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Tuesday, November 22, 2016

La depreciación del yuan tiene que ver más con la economía que con Trump

Por Lingling Wei

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BEIJING—Donald Trump ha acusado a China de reducir artificialmente el valor del yuan, pero las medidas recientes de Beijing para permitir que su divisa se debilite más rápido de lo esperado parecen tener más que ver con la preocupante burbuja inmobiliaria del país y con la fortaleza del dólar, que con enviarle un mensaje al presidente electo de Estados Unidos.
Detrás de la rápida depreciación del yuan se esconde una mayor preocupación entre los líderes y economistas chinos respecto a la situación económica del país, según funcionarios y analistas. Sin importar quién ocupe la casa Blanca, el gobierno tendría que aceptar un yuan mucho más débil debido a las burbujas de activos, especialmente en el mercado inmobiliario de China, y su continua dependencia de los estímulos para impulsar el crecimiento.


Eso aumenta el riesgo de un círculo vicioso para el yuan en el que las fuerzas externas tendrían menor influencia, dicen las fuentes. Por ejemplo, el reciente aumento acelerado de los precios de las propiedades en muchas ciudades, está enviando a cada vez más chinos a los mercados extranjeros en busca de lugares donde parquear su dinero, exacerbando potencialmente las salidas de capital que presionan al yuan a la baja.
“Por el futuro cercano, las burbujas de activos y la incertidumbre sobre el crecimiento de China probablemente serán el principal factor que influirá en las expectativas de depreciación del renminibi”, dijo un asesor económico de los líderes chinos, usando el otro nombre del yuan.
El miércoles, después que el dólar se fortaleciera de un día para el otro, el banco central de China, el cual controla el corretaje del yuan en el mercado continental, fijó la tasa oficial de la divisa en 6,8592 por dólar, su nivel más débil en más de ocho años. Eso elevó las pérdidas del yuan contra el dólar a casi 1,4% en la semana después que Trump ganara las elecciones.
Por ahora, los inversionistas han tomado la caída del yuan con tranquilidad, ya que se mantiene dentro del mecanismo de tasas de cambio impulsado por el dólar que el banco central implementó a principios de este año. Los inversionistas también son conscientes que Beijing tiene las herramientas para prevenir una caída descontrolada del yuan, pero algunos funcionarios e inversionistas chinos cuestionan si el banco central está preparado para un auge sostenido del dólar durante el gobierno Trump.
Los escépticos comparan el desplome más reciente del yuan a su caída luego de la inesperada votación de los británicos para salir de la Unión Europea hace cinco meses, la cual trastornó los mercados de divisas y disparó al dólar. En ese entonces, el Banco Popular de China (PBOC) dijo rápidamente que había implementado planes de contingencia y que mantendría estable al yuan. Sin embargo, en esta ocasión, el banco central no ha hecho declaraciones públicas.
En los últimos días, el PBOC no ha llevado a cabo una intervención a gran escala para apuntalar el yuan, según los corredores de divisas. Esta estrategia poco intervencionista de China, dicen los expertos, subraya la actitud de “esperar qué sucede” de los funcionarios chinos frente a Trump y qué promesas de campaña cumplirá.
El PBOC se abstuvo de comentar sobre los recientes movimientos del yuan.
Algunos funcionarios cercanos a los líderes económicos del país esperan que Trump sea pragmático en sus relaciones con Beijing, ya que ambos países saldrían perdiendo si hay conflictos comerciales o de divisas. Mientras tanto, ejecutivos de grandes empresas chinas que venden al mercado estadounidense están preparando un plan b en caso que EE.UU. adopte una postura comercial rígida durante el gobierno Trump.
El banco central ha descartado la idea de que está sacrificando la tasa de cambio del yuan para apoyar al mercado inmobiliario. El PBOC dijo en su reporte de política monetaria del tercer trimestre, publicado la semana pasada, que “el precio sería demasiado alto”, lo cual resultaría en “distorsiones estructurales” y “acumulación de deuda”. Dijo también que China mantendrá una posición monetaria “prudente y neutral”.
No obstante, si las autoridades continúan imprimiendo dinero para impulsar el crecimiento, los economistas advierten que eso conducirá a un yuan mucho más débil.
“Si el suministro de dinero no puede ser controlado, entonces el camino de la depreciación será largo”, dijo Li Xunlei, economista jefe de Haitong Securities, una gran firma de corretaje de China.

