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Saturday, December 24, 2016

Los Trudeau: ¿De tal palo, tal astilla?

Desde hace un año por todo el mundo se han visto las derrotas de las fuerzas progresistas y las victorias de las fuerzas de derecha, sean conservadoras o lo que el periodismo denomina “extrema derecha”. Sin embargo para el progresismo lo que quizás representa una de las pocas velas encendidas en su oscuridad es el gobierno de Canadá liderado por el socialista Justin Trudeau.
Este carismático joven líder arrasó en su camino al poder con una victoria contundente sobre el Partido conservador canadiense liderado por el ex primer ministro Stephen Harper en 2015. Trudeau se proyecta ante los canadienses y el mundo como un político de cambio, moderno, progresista lo cual le ha permito mantener un alto nivel de aprobación popular. Pero detrás de este ciego amor por el líder se comienzan a vislumbrar indicios que Justin pretende seguir la línea de su padre Pierre, el  ex primer ministro, lo cual debería ser gran señal de peligro.

Tuesday, September 20, 2016

China: Cómo redujo su pobreza del 80% al 10%

Made in China

A lo largo de las últimas cuatro décadas, pocos países han experimentado una transformación tan significativa como China. El gigante asiático sufrió una dura guerra civil en la segunda mitad de la década de 1940 y entró en los años 50 con el liderazgo implacable de Mao Tse Tung, cuyo régimen totalitario de inspiración comunista llevó al país a la más absoluta miseria.
Las políticas de colectivización y planificación de la economía hicieron de China un país tremendamente pobre, con el agravante de que hablamos de una nación particularmente grande. Mao no solamente no cambió de rumbo ante el fracaso de sus medidas sino que las apuntaló con “purgas” políticas como la “revolución cultural”.



Cuando Deng Xiaoping tomó las riendas del país en 1978, China empezó a plantearse un cambio de rumbo. El primer cambio significativo fue la creación de las llamadas Zonas Económicas Especiales (ZES), en las que se permitía el desarrollo de un marco económico capitalista frente al sistema comunista que seguía en vigor en el resto del país.
En 1980, China contaba con ZES en Shenzhen, Zhuhai, Shantou, Xiamen, Hainan… A la lista se sumaron casi quince ciudades costeras, que recibieron el estatus CES en 1984. A lo largo de los años siguientes, el estatus de las ZES llegó a más y más ciudades del país, generalizando poco a poco el giro hacia la economía de mercado.

Apertura comercial

En esta línea, las autoridades del Partido Comunista empezaron a perfilar un nuevo marco de relaciones comerciales con el resto del mundo que estaba marcado por la pretensión de abrirse al mundo para potenciar la llegada de inversión extranjera y el desarrollo de sectores exportadores. Poco a poco, China empezó a incorporarse al comercio mundial, beneficiándose de la globalización.
A comienzos de los años 90, el arancel medio ya había bajado hasta el 30%, aunque a mediados de la década se situaba por debajo del 20% y a comienzos del siglo XXI no llegaba al 5%. La entrada en la Organización Mundial de Comercio blindó estos avances y certificó el nacimiento de una nueva China abierta al mundo.

Libertad empresarial

Poco a poco, las autoridades chinas han ido reduciendo el peso del Estado en la economía y han apostado por facilitar la entrada de nuevos competidores así como por privatizar la gestión de los ineficientes conglomerados empresariales ligados al poder público.
Por ejemplo, en el sector industrial vemos que la producción generada por las industrias estatales ha caído del 80% al 20% como consecuencia de esta agenda de privatización y liberalización.

Espectacular desplome de la pobreza

Los datos del Banco Mundial confirman que estas reformas iniciales tuvieron un enorme éxito a la hora de reducir la pobreza. Entre 1980 y 2010, la tasa de pobreza (ajustada a inflación y poder de compra) se redujo del 80% al 10%, una caída sin precedentes en la historia. Esto significa que 500 millones de personas salieron de la pobreza a raíz del aperturismo económico del gigante asiático.
El PIB per cápita refleja ese espectacular salto de desarrollo que ha experimentado China conforme su marco económico ha abandonado el comunismo radical de la era de Mao. El PIB per cápita creció un 730% entre 1990 y 2014, mientras el PIB mundial aumentaba un 63%.
Esto redujo notablemente las diferencias entre China y el resto de paísesdel globo. En 1990, el PIB chino era un 83% más bajo que el PIB mundial(1.500 dólares frente a 8.800 dólares), pero en 2014 este diferencial negativo se había reducido al 13% (12.600 dólares frente a 14.400 dólares).
Pero el desarrollo de China no está garantizado. Quedan pendientes reformas de nuevo cuño que permitan aumentar la competitividad, como también sigue encima de la mesa el inevitable debate sobre la falta de libertades que, lamentablemente, siguen sufriendo los ciudadanos del país asiático.

