REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Semanas después estábamos instalados en la bella ciudad de Bruselas y tu
padre asistía ya al Real Ateneo de Bruselas, un exclusivo colegio fundado por
Napoleón a principios del siglo XIX, en donde batallaba en su admirable
esfuerzo para aprender el francés. Mi estancia en el viejo Continente me abriría
los ojos como nunca. Europa todavía no se reponía de la primera guerra mundial
y, el ambiente que se respiraba era de mucha tensión y resentimiento de los
alemanes descontentos con las condiciones impuestas en los tratados de paz que
le daban fin a la guerra.
Rusia había ya abrazado el comunismo y surgía ahora como una potencia
militar con una clara intención de expandir sus tentáculos. El liberalismo que
navegara por todo el continente durante todo el siglo XIX y la primera década
del presente, poco a poco se extinguía para darle paso a una variedad de nuevos
arreglos economico—politicos entre los cuales, ya en Italia Benito Mussolini
enseñaba sus primeras cartas, en España una rara efervescencia emergía de todos
los rincones, en Inglaterra el partido laboral cada dia tomaba mas fuerza, pero
lo mas preocupante; una Alemania en vías de una recuperación mezclada con sed
de venganza con un pueblo que perdía la confianza en su Kaiser.
No había duda de que Europa durante el siglo XIX había creado enorme
riqueza y, países como Inglaterra establecían colonias por todo el mundo desde África,
el medio Oriente, hasta China. Los conflictos religiosos que la habían azotado
en siglos anteriores, quedaban en el pasado pero ahora emergían otros de
naturaleza mas grave. El mundo se encontraba en esos momentos todavía en la
etapa de expansion territorial que había sido la característica mundial de toda
la historia. En la edad media existía la grave creencia de que la riqueza era
algo estático y para adquirirla, había que arrebatarla si es que no se
heredaba, y una forma de hacerlo, era invadiendo otros países como ya lo habíamos
atestiguado en Mexico.
Si en alguna época de la historia había una confusión ideológica mundial,
era en los momentos en que yo arribaba a Europa. La etapa de la agricultura y
de la economía feudal había tenido una vida de más de mil años. Pero durante el
siglo XIX la revolución industrial en menos de cien, provocaba cambios y
contorciones globales difíciles de asimilar. El mapa geopolítico del mundo se
modificaba de forma radical creando la región occidental de gran riqueza,
mientras que el resto del permanecía prácticamente en un estado de inmovilidad
en medio de su pobreza ancestral. En los últimos cien años la humanidad
atestiguaba cambios que modificaban el entorno mundial de los mil anteriores y
ello, provocaba angustia.
EU desde su nacimiento establecía una nueva pauta como el primer país del
mundo moderno que abrazaba la democracia y los mercados libres. La vieja
“inteligenza” que había dominado el escenario mundial durante siglos, miraban
el experimento con gran preocupación esperando fracasara. Pero las profecías de
Tocqueville se hacían realidad cuando surgiera el nuevo país como el ejemplo
global. Europa continuaba siendo el continente de la realeza y los EU era ahora
el de la meritocracia. La gran sabiduría exhibida por los padres de esa patria
nueva con su creativa formula para desconcentrar el poder, creaba un país de
oportunidades en el cual cualquier hombre podía aspirar a llegar a la cúspide
de la pirámide social, antes solo reservada para la realeza.
Pero por la misma novedad del proceso, como los nacientes ríos con su
primera avenida causan destrozos hasta encontrar su cauce permanente, el nuevo
arreglo economico servido por el liberalismo, requería de un marco general que
le permitiera desarrollarse de forma ágil, efectiva y sobre todo, justa. El
liberalismo en su primera etapa me parecía como las piñatas de mi niñez en
Sahuaripa cuando eran quebradas y, como magia caían aquella infinidad de dulces
y golosinas para todos los asistentes. Pero luego surgían los chamacos más
grandes y fuertes para apoderarse de todo, dejando para los demás a veces las
puras cáscaras de los cacahuates. Yo no tenía duda alguna de que el liberalismo
era la formula mágica para producir riqueza, pero ante lo novedoso, me daba
cuenta también de que había los chamacos grandotes que se apoderaban de todos
los dulces de la piñata.
Esta problemática era aprovechada por una serie de fuerzas con agendas muy prolíficas
pero que coincidían en un objetivo: Desprestigiar esa nueva forma de arreglo económico
para recuperar poder en unos casos, y en otros una autentica preocupación de
proteger a los desvalidos ante lo que ahora operaba y no se había conocido
durante siglos; la libre competencia. Esto también abría un nuevo campo de batalla
en el cual se enfrentarían una serie de instituciones que desfilaban desde la
iglesia católica en especial, las viejas monarquías, los tradicionales
negociantes mercantilistas, estados constituidos con antecedentes de muchos
siglos, y ya en esos momentos infinidad de los llamados intelectuales con
diferentes posiciones.
Este novedoso panorama ante mi vista, me daba armas y me permitía llevar a
cabo comparaciones con el proceso mexicano. La gran diferencia y mi gran
preocupación era en el sentido que, Europa durante el siglo XIX había creado
torrentes de riqueza a pesar de lo desorganizado del proceso y, ello le daba
margen para llevar a cabo experimentos con el riesgo que en un momento dado podían
fallar. En Mexico después de un siglo XIX perdido en guerras por ese
afrodisíaco poder, no teníamos margen de maniobra para fallar puesto que en mas
de cien años de independencia, lo único que habíamos creado era pobreza y
grandes resentimientos sociales.
Yo había sido testigo de cómo el Gral. Obregón con esa gran sabiduría
trataba de apuntar el timón del averiado buque hacia puerto tranquilo, pero
navegando todavía en un mar aun rugiente. Un solo hombre no podría estabilizar
el buque especialmente cuando cargaba una tripulación cuyos compases apuntaban
a destinos diferentes. El proceso de rehabilitación de Mexico debería de tomar
muchos años pues así era su estado comatoso, y sin las debidas instituciones,
yo no podía apostar a la continuidad del proceso requerido.
Pero también identificaba una gran oportunidad. En los EU luego de la
administración de Wilson quien fuera el pionero del nuevo gobierno hercúleo que
se avizoraba en el horizonte, tomaba ahora el timón el nuevo presidente Harding
y, el país vecino iniciaba una era de una prosperidad sin precedente que luego
se conocería como los rugientes años 20. Mexico tenía la oportunidad de colgarse
a ese tren. Los cuatro años del gobierno del Gral. Obregón terminaban y no eran
suficientes para asentar el país. Harding luego de heredar una seria recesión y
con un hombre como Andrew Mellon en la Tesorería, de inmediato la vencía con
una simple receta; el recorte de los gastos del gobierno en un 40%..se iniciaba
el boom.
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