La depreciación del yuan tiene que ver más con la economía que con Trump

Por Lingling Wei

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BEIJING—Donald Trump ha acusado a China de reducir artificialmente el valor del yuan, pero las medidas recientes de Beijing para permitir que su divisa se debilite más rápido de lo esperado parecen tener más que ver con la preocupante burbuja inmobiliaria del país y con la fortaleza del dólar, que con enviarle un mensaje al presidente electo de Estados Unidos.
Detrás de la rápida depreciación del yuan se esconde una mayor preocupación entre los líderes y economistas chinos respecto a la situación económica del país, según funcionarios y analistas. Sin importar quién ocupe la casa Blanca, el gobierno tendría que aceptar un yuan mucho más débil debido a las burbujas de activos, especialmente en el mercado inmobiliario de China, y su continua dependencia de los estímulos para impulsar el crecimiento.

Monday, November 21, 2016

Trump y la economía de EU ¿Que debe hacer?


¿Qué necesita la economía estadounidense que Trump haga?

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NUEVA YORK – La impresionante victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos hizo que una cosa quede abundantemente clara: demasiados estadounidenses – especialmente hombres estadounidenses blancos – sienten que se quedaron atrás. No es sólo un sentimiento; muchos estadounidenses realmente se quedaron relegados. Esto puede verse en los datos tan claramente como se hace patente en su ira. Y, tal como he sostenido repetidamente, un sistema económico que no “cumple” con gran parte de la población es un sistema económico fallido. Entonces, ¿qué debe hacer el presidente electo Trump al respecto?

Durante las tres últimas décadas, las reglas del sistema económico de Estados Unidos han sido reescritas de manera que están sólo al servicio de unos pocos que se encuentran en la parte superior, perjudicando a la economía en su conjunto, y especialmente al 80% en la parte inferior. La ironía de la victoria de Trump es que fue el Partido Republicano, al que ahora Trump lidera, el que impulsó la globalización extrema y arremetió contra los marcos políticos que hubieran mitigado el trauma asociado a la misma. Sin embargo, la historia sí tiene importancia: China e India están ahora integradas en la economía mundial. Además, la tecnología ha avanzado tan rápido que el número de empleos en manufactura, a nivel mundial, está disminuyendo.

Helicopter money

Sky-High Monetary Policy

Economist Stefan Gerlach examines the promise and limitations of “helicopter money,” and considers arguments for and against advanced by Project Syndicate commentators.