China: Cómo redujo su pobreza del 80% al 10%

Made in China

A lo largo de las últimas cuatro décadas, pocos países han experimentado una transformación tan significativa como China. El gigante asiático sufrió una dura guerra civil en la segunda mitad de la década de 1940 y entró en los años 50 con el liderazgo implacable de Mao Tse Tung, cuyo régimen totalitario de inspiración comunista llevó al país a la más absoluta miseria.
Las políticas de colectivización y planificación de la economía hicieron de China un país tremendamente pobre, con el agravante de que hablamos de una nación particularmente grande. Mao no solamente no cambió de rumbo ante el fracaso de sus medidas sino que las apuntaló con “purgas” políticas como la “revolución cultural”.


Wednesday, August 24, 2016

“Récord de ganancias”: ¿Y para quién son?


Cuando escuchamos el término “ganancias” en las noticias, a menudo la palabra se utiliza para explicar otra cosa. A veces, tener ganancias se enmarca de una manera que despierta desconfianza o ganas de penalizarla. Por ejemplo, he aquí un titular de la Radio Nacional Pública (NPR): “Récord de ganancias de petroleras suscita críticas”.
En términos generales, las ganancias son los dólares que restan del dinero gastado en la producción de un bien o servicio. Si un comerciante paga por unos pollos más de lo que Ud. está dispuesto a pagar, entonces el comerciante sufrirá pérdidas en vez de sacar ganancias. Si el comerciante pierde bastante dinero, tendrá que cerrar y Ud. tendrá que encargarse de criar y sacrificar sus propios pollos.



Así es como el “afán de ganar dinero” hace que gente totalmente extraña haga cosas asombrosas que son de mutuo beneficio. Cenar pollo sería mucho más caro (y repelentemente fastidioso) si todos tuviéramos que criar y sacrificar nuestros propios pollos. Carniceros y tenderos que no conocemos se encargan de este ingrato trabajo por nosotros ya que ello les reportará ganancias. Lo mismo podemos decir de la gasolina que usa su auto y de casi todo lo demás que necesitamos y deseamos.
Hay empresas porque hay ganancias y es la razón por la que hay empleos. Que una empresa tenga récord de ganancias significa que la empresa es sólida y ofrece seguridad laboral. Que haya pocas ganancias es indicativo de un negocio débil y de empleos precarios. Ultimadamente, si no hay ganancias, llega la quiebra y se acaba el empleo.
Las ganancias también sirven de señal. Si hay fuertes ganancias en el negocio del pollo, eso envía señal de que la gente debe estar queriendo y necesitando comprar más pollos, por tanto harán falta más empleos para surtir más pollos.
Los dueños de las empresas recogen las ganancias, pero éstas también van a parar a manos del gobierno a través del pago de impuestos.
En una pequeña empresa, como un restaurante familiar, es probable que el dueño sea algún vecino suyo y sea quien recoge las ganancias. Éstas suelen ser reducidas, por lo general sólo 2-3 centavos por cada dólar que el restaurante cobra.
Muchas de las grandes empresas de Estados Unidos son propiedad de sus accionistas y éstos reciben las ganancias. Sorprendentemente, una gran mayoría de americanos no cae en la cuenta de que ellos son los dueños de estas empresas.
Por ejemplo, más de la mitad de los dueños – los accionistas – de nuestras más grandes compañías petroleras son planes privados y enormes planes públicos de pensiones, cuentas 401k, fondos mutuales y cuentas IRA para el típico hogar americano. Más de la mitad de nosotros somos dueños de estos fondos en forma de ahorros personales, inversiones de jubilación y pensiones.
En otras palabras: Los americanos, en su gran mayoría, son propietarios de la mayor parte de las compañías petroleras de Estados Unidos. La riqueza de nuestros hogares se beneficia de forma directa cuando las compañías petroleras, de las que son dueños, consiguen grandes ganancias; nuestra riqueza también sufre cuando nuestra empresa petrolera no es rentable. También perdemos cuando se les suben los impuestos a estos negocios. Lo mismo puede decirse de las otras miles de grandes compañías en las que invierten nuestros fondos de jubilación y pensiones.
Las ganancias son las que ponen la comida en nuestras mesas, la gasolina en nuestros autos, nos proporcionan puestos de trabajo, financian nuestra jubilación, y mucho más. El afán de ganar dinero nos motiva a hacer cosas que redundan en mutuo beneficio. Un récord de ganancias es señal de que estamos haciendo más bien que de costumbre.

