REFLEXIONES LIBERTARIAS
Ricardo Valenzuela
Una de las características que siempre ha definido al
mexicano es su gran ingenio para dos cosas; el desinflamar sus frustraciones a
base de chistes—y para expresar todo tipo de sentimientos a base de nuestra
mundialmente famosa música y sobre todo, nuestras sentimentales canciones.
Quien no recuerda los enfrentamientos de Pedro Infante y Jorge Negrete a base
de canciones supuestamente improvisadas con las cuales se agredían, se ofendían,
se reclamaban y se perdonaban.
Cuando German de Hesa en su excelente articulo refiriéndose
el diputado Andrade--afirmando haber llegado a un programa de TV exigiendo su
tequila y su licor. Recordé que de músico, poeta y loco todos tenemos un poco,
me di cuenta el que podemos repasar los acontecimientos que han afectado a los
mexicanos los últimos años, identificándolos con sus canciones para descifrar
lo que realmente el pueblo siente, sueña, quiere, y de esa forma lo expresa a
nuestros “sordos” líderes. Pero vamos a combinar el ejercicio con algo de
ciencia-ficción para soñar el México que “podía” haber sido; el México que
podríamos tener en estos momentos si la historia se hubiera encaminado por
otros senderos.
En Diciembre de 1988 Salinas de Gortari arriba a los Pinos
golpeando las puertas de entrada como lo hacia Pedro Armendáriz en sus
películas, y toma a la silla presidencial entonando la primera canción: “Traigo
la sangre caliente, no me la puedo aguantar, anda “asustada” la gente, saben
que voy a pelear; Chucho, la Quina y
Cuauhtémoc me las tienen que pagar.” Salinas tomaba el poder en medio de una
metralla similar a la que tantas canciones revolucionarias inspiró. Cinco años
después en Diciembre de 1993, presentaba cuentas y resultados que la comunidad
internacional bautizaba como “el milagro mexicano.”
Salinas inflado, súper fortalecido por tales resultados baja
la guardia y decide la sucesión a favor del paisano Colosio utilizando casi la
misma expresión de Vicente Fernández; “ahí les encargo al potrillo.” Colosio en
privado le reviraba con; “es un gran
tipo mi viejo.” México en esos momentos presentaba números macroeconómicos
impresionantes; inversión extranjera record, inflación de un dígito, reservas internacionales
igual; record, una deuda razonable, el peso mas firme que nunca. El PIB del
país había ya sobre pasado los 500 billones de dólares, y el ingreso per capita
por primera vez en la historia superaba los $5,000 dólares. El potrillo
heredaba un verde pastizal.
Sin embargo, los malosos como a Valente Quintero aguardaban
a Colosio cuando se dirigía a ver a su amada (Sonora): “Dieciocho descargas de
máuser sonaron sin darle tiempo de nada. Donaldo Colosio murió como mueren los
hombres que son cabales, por desobediente cayó tinto en sangre lejos y en los
arrabales.” En esos momentos se activaba la segunda etapa del plan de saboteo
para destruir lo logrado durante los últimos cinco años. Salinas de inmediato
se enfrenta con una realidad no contemplada. Los bárbaros ante las puertas de
entrada esgrimiendo armas que él mismo no sabia estos portaban.
Salinas entona la siguiente canción: “Si yo encontrara un
alma como la mía. A veces me pregunto, que pasaría, si yo encontrara un alma
como la mía.” Pero ya un barbudo panista Fernández de Cevallos encendía el país
con notas como: “Sol que tú eres tan parejo para repartir tu luz, debías de
decirle al PRI que reparta como tu.” Sin embargo, los mexicanos se replegaba
mas al PRI como cantándole: “Pégame, mátame si quieres pero no me dejes, no no
me dejes nunca jamás,” y de esa forma una vez mas la dictadura perfecta retenía
el poder en medio de una de sus peores crisis de la era moderna.
Salinas pensó haberla encontrado esa alma en el emergente
Zedillo. Don Ernesto toma el bastón de mando ya en medio de un país gravemente
herido por el saboteo. Clinton ya se encontraba cómodamente establecido en la
Casa Blanca después de una sorpresiva victoria sobre Bush a quien Salinas había
apoyado con su característica pasión y entusiasmo. Por mas que le entonaba:
“Perdón si es que te he ofendido, perdón si es que te he faltado,” Clinton lo
ignora cancelando las líneas de crédito de la Tesorería para defender el peso.
Zedillo entonces al grito de “hagan de mí lo que quieran, ahora que estoy
desarmado,” incurre en el error de Diciembre. El edificio Salinista se derrumba
con los sueños de los mexicanos.
Pero hagamos ahora un ejercicio de creatividad para cambiar
la historia y visualizar el México que pudo ser. Vamos inclusive a considerar
en el ejercicio el que Colosio haya sido asesinado; que todo el plan de saboteo
hubiera sido activado tal como se hizo. Pero ahora aquí viene el primer cambio.
Bush nunca había pronunciado su fatídica frase: “Lean mis labios, no mas
impuestos,” para luego sucumbir a la presión demócrata haciendo lo contrario, y
por esa promesa rota, perder la presidencia. Con el complejo de esposa
golpeada, oprimida y aceptando su suerte, los mexicanos igualmente hubieran
elegido a Zedillo.
Pero Zedillo no se hubiera visto presionado por la Tesorería
de los EU y el FMI para devaluar; es decir, no hubiera habido error de
Diciembre. Y si de alguna forma pudiéramos caracterizar la administración de
Don Ernesto; es afirmando que fue un excelente Secretario de Hacienda. Una
administración Zedillo sin la grave problemática provocada por la devaluación;
Hubiera navegado sobre la ola de
prosperidad más larga de la historia de los EU; no-se habría dado vida a ese
aborto llamado Fobaproa; no hubiera habido rescate carretero; no hubiera
quebrado la banca; El país no se hubiera endeudado de la forma tan bestial como
nos asfixia esa enfermedad en estos momentos.
En estimaciones de expertos, ante un panorama de esa
naturaleza; México podría haber reportado crecimientos de su economía de mas de
7% en promedio durante todo el sexenio, lo cual nos situaría en estos momentos
con un PIB de mas del doble del actual, y un ingreso per capita de casi $10,000
dólares anuales. Es decir; ante este panorama a México no le hubiera costado un
estimado de mas de $500,000 millones de dólares---reducción y falta de
crecimiento del PIB, Fobaproa, rescates carreteros, pago del rescate de parte
de los EU, fuga de capitales, y sobre todo, el costo de oportunidad—que es la
factura de los acontecimientos de 1994.
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