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Friday, October 21, 2016

Fatal arrogancia

Paola Ycaza Oneto considera que la "fatal arrogancia" de creer que un grupo de individuos puede dirigir toda una sociedad ah derivado en escasez, hambrunas y migraciones masivas.
Paola Ycaza Oneto es analista de políticas públicas y obtuvo su maestría de Ciencias Políticas y Comunicación en la London School of Economics.
Uno de los argumentos que se utilizan para que los gobernantes de los países socialistas sientan la autoridad y legitimidad de planificar nuestras vidas es que los individuos simplemente no somos lo suficientemente inteligentes como para tomar nuestras propias decisiones. Así, se cree que la planificación del Gobierno es necesaria porque quienes lo conforman son más preparados y deben tomar decisiones por nosotros.



Esa creencia de que mentes iluminadas podrían mejorar la situación de los menos favorecidos, poniendo más poder de decisión en las manos del Gobierno es lo que el economista austriaco Friedrich Hayek llamaba “fatal arrogancia”. La historia ha demostrado que esta planificación social no solo falló, sino que muchas veces se convirtió en intentos inhumanos de control social que han terminado por ocasionar escasez, hambrunas y migraciones masivas. Y no tenemos que remontarnos a historia muy antigua o a la China de Mao; si no me cree, vaya a Venezuela y pregunte.
Un claro ejemplo de los resultados de esta noción es el modelo centro-periferia que propuso la Cepal en la década de los años 40 para describir un orden económico mundial integrado por un centro industrial y hegemónico (países industrializados) que establecen transacciones económicas desiguales con una periferia agrícola y subordinada (países en vías de desarrollo). El “centro” producía la tecnología y la “periferia” era un conjunto de países que producían materia prima. Con esa concepción, muchos países de Latinoamérica planificaron su actividad económica para ser proveedores de materia prima a los desarrollados, como si el objetivo de los primeros fuera únicamente potenciar a los segundos, dejando de lado la innovación. De esta forma, se marcó claramente la estrategia estatal de cerrar sus mercados (fomentando el mercado interno y aplicando altas tasas a las importaciones) y promovieron la construcción de una burocracia que pudiera interactuar con las élites que, de paso, contribuía a la construcción de una clase media que pudiera fomentar el dinamismo del mismo mercado interno. Por supuesto, hubo países “que se tuvieron más fe” y obviaron estos modelos cepalinos tercermundistas. Si no me cree, vaya a Chile y pregunte.
Lo más grave es que no solo dan por sentado nuestra falta de inteligencia, sino que además nos creen insensatos. ¿Quién en su sano juicio incrementa sus gastos si suben los impuestos? ¿Quién invierte con “reglas del juego cambiantes”? ¿Quién produce con tantas restricciones? Hoy en Ecuador la facturación de almacenes ha caído entre el 35% y el 50% y el desempleo sigue subiendo. Los planificadores han utilizado toda clase de excusas para este comportamiento, tales como la caída del precio del petróleo, la apreciación del dólar y el terremoto. Lo cierto es que la excesiva planificación es la verdadera culpable de esta recesión y para colmo sus planes rara vez se cumplen. Si no me cree, vaya y pregunte al SRI, quienes recaudaron en el primer semestre $ 638,96 millones menos de lo que habían planificado.
No sé usted, pero yo le tengo mucha fe a la humanidad. Si hemos sido capaces de poner hombres en la luna y extraer un líquido del centro de la tierra para mover al mundo, podemos salir de una recesión y crear riqueza. Solo necesitamos que en lugar de restringir y planificar con fatal arrogancia, nos dejen hacer

Fatal arrogancia

Paola Ycaza Oneto considera que la "fatal arrogancia" de creer que un grupo de individuos puede dirigir toda una sociedad ah derivado en escasez, hambrunas y migraciones masivas.
Paola Ycaza Oneto es analista de políticas públicas y obtuvo su maestría de Ciencias Políticas y Comunicación en la London School of Economics.
Uno de los argumentos que se utilizan para que los gobernantes de los países socialistas sientan la autoridad y legitimidad de planificar nuestras vidas es que los individuos simplemente no somos lo suficientemente inteligentes como para tomar nuestras propias decisiones. Así, se cree que la planificación del Gobierno es necesaria porque quienes lo conforman son más preparados y deben tomar decisiones por nosotros.