La inferencia es que no hay manera de que Trump pueda traer a Estados Unidos un número significativo de puestos de trabajos  bien pagados en el ámbito de manufactura. Puede traer de vuelta la manufactura, a través de manufactura avanzada, pero habrá pocos puesto de trabajo. Y, también puede hacer que los puestos de trabajo retornen, pero serán puestos de trabajo con bajos salarios, no los puestos bien remunerados de los años cincuenta.
Si Trump es serio en cuanto a abordar la desigualdad, debe reescribir las reglas una vez más, de una manera que sirvan a los intereses de toda la sociedad, no sólo a los intereses de aquellas personas que son como él.
Lo primero en el orden del día es impulsar la inversión, restableciendo así un robusto crecimiento a largo plazo. Específicamente, Trump debe enfatizar el gasto en infraestructura e investigación. Es sorprendentemente que en un país cuyo éxito económico se basa en la innovación tecnológica, la participación en el PIB de la inversión en investigación básica esté, hoy en día, en un nivel más bajo del que estuvo hace medio siglo.
Una infraestructura mejorada aumentaría el rendimiento de la inversión privada, que también ha estado rezagándose. Garantizar un mayor acceso financiero a las pequeñas y medianas empresas, incluidas las encabezadas por mujeres, también estimularía la inversión privada. Un impuesto sobre el carbono proporcionaría una triple apuesta ganadora, una trifecta de bienestar: crecimiento más alto a medida que las empresas se adapten para reflejar el aumento de los costos de las emisiones de dióxido de carbono; medioambiente más limpio; e, ingresos que podrían utilizarse para financiar la infraestructura y dirigirse hacia los esfuerzos por reducir la brecha económica de Estados Unidos. Pero, dada la posición de Trump como una persona que niega la existencia del cambio climático, es poco probable que se aproveche lo antedicho (y ello, a su vez, también podría inducir a que el mundo comience a imponer aranceles contra los productos estadounidenses manufacturados en maneras que infrinjan las regulaciones mundiales relativas al cambio climático).
Al mismo tiempo se necesita un abordaje integral para mejorar la distribución de la renta de Estados Unidos, que es una de las peores entre las economías avanzadas. Si bien Trump ha prometido elevar el salario mínimo, es improbable que realice otros cambios de importancia crítica, como ser el fortalecimiento de los derechos de negociación colectiva y el poder de negociación de los trabajadores, así como la imposición de restricciones a la compensación de los directores ejecutivos y a la financiarización.
La reforma de la regulación debe ir más allá de tan sólo limitar el daño que el sector financiero puede hacer y debe garantizar que este sector realmente esté al servicio de la sociedad.
En abril, el Consejo de Asesores Económicos del presidente Barack Obama publicó un informe mostrando una creciente concentración del mercado en muchos sectores. Eso significa menos competencia y precios más altos – esta es una forma segura de bajar los ingresos reales, tal como lo es bajar directamente los salarios. Estados Unidos necesita hacer frente a estas concentraciones de poder de mercado, incluyendo las más recientes manifestaciones en la llamada economía colaborativa.
El retrógrado sistema impositivo de Estados Unidos – que estimula la desigualdad al ayudar a los ricos (sólo a ellos y a nadie más) a hacerse aún más ricos, también debe ser reformado. Un objetivo obvio debería ser eliminar el tratamiento especial de las ganancias de capital y los dividendos. Otro objetivo es garantizar que las empresas paguen impuestos – tal vez bajando la tasa de impuestos corporativos para aquellas empresas que inviertan y creen empleos en Estados Unidos, y elevándolos para las que no lo hagan. Sin embargo, debido a que Trump es uno de los principales beneficiarios de este sistema, sus promesas relativas a llevar a cabo reformas que beneficien a los estadounidenses comunes y corrientes no son creíbles; tal como acostumbradamente ocurre con los republicanos, los cambios impositivos que ellos realizan beneficiarán en gran medida a los ricos.
Probablemente, Trump no llegue a cumplir con el objetivo de mejorar la igualdad de oportunidades. Garantizar educación preescolar para todos e invertir más en las escuelas públicas es esencial para que Estados Unidos evite convertirse en un país neo-feudal donde las ventajas y desventajas se transmiten de una generación a la siguiente. Sin embargo, Trump prácticamente ha permanecido callado con respecto a  este tema.
El restablecimiento de la prosperidad compartida requeriría de políticas que amplíen el acceso a viviendas y atención médica a precios asequibles, así como el acceso a una jubilación segura con un mínimo de dignidad, además serían necesarias políticas que posibiliten que todos los estadounidenses, independientemente de cuánta riqueza tenga su familia, puedan pagar una educación postsecundaria acorde con sus habilidades e intereses. Si bien me podría imaginar a Trump, un magnate de los bienes raíces, apoyando un programa masivo de vivienda (en el cual la mayoría de los beneficios vayan a favor de desarrolladores inmobiliarios como él), su prometida derogación de la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio (Obamacare) dejaría a millones de estadounidenses sin seguro de salud. (Poco después de las elecciones, Trump insinuó que es posible que él actúe con cautela en este ámbito).
Los problemas planteados por los estadounidenses marginados – cuya marginación es el resultado de décadas de negligencia – no se resolverán, ni rápidamente ni mediante herramientas convencionales. Una estrategia eficaz tendrá que considerar un mayor número de soluciones no convencionales, hacia las que los intereses corporativos republicanos son poco proclives. Por ejemplo, se podría permitir a las personas incrementar su seguridad de jubilación poniendo más dinero en sus cuentas del Seguro Social, con aumentos proporcionales en sus pensiones. Además, se podrían instituir políticas integrales de licencias por enfermedad y asuntos familiares que ayudarían a que los estadounidenses lograran un equilibrio menos estresante entre la vida cotidiana y el trabajo.
Del mismo modo, una opción a través del sector público para financiar viviendas podría dar derecho a cualquier persona que haya pagado impuestos regularmente a obtener una hipoteca con el 20% de pago inicial, a un préstamo que sea proporcional a su capacidad para pagar la deuda a una tasa de interés ligeramente superior a la que el gobierno pueda pedir prestado y reembolsar, a su vez, su propia deuda. Los pagos se canalizarían a través del sistema de impuestos sobre la renta.
Mucho ha cambiado desde que el presidente Ronald Reagan empezó a debilitar a la clase media y desviar los beneficios del crecimiento a favor de aquellos en el estrato más alto, y las políticas e instituciones estadounidenses no se han mantenido al ritmo de dichos cambios. Desde el papel que desempeñan las mujeres en la fuerza de trabajo y el surgimiento de Internet hasta el aumento de la diversidad cultural, Estados Unidos del siglo XXI es fundamentalmente distinto al Estados Unidos de los años ochenta.
Si Trump realmente quiere ayudar a los relegados, debe ir más allá de las batallas ideológicas del pasado. La agenda que acabo de esbozar no es sólo una agenda económica: es una sobre cómo edificar una sociedad dinámica, abierta y justa que cumpla la promesa de los valores más apreciados por los estadounidenses. Pero si bien, en algunas maneras, esta agenda es coherente con las promesas de campaña de Trump, en muchas otras maneras, es la antítesis de dichas promesas.