“Récord de ganancias”: ¿Y para quién son?


Cuando escuchamos el término “ganancias” en las noticias, a menudo la palabra se utiliza para explicar otra cosa. A veces, tener ganancias se enmarca de una manera que despierta desconfianza o ganas de penalizarla. Por ejemplo, he aquí un titular de la Radio Nacional Pública (NPR): “Récord de ganancias de petroleras suscita críticas”.
En términos generales, las ganancias son los dólares que restan del dinero gastado en la producción de un bien o servicio. Si un comerciante paga por unos pollos más de lo que Ud. está dispuesto a pagar, entonces el comerciante sufrirá pérdidas en vez de sacar ganancias. Si el comerciante pierde bastante dinero, tendrá que cerrar y Ud. tendrá que encargarse de criar y sacrificar sus propios pollos.


Mitos y Realidades: ¿El iPhone es producto del capitalismo o del Estado emprendedor?

iPhone
¿Cuál es el motor esencial de las innovaciones más importantes que hemos disfrutado en las últimas décadas: el Estado o el libre mercado? Ésta es la cuestión que aclara el Instituto Juan de Mariana (IJM) en su informe Mitos y Realidades del Estado emprendedor: ¿realmente es el Estado el impulsor de la investigación básica y la innovación?, publicado este miércoles.
Son numerosos los analistas que otorgan al Estado un papel capital en los avances tecnológicos que se han desarrollado en los últimos años, defendiendo con ello la inversión pública y una mayor planificación estatal en esta materia. Éste es el caso de la economista italiana Mariana Mazzucato, quien destaca internacionalmente por pretender refutar la idea de que el capitalismo es el motor esencial de las innovaciones que han revolucionado el mundo actual.



Así, en su conocido libro El Estado emprendedor, Mazzucato trata de argumentar que todos esos avances tecnológicos son, en realidad, producto de los programas estatales de investigación: es al Estado y a su política de I+D+i a quienes le debemos el progreso presente. El iPhone o el buscador de Google son, de acuerdo con la italiana, subproductos de la planificación estatal.
Partiendo de esta tesis, Mazzucato defiende, entre otras medidas, la creación de una banca pública que financie el proceso de investigación, así como la nacionalización parcial de empresas beneficiadas por las ayudas estatales a la I+D+i. De este modo, sienta las bases para legitimar subidas de impuestos y el aumento del intervencionismo público en el pujante sector de las nuevas tecnologías con la excusa de que la sociedad acaba recibiendo un retorno.
El estudio del IJM, sin embargo, refuta, punto por punto, los cinco grandes mitos relacionados con el Estado emprendedor:

1. “El Estado es el motor de la innovación”

Realidad: El proceso de desarrollo de nuevas innovaciones es evolutivo, descentralizado, cooperativo y competitivo. No hay actores fundamentales en el mismo. Históricamente, el sector privado ha liderado el avance del progreso técnico. Y el único momento en la Historia que supone un cambio en la tendencia de crecimiento económico a largo plazo, la Revolución Industrial, se gesta y desarrolla por completo sin apenas apoyo estatal.

2. “Esfuerzo emprendedor unificado”

Realidad: Los Estados son entidades compuestas por diversas agencias, no cabe hablar de una voluntad unificada: lo que investigue una universidad pública en concreto no viene dado por el mismo plan que determina lo que investiga un laboratorio estatal. En particular, el gasto estatal en innovación en Estados Unidos se halla fuertemente descentralizado.

3. “La intervención en I+D+i es beneficiosa”

Realidad: Toda acción económica conlleva costes de oportunidad y puede dar lugar a consecuencias no previstas. La inversión estatal en innovación puede sesgar el avance de su desarrollo hacia campos menos conectados con las demandas de los consumidores, con la retirada de recursos de proyectos orientados hacia ellos y la ralentización de estas innovaciones. Además, el gasto público en I+D+i puede no generar más progreso tecnológico, sino suponer tan sólo una redistribución de la renta hacia científicos e ingenieros.

