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Monday, August 22, 2016

Altruismo

Altruismo

 
¿Cuál es el código moral del altruismo? El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral.
No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Estas no son causas primarias sino consecuencias, las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible del altruismo, la base absoluta, es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción – lo que significa: el yo como criterio del mal, y el no-yo [lo desprendido, lo desinteresado, lo altruista] como criterio del bien. –




No te escondas tras superficialidades como si deberías darle una moneda a un mendigo o no. Esa no es la cuestión. La cuestión es si tienes o no derecho a existir sin dársela. La cuestión es si tienes que seguir comprando tu vida, centavo a centavo, de cualquier mendigo que decida aproximarse a ti. La cuestión es si la necesidad de otros es la primera hipoteca sobre su vida y el propósito moral de tu existencia. La cuestión es si el hombre debe ser considerado como un animal a ser sacrificado. Cualquier hombre de autoestima responderá: “No.” El altruismo dice: “Sí“.
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Hay dos cuestiones morales que el altruismo agrupa en un “paquete único”: (1) ¿Qué son valores? (2) ¿Quién debe ser el beneficiario de los valores? El altruismo sustituye la segunda por la primera; evade la tarea de definir un código de valores morales, dejando así al hombre, de hecho, sin guía moral.
El altruismo declara que cualquier acción realizada en beneficio de otros es buena, y cualquier acción realizada en beneficio propio es mala. Así, el beneficiario de una acción es el único criterio de valor moral – y mientras ese beneficiario sea alguien distinto de uno mismo, cualquier cosa vale.
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Es tu mente lo que ellos quieren que entregues – todos los que predican el credo del sacrificio, sean cuales sean sus postulados o sus motivos, te prometan otra vida en el cielo o un estómago lleno en esta tierra. Los que empiezan diciendo: “Es egoísta perseguir tus propios deseos, debes sacrificarlos a los deseos de otros” – acaban diciendo: “Es egoísta mantener tus propias convicciones, debes sacrificarlas a las convicciones de otros”.
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Hay una palabra, una única pregunta, que puede aniquilar completamente la moralidad del altruismo y que ésta no puede soportar: la pregunta es: “¿Por qué?” ¿Por qué debe el hombre vivir por el bien de los demás? ¿Por qué debe ser un animal a ser sacrificado? ¿Por qué es eso el bien? No hay ninguna razón terrenal para eso – y, señoras y señores, en toda la historia de la filosofía jamás ninguna razón terrenal ha sido ofrecida.
Es sólo el misticismo lo que les permite a los moralistas salirse con la suya. Siempre fue el misticismo — lo de fuera de este mundo, lo sobrenatural, lo irracional — el argumento para justificarlo, o, para ser exactos, para escapar de la necesidad de justificarlo. Uno no justifica lo irracional, uno sólo lo acepta por fe. Lo que la mayoría de los moralistas – y unas pocas de sus víctimas – reconocen, es que razón y altruismo son incompatibles.
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¿Por qué es moral servir la felicidad ajena, pero no la tuya propia? Si disfrutar es un valor, ¿por qué es moral cuando es experimentado por otros, pero inmoral cuando es experimentado por ti? Si la sensación de comer un pastel es un valor, ¿por qué es una complacencia inmoral en tu estómago, pero un objetivo moral para ti el que lo logres en el estómago de otros? ¿Por qué es inmoral para ti el desear, pero moral el que otros lo hagan? ¿Por qué es inmoral producir un valor y quedárselo, pero moral darlo? Y si no es moral el que tú te quedes con un valor, ¿por qué es moral que los otros lo acepten? Si eres desinteresado y virtuoso cuando lo das, ¿no son ellos interesados y malvados cuando lo toman? ¿Es que la virtud consiste en servir al vicio? ¿Es el objetivo moral de los que son buenos su auto-inmolación en beneficio de los que son malos?
