora quiere que su modelo de educación sea debatido a nivel nacional y que, entretanto, la reforma educativa se coloque en el limbo. Regresar al statu quo previo al gobierno de Peña Nieto, es la exigencia. ¿Qué dijo el secretario? Facilitará las condiciones para que eso suceda. El martes por la noche Osorio Chong le dio un placebo a la Coordinadora, que salió de Bucareli como la vencedora de una larga batalla, pero colocó a Peña Nieto en una encrucijada. Su instrucción era buscar la paz en Oaxaca, no alentar la revisión de la reforma educativa. Entonces, ¿para quién trabaja el secretario de Gobernación? Si la respuesta sigue siendo para el presidente, se verá entonces que el lunes todo regresa al punto donde partió, pero con un clima de mayor irritación. Osorio Chong, de ser así, volvería a ensuciarse las manos.

Osorio se lava las manos

Raymundo Riva Palacio

La restauración del diálogo político entre el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y los 30 líderes nacionales de la Coordinadora magisterial, frotó bálsamo sobre el delicado tejido sociopolítico mexicano. Una decisión provocada por la magnitud de la protesta organizada el martes por los maestros disidentes, apresuró un tercer encuentro en Bucareli. Fue rápido, sin mayores preámbulos ni protocolos, donde los maestros respondieron a la pregunta que les había hecho Osorio Chong la semana pasada: ¿qué es lo que pretenden? La respuesta, aunque en tono suave, busca lo que hasta ahora es impensable en el gobierno: marcha atrás en la reforma educativa. Ceder, como le dijo hace unos días Jesús Zambrano, presidente de la Cámara de Diputados, al secretario de Educación, Aurelio Nuño, sería un error. Si se cede ahora, afirmó, se cede todo.

Thursday, June 16, 2016

La rebelión de las sotanas

La jerarquía eclesiástica mexicana trae la cara pintada de guerra. Es una afrenta al Estado laico que pasa por el insulto abierto y grosero al presidente de la República. Su descalificación y agresión verbal contra Enrique Peña Nieto, un hombre formado por el Opus Dei, atento a los mandamientos éticos de la Iglesia, y probablemente el Ejecutivo más católico de todos los que se recuerdan en el México posrevolucionario, es inadmisible. Sus ataques obedecen a que como presidente, Peña Nieto gobierna para todos los mexicanos bajo los principios del Estado laico, y no de sus agendas bíblicas. La intolerancia a la discrepancia, de quien sea contra cualquiera, es inadmisible. Pero en el caso de la Iglesia católica, la Constitución restringe sus derechos y haberes como institución. Que no se les olvide.

Los portavoces de la jerarquía católica expresan la indignación del clero por la iniciativa presidencial sobre matrimonios igualitarios, planteada por el presidente dentro el contexto de los derechos humanos. ¿Por qué lesbianas, homosexuales y transexuales no pueden tener los mismos derechos que el resto de los mexicanos? ¿Por qué la Iglesia católica dice que atentan contra el orden natural de las cosas? Sus creencias, bajo los cuales rigen sus principios y su moral, no están inspiradas en Darwin, sino en La Biblia. Respetable su posición, pero nada más. Su fe no rige los Estados, salvo los fundamentalistas, como en la República Islámica de Irán o el califato que pretende el Estado Islámico. Su fe aporta soporte moral a los creyentes, pero en aquellas naciones donde el Estado está separado de la Iglesia, su filosofía, doctrinas y orientaciones se quedan dentro de los templos. Sus actividades públicas también están restringidas en varios países, como México.

El inciso 'e' del artículo 130 constitucional establece: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios”. Sin embargo, tanto la Iglesia católica como otras iglesias, están violando este precepto y, en protesta por la iniciativa presidencial sobre los matrimonios igualitarios, utilizaron el púlpito para buscar la incidencia en el voto. No está claro aún si influyeron o no en él en estados como Aguascalientes y Tamaulipas, pero lo que sí se encuentra en los límites de la legalidad es la actividad política que realizaron y que, explícitamente, reconocen.

En una entrevista con el diario El Universal, el vocero de la Arquidiócesis de México, Hugo Valdemar, editor del semanario Desde la Fe, que lleva tres años y medio en campaña abierta contra el presidente Peña Nieto, negó que los sacerdotes y prelados hubieran realizado acto alguno de proselitismo. “Directamente no lo hubo”, agregó. “Lo que sí hubo fue una serie de orientaciones de obispos y sacerdotes que advertimos el peligro de estas iniciativas”. En una conferencia de prensa, el presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas y Evangélicas, Arturo Farela, añadió: “No hicimos proselitismo; llamamos al voto responsable”.

Farela enmarcó la posición de cristianos y evangélicos como un acto de libertad de expresión. “Mientras no se fomente la discriminación, la homofobia, la falta de respeto a todos los grupos, no se debe tener miedo al debate”, dijo. En los hechos, lo que promovieron sus pastores fueron precisamente la discriminación, la homofobia y una sociedad partida entre ellos y los que adoptan la Ley Natural como credo ciego, y el resto. La jerarquía católica es menos sutil. En el editorial del domingo pasado en el semanario Desde la Fe, el sacerdote Valdemar escribió: “No cabe duda que el hartazgo ante la corrupción, la ineficiencia y la impunidad, así como la imparable violencia y la inseguridad en la que vive secuestrada la ciudadanía, han sido los factores que llevaron a la derrota del partido en el poder.

“Por eso… nos preguntábamos… si el presidente no tenía prioridades que atender antes de hacer una propuesta legislativa destructora de la familia, de sus derechos y de sus valores. Ante dicha agresión… la sociedad se ha movilizado… manifestando un rechazo total a una iniciativa –que se pretende autoritaria–, y detrás de la cual está el intervencionismo extranjero… que financia esta perversión de los valores... No hay duda que la sociedad, inconforme con esta imposición destructiva e inmoral, ha reaccionado, y ha emitido un voto de castigo al presidente y a su partido”.

La grey ha rebasado las fronteras del respeto y la convivencia. Hace unos días, el obispo de Culiacán, Jonás Guerrero Corona, recordó la iniciativa de los matrimonios igualitarios, antes de insultar: “¿No será que (el presidente) anda buscando gavioto en vez de gaviota?”. Nadie de la jerarquía eclesiástica lo desautorizó. Tampoco a Valdemar. Por tanto, uno supone, están de acuerdo con lo que plantean. Las iglesias se han pintado la cara de guerra. Si quieren hablar en el marco de las libertades, que se quiten las sotanas y que dejen de lado sus privilegios fiscales y económicos. Si no quieren que les quiten las prebendas, que respeten el Estado laico en el que viven. Que recuerden que este debate no es sobre la libertad de expresión, sino sobre leyes.

La rebelión de las sotanas

La jerarquía eclesiástica mexicana trae la cara pintada de guerra. Es una afrenta al Estado laico que pasa por el insulto abierto y grosero al presidente de la República. Su descalificación y agresión verbal contra Enrique Peña Nieto, un hombre formado por el Opus Dei, atento a los mandamientos éticos de la Iglesia, y probablemente el Ejecutivo más católico de todos los que se recuerdan en el México posrevolucionario, es inadmisible. Sus ataques obedecen a que como presidente, Peña Nieto gobierna para todos los mexicanos bajo los principios del Estado laico, y no de sus agendas bíblicas. La intolerancia a la discrepancia, de quien sea contra cualquiera, es inadmisible. Pero en el caso de la Iglesia católica, la Constitución restringe sus derechos y haberes como institución. Que no se les olvide.