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Saturday, July 2, 2016

Por qué más de la mitad del patrimonio de Prince irá a parar al gobierno

Prince
Parece que la estrella del pop Prince ha fallecido sin dejar testamento para una herencia de varios cientos de millones de dólares. A pesar de que Prince tiene una hermana y cinco medios hermanos, los miembros de la familia de Prince no serán sus mayores herederos, sino el gobierno.
Tanto el gobierno federal como el gobierno del estado de Minnesota evaluarán el llamado “impuesto a la muerte” o técnicamente conocido como impuesto de sucesiones sobre los activos de Prince y se quedarán con más de la mitad de su patrimonio. Entre activos físicos –dinero en efectivo, inversiones, vivienda, etc.– y futuras regalías, el patrimonio de Prince ha sido valorado en entre 300 y 500 millones de dólares.



Si Prince se hubiera casado, podría haber transmitido libre de impuestos la totalidad de su patrimonio a su cónyuge. Pero, sin cónyuge, sólo 1.6 millones estarán libres del impuesto a la muerte de Minnesota y sólo 5.45 millones escaparán de las garras de los impuestos federales.
La combinación del impuesto a la muerte de Minnesota que es del 16% sumado al impuesto federal del 40% significa que más del 50% de los bienes de Prince irán al gobierno.
Prince murió a los 57 años y de haber sabido que iba a morir tan joven, podría haber reducido el alcance del gobierno a su patrimonio usando la planificación fiscal; pero con una fortuna tan grande, el reclamo del gobierno por su parte del patrimonio era inevitable.
Aunque Prince probablemente no estaba muy preocupado por el impuesto a la muerte, sobre todo ya que su temprana muerte fue inesperada, es probable que no hubiera cambiado su comportamiento en casi nada como respuesta a ese impuesto. Pero la mayoría de las personas que pagan el impuesto a la muerte no son como Prince: No tienen cientos de millones de dólares y algunos ni siquiera tienen cien mil dólares en efectivo si sus activos son parte del valor del negocio familiar.
Cuando el dueño de un negocio familiar muere sin dejar mucho dinero en efectivo u otros activos líquidos, la familia a menudo tiene que vender la empresa para poder pagar el impuesto a la muerte. Eso puede tener consecuencias devastadoras para el empleo. Un análisis de 2014 sobre el impuesto a la muerte elaborado por la Fundación Heritage reveló que los efectos nocivos de este impuesto sobre el ahorro, la inversión, el empleo y el capital se traducen en más de 18,000 puestos de trabajo perdidos cada año.
Aunque para algunos sea tentador pensar que el alcance del gobierno en semejante patrimonio como el de Prince no será tan perjudicial para la estrella del pop o sus herederos, el impuesto a la muerte ha sido devastador para muchas pequeñas empresas y las comunidades en las que operan.

Por qué más de la mitad del patrimonio de Prince irá a parar al gobierno

Prince
Parece que la estrella del pop Prince ha fallecido sin dejar testamento para una herencia de varios cientos de millones de dólares. A pesar de que Prince tiene una hermana y cinco medios hermanos, los miembros de la familia de Prince no serán sus mayores herederos, sino el gobierno.
Tanto el gobierno federal como el gobierno del estado de Minnesota evaluarán el llamado “impuesto a la muerte” o técnicamente conocido como impuesto de sucesiones sobre los activos de Prince y se quedarán con más de la mitad de su patrimonio. Entre activos físicos –dinero en efectivo, inversiones, vivienda, etc.– y futuras regalías, el patrimonio de Prince ha sido valorado en entre 300 y 500 millones de dólares.


Papeles de Panamá: El efecto de Estados insaciables

El Estado nos exprime
Los últimos días diversos medios de comunicación se han “rasgado las vestiduras” con la filtración de los documentos privados de la firma “Mossack Fonseca” con casa matriz en Panamá, lo cual, ha incendiado un debate al borde del ridículo en torno a lo “vil y perverso de los ‘paraísos fiscales’” y “el deber de pagar impuestos”.
Lo primero que hay que aclarar es que no existe la denominada “filtración”. La firma mostró pruebas de un ataque cibernético que vulneró su sistema y, para dolor de los periodistas, se efectuó una apropiación indebida de parte de su información, de miles de personas, por lo tanto destruyendo el principio de privacidad y el de propiedad.