La respuesta que evadís, la monstruosa respuesta es: No, los que toman no son malos, siempre que ellos no hayan ganado el valor que les diste. No es inmoral que ellos lo acepten, siempre que ellos sean incapaces de producirlo, incapaces de merecerlo, incapaces de darte ningún valor a cambio. No es inmoral el que ellos lo disfruten, siempre que no lo hayan obtenido por derecho.
Tal es el código secreto de vuestro credo, la otra mitad de vuestro doble criterio: es inmoral vivir por tu propio esfuerzo, pero moral vivir por el esfuerzo de otros – es inmoral consumir tu propio producto, pero moral consumir el producto de otros – es inmoral ganar, pero moral mendigar – son los parásitos la justificación moral para la existencia de los productores, pero la existencia de los parásitos es un fin en sí misma – es malo beneficiarse a través de logros, pero bueno beneficiarse a través de sacrificio – es malo crear tu propia felicidad, pero bueno disfrutarla al precio de la sangre de otros.
Vuestro código divide a la humanidad en dos castas y exige que vivan por reglas opuestas: los que pueden desear cualquier cosa y los que no pueden desear nada, los escogidos y los condenados, los jinetes y los acarreadores, los devoradores y los devorados. ¿Qué criterio determina tu casta? ¿Qué contraseña te admite a la élite moral? La contraseña es falta de valores.
Sea cual sea el valor implicado, es tu falta del mismo la que te da una reivindicación sobre aquellos a quienes no les falta. Es tu necesidad lo que te da una reivindicación a recompensas. Si eres capaz de satisfacer tu necesidad, tu habilidad anula tu derecho a satisfacerla. Pero una necesidad que eres incapaz de satisfacer te da el primer derecho sobre las vidas de la humanidad.
Si tienes éxito, cualquier hombre que fracasa es tu amo; si fracasas, cualquier hombre que tiene éxito es tu siervo. Sea tu fracaso justo o no, sean tus deseos racionales o no, sea tudesgracia inmerecida o el resultado de tus vicios, es la desgracia la que te da derecho a recompensas. Es el dolor, no importa su naturaleza o su causa, el dolor como un absoluto primario, el que te da una hipoteca sobre toda la existencia.
Si curas tu dolor por tu propio esfuerzo no recibes crédito moral: tu código lo considera desdeñosamente como un acto de interés propio. Sea cual sea el valor que intentes adquirir, sea riqueza o comida o amor o derechos, si lo adquieres por medio de tu virtud, tu código no lo considera como una adquisición moral: tú no le ocasionas pérdidas a nadie, es un comercio, no una limosna; un pago, no un sacrificio. Lo merecido pertenece al reino egoísta y comercial del beneficio mutuo; es sólo lo inmerecido lo que establece esa transacción moral que consiste en el beneficio de uno al precio de un desastre para el otro. Exigir recompensas por tu virtud es egoísta e inmoral; es tu falta de virtud la que transforma tu demanda en un derecho moral.
Una moralidad que considera la necesidad como una reivindicación, considera el vacío – la no-existencia – como su norma, su criterio de valor; recompensa una ausencia, un defecto: debilidad, ineptitud, incompetencia, sufrimiento, enfermedad, desastre, la falta, la lacra, el fallo – el cero.
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El altruismo considera la muerte como su objetivo final y su criterio de valor.
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Dado que la naturaleza no le proporciona al hombre una forma automática de supervivencia, dado que él tiene que mantener su vida por su propio esfuerzo, la doctrina de que ocuparse de sus propios intereses es malvado significa que el deseo del hombre de vivir es malvado – que la vida del hombre, como tal, es malvada. Ninguna doctrina puede ser más malvada que eso.
Sin embargo, ése es el significado de altruismo.

