Wikipedia

Search results

Showing posts with label Papa Francisco. Show all posts
Showing posts with label Papa Francisco. Show all posts

Monday, November 28, 2016

El papa Francisco y la teología de la liberación

Hana Fischer indica las similitudes entre las opiniones del papa Francisco y la teología de la liberación que tanta violencia inspiró en América Latina.

Hana Fischer es analista política uruguaya.
Las ideas político-económicas defendidas por el papa Francisco provocan escalofríos. Nos hacen retroceder a la década de 1970, cuando en Latinoamérica estaba en pleno auge la “teología de la liberación”.
Esta doctrina se presenta a sí misma, “como una reflexión a partir de la experiencia religiosa de quienes encuentran a Cristo entre los pobres, merced al compromiso que contraen en la lucha por su liberación”. Juan Carlos Scannone —una de las personas que más influyó en el Papa— la define como una  teología que a diferencia de las demás, no se basa únicamente en la filosofía para analizar la realidad social e histórica de los pobres, sino también en las ciencias humanas y sociales.


A contrapelo de lo que su denominación parecería indicar, las diferentes versiones de la teología de la liberación no constituyen una opción religiosa sino política. Y, al igual que el marxismo, se jacta de que sus propuestas son “científicas”. Pero nada más alejado de la realidad, ya que desprecian tanto a la verdad histórica como científica.
En ese contexto, “liberación” significa la destrucción de las estructuras capitalistas y su remplazo por las colectivistas. El sistema de libre mercado es presentado como una forma de “violencia”, ergo, constituye una de las peores manifestaciones del pecado. En consecuencia, su destrucción liberará del pecado y permitirá el surgimiento del “hombre nuevo”.
En los 1970s, muchos jóvenes latinoamericanos católicos y de buen corazón, deseosos de acabar con las injusticias sociales —que, según la prédica de sacerdotes de esta tendencia eran culpa del capitalismo— tomaron las armas y emprendieron el camino de la revolución. Los posters de Cristo teniendo una metralleta entre sus manos, eran comunes en aquella época.
El mensaje era claro: Jesús fue un revolucionario y si quieres seguir sus pasos, tú también debes serlo. Innumerables estudiantes —que por definición tiene poca experiencia de vida— fueron seducidos por ese discurso Por consiguiente, optaron por la guerrilla que no sólo arruinó sus vidas, sino que desembocó en un torbellino de odio entre dos grupos extremistas que se combatieron a muerte encarnizadamente. Y en el medio quedó Juan Pueblo, que sin comerla ni beberla quedó envuelto en ese espiral de violencia. Los más afectados fueron los pobres. Precisamente aquellos, en nombre de los cuales tanta vida joven y potencialmente valiosa quedó truncada para siempre.
Ese período fue uno de los más traumáticos para América Latina. Y cuando paulatinamente y con gran esfuerzo se van curando las heridas del pasado, aparece nada menos que el Papa haciendo proselitismo por unas ideas que tanto sufrimiento causaron en el pasado, y que maniqueamente dividieron a las sociedades en “nosotros” y “ellos”.
En el discurso pronunciado durante el Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Popularesorganizado por el Vaticano, el papa Francisco expresó: Actualmente quien gobierna el mundo es “el dinero”. ¿Cómo? Mediante “el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás”. Y subrayó que “ese sistema es terrorista”.
Mostrando una simpleza o ignorancia rampante, el papa Francisco afirmó que “cualquier persona que tenga demasiado apego por las cosas materiales” no debería meterse en política.
¿Es el dinero la raíz del mal o por el contrario, la ambición de poder?
Repasemos la historia: Ni Alfred Hitler ni Lenin ni los primeros bolcheviques soviéticos tenían apego por el dinero ni por las cosas materiales. Sin embargo, ambos regímenes establecieron el infierno sobre esta tierra y causaran la muerte en terribles circunstancias de decenas de millones de personas.
Por tanto, el Papa debería informarse mejor y no hablar sin fundamento, incluso, por respeto a la institucionalidad que simboliza. Su responsabilidad moral es enorme, dado que sus pifias no solo lo afectan a él personalmente sino que las ondas expansivas producidas, incluso podrían socavar los fundamentos de la religión católica.
El papa Francisco afirmó, que el mundo sufre de “atrofia moral” y que el capitalismo ofrece “implantes cosméticos que no son verdadero desarrollo”.
La referencia papal a la ética y considerando la influencia que su investidura le otorga, invita a recordar las palabras de Blaise Pascal: “Esforcémonos en pensar bien, he ahí el principio de la moral”. Y cabría agregar las de Thomas Sowell: “Para ser un auténtico amigo de los pobres, antes hay que ser también un auténtico amigo de la verdad”.
Compartiendo esa postura ética frente a los problemas sociales —y ante las trágicas consecuencias que la aplicación de la teología de la liberación estaban provocando en América Latina— el papa Juan Pablo II solicitó a la Congregación para la Doctrina de la Feque la analizara, para determinar si ella encuadraba dentro de las enseñanzas de Cristo.
En aquel momento quien la presidía era el cardenal Ratzinger (luego papa Benedicto XVI, ejerció pocos años el papado porque renunció). El resultado de su análisis originó una instrucción adversa. En ese documento expresa: “El término ‘científico’ ejerce una fascinación casi mítica, y todo lo que lleva la etiqueta de científico no es de por sí realmente científico”. Por consiguiente, es esencial utilizar un método de aproximación a la realidad “precedido de un examen crítico de naturaleza epistemológica”.
Ratzinger alertó sobre las “graves desviaciones ideológicas que conducen inevitablemente a traicionar la causa de los pobres […] la lucha de clases como camino hacia la sociedad sin clases es un mito que impide las reformas y agrava la miseria y las injusticias”. Y condenó “la nueva interpretación, que viene a corromper lo que tenía de auténtico el generoso compromiso inicial en favor de los pobres”.
El Evangelio narra que Jesús expulsó a latigazos a los mercaderes del templo. Muchos toman ese pasaje como un reproche al dinero. Sin embargo, analizado en forma cabal, lo que a Cristo le indignaba es que se desnaturalizara la esencia de la religión, expresada mediante estas palabras: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Quizás, Jesús en nuestros días echaría del templo a latigazos a más de un “mercader”.