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Mi muy nublada bola de cristal muestra una reescritura de las reglas, pero no para corregir los graves errores de la revolución de Reagan, un hito en el viaje sórdido que dejó a tantos atrás. Por el contrario, las nuevas reglas empeorarán la situación, excluyendo aún a más personas del sueño estadounidense

Trump y la economía de EU ¿Que debe hacer?


¿Qué necesita la economía estadounidense que Trump haga?

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NUEVA YORK – La impresionante victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos hizo que una cosa quede abundantemente clara: demasiados estadounidenses – especialmente hombres estadounidenses blancos – sienten que se quedaron atrás. No es sólo un sentimiento; muchos estadounidenses realmente se quedaron relegados. Esto puede verse en los datos tan claramente como se hace patente en su ira. Y, tal como he sostenido repetidamente, un sistema económico que no “cumple” con gran parte de la población es un sistema económico fallido. Entonces, ¿qué debe hacer el presidente electo Trump al respecto?

Tuesday, October 4, 2016

Generan mexicanos en EU más que países

El PIB de Chile, Perú y Colombia fueron superados el año pasado por los ingresos totales de los mexicanos radicados en Estados Unidos, los cuales sumaron 563 mil millones de dólares.
Jeanette Leyva
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El ingreso medio total de la población inmigrante de origen mexicano en EU inició un periodo de recuperación en 2011. (Bloomberg)
El ingreso total de la población de origen mexicano (nativos de origen mexicano e inmigrantes) sumó 563 mil millones de dólares en 2015, cifra que supera el PIB de diversos países de Latinoamérica incluyendo a Chile, Colombia y Perú, de Asia, como Hong Kong, Pakistán, Singapur y Malasia y de Europa, como Bélgica, Dinamarca, Noruega, Polonia, Austria y Suecia.

En tanto, el ingreso de los inmigrantes mexicanos (ingreso per cápita multiplicado por el número de inmigrantes) en EU fue de 238 mil 769 millones de dólares en 2015, equivalente a 21 puntos porcentuales del PIB de México, señala el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla).

“El ingreso medio total de la población inmigrante de origen mexicano en EU inició un periodo de recuperación en 2011 en respuesta a mayores niveles de empleo”, indica un informe del Cemla.

Jesús Cervantes, gerente de Estadísticas Económicas y Foro de Remesas de América Latina y el Caribe del Cemla, dijo que “al comparar para 2015 el ingreso total de la población de origen mexicano en Estados Unidos con los PIB de las principales economías del mundo, todo medido en dólares corrientes, resulta que dicho ingreso sería la economía 21 en el mundo”.

En los últimos años el flujo migratorio mexicano a Estados Unidos se frenó y en 2015 los inmigrantes mexicanos en ese país fueron 11.64 millones de personas, menos que en 2014, cuando sumaron 11.71 millones.

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Generan mexicanos en EU más que países

El PIB de Chile, Perú y Colombia fueron superados el año pasado por los ingresos totales de los mexicanos radicados en Estados Unidos, los cuales sumaron 563 mil millones de dólares.
Jeanette Leyva
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El ingreso medio total de la población inmigrante de origen mexicano en EU inició un periodo de recuperación en 2011. (Bloomberg)
El ingreso total de la población de origen mexicano (nativos de origen mexicano e inmigrantes) sumó 563 mil millones de dólares en 2015, cifra que supera el PIB de diversos países de Latinoamérica incluyendo a Chile, Colombia y Perú, de Asia, como Hong Kong, Pakistán, Singapur y Malasia y de Europa, como Bélgica, Dinamarca, Noruega, Polonia, Austria y Suecia.

Sunday, July 24, 2016

El rey de las deudas busca la presidencia


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Durante una larga entrevista en la CNBC la semana antepasada, Donald Trump, que acababa de convertirse en el candidato republicano, llegó tan cerca del límite como nunca cualquier gran aspirante presidencial  lo había hecho al decir que decir que Estados Unidos no es capaz de pagar sus deudas en su totalidad, y que nuestro camino para la recuperación económica podría implicar un poco de dolor para nuestros acreedores. Este momento de candor le hizo ganarse a Trump ser  condenado casi tan severamente como lo fue anteriormente por su sugerencia de prohibir a los musulmanes entrar en los Estados Unidos.