Fuera de este poco debatido tema, el problema de fondo radica en la acción “impropia” de algunos en evadir el pago de impuestos, en desmedro de los Estados, generando “una situación de desigualdad” y por ende “una trampa al sistema”.  Esta actitud, condenada por los mesiánicos estatistas de todos los continentes y los socialistas de todos los partidos, es una “punta de lanza” para condenar la creación de riqueza y establecer un control del Estado sobre lo que la gente gana.
No estoy defendiendo a los que usan estas instituciones para el lavado de dinero ilícito o dinero robado a sus países de origen. Hablo de la gente que produce su dinero trabajando y arriesgándolo y quiere protegerlo de la inmensa voracidad del Estado que no sabe ya cómo exprimirnos más. ¿Por qué hay que castigar el éxito? ¿Por qué un artista o un futbolista ¡o cualquiera! tiene que pagar más de la mitad de sus ingresos al Estado? ¿Dónde está lo moral en ello? ¿Cuánto es lo justo?
Los impuestos, palabra que por sí sola denota una acción de violencia, es el pago que se realiza al Estado por nuestras ganancias en distintas actividades, transacciones activas o pasivas. Es el manantial del que se nutre el aparato estatal, muchas veces ineficiente, y que algunos aspiran a que controle las diferentes facetas de nuestras vidas en nombre de la redistribución de la riqueza. En el fondo, las sociedades establecidas en “paraísos fiscales”, lo que hacen es establecer un emprendimiento con menor presión fiscal que permita generar riqueza, arriesgando al igual que en todo negocio, su capital y recursos en beneficio de sus miembros, empleados y clientes. Es gente que trata de proteger lo que posee de las garras del Estado. ¿No haría Ud. lo mismo?
¿Cuál es el problema de que una persona arriesgue sus recursos fuera de la tutela del Estado? La respuesta a la pregunta enunciada es lógica: Ninguno. Sin embargo el problema radica en que escapan al alcance del Estado, de su influencia y de la capacidad de controlar su ganancia para nutrir el obeso aparato Estatal. Por eso las protestas.
En el fondo de toda esta persecución se esconde la frustración que ven muchos burócratas y políticos para hacerse de nuevos recursos que, de una u otra forma, alimentan una serie de relaciones que no necesariamente benefician a la sociedad. Éstas establecen regulaciones y límites que son en efecto lo que perjudica la generación de riqueza, emprendimiento, empleo y el ejercicio pleno de la libertad, restringiendo el mercado e incorporando al Estado en labores económicas que no le son propias, estancando el progreso de diversas sociedades, oprimiendo al individuo, es decir las razones por las cuales muchos optaron y eligen salir de rango de influencia.
Por lo tanto, esta situación es un paradójico ejemplo de qué manera se condena a personas y sociedades que no necesariamente han cometido un ilícito, con recursos propios y arriesgándolos en el mercado optando por una libre competencia, apuntándolos con el dedo “de no aportar a sus países” por la vía del impuesto y “fomentar la desigualdad”.
Sin embargo, la corrupción y derroche de los recursos públicos por parte de burócratas, día a día, parece ser santificado por el mesiánico estatismo, sin necesidad de “Panama Papers”, justificando otra vez la acción violenta de los impuestos sin límites, pues una vez que se encuentran establecidos poco se puede hacer para erradicarlos.
Es en este sentido que en Europa, específicamente en la Francia gobernada por Hollande, se aspira a su crecimiento constante para financiar “programas provisonales” que como todos sabemos, y ya lo decía Ronald Reagan, terminan siendo permanentes.  En el debate presidencial de Estados Unidos no es un tema menor, el precandidato demócrata Sanders, ha manifestado abiertamente la importancia de subir los impuestos a las ganancias y a la riqueza – y Hillary Clinton va por el mismo camino. Subir los impuestos es una forma de castigar sin tapujos a quienes han aportado a la sociedad y es una forma de incentivar la envidia en la sociedad. Es un castigo para los que buscan mejores opciones, sin apelar a recursos públicos, que arriesgan sus propios recursos. Los “paraísos fiscales”, además de ser legales, ofrecen mercados con mejores opciones de competencia lejos de la influencia estatal.
¿”Papeles de Panamá” o Estatismo a la ofensiva? Quizás en este caso debemos comenzar por romper con el discurso hegemónico establecido, ha sido un trabajo centralizado y fríamente calculado por quienes se asignan el rol “moral” de los medios de prensa y asociaciones afines.  Es lamentablemente una corriente de argumentos estatistas que ha visto en esta “punta de lanza” un argumento más para atacar al libre mercado, potenciar el rol del Estado en la economía, justificar la regulación y legitimar un acto de violencia contra la propiedad: Los impuestos.
Se ha condenado y apuntando con el dedo a miles de personas por ejercer su libertad en los mercados, nuevamente explotando la envidia amparados bajo el argumento de la desigualdad.  Quizás es la instancia para cuestionar e inquirir a nuestros gobiernos para poner en el debate el límite a los impuestos, un rol eficiente y no interventor, un Estado subsidiario y con límites, balance de poder y fin a las dictaduras “ya sean rojas, amarillas o pardas”  que atentan contra nuestra propiedad y la capacidad de poder administrar los frutos de nuestro trabajo, que nos impiden ejercer la libertad y emprender en la búsqueda de nuestra propia felicidad.

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Los últimos días diversos medios de comunicación se han “rasgado las vestiduras” con la filtración de los documentos privados de la firma “Mossack Fonseca” con casa matriz en Panamá, lo cual, ha incendiado un debate al borde del ridículo en torno a lo “vil y perverso de los ‘paraísos fiscales’” y “el deber de pagar impuestos”.
Lo primero que hay que aclarar es que no existe la denominada “filtración”. La firma mostró pruebas de un ataque cibernético que vulneró su sistema y, para dolor de los periodistas, se efectuó una apropiación indebida de parte de su información, de miles de personas, por lo tanto destruyendo el principio de privacidad y el de propiedad.