El papa Francisco y la teología de la liberación

Hana Fischer indica las similitudes entre las opiniones del papa Francisco y la teología de la liberación que tanta violencia inspiró en América Latina.

Hana Fischer es analista política uruguaya.
Las ideas político-económicas defendidas por el papa Francisco provocan escalofríos. Nos hacen retroceder a la década de 1970, cuando en Latinoamérica estaba en pleno auge la “teología de la liberación”.
Esta doctrina se presenta a sí misma, “como una reflexión a partir de la experiencia religiosa de quienes encuentran a Cristo entre los pobres, merced al compromiso que contraen en la lucha por su liberación”. Juan Carlos Scannone —una de las personas que más influyó en el Papa— la define como una  teología que a diferencia de las demás, no se basa únicamente en la filosofía para analizar la realidad social e histórica de los pobres, sino también en las ciencias humanas y sociales.

Sunday, August 21, 2016

El Papa Francisco y el derecho de autodefensa

Por Antonio José Chinchetru

El Papa Francisco dijo durante la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, tras su visita a Auschwitz y en una Europa recién golpeada por el terrorismo yihadista: "La violencia no se vence con más violencia". El autor de esa frase es el mismo sumo pontífice que tras la masacre de Charlie Hebdo condenó el atentado, pero mostró cierta comprensión hacia los terroristas al decir que si insultan a su madre, él respondería con un puñetazo. Curioso que se reservara el derecho al uso de la violencia –sin haberla sufrido antes– que niega al resto de los seres humanos.