Para muchos, la idea de que las obligaciones de la deuda de Estados Unidos involucran incluso los más mínimos riesgos para los inversionistas eran al tiempo el culmen de la ingenuidad financiera y el epítome de la imprudencia política. La presión era de hecho tan grande que Donald, que se ha negado a participar, incluso en los retiros estratégicos más sensibles, apareció en la CNN el lunes pasado para “aclarar” sus observaciones anteriores. Sin embargo, se encendió otra tormenta de fuego cuando inadvertidamente dejó escapar otra verdad tácita al mencionar que Estados Unidos siempre puede imprimir todo el dinero que necesite para “reparar” su deuda. Al parecer, la única posición aceptable para afrontar este tema es negar por completo la realidad.
A pesar de su imagen pública como director de feria, publicista, y constructor de deslumbrantes torres de oro, Donald Trump debe su éxito del negocio a su capacidad de caminar en una habitación llena de gente a la que le debe dinero y, a través del uso de amenazas, salvajadas, y negociaciones duras, para convencerlos de aceptar menos de lo que debe. Una y otra vez él ha usado los errores de los préstamos antes de la competencia “como una palanca para conseguir lo que quiere. Por eso se ha dicho en repetidas ocasiones que él es “el rey de la deuda.” Evidentemente pensó que esta experiencia privada y el sentido común podría ayudar en la arena contra de la intuición de la deuda pública.
Antes de que Trump  nos de su “aclaración”, Jordan Weissmann del sitio de noticias en línea Slate declaró el caso sucintamente: “Cuando un país imprime su propia moneda, los mercados no suelen preocuparse de que a ellos les falte el dinero, y por lo tanto están dispuestos a prestar libremente. … El hecho de que EE.UU. controle su propia moneda le da la flexibilidad cuando se trata de la deuda. Si no fuera por esta farsa, el techo de la deuda autoimpuesto, defecto que rara vez o nunca, será algo que se discutió con la gente en serio”. (05/09/16)
Me parece que Slate estaba argumentándose en que Trump realmente no entiende que nosotros imprimimos nuestro propio dinero a voluntad. Puede haber una gran cantidad de cosas de las que Trump no es consciente, pero sabe claramente de dónde nuestro dinero viene. La diferencia entre Trump y sus críticos es que él debe creer que hay un costo para imprimir demasiado dinero. Los economistas modernos no parecen comprender este concepto básico.
New York Times Paul Krugman fue aún más lejos. A pesar del hecho de que él ha argumentado que la Reserva Federal debería imprimir una fuente ilimitada de dólares para mantener a flote la economía, cree que los billetes verdes a sí mismos seguirán siendo valioso y codiciados para siempre, siempre y cuando demagogos irresponsables como Trump no estropeen la fiesta. En su columna del 9 de mayo, titulada “La formación de un ignorante” (que respondió específicamente a la entrevista de CNBC de Trump), Krugman dijo que la sugerencia por defecto de Trump “, entre otras cosas, privar a la economía mundial de su activo seguro más crucial, la deuda de EE.UU., en un momento cuando los activos seguros ya son escasos”.
Ese mismo día, durante una entrevista con Jake Tapper en el conductor de la CNN, el economista conservador Douglas Holtz-Eakin, ex director de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), advirtió que si Trump, como presidente, ordena a la Reserva Federal imprimir dinero para comprar deuda, sería “romper la independencia de la Fed” y socavar un sistema de la Reserva Federal que “ha sido la base de nuestro éxito económico.”. Me gustaría preguntarle al Sr. Holtz-Eakin ¿qué exactamente él cree que ocurrió con la facilitación cuantitativa o giro operativo, con los programas multimillonarios en dólares en los que la Fed ha comprado miles de millones de bonos del gobierno de Estados Unidos? ¿Está de acuerdo con eso, simplemente porque no había orden ejecutiva que la obligue? ¿Será que él espera que durante la próxima recesión económica puede una Fed “independiente” pudiera negarse a comprar la deuda pública, entonces obligando a que el gobierno haga recortes presupuestarios impopulares, como aumentar los impuestos, o algo por el  estilo? ¿En qué planeta vive él? Tal vez sea la tierra en un universo paralelo en el que la Fed es en realidad la “base de nuestro éxito económico”, en lugar de limitarse a un soplador de burbujas perpetuas. Cualquier éxito que hemos logrado después de la fundación de la Reserva Federal en 1913 ha sido a pesar de la Fed, no gracias a él.
Al menos algunos de los innumerables artículos que han aparecido sobre las ideas Trump sobre la deuda han admitido a regañadientes que hay una desventaja potencial con la impresión de dinero como la única solución para la gestión de la deuda, ya que podría provocar inflación que pasa de la “buena” relación de 2-4% de la “malos” relación de 5% o más. Además de las dificultades que esto podría crear para los consumidores, especialmente en el extremo inferior del espectro económico, también admiten que el aumento de la inflación podría constituir un “corte de pelo” para los propios tenedores de bonos, ya que serán pagados con dólares de menor valor que los que se prestaban. En otras palabras, los valores predeterminados parciales son posibles a través de por encima de las negociaciones de mesa (tales como los que Trump hace alusión) o el canal de puerta trasera de la inflación. Pero casi todo el mundo está de acuerdo en que las pérdidas encubiertas a través de una inflación más alta es un mejor escenario que la crisis financiera global que ellos creen que resultaría de una reestructuración de la deuda EE.UU. abierta. O como Krugman argumenta en su artículo “ignorante”, “Uno no sugiere casualmente tirar la reputación cuidadosamente cultivada de los Estados Unidos como el deudor más escrupuloso del mundo…”. En el mundo de Krugman, “escrúpulos” debe significar no admitir la verdad.