Altruismo

Altruismo

 
¿Cuál es el código moral del altruismo? El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral.
No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Estas no son causas primarias sino consecuencias, las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible del altruismo, la base absoluta, es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción – lo que significa: el yo como criterio del mal, y el no-yo [lo desprendido, lo desinteresado, lo altruista] como criterio del bien. –



Socialismo


socialismo 
El socialismo es la doctrina de que el hombre no tiene derecho a existir por derecho propio; que su vida y su trabajo no le pertenecen a él, sino a la sociedad; que la única justificación de su existencia es su servicio a la sociedad; y que la sociedad puede disponer de él como le plazca, en aras de lo que considere ser el propio bien colectivo y tribal de ella.
La característica esencial del socialismo es la negación del derecho de propiedad individual; bajo el socialismo, el derecho a la propiedad (que es el derecho de uso y disposición) recae en la “sociedad como un todo”, es decir, en el colectivo, siendo la producción y la distribución controladas por el Estado, es decir, por el gobierno.


El socialismo puede ser establecido por la fuerza, como en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, o por votación, como en la Alemania Nazi (Nacional-Socialista). El grado de socialización puede ser total, como en Rusia, o parcial, como en Inglaterra. En teoría, las diferencias son superficiales; en la práctica, son sólo una cuestión de tiempo. El principio básico, en todos los casos, es el mismo.
Los supuestos objetivos del socialismo eran: la abolición de la pobreza, el logro de la prosperidad general, el progreso, la paz y la fraternidad humanas. Los resultados han sido un terrible fracaso: terrible, claro está, si la motivación de uno es el bienestar de los hombres.
En lugar de prosperidad, el socialismo trajo consigo parálisis económica y/o el colapso de todos los países que lo probaron. Cuanto mayor la socialización, mayor el desastre. Las consecuencias variaron de acuerdo con eso.
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No hay ninguna diferencia entre los principios, las políticas y los resultados prácticos del socialismo – y los de cualquier tiranía histórica o prehistórica. El socialismo es simplemente una monarquía democrática absoluta, o sea, un sistema de absolutismo sin líder fijo, abierto a que el poder sea asumido por cualquiera, sea un burócrata sin escrúpulos, un oportunista, un aventurero, un demagogo o un matón.
Cuando pienses en el socialismo, no te dejes engañar sobre su naturaleza. Recuerda que no existe tal dicotomía como la de “derechos humanos” contra “derechos de propiedad”. Ningún derecho humano puede existir sin derechos de propiedad. Dado que los bienes materiales son producidos por la mente y el esfuerzo de individuos específicos, y que son necesarios para sostener sus vidas, si el que produce no es dueño del resultado de su esfuerzo, no es dueño de su vida. Negar los derechos de propiedad significa convertir a los hombres en una propiedad de la que el dueño es el Estado. Quien proclama el “derecho” a “redistribuir” la riqueza producida por otros, está proclamando el “derecho” a tratar a seres humanos como esclavos.
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Cuando uno observa la pesadilla de los desesperados esfuerzos hechos por cientos de miles de personas que luchan por escapar de los países socializados de Europa, por escapar saltando alambradas y bajo el fuego de una ametralladora. . . ya no es posible creer que el socialismo, en ninguna de sus formas, está motivado por la benevolencia y el deseo de lograr el bienestar de los hombres.
Ningún hombre de auténtica benevolencia podría evadir o ignorar un horror tan enorme y en tan gran escala.