Si alguna violencia no está justificada es, precisamente, aquella con la que se responde a algo que no es una agresión. El hipotético insulto a la progenitora del Papa peronista legitimaría su enfado y que profiriera todo tipo de tacos contra el autor del agravio. Pero en ningún caso sería una excusa para dar un puñetazo. Y lo mismo ocurre con sentirse ofendido por unas viñetas que muestran a Mahoma o se mofan de él: no son una coartada para asesinar a sus autores.
Sin embargo, en otros casos sí es legítimo recurrir a la violencia. Es una forma aceptable –y muchas veces eficaz– de respuesta ante una agresión. Rechazar la legitimidad de esto supone, simplemente, negar el derecho de autodefensa. Un derecho, por cierto, reconocido incluso por la Iglesia Católica de la que Francisco es la cabeza visible.
Equiparar a la violencia defensiva con aquella ejercida por el agresor es de una profunda irresponsabilidad e inmoralidad. La doctrina del Papa Francisco supone negar a la mujer maltratada el derecho de blandir un cuchillo de cocina contra su pareja como forma de parar una paliza que va a suponer su muerte o heridas de extrema gravedad. Implica también que los cristianos –y muchos otros– de Oriente Medio no tienen derecho a defender sus aldeas ante las incursiones de unos yihadistas que quieren asesinar a todos lo hombres y convertir en esclavas sexuales a las mujeres.
La doctrina del Papa Francisco niega el derecho de un niño o un adolescente a poner fin a las palizas del abusón del colegio respondiendo a sus golpes con puñetazos. Tampoco considera legítima la defensa de un inmigrante o un homosexual ante un ataque xenófobo u homófobo. E incluso implica que, si alguien entra a robar en tu domicilio, lo único moral y éticamente aceptable es sentarse a ver cómo se llevan todo lo que posees.
Recurrir a la fuerza para defenderse de una agresión –un ataque contra nuestra integridad física o nuestra propiedad, nunca una ofensa verbal o escrita– no sólo es legítimo. Es, además, útil. Un mundo en el que quienes no dudan en usar una violencia injustificada (maltratadores, violadores, ladrones, terroristas, matones de patio de colegio...) nunca fueran a recibir una respuesta a sus agresiones sería un lugar terrible. Nadie pararía sus actos y no habría ser humano libre y seguro alguno sobre la faz de la tierra.
La violencia debe ser el último recurso, pero cuando es defensiva puede convertirse en el único posible. Da igual lo que diga al respecto el Papa Francisco, defenderse es un derecho que tiene todo ser humano. Incluido él mismo. ¿O acaso los guardaespaldas fuertemente armados que siempre le acompañan llevan sus pistolas tan sólo de adorno?

El Papa Francisco y el derecho de autodefensa

Por Antonio José Chinchetru

El Papa Francisco dijo durante la Jornada Mundial de la Juventud en Polonia, tras su visita a Auschwitz y en una Europa recién golpeada por el terrorismo yihadista: "La violencia no se vence con más violencia". El autor de esa frase es el mismo sumo pontífice que tras la masacre de Charlie Hebdo condenó el atentado, pero mostró cierta comprensión hacia los terroristas al decir que si insultan a su madre, él respondería con un puñetazo. Curioso que se reservara el derecho al uso de la violencia –sin haberla sufrido antes– que niega al resto de los seres humanos.

Wednesday, July 20, 2016

Las gafas de la caridad del Papa Francisco no le permiten ver el poder del capitalismo


Lawrence J. McQuillan, Hayeon Carol Park

De acuerdo al World Giving Index, los estadounidenses ocupan el segundo puesto a nivel mundial en términos de donar dinero, ofrecer su tiempo como voluntarios y ayudar a los extraños. En 2014, las donaciones privadas en los Estados Unidos ascendieron a 358 mil millones de dólares (billones en inglés), un total del 72% de los individuos. Los valores cristianos, que el Papa Francisco a menudo enfatiza, son una motivación.
El Papa Francisco ha dicho: “Trabajar para una distribución justa de los frutos de la tierra y del trabajo humano no es simple filantropía. Es una obligación moral. Para los Cristianos, . . . es un mandamiento”.