Creo lo contrario. En vista del fracaso demostrado en las políticas alimentadas por la deuda de generar crecimiento real y el pantano monetario que nos va a tragar con tanta seguridad como el que ha tragado Japón, un default parcial de la deuda permitiría a los Estados Unidos para lidiar honestamente con los errores del pasado, romper el ciclo de la deuda infinita, y sentar las bases para una recuperación económica real. Así como las empresas pueden ser resucitados a través del proceso de quiebra, también puede hacerlo una nación. Por supuesto, esto implicaría una gran cantidad de dolor a corto plazo, tanto para los acreedores y los ciudadanos. Sin embargo, romper una adicción nunca es fácil. Somos adictos a los préstamos, y nuestros acreedores son adictos a pretender que podemos repararlo totalmente. Todos estaríamos mejor si dispersáramos esa ilusión.
Sin embargo, Trump obviamente se salió fuera de los carriles, incluso en mi libro, cuando el sugirió que Estados Unidos podría volver a comprar nuestra deuda con un descuento si las tasas de interés fueran altas. En ese punto él se hundió en pura fantasía.
En su carrera corporativa, Trump está bien familiarizado con la técnica de comprar a los acreedores a un descuento. Si, por ejemplo, un prestamista compra un bono corporativo de 10 años a una tasa de 3% de una compañía cuando las tasas de interés son relativamente bajas. Si las tasas de interés subieran generalmente, el tenedor de bonos no podria ser feliz con tal posición si sabía que podía comprar un bono de 6% a 10 años de una empresa similar. En ese punto, el tenedor de bonos puede ser feliz para revender su vínculo de 3% al emisor con un descuento, sólo para poder liberar efectivo para conseguir esas tasas más altas. Del mismo modo, la empresa puede beneficiarse de la simplificación de su balance y de retirarse de la deuda pendiente.
Pero este escenario requiere dinero fresco para hacer las compras. Las empresas pueden reducir las ganancias para encontrar el dinero en efectivo, o tomar una infusión de nuevos inversores. Sin embargo, Estados Unidos no tiene esencialmente las reservas de la que extraer dinero; ya tenemos la deuda de casi $ 20 billones de dólares y, a partir de ahora, vamos a tener déficits masivos todos los años en el futuro previsible. La única forma de poder conseguir el dinero para retirar deuda vieja es la emisión de una nueva deuda. Pero puesto que tal escenario podría, por definición, llevarnos a un entorno de intereses más altos y no habría ningún beneficio.
Por supuesto, Trump también pasa por alto el hecho de que una gran parte de la deuda del Tesoro en poder del público es a corto plazo. No habría necesidad de que los tenedores de deuda a corto plazo vendan con un gran descuento cuando sólo se pueden mantener hasta su vencimiento y, en teoría, ser reembolsado en su totalidad. Gracias a la QE  y la Operación Twist, la parte del león de los activos de la Fed son títulos de más largo plazo. Pero incluso si Trump podría aumentar los impuestos o recortar el gasto para generar los fondos necesarios para volver a comprar bonos del Tesoro en poder de la Fed con un descuento, las pérdidas de la Fed se facturan al Tesoro para el reembolso. Entonces, ¿qué ganamos con nuestra mano derecha entregándolo todo a nuestra izquierda?
Pero la mayor inadvertencia de Trump es que cuando las tasas de interés suben, lo cual sería el único entorno en el Tesoro podría negociar un descuento, el déficit presupuestario de EE.UU. ya estaría en alza. Esto es así porque no sólo un aumento en las tasas podría ayudar a empujar la economía a una recesión, si no estábamos ya en una, pero todos los que están involucrados en las deudas de bajo rendimiento a corto plazo se verán encontrados en un entorno de mayor velocidad. Así que con el costo de rodar sobre nuestras deudas existentes en alza, que requieran aumentos de impuestos, recortes de gastos o préstamos adicionales a tasas de intereses más altas, ¿dónde estaríamos posiblemente con el dinero extra para pagarle lo principal, aunque pudiéramos hacerlo con un descuento?
Pero incluso con estas reflexiones inconsistentes, Trump reconoció un toque de realismo que otros políticos no pueden. Dijo que la economía de EE.UU. sigue siendo extremadamente dependiente de ultra-bajas tasas de interés, y que incluso un aumento del 1% en las tasas podría hacer que nuestra situación presupuestaria sea insostenible. Pero las ideas políticas de Trump en la expansión de los militares y apuntalar la seguridad social, teniendo un mejor cuidado de nuestros veteranos, la construcción de muros, redondeando hacia arriba y deportar a los ilegales, y la sustitución de Obamacare con algún programa todavía no definido, requerirán aún más endeudamiento. Para cuadrar ese círculo presupuestario, Trump reconocido que hay que empujar hacia abajo el valor del dólar.
En la entrevista de CNBC, dijo que un dólar fuerte suena bien “sobre el papel”, pero que una moneda débil ofrece beneficios mucho mayores. De hecho, él acredita monedas débiles como el arma principal utilizada por China para diseñar su propio éxito. Quiere hacer lo mismo para los Estados Unidos. Por supuesto, el talón de Aquiles de un plan de este tipo es que un dólar significativamente más débil está obligado a marcar el comienzo de una ola de inflación que podría rivalizar, o incluso superar, la década de 1970. Si Trump está dispuesto a dejar que el dólar caiga abruptamente, en especial los pobres podrían sufrir como la compra de energía se evapora y aumentan las tasas de pobreza.
Pero en base a las opiniones de los economistas, ese es exactamente el camino de la política para la cual debemos prepararnos. La inflación y la debilidad del dólar son las únicas soluciones que se pueden imaginar para “resolver” los problemas, y eso es exactamente lo que vamos a conseguir. Buen intento Donald, pero a partir de ahora es posible solo siga hablándole a la pared.