Tuesday, August 16, 2016

Fatal arrogancia

Paola Ycaza Oneto considera que la "fatal arrogancia" de creer que un grupo de individuos puede dirigir toda una sociedad ah derivado en escasez, hambrunas y migraciones masivas.
Paola Ycaza Oneto es analista de políticas públicas y obtuvo su maestría de Ciencias Políticas y Comunicación en la London School of Economics.
Uno de los argumentos que se utilizan para que los gobernantes de los países socialistas sientan la autoridad y legitimidad de planificar nuestras vidas es que los individuos simplemente no somos lo suficientemente inteligentes como para tomar nuestras propias decisiones. Así, se cree que la planificación del Gobierno es necesaria porque quienes lo conforman son más preparados y deben tomar decisiones por nosotros.



Esa creencia de que mentes iluminadas podrían mejorar la situación de los menos favorecidos, poniendo más poder de decisión en las manos del Gobierno es lo que el economista austriaco Friedrich Hayek llamaba “fatal arrogancia”. La historia ha demostrado que esta planificación social no solo falló, sino que muchas veces se convirtió en intentos inhumanos de control social que han terminado por ocasionar escasez, hambrunas y migraciones masivas. Y no tenemos que remontarnos a historia muy antigua o a la China de Mao; si no me cree, vaya a Venezuela y pregunte.
Un claro ejemplo de los resultados de esta noción es el modelo centro-periferia que propuso la Cepal en la década de los años 40 para describir un orden económico mundial integrado por un centro industrial y hegemónico (países industrializados) que establecen transacciones económicas desiguales con una periferia agrícola y subordinada (países en vías de desarrollo). El “centro” producía la tecnología y la “periferia” era un conjunto de países que producían materia prima. Con esa concepción, muchos países de Latinoamérica planificaron su actividad económica para ser proveedores de materia prima a los desarrollados, como si el objetivo de los primeros fuera únicamente potenciar a los segundos, dejando de lado la innovación. De esta forma, se marcó claramente la estrategia estatal de cerrar sus mercados (fomentando el mercado interno y aplicando altas tasas a las importaciones) y promovieron la construcción de una burocracia que pudiera interactuar con las élites que, de paso, contribuía a la construcción de una clase media que pudiera fomentar el dinamismo del mismo mercado interno. Por supuesto, hubo países “que se tuvieron más fe” y obviaron estos modelos cepalinos tercermundistas. Si no me cree, vaya a Chile y pregunte.
Lo más grave es que no solo dan por sentado nuestra falta de inteligencia, sino que además nos creen insensatos. ¿Quién en su sano juicio incrementa sus gastos si suben los impuestos? ¿Quién invierte con “reglas del juego cambiantes”? ¿Quién produce con tantas restricciones? Hoy en Ecuador la facturación de almacenes ha caído entre el 35% y el 50% y el desempleo sigue subiendo. Los planificadores han utilizado toda clase de excusas para este comportamiento, tales como la caída del precio del petróleo, la apreciación del dólar y el terremoto. Lo cierto es que la excesiva planificación es la verdadera culpable de esta recesión y para colmo sus planes rara vez se cumplen. Si no me cree, vaya y pregunte al SRI, quienes recaudaron en el primer semestre $ 638,96 millones menos de lo que habían planificado.
No sé usted, pero yo le tengo mucha fe a la humanidad. Si hemos sido capaces de poner hombres en la luna y extraer un líquido del centro de la tierra para mover al mundo, podemos salir de una recesión y crear riqueza. Solo necesitamos que en lugar de restringir y planificar con fatal arrogancia, nos dejen hacer.

Fatal arrogancia

Paola Ycaza Oneto considera que la "fatal arrogancia" de creer que un grupo de individuos puede dirigir toda una sociedad ah derivado en escasez, hambrunas y migraciones masivas.
Paola Ycaza Oneto es analista de políticas públicas y obtuvo su maestría de Ciencias Políticas y Comunicación en la London School of Economics.
Uno de los argumentos que se utilizan para que los gobernantes de los países socialistas sientan la autoridad y legitimidad de planificar nuestras vidas es que los individuos simplemente no somos lo suficientemente inteligentes como para tomar nuestras propias decisiones. Así, se cree que la planificación del Gobierno es necesaria porque quienes lo conforman son más preparados y deben tomar decisiones por nosotros.