Pero las donaciones privadas no son el “dar” caritativo del cual el Papa habla a menudo. En cambio, él aboga por las transferencias de gobierno a gobierno y un rol más importante para las organizaciones internacionales a efectos de facilitar dichas transferencias.
Otros factores clave para poder dar son la libertad económica y los derechos de propiedad privada, ingredientes esenciales del capitalismo, a los que el Papa ataca constantemente. El Papa Francisco pasa mucho tiempo criticando fuertemente a los mercados privados, escribiendo en este mes de mayo que los partidarios de la mano invisible de los mercados sufren de la misma mentalidad que conduce a la esclavitud, la explotación sexual de los niños y el abandono de los ancianos. El fervor anti-mercado del Papa se encuentra a cierta distancia de los hechos.
Las motivaciones para dar
Utilizando datos internacionales recientes, llevamos a cabo análisis estadísticos para descubrir los factores que posibilitan y motivan a la gente a dar. Como muestra el primer gráfico de abajo, hay una fuerte relación positiva entre las donaciones individuales y la libertad económica, cuando observamos los 20 países más generosos y los 20 países menos generosos. Las personas en los países con mayor libertad económica tienen una mayor tendencia a dar que aquellos menos afortunados.
Aún más fuerte es la relación positiva entre las donaciones individuales y los derechos de propiedad privada. Las personas en los países con mayor protección para la propiedad personal y la acumulación de riqueza tienen una mayor tendencia a dar a los demás.
Hay aquí lecciones importantes que el Papa ignora. La riqueza debe ser primero creada antes de que se la pueda dar a los demás. El capitalismo es el mayor creador de riqueza que el mundo haya visto jamás, sacando a miles de millones de personas de la pobreza extrema. En los países con mayor libertad económica, donde prospera el espíritu emprendedor y la propiedad privada es segura, las personas acumulan más riqueza y tienen más para dar.
Las personas tienen también menos probabilidades de dar dinero o tiempo a los demás cuando están viviendo con lo justo. La mayor abundancia que el capitalismo ofrece, permite a las personas aumentar sus donaciones de caridad. El capitalismo refuerza las responsabilidades cívicas que el Papa Francisco tan bien promueve en todo el mundo.
El Papa debe reorientar su fervor
El Papa se equivoca al buscar un rol más importante para el gobierno en la economía y la caridad. Angus Deaton, el premio Nobel de Economía 2015, llegó a la misma conclusión con respecto a la caridad después de estudiar el comportamiento de los hogares más pobres de todo el mundo:
“Si la pobreza no es consecuencia de la falta de recursos o oportunidades, sino de instituciones pobres, mal gobierno y políticas tóxicas, dar dinero a los países pobres—en particular dar dinero a los gobiernos de los países pobres—es probable que perpetúe y prolongue la pobreza, no que la elimine”.
Deaton argumenta a favor de la entrega directa y en contra de la ayuda exterior gubernamental:
“¿Qué tal si se saltea a los gobiernos y se otorga la ayuda directamente a los pobres? Ciertamente, los efectos inmediatos son propensos a ser mejores, especialmente en países en los que poca ayuda de gobierno a gobierno llega realmente a los pobres. . . . Una cosa que podemos hacer es provocar que nuestros propios gobiernos dejen de hacer aquellas cosas que tornan más dificultoso para los países pobres dejar de ser pobres. La reducción de la ayuda es una”.
En lugar de atacar a los mercados y promover un papel más importante del gobierno, el Papa debería canalizar su fervor hacia la expansión de la libertad económica y derechos de propiedad privada más férreos. Eso impulsará la caridad efectiva, aliviará la pobreza y mejorará el bienestar de los menos afortunados en todo el mundo.

Las gafas de la caridad del Papa Francisco no le permiten ver el poder del capitalismo


Lawrence J. McQuillan, Hayeon Carol Park

De acuerdo al World Giving Index, los estadounidenses ocupan el segundo puesto a nivel mundial en términos de donar dinero, ofrecer su tiempo como voluntarios y ayudar a los extraños. En 2014, las donaciones privadas en los Estados Unidos ascendieron a 358 mil millones de dólares (billones en inglés), un total del 72% de los individuos. Los valores cristianos, que el Papa Francisco a menudo enfatiza, son una motivación.
El Papa Francisco ha dicho: “Trabajar para una distribución justa de los frutos de la tierra y del trabajo humano no es simple filantropía. Es una obligación moral. Para los Cristianos, . . . es un mandamiento”.