El rey de las deudas busca la presidencia


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Durante una larga entrevista en la CNBC la semana antepasada, Donald Trump, que acababa de convertirse en el candidato republicano, llegó tan cerca del límite como nunca cualquier gran aspirante presidencial  lo había hecho al decir que decir que Estados Unidos no es capaz de pagar sus deudas en su totalidad, y que nuestro camino para la recuperación económica podría implicar un poco de dolor para nuestros acreedores. Este momento de candor le hizo ganarse a Trump ser  condenado casi tan severamente como lo fue anteriormente por su sugerencia de prohibir a los musulmanes entrar en los Estados Unidos.


Saturday, July 9, 2016

Johnson a la Casa Blanca


Qué buenas noticias nos llegan últimamente desde los Estados Unidos. La convención del Partido Libertario de ese país, celebrada en Orlando, ha actuado con la madurez propia de una formación que, a sus cuarenta y cinco años de vida, es consciente de la gran oportunidad que le brindan las circunstancias de 2016. Esa madurez ha llevado a los libertarios estadounidenses a elegir un ticket sólido, con posibilidades reales de alzarse con la victoria en noviembre, acabar con el odioso bipartidismo y frustrar las expectativas de sus candidatos, Hillary Clinton y Donald Trump.
La primera representa el establishment puro y duro de una Norteamérica tan socialdemocratizada que Eleanor Roosevelt lloraría de emoción. Clinton es la candidata del conglomerado de industrias armamentísticas y de los cárteles regulatorios y subvencionados como el de la automoción. Es la candidata de lo que allí denominan crony capitalism, una perversa distorsión del capitalismo que lo transforma en una maraña de redes clientelares y prebendas plasmadas en la legislación.