El socialismo no es un movimiento del pueblo. Es un movimiento de intelectuales, iniciado, dirigido y controlado por intelectuales, sacado por ellos de sus torres de marfil y llevado a esos sangrientos campos en la práctica donde se unen con sus aliados y ejecutores: los matones.
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Los socialistas tenían una cierta lógica de su lado: si el sacrificio colectivo de todos a todos es el ideal moral, entonces lo que quisieron fue establecer ese ideal en la práctica, aquí y en este planeta. Los argumentos de que el socialismo ni iba a funcionar ni podría funcionar no les detuvieron: el altruismo tampoco funcionó nunca, y eso no hizo que los hombres parasen y lo cuestionasen. Sólo la razón puede hacer esas preguntas, y la razón, les habían dicho en todas partes, no tiene nada que ver con la moralidad, la moralidad está fuera de la esfera de la razón, ninguna moralidad racional puede ser definida jamás.
Las falacias y contradicciones en las teorías económicas del socialismo han sido reveladas y refutadas repetidamente, tanto en el siglo XIX como en la actualidad. Esto ni paró a nadie ni parará a nadie hoy: no es una cuestión de economía, sino de moralidad. Los intelectuales y los así llamados idealistas estaban decididos a hacer que el socialismo funcionase. ¿De qué manera? Por el método mágico de todos los irracionalistas: de alguna manera.
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“No hay diferencia entre comunismo y socialismo, excepto en la manera de conseguir el mismo objetivo final. El comunismo propone esclavizar al hombre mediante la fuerza; el socialismo, mediante el voto. Es la misma diferencia que hay entre asesinato y suicidio”.
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Tanto el “socialismo” como el “fascismo” tienen que ver con la cuestión de los derechos de propiedad. El derecho de propiedad es el derecho de uso y disposición. Observa la diferencia entre esas dos teorías: el socialismo niega por completo los derechos de propiedad privada, y aboga por que se le ceda “la propiedad y el control” a la comunidad como un todo, es decir, al Estado; el fascismo deja la propiedad en manos de individuos particulares, pero transfiere el control de la propiedad al gobierno.
Ser dueño de algo sin tener control de ello es una contradicción: es “propiedad” sin el derecho de usarla o disponer de ella. Significa que los ciudadanos siguen con la responsabilidad de mantener la propiedad, sin ninguna de sus ventajas, mientras que el gobierno adquiere todas las ventajas, sin ninguna responsabilidad.
En este sentido, el socialismo es la más honesta de las dos teorías. Digo “más honesta”, y no “mejor”, porque en la práctica no hay diferencia entre ellos: ambos provienen del mismo principio colectivista-estatista, ambos niegan los derechos individuales y subordinan el individuo al colectivo, ambos otorgan la supervivencia y las vidas de los ciudadanos al poder de un gobierno omnipotente; y las diferencias entre ellos son sólo una cuestión de tiempo, de grado, y de detalles superficiales, como la elección de lemas a través de los cuales los gobernantes engañan a sus esclavizados súbditos.
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Los nazis defendieron sus políticas y el país no se rebeló; aceptó el argumento nazi. Los individuos egoístas puede que sean infelices, dijeron los nazis, pero lo que hemos implantado en Alemania es el sistema ideal, el socialismo. De la forma que los nazis lo usaban, ese vocablo no está restringido a una teoría en economía; ha de ser entendido en un sentido fundamental. “Socialismo” para los nazis denota el principio de colectivismo como tal, y de su corolario, el estatismo, en cada esfera de acción humana, incluyendo a la economía pero no sólo a ella.
“Ser socialista”, dijo Goebbels, “es subordinar el yo al tú; socialismo es sacrificar el individuo a la comunidad”.
Según esta definición, los nazis practicaron lo que predicaban. Lo practicaron en su país y luego en el extranjero. Nadie puede decir que no sacrificaron suficientes individuos.