Saturday, July 23, 2016

La fatal arrogancia del dirigismo financiero

La fatal arrogancia del dirigismo financiero

Wednesday, July 13, 2016

La fatal arrogancia del socialismo que Oliver Sánchez, otros niños desconocidos y tantos otros pagaron y siguen pagando

Artículo de Andrea sobre Oliver Sanchez
Releyendo La fatal arrogancia del socialismo de Friedrich A. von Hayek (1899-1992), intelectual de la Escuela Austríaca del siglo XX, filósofo, jurista y economista, no puedo evitar asociarlo con los momentos que actualmente vivimos en el país. Recientemente destacan en los medios de comunicación noticias como la muerte de Oliver Sánchez, un niño con cáncer, quien murió por no conseguir los medicamentos para su tratamiento.
Con La fatal arrogancia, errores del socialismo (1988), Hayek elabora su crítica al socialismo desde la sociología proponiendo una explicación del desarrollo de la sociedad, el derecho y la economía. Hayek argumenta cómo los intentos constructivistas por imponer valores, ideales y precios no toman en cuentan los procesos históricos de desarrollo, como el conocimiento disperso y el orden espontáneo.



Obviamente nuestra intención no es ser exhaustivos, sólo deseamos recordar las constantes advertencias que Hayek hiciera en un inicio con Camino de servidumbre (1944) y finalmente con La falta arrogancia.
Para Hayek en La fatal arrogancia, el socialismo es todo intento sistemático de diseñar u organizar, total o parcialmente, mediante medidas coactivas de ingeniería social, el mercado y la sociedad. En cambio el capitalismo es un orden que deriva de ciertos procesos de carácter evolutivo y que no es fruto del designio o intención.
Para Hayek en La fatal arrogancia, en el socialismo debe existir una autoridad centralizada que controle con el debido rigor el comportamiento de todos y se encargue de gestionar colectivamente la asignación de recursos productivos. En cambio en el capitalismo existe un amplio orden de cooperación humana.
Hayek nos explica en La fatal arrogancia que solo en el mercado, donde ocurre un intercambio de voluntades, se puede organizar de mejor manera la información que se encuentra dispersa (y en formación) en la sociedad; que los precios son importantes señales que transmiten de forma suscitan la información esencial para la toma de decisiones (el cálculo económico); con el resultado de un progreso gradual de las sociedades.
En La fatal arrogancia, la propiedad es una de las instituciones más importantes para el logro de la civilización, y Hayek es contundente al afirmar lo siguiente:
La libertad bajo la ley en modo alguno exige que la posesión de las propiedades alcance a todos: lo importante es que exista una pluralidad de propietarios. Personalmente preferiría carecer de propiedad en una sociedad en la que la gente poseyera algo, que vivir en otra en la que todo fuera colectivo y todo dependiera de la arbitrariedad del poder político.
(La fatal arrogancia, errores del socialismo, Unión Editorial, 1990, p. 133).  
En esta obra, la idea central es advertir que el socialismo es un error de orgullo intelectual o arrogancia científica al pensar que ante la incertidumbre y la complejidad de la sociedad se puede diseñar y planificar en su totalidad, porque nunca podrá hacerse con toda la información de millones de personas, que son quienes pagan por este error que termina siendo fatal.
La lección de Hayek es que siempre desconfiemos de toda pretensión de planificar lo que no debe (ni puede) ser planificado y es contrario a la naturaleza humana. El socialismo es un error; es una arrogancia intelectual; y ciertamente con el caso de Oliver Sánchez podemos decir por experiencia que es inhumano.

La fatal arrogancia del socialismo que Oliver Sánchez, otros niños desconocidos y tantos otros pagaron y siguen pagando

Artículo de Andrea sobre Oliver Sanchez
Releyendo La fatal arrogancia del socialismo de Friedrich A. von Hayek (1899-1992), intelectual de la Escuela Austríaca del siglo XX, filósofo, jurista y economista, no puedo evitar asociarlo con los momentos que actualmente vivimos en el país. Recientemente destacan en los medios de comunicación noticias como la muerte de Oliver Sánchez, un niño con cáncer, quien murió por no conseguir los medicamentos para su tratamiento.
Con La fatal arrogancia, errores del socialismo (1988), Hayek elabora su crítica al socialismo desde la sociología proponiendo una explicación del desarrollo de la sociedad, el derecho y la economía. Hayek argumenta cómo los intentos constructivistas por imponer valores, ideales y precios no toman en cuentan los procesos históricos de desarrollo, como el conocimiento disperso y el orden espontáneo.