Trump, por su parte, es un candidato errático, carente por completo de una línea argumental coherente. Ni sus contradicciones, ni su arcaico populismo xenófobo y proteccionista, ni sus citas a Mussolini ni su zafio espectáculo digno de Jesús Gil logran esconder una considerable indigencia intelectual. Se necesita algo más que deep pockets para sentarse en el Despacho Oval (desde que se fue Clinton Primero, ya no se le llama Despacho Oral). De hecho, la inmensa fortuna que se está gastando parece una maniobra calculada desde el principio para anular económicamente a cualquier otro republicano que hubiera podido tener opciones en las urnas y, por lo tanto, para favorecer a Hillary, con quien le unen estrechos lazos personales ampliamente divulgados. Ya le pagará ella el favor cuando vueva a dormir en el 1600 de la avenida Pennsylvania. Trump es el espantapájaros de los demócratas para que sus huestes traguen y voten a Hillary, como Podemos lo es para asustar a los ex votantes del PP y hacerles votar a Mariano con la nariz tapada.
El ticket Johnson-Weld es capaz de arrebatar votos tanto a los demócratas (por las libertades personales) como a los republicanos (por las económicas)
Frente a ellos dos, el tándem propuesto por los libertarios es una opción seria, rigurosa, capaz de arrebatar votos tanto a los demócratas (por el lado de las libertades personales) como a los republicanos (por el lado de las económicas). Los candidatos a presidente y vicepresidente son dos ex gobernadores, ambos reelegidos en sus estados y reconocidos por su gestión. Gary Johnson representa el Sur del país y las zonas rurales, y gobernó Nuevo México. Su vicepresidenciable, Bill Weld, conecta con la Costa Este más urbana y estuvo al frente de Massachusetts. Ambos son percibidos como los garantes del retorno a la constitución y a los planes originales de los founding fathers para un país libre con un gobierno estrictamente limitado. Esa esencia es la que han pisoteado los demócratas y los republicanos al unísono, y el juguete ya está desvencijado de tanto abusar de él.
Las primarias libertarias han sido tan reñidas como las de los grandes partidos, y por el camino han quedado opciones que sin duda tendrán un papel relevante en el futuro, como Austin Petersen. Pero ahora hay una ventana de oportunidad, una alineación planetaria que no puede desaprovecharse, y el Partido Libertario ha sabido estar a la altura y ofrecer a la sociedad estadounidense un dúo presidencial con experiencia de gobierno y con la capacidad de conectar con ella. Justo lo que dinosaurios como Trump y Clinton son cada día menos capaces de hacer.
Frente a los lobbies de Detroit o Hollywood, Johnson tiene detrás con creciente entusiasmo a todo Silicon Valley. A las empresas nuevas y dinámicas frente a las que viven de cabildear en Washington. Y a los jóvenes, a millones de jóvenes que un día apoyaron a Ron Paul y ahora empiezan a comprender que el futuro de la política estadounidense no pasa por reflotar los viejos partidos sino por oponerles uno diferente. Johnson se ha convertido rápidamente en la esperanza de todos aquellos a quienes repugna la política convencional y quieren desmontar el noventa por ciento de su entramado para recuperar la libertad personal y económica. Pero es también una esperanza para el resto del planeta: la de una Norteamérica cuya política exterior no se escriba al dictado de las empresas de defensa, y recupere con su propio ejemplo el liderazgo perdido de la causa de la libertad. Y la de un cambio de paradigma político que desde el país más poderoso se extienda como un tsunami a todos los demás enviando el estatismo al desván de los trastos viejos y devolviendo al individuo su protagonismo en un marco social y económico espontáneo y desintervenido. Desde que el partido de Johnson se fundó en 1971, ya han surgido cerca de cuarenta partidos libertarios en todo el mundo, desde Rusia a Latinoamérica y desde Europa a Nueva Zelanda, y compartimos un programa que a grandes rasgos es el mismo y una nueva organización, la Alianza Internacional de Partidos Libertarios, cuyo presidente es del partido estadounidense y su vicepresidente es el secretario general del español, Daniel Martínez.
Mientras Europa opone a la socialdemocracia moribunda los temibles totalitarismos de siempre, América señala una vez más el camino y ofrece la alternativa libertaria
En Estados Unidos, los medios de comunicación han mostrado un interés sin precedentes por la convención libertaria, y los que tienen una línea editorial afín están repaldando a Johnson. Los grandes institutos de pensamiento que durante décadas denostaron la vía política o se conformaban siempre con el “mal menor” republicano de turno, están hoy entregados, volcados en el apoyo a Johnson, que ya va por el 18% en las encuestas. Pero, lejos de caer en sentimientos de sana envidia, creo que lo destacable es que al otro lado del Atlántico se está formando una tormenta perfecta para la política libertaria, y que, pase lo que pase en noviembre, el movimiento ya es imparable. Mientras Europa yerra oponiendo a la socialdemocracia transpartita, ya moribunda, los casposos y temibles totalitarismos de siempre, América señala una vez más el camino y ofrece una alternativa diferente, la libertaria. Y eso llegará aquí. Y aquí estamos esperándola muchos, preparados para abrirle camino.

Johnson a la Casa Blanca


Qué buenas noticias nos llegan últimamente desde los Estados Unidos. La convención del Partido Libertario de ese país, celebrada en Orlando, ha actuado con la madurez propia de una formación que, a sus cuarenta y cinco años de vida, es consciente de la gran oportunidad que le brindan las circunstancias de 2016. Esa madurez ha llevado a los libertarios estadounidenses a elegir un ticket sólido, con posibilidades reales de alzarse con la victoria en noviembre, acabar con el odioso bipartidismo y frustrar las expectativas de sus candidatos, Hillary Clinton y Donald Trump.
La primera representa el establishment puro y duro de una Norteamérica tan socialdemocratizada que Eleanor Roosevelt lloraría de emoción. Clinton es la candidata del conglomerado de industrias armamentísticas y de los cárteles regulatorios y subvencionados como el de la automoción. Es la candidata de lo que allí denominan crony capitalism, una perversa distorsión del capitalismo que lo transforma en una maraña de redes clientelares y prebendas plasmadas en la legislación.