Socialismo


socialismo 
El socialismo es la doctrina de que el hombre no tiene derecho a existir por derecho propio; que su vida y su trabajo no le pertenecen a él, sino a la sociedad; que la única justificación de su existencia es su servicio a la sociedad; y que la sociedad puede disponer de él como le plazca, en aras de lo que considere ser el propio bien colectivo y tribal de ella.
La característica esencial del socialismo es la negación del derecho de propiedad individual; bajo el socialismo, el derecho a la propiedad (que es el derecho de uso y disposición) recae en la “sociedad como un todo”, es decir, en el colectivo, siendo la producción y la distribución controladas por el Estado, es decir, por el gobierno.

Friday, July 15, 2016

Altruismo

 
¿Cuál es el código moral del altruismo? El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral.
No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Estas no son causas primarias sino consecuencias, las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible del altruismo, la base absoluta, es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción – lo que significa: el yo como criterio del mal, y el no-yo [lo desprendido, lo desinteresado, lo altruista] como criterio del bien. –




No te escondas tras superficialidades como si deberías darle una moneda a un mendigo o no. Esa no es la cuestión. La cuestión es si tienes o no derecho a existir sin dársela. La cuestión es si tienes que seguir comprando tu vida, centavo a centavo, de cualquier mendigo que decida aproximarse a ti. La cuestión es si la necesidad de otros es la primera hipoteca sobre su vida y el propósito moral de tu existencia. La cuestión es si el hombre debe ser considerado como un animal a ser sacrificado. Cualquier hombre de autoestima responderá: “No.” El altruismo dice: “Sí“.
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Hay dos cuestiones morales que el altruismo agrupa en un “paquete único”: (1) ¿Qué son valores? (2) ¿Quién debe ser el beneficiario de los valores? El altruismo sustituye la segunda por la primera; evade la tarea de definir un código de valores morales, dejando así al hombre, de hecho, sin guía moral.
El altruismo declara que cualquier acción realizada en beneficio de otros es buena, y cualquier acción realizada en beneficio propio es mala. Así, el beneficiario de una acción es el único criterio de valor moral – y mientras ese beneficiario sea alguien distinto de uno mismo, cualquier cosa vale.
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Es tu mente lo que ellos quieren que entregues – todos los que predican el credo del sacrificio, sean cuales sean sus postulados o sus motivos, te prometan otra vida en el cielo o un estómago lleno en esta tierra. Los que empiezan diciendo: “Es egoísta perseguir tus propios deseos, debes sacrificarlos a los deseos de otros” – acaban diciendo: “Es egoísta mantener tus propias convicciones, debes sacrificarlas a las convicciones de otros”.
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Hay una palabra, una única pregunta, que puede aniquilar completamente la moralidad del altruismo y que ésta no puede soportar: la pregunta es: “¿Por qué?” ¿Por qué debe el hombre vivir por el bien de los demás? ¿Por qué debe ser un animal a ser sacrificado? ¿Por qué es eso el bien? No hay ninguna razón terrenal para eso – y, señoras y señores, en toda la historia de la filosofía jamás ninguna razón terrenal ha sido ofrecida.
Es sólo el misticismo lo que les permite a los moralistas salirse con la suya. Siempre fue el misticismo — lo de fuera de este mundo, lo sobrenatural, lo irracional — el argumento para justificarlo, o, para ser exactos, para escapar de la necesidad de justificarlo. Uno no justifica lo irracional, uno sólo lo acepta por fe. Lo que la mayoría de los moralistas – y unas pocas de sus víctimas – reconocen, es que razón y altruismo son incompatibles.
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¿Por qué es moral servir la felicidad ajena, pero no la tuya propia? Si disfrutar es un valor, ¿por qué es moral cuando es experimentado por otros, pero inmoral cuando es experimentado por ti? Si la sensación de comer un pastel es un valor, ¿por qué es una complacencia inmoral en tu estómago, pero un objetivo moral para ti el que lo logres en el estómago de otros? ¿Por qué es inmoral para ti el desear, pero moral el que otros lo hagan? ¿Por qué es inmoral producir un valor y quedárselo, pero moral darlo? Y si no es moral el que tú te quedes con un valor, ¿por qué es moral que los otros lo acepten? Si eres desinteresado y virtuoso cuando lo das, ¿no son ellos interesados y malvados cuando lo toman? ¿Es que la virtud consiste en servir al vicio? ¿Es el objetivo moral de los que son buenos su auto-inmolación en beneficio de los que son malos?
