Thursday, July 21, 2016

Objetivismo: la virtud de la ambición

Objetivismo: la virtud de la ambición

Por Warren Orbaugh
República, Guatemala
La ambición es afanarse por el lucro. El lucro es la ganancia o utilidad material derivada de la acción; es la diferencia entre el valor de lo producido y el costo de producirlo. El afán de lucro es, entonces, el afán de producir valor material.
Uno obtiene una ganancia cuando uno mejora la condición de su vida. En términos económicos, el lucro es hacer dinero y se calcula por medio de la contabilidad. En una economía de mercado, de división del trabajo, los individuos no producen, cada uno, la mayoría de los bienes que consume. Más bien se especializan e intercambian sus productos con los otros. Aldo Rossi produce edificios, que vende por dinero en el mercado, y usa ese dinero para comprar comida, gasolina para su transporte, boletos para la ópera, casimires para sus trajes, educación para sus hijos, electricidad para hacer funcionar su casa y su oficina, materiales para seguir produciendo, y cualquier otra cosa que desee.


El proceso productivo tiene costos, pues requiere la adquisición de varios factores de producción –un solar, bienes de capital, fuerza laboral, materiales y capital –y luego hay que combinarlos y ordenarlos para tratar de crear algo de valor. Rossi, por ejemplo, tiene que gastar una cantidad de dinero en el solar para el edificio, en acero, en concreto, en ladrillos, en mármoles, en ventanas, en puertas, en artefactos sanitarios, en material de instalaciones eléctricas, elevadores, planta eléctrica, en tabiques, en salarios para albañiles, armadores, carpinteros, electricistas, plomeros, y ayudantes. Así mismo debe gastar en maquinaria para construcción, tractores caterpilar, camiones, grúas, mezcladoras y formaletas. También debe gastar en ingenieros, arquitectos, dibujantes, contadores, abogados y vendedores. También debe pagar intereses por el capital que necesite para producir durante el tiempo que requiere el edificio. Si puede vender el edificio por más de lo que le costó fabricarlo, lucra –obtiene ganancias. Si no puede, tendrá pérdidas.
El lucro o ganancia es el dinero que le queda a un negocio después de haber pagado sus gastos. Es el resultado de haber producido algo que otra gente valora más de lo que costó producirlo. Es la recompensa del éxito en haber producido valor en una economía de mercado o de división del trabajo. En una isla desierta, donde uno se encuentra aislado, uno produce las cosas que mejoran su calidad de vida. En una economía de mercado, uno hace dinero al producir cosas o bienes para comprar las cosas que mejoran su calidad de vida.
El afán de lucro es producir en el contexto de una economía dineraria.
La actividad central que hace posible nuestras vidas es la producción, el uso de la razón para crear valores materiales. Quien condena el lucro, condena la producción, y quien condena la producción condena la vida humana.
El instrumento mental de la economía de mercado es el cálculo económico. El concepto fundamental del cálculo económico es el concepto de capital y su correlativo la renta. Estos conceptos aplicados en contabilidad contrastan los medios y los fines. Quien calcula económicamente establece una línea divisoria entre bienes de consumo, que planea utilizar para sus satisfacción inmediata, y bienes de otros órdenes que planea utilizar para proveer para seguir actuando o para la producción y así satisfacer deseos futuros. La diferenciación entre medios y fines se manifiesta en diferenciación entre adquisición y consumo, entre el negocio y lo doméstico, entre fondos de transacción y bienes domésticos. Los bienes destinados para la adquisición se evalúan en términos dinerarios, y su suma denominada capital, es el punto de partida del cálculo económico. El fin inmediato de la acción adquisitiva es aumentar o al menos mantener el capital. El monto que puede ser consumido durante un periodo de tiempo definido sin mermar el capital se llama renta. Si el consumo excede la renta, la diferencia es consumo de capital. Si la renta es mayor que lo consumido, la diferencia es ahorro.
El fin primordial del cálculo económico es establecer los montos de la renta, el ahorro, y el consumo de capital.
