Wednesday, August 24, 2016

Desfasados

Macario Schettino indica que el problema de la caída del crecimiento en México se debe en gran medida a la caída de la industria petrolera, el estancamiento de la producción de autos y del comercio interior.

Macario Schettino es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México y colaborador editorial y financiero de El Universal (México).
Se publicó el comportamiento del PIB al segundo trimestre, y como habíamos comentado hace unas semanas, el dato no resultó bueno. Ya la secretaría de Hacienda aprovechó para corregir su estimación de crecimiento para todo el año, a la baja.
No hay sorpresa, me parece, porque buena parte del problema de crecimiento se concentra en la gran caída de la industria petrolera (producto de la caída de producción que lleva ya una década), que en otros momentos se pudo compensar con crecimientos en la producción de autos y en el comercio interior. Ahora, sin embargo, la producción de autos se ha estancado, debido a una menor demanda en EE.UU., que es el mercado más importante para esa industria, y el comercio, que sigue creciendo, pero no lo hace ya a los ritmos de los últimos meses de 2015 y primeros de 2016.



Casi un tercio del valor agregado que se genera en el país se hace en un puñado de actividades: extracción de petróleo, construcción de autos, edificación de vivienda, comercio, y educación y salud. Estas últimas crecen muy poco desde hace mucho tiempo, de forma que su participación en el PIB total ha caído de 4,5 a 3,5%. Comercio, en cambio, ha crecido de forma más o menos constante, aunque a veces a ritmos muy acelerados, como en el último año. Es difícil que eso siga ocurriendo por mucho tiempo más, y de hecho ya se ha moderado el ritmo.
El petróleo, ya le decíamos, ha perdido la mitad de su valor en la última década. A partir de 2004 la producción se ha reducido, y aunque a veces lo hace de manera más notoria, la tendencia no varía. La reforma energética intenta compensar esta caída permitiendo actividad privada (pagando al gobierno, obviamente), pero eso tarda, y más cuando el precio del crudo es tan bajo.
La edificación de vivienda ya está en mejores condiciones, pero usted recordará que tuvimos una muy mala época a partir de 2011. De hecho, su aportación al PIB es ahora de 5%, más o menos lo mismo que era a fines de los años noventa, y no de 6%, como lo era en la segunda mitad de la década pasada.
En las manufacturas, hay dos grandes actividades: la industria alimentaria y la automotriz. Entre las dos prácticamente representan la mitad de todas las manufacturas (considerando el impacto de automotriz en otras ramas, como textiles, hule, etc.). La industria alimentaria crece poco, pero no sufre grandes caídas, de forma que el crecimiento de las manufacturas ha dependido, desde hace tiempo, de la automotriz. La velocidad de crecimiento de los últimos años en esta actividad es impresionante, con crecimientos de dos dígitos en 2012 y 2014, por ejemplo. Pero su producción depende de la demanda, especialmente estadounidense, y como en ese país se estancaron las ventas en la primera mitad del año, pues eso se refleja en un comportamiento similar en la producción. Esto parece estar cambiando ya, y la segunda mitad del año puede ser diferente en este mercado. También hay inversiones importantes en ese sector que empezarán a notarse próximamente.
El impacto de las reformas, en un mayor consumo (por más empleo y mejor crédito), va desfasado del que proviene de mayores inversiones (por mejor abasto energético), y del que no se refleja tanto en el PIB, como el resultante de Telecomunicaciones y medios. Pero los reclamos de quienes pierden con las reformas sí están bien alineados. Tal vez porque son un puñado de empresarios, un par de sindicatos, y algún grupo de políticos, y les es más fácil organizarse.

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