La respuesta que evadís, la monstruosa respuesta es: No, los que toman no son malos, siempre que ellos no hayan ganado el valor que les diste. No es inmoral que ellos lo acepten, siempre que ellos sean incapaces de producirlo, incapaces de merecerlo, incapaces de darte ningún valor a cambio. No es inmoral el que ellos lo disfruten, siempre que no lo hayan obtenido por derecho.
Tal es el código secreto de vuestro credo, la otra mitad de vuestro doble criterio: es inmoral vivir por tu propio esfuerzo, pero moral vivir por el esfuerzo de otros – es inmoral consumir tu propio producto, pero moral consumir el producto de otros – es inmoral ganar, pero moral mendigar – son los parásitos la justificación moral para la existencia de los productores, pero la existencia de los parásitos es un fin en sí misma – es malo beneficiarse a través de logros, pero bueno beneficiarse a través de sacrificio – es malo crear tu propia felicidad, pero bueno disfrutarla al precio de la sangre de otros.
Vuestro código divide a la humanidad en dos castas y exige que vivan por reglas opuestas: los que pueden desear cualquier cosa y los que no pueden desear nada, los escogidos y los condenados, los jinetes y los acarreadores, los devoradores y los devorados. ¿Qué criterio determina tu casta? ¿Qué contraseña te admite a la élite moral? La contraseña es falta de valores.
Sea cual sea el valor implicado, es tu falta del mismo la que te da una reivindicación sobre aquellos a quienes no les falta. Es tu necesidad lo que te da una reivindicación a recompensas. Si eres capaz de satisfacer tu necesidad, tu habilidad anula tu derecho a satisfacerla. Pero una necesidad que eres incapaz de satisfacer te da el primer derecho sobre las vidas de la humanidad.
Si tienes éxito, cualquier hombre que fracasa es tu amo; si fracasas, cualquier hombre que tiene éxito es tu siervo. Sea tu fracaso justo o no, sean tus deseos racionales o no, sea tudesgracia inmerecida o el resultado de tus vicios, es la desgracia la que te da derecho a recompensas. Es el dolor, no importa su naturaleza o su causa, el dolor como un absoluto primario, el que te da una hipoteca sobre toda la existencia.
Si curas tu dolor por tu propio esfuerzo no recibes crédito moral: tu código lo considera desdeñosamente como un acto de interés propio. Sea cual sea el valor que intentes adquirir, sea riqueza o comida o amor o derechos, si lo adquieres por medio de tu virtud, tu código no lo considera como una adquisición moral: tú no le ocasionas pérdidas a nadie, es un comercio, no una limosna; un pago, no un sacrificio. Lo merecido pertenece al reino egoísta y comercial del beneficio mutuo; es sólo lo inmerecido lo que establece esa transacción moral que consiste en el beneficio de uno al precio de un desastre para el otro. Exigir recompensas por tu virtud es egoísta e inmoral; es tu falta de virtud la que transforma tu demanda en un derecho moral.
Una moralidad que considera la necesidad como una reivindicación, considera el vacío – la no-existencia – como su norma, su criterio de valor; recompensa una ausencia, un defecto: debilidad, ineptitud, incompetencia, sufrimiento, enfermedad, desastre, la falta, la lacra, el fallo – el cero.
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El altruismo considera la muerte como su objetivo final y su criterio de valor.
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Dado que la naturaleza no le proporciona al hombre una forma automática de supervivencia, dado que él tiene que mantener su vida por su propio esfuerzo, la doctrina de que ocuparse de sus propios intereses es malvado significa que el deseo del hombre de vivir es malvado – que la vida del hombre, como tal, es malvada. Ninguna doctrina puede ser más malvada que eso.
Sin embargo, ése es el significado de altruismo

Altruismo

 
¿Cuál es el código moral del altruismo? El principio básico del altruismo es que el hombre no tiene derecho a existir por sí mismo, que el servicio a los demás es la única justificación de su existencia, y que sacrificarse es su principal deber, virtud y valor moral.
No confundas altruismo con amabilidad, buena voluntad, o respeto por los derechos de otros. Estas no son causas primarias sino consecuencias, las cuales, de hecho, el altruismo hace imposibles. La causa irreducible del altruismo, la base absoluta, es el auto-sacrificio, lo que significa: la auto-inmolación, la abnegación, la negación de uno mismo, la auto-destrucción – lo que significa: el yo como criterio del mal, y el no-yo [lo desprendido, lo desinteresado, lo altruista] como criterio del bien. –