Aún el hombre primitivo era consciente de las consecuencias de las acciones que para un contador moderno serían consumo de capital. El salvaje se rehusaba a cortar árboles frutales o a matar hembras preñadas en una muestra de acción premeditada y planificada. Sin embargo, sólo para aquel que actúa en una economía de mercado, dineraria, es posible recurrir al cálculo monetario y por tanto, establecer distinciones con respecto a las condiciones en perpetuo cambio de procesos industriales altamente desarrollados y de la compleja estructura de la cooperación social de cientos de miles de trabajos y acciones especializadas. El lucro se crea produciendo valor en base al cálculo económico, produciendo algo que sea rentable, no se roba, no se saquea, no se captura, ni se añade al costo de producción.
El lucro se crea mediante el cálculo económico en anticipación a precios futuros, precios que reflejan y comunican las preferencias futuras de los posibles consumidores. Sólo se lucra ayudándole a otros a lucrar. El éxito de Microsoft o de programas como Cadre –un programa de análisis estructural –reside en que les ayudan a sus clientes a ser más eficientes para producir y así lucrar, les ayudan a obtener ganancias con mayor facilidad y rapidez de lo que lo hacían antes.
Pero la ambiciosa y activa búsqueda de riqueza, requiere de quien calcula económicamente, que identifique la realidad, que no finja que las cosas son distintas de como son, que analice por sí mismo, que se aferre a su análisis, que conceda más a quien contribuya más, que busque soluciones innovadoras, que haga el trabajo, que no defraude y que beneficie a su cliente potencial. La ambición requiere entonces de racionalidad, honestidad, de independencia, de integridad, de justicia, de creatividad, de productividad, de determinación, de perseverancia, de laboriosidad, de honradez, de orgullo y de benevolencia. La ambición es afanarse por mejorar uno su calidad de vida.
Requiere también de frugalidad, es decir, ser sobrio en el consumo, no gastar más que para beneficiarse uno o a otros a quien se desee hacer bien, y no desperdiciar nada. De esta manera la renta será mayor de lo consumido y se podrá ahorrar.
El dinero ahorrado podrá destinarse a satisfacer futuras necesidades o a la producción con el propósito de aumentar el capital. Podrá destinarse a comprar aquellas cosas que le importan a uno, que uno valora, como comida, ropa, anteojos, joyas, autos, televisores, libros, conocimiento, salud, etc. El dinero es instrumental para enfrentar nuestras necesidades físicas y psicológicas. Nos permite intercambiarlo por los bienes requeridos.
Así como el tiempo es dinero, su conversa también es cierta: el dinero es tiempo. Rand lo explica muy bien en su novela La Rebelión de Atlas en el parlamento de Ellis Wyatt cuando explica los beneficios de su operación petrolera:
“¿Qué es la riqueza sino el medio de alargar la vida de uno? Hay dos formas en que uno puede hacerlo: o produciendo más o produciendo más rápido. Y eso es lo que hago: manufacturo tiempo… Produzco todo lo que necesito, trabajo para mejorar mis métodos, y cada hora que ahorro es una hora añadida a mi vida. Me tomaba cinco horas llenar ese tanque. Ahora me toma tres. Las dos que he ahorrado son mías –tan preciadamente mías como si hubiera trasladado mi tumba dos horas más lejos por cada cinco que tengo. Son dos horas quitadas a una tarea, para invertirlas en otra –dos horas más en las cuales laborar, para crecer, para avanzar. Esa es la cuenta de ahorros que estoy atesorando…”
Más dinero significa más tiempo, más tiempo que uno puede destinar a su bienandanza, permitiéndole ser más feliz. El dinero faculta la autonomía. Mayor independencia de las demandas de la necesidad significa mayor discreción sobre las actividades propias, mayor control sobre como uno desea vivir sus días. La autonomía es el andamiaje de la felicidad. El dinero pues, contribuye a alcanzar lo valorado, y la felicidad es la condición psicológica que resulta de haber alcanzado uno sus valores.
El lucro es la utilidad material ganada por la producción y por tanto el afán de lucro o la ambición por riquezas, es el deseo egoísta noble de ganar provecho material por medio de la producción de riqueza. El fin de quien es movido por el afán de lucro, por la ambición, no es conseguir dinero robando, defraudando, o engañando; su fin es hacer dinero, produciendo, según su mejor esfuerzo, bienes demandados, y negociándolos o intercambiándolos por los bienes, que son el mejor esfuerzo, de otros. Pero el dinero no es el fin, el fin es la felicidad.
El afán de lucro es el afán por mejorar nuestra vida, representa lo mejor de nosotros, y representa lo mejor para nosotros.
La ambición es aplicar la virtud de la racionalidad al proceso de conseguir lo mejor para uno, empleando lo mejor de uno, para mejorar uno su calidad de vida

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