4. “El Estado debe liderar la innovación”

Realidad: Las funciones de coordinación que el Estado puede llevar a cabo son también realizables por la propia sociedad, de forma mucho más adecuada a sus necesidades. En general, allí donde el Estado trata de liderar el cambio tecnológico, tiende más bien a fracasar.

5. “Google nacen de la inversión pública”

Realidad: El iPhone y Google son atribuibles a sus respectivos creadores. Un estudio detenido de la historia del desarrollo de las tecnologías que constituyen el iPhone y los motores de búsqueda muestran que el progreso en esos sectores ocurría antes de la intervención estatal y que muchos agentes contribuyeron a él, sin ningún plan a priori.

El Estado emprendedor no sale gratis

Por otro lado, el intervencionismo público en esta ámbito resulta enormemente caro y costoso para el conjunto de la población por tres razones básicas.
– El coste de oportunidad: “Los contribuyentes se ven obligados a sufragar proyectos de resultado muy incierto, sobre los que no se dispone de la información que aportan los precios de mercado de cara a determinar si los medios utilizados están generando o destruyendo valor. Se produce asimismo un efecto expulsión (crowding-out) al detraer recursos de la economía por vía impositiva, de forma que el sector privado ve mermadas sus rentas para llevar a cabo sus propios proyectos de emprendimiento”, aclara el estudio
– Apuestas de alto riesgo: “Se anula la experimentación descentralizada e incremental (prueba y error) propia del mercado cuando se concentran recursos de I+D+i en una vía de investigación única y concreta. El riesgo es muy elevado. Si esta línea de trabajo no es la correcta, la sociedad no sólo ha destinado recursos a algo vacío (ineficiente), sino que queda desprovista de soluciones competitivamente más idóneas, por lo que sufre un importante menoscabo”.
– Incentivos perversos en los agentes: “Inevitablemente, surgen buscadores de rentas estatales. Es el caso de los nuevos cuerpos de burócratas que buscan proteger su statu quo a toda costa, tratando de desprestigiar o boicotear a quienes, desde fuera del sistema, se lanzan a competir con ellos en la provisión de ideas e investigaciones novedosas. O espurios empresarios que, en lugar de dedicarse a ofrecer cada vez más y mejores bienes y servicios a la sociedad por mor de la innovación a la que les empuja el entorno competitivo, invierten sus fuerzas en hacer lobbying para aprovecharse de las regulaciones y las subvenciones públicas en un marco que les asegure la ausencia de competencia y una posición de monopolio”, concluye el informe.

Mitos y Realidades: ¿El iPhone es producto del capitalismo o del Estado emprendedor?

iPhone
¿Cuál es el motor esencial de las innovaciones más importantes que hemos disfrutado en las últimas décadas: el Estado o el libre mercado? Ésta es la cuestión que aclara el Instituto Juan de Mariana (IJM) en su informe Mitos y Realidades del Estado emprendedor: ¿realmente es el Estado el impulsor de la investigación básica y la innovación?, publicado este miércoles.
Son numerosos los analistas que otorgan al Estado un papel capital en los avances tecnológicos que se han desarrollado en los últimos años, defendiendo con ello la inversión pública y una mayor planificación estatal en esta materia. Éste es el caso de la economista italiana Mariana Mazzucato, quien destaca internacionalmente por pretender refutar la idea de que el capitalismo es el motor esencial de las innovaciones que han revolucionado el mundo actual.


Monday, August 15, 2016

Los países escandinavos son exitosos gracias al libre mercado, no al socialismo

Noruega, Dinamarca y Suecia gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. (Wikimedia)
Noruega, Dinamarca y Suecia gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. (Wikimedia)
Por Juan Antonio Pretlet
“Cada vez que leo a alguien hablar sobre el ‘colapso del estado de bienestar europeo’, siento la necesidad de llevar a esa persona a una caminata forzosa por Estocolmo” (New York Times, 2011) afirma Paul Krugman.
En 2006, Jeffrey Sachs sostuvo en la publicación Scientific American que las ideas del economista liberal F.A. Hayek habían sido refutadas por las socialdemocracias nórdicas: “En las democracias fuertes y vibrantes, un generoso Estado de bienestar no es un camino de servidumbre, sino un camino a la justicia, la igualdad económica y la competitividad internacional” (Sachs, 2006) y más recientemente, el exprecandidato demócrata Bernie Sanders quien se autodenomina socialista, no encuentra reparos a la hora de elogiar el modelo económico de la “Tercera vía” y el “Estado de bienestar” de los nórdicos.



Así, la lista puede extenderse infinitamente entre políticos, académicos y economistas que ven una guía que encontró el equilibrio entre el interés individual y la socialización de los beneficios a través de un amplio Estado protector.
Noruega, Dinamarca y Suecia gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. Sin lugar a dudas, se trata de países sumamente prósperos, donde las personas pueden gozar de un grado mayor de libertad y al mismo tiempo de bienestar. Pero ¿Cómo está fría y poco fértil península ubicada entre el mar Noruego y el mar Báltico pudo convertirse en un verdadero Nirvana del bienestar? Ciertamente no es por el modelo redistributivo.
Alabado por todo el socialismo moderno, desde el más radical hasta la más vegetariana socialdemocracia, Suecia sobresale dentro de todos los países escandinavos como paradigma de progreso. El yerro en el cual caen los políticos evangelizadores del Estado de bienestar nórdico o del “modelo sueco”, radica en el hecho mayúsculo de ignorar los elementos esenciales de la idiosincrasia nórdica, su historia y sus instituciones.
Ignoran tajantemente que estos países también tienen una población homogénea, elevados niveles de confianza, participación cívica, cohesión social, responsabilidad individual, valores familiares y sobretodo una fuerte ética del trabajo. La inobservancia de estos elementos esenciales que anteceden al Estado de bienestar, como lo explica magníficamente Nima Sanandaji, investigador del Centre for Policy Studies de Londres y PhD del Royal Institute of Technology de Estocolmo, permite que se extienda el cliché que se teje alrededor del modelo de la “Tercera vía” y el “Estado de Bienestar”.
Durante la Edad Media, a los agricultores, que representaban a casi toda la población europea, les fue difícil sobrevivir a las inclemencias del clima en la península escandinava. Fue entonces por física necesidad que se desarrolló en Escandinavia una sólida ética del trabajo y de responsabilidad individual.
Muchos campesinos eran propietarios de la misma tierra donde laboraban, a diferencia de los labriegos carentes de propiedad privada que vivían en el resto de Europa, así, distando completamente del modelo feudal de pacto de vasallaje presente en los demás reinos europeos, los escandinavos eran dueños de la misma tierra que los alimentaba.
Pero fue solo hasta finales del siglo XIX, cuando particularmente Suecia abraza las ideas liberales que compaginaron a la perfección con sus instituciones preexistentes. Se dispara su crecimiento económico con cifras inéditas, le abre la puerta al libre comercio y se aleja de a intervención del Estado en la economía.
Este período liberal se podría enmarcar desde 1870 hasta más o menos 1970,  década en la cual se hace más evidente el intervencionismo en la economía hasta llegar a su climax en 1980, con una agresiva estatización de la economía.
Esta receta en un período razonablemente corto, generó formidables resultados. Por ejemplo: para 1870, el PIB per cápita de Suecia era 57% más bajo que el del Reino Unido. En 1970, había crecido a tal punto que era un 21% superior. Fue precisamente durante el auge del liberalismo económico que se fundaron las más representativas compañías suecas como: IKEA, Volvo, Tetra Pak, H&M, Ericsson y Alfa Laval.
Además, Suecia contaba con un crecimiento per cápita envidiable, cuadruplicando al británico con un Estado benefactor ya consolidado. Repito, todas estas cifras justo antes del advenimiento de un Estado de Bienestar agresivo.
Hasta entrada la década del setenta, el tímido intervencionismo se trasforma en un radical Estado de Bienestar rígido, que consumía casi la mitad del PIB (Fuente: base de datos de la OCDE). Paradójicamente, justo mientras Margaret Thatcher trataba de salvar a Gran Bretaña de la ruina económica, desmantelando el Estado asistencialista  -implantado desde tiempos de Attlee- Suecia vivía un proceso completamente distinto, equidistante de la política conservadora británica, Suecia comenzaba una agresiva política fiscal casi confiscatoria. Esta “catarsis” impositiva consistía en que, por ejemplo, para 1980, una persona propietaria de una empresa podía pagar una tasa marginal efectiva de 137% sobre el retorno del nuevo capital adquirido tras la emisión de nuevas acciones.
Esto significa que el individuo podía, de hecho, perder dinero al generar un beneficio sobre la inversión original una vez que el efecto de ambos impuestos, más la inflación, eran tomados en cuenta.
El impuesto a la riqueza fue particularmente dañino. Precisamente eran las empresas familiares    -aquellas que habían vuelto a Suecia un país próspero- las más perjudicadas, minando la misma inversión local empresarial, así fue como en cuestión de años se dejaron de crear nuevas empresas, se estancó el crecimiento económico y sobretodo, se erosionó las instituciones sociales, como la ética del trabajo y la responsabilidad individual.
Un buen indicativo del impacto que generó el advenimiento del Estado de Bienestar son la cantidad de empresas que se crearon durante ese período. Para el 2004, de las cien empresas de mayor facturación en Suecia, treinta y ocho eran locales, de esas treinta y ocho, veinte habían sido fundadas antes de 1913; quince habían sido fundadas entre 1914 y 1970; y solamente dos fueron fundadas después de la década del setenta.
Esto sin contar que si las cien empresas más grandes se midieran por el número de empleados, no estaría ninguna fundada después de la década del setenta. Entre 1950 y el año 2000, la población de Suecia pasó de 7 a 9 millones de personas. Sin embargo, la creación neta de puestos de trabajo en el sector privado fue cercana a cero. Solamente hasta el año dos mil inició de nuevo a crearse empleo en el sector productivo.
El climax socialdemócrata vivido en Escandinavia podría definirse en una sola palabra: Fracaso. No hubo prosperidad cuando el Estado creció de manera desorbitante y consumió cerca de la mitad del PIB; más bien, la prosperidad existente fue producto de una estructura anterior y no del éxito de las políticas asistencialistas.

Es cierto que todavía Suecia cuenta con elevados impuestos, y que aún perdura mucho del Estado de Bienestar ochentero, pero no hay que desconocer que su estructura ha cambiado bastante.
Entre 1990 y 1993 -periodo de agonía del Estado de bienestar-  el desempleo en Suecia alcanzó el 14 %, La conclusión de un informe elaborado por McKinsey fue el siguiente: “Las barreras al mercado laboral son la principal razón por la cual el sector privado no crea empleo.”
Los altos impuestos sobre el empleo elevan el coste de la mano de obra para todos los empleados y hacen que los trabajos de bajo valor agregado —aquellos tomados, por ejemplo, por restaurantes, tiendas minoristas, empresas de limpieza y constructoras— sean excesivamente caros” (McKinsey Quarterly, 2006: 6).
Las bondades  que disfrutan los escandinavos en la actualidad (particularmente Suecia) son, en últimas, producto de que estos países lograron sobrevivir al Estado de bienestar, concretamente, son prósperos a pesar del Estado de bienestar, no gracias a él. Desconocer los hechos que llevaron al colapso de formidables economías como las nórdicas y la inglesa, resultaría para países como los  latinoamericanos sumamente peligroso. Sería la garantía de que existan “Venezuelas”.
Ignorar la verdad sobre el “Modelo escandinavo” es darle carta blanca al populismo en un continente como este. Un Estado hipertrofiado y asistencialista es la semilla de Chávez, Maduro, Kirchner, Correa, Ortega y Evo

Los países escandinavos son exitosos gracias al libre mercado, no al socialismo

Noruega, Dinamarca y Suecia gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. (Wikimedia)
Noruega, Dinamarca y Suecia gozan de índices de criminalidad sorprendentemente bajos y una envidiable esperanza de vida. (Wikimedia)
Por Juan Antonio Pretlet
“Cada vez que leo a alguien hablar sobre el ‘colapso del estado de bienestar europeo’, siento la necesidad de llevar a esa persona a una caminata forzosa por Estocolmo” (New York Times, 2011) afirma Paul Krugman.
En 2006, Jeffrey Sachs sostuvo en la publicación Scientific American que las ideas del economista liberal F.A. Hayek habían sido refutadas por las socialdemocracias nórdicas: “En las democracias fuertes y vibrantes, un generoso Estado de bienestar no es un camino de servidumbre, sino un camino a la justicia, la igualdad económica y la competitividad internacional” (Sachs, 2006) y más recientemente, el exprecandidato demócrata Bernie Sanders quien se autodenomina socialista, no encuentra reparos a la hora de elogiar el modelo económico de la “Tercera vía” y el “Estado de bienestar” de los nórdicos.