REFLEXIONES
LIBERTARIAS
Ricardo
Valenzuela
Desde que al
papa Francisco asumió el poder que emerge del trono de la iglesia católica, de
nuevo se abrió la lucha entre los que siempre han pensado la iglesia es enemiga
de la libertad, los clásicos conservadores que se asilan en ella para llevar a
cabo sus negocios, los príncipes de la iglesia que portan una teología que dejaría
a los talibanes luciendo como angelitos celestiales. No es un secreto las
tendencias socialistas que el Papa expone ya sin camuflaje, ante la algarabía
de algunos y la preocupación de otros. La iglesia católica latinoamericana,
durante mucho tiempo se ha identificado con el movimiento católico marxista
conocido como La Teología de la Liberación, la cual el Papa Francisco, como
buen jesuita, parece tener en sus oraciones especiales.
Después de que,
como católico liberal, me di cuenta del pensamiento socialista del Papa,
tratando de encontrar alguna explicación me di a llevar a cabo una
investigación, especialmente para identificar el origen del pensamiento de
Francisco. Un sacerdote católico de las filas liberales del Padre Sirico, me
dio la explicación que me ha dejado satisfecho. “El Papa Francisco, me dice,
además de ser Jesuita, es un gran admirador de la obra de Paulo VI y su muy
socialista encíclica, Populorum Progressio, léela, y si la aguantas esa
lectura, y ahí encontraras tu respuesta”. La respuesta la encontré en el
extraordinario libro de Ayn Rand, “Capitalismo, el Ideal Desconocido”, puesto
que dedica uno de los capítulos a ese tema, la encíclica “Populorum Progressio”
(El desarrollo de la gente).
Ante la actitud
del Papa, los católicos, religiosos y seculares, que comulgan con el socialismo
cristiano, han salido de sus escondites y se preparan para la lucha. El gran
problema estos momentos es la lucha de la libertad, ha sido la iglesia católica
que con su gran autoridad tiene el poder para instalar programas—buenos y
malos—en la mente de todos los miembros de las sociedades. La encíclica del
papa Paulo VI, Populorum Progressio, es una muestra latente de lo que afirmo.
El contenido de dicho documento me pareció la explosión de una gran emoción
reprimida y no expresada durante muchos siglos, derribando la barrera que la
iglesia hubiera construido cuando abandonaba el estilo cuidadoso y calculado de
sus opiniones, para expulsar una serie de represiones bien guardadas.
La encíclica se
muestra llena de odio hacia el capitalismo, profundas palabras llenas de cierto
diablismo apuntadas a un blanco, y que no son motivadas por pura política. Al
referirse a la revolución industrial declara: “Es muy desafortunado que en esta
nueva condición de las sociedades, la revolución industrial se haya construido
sobre un sistema que considera las ganancias como su gran motivación para el
progreso económico, competencia como la ley suprema de la economía, y la
propiedad privada de los medios de producción, como un derecho absoluto y sin
límites, y además se alce sin ninguna obligación social. El capitalismo ha sido
la fuente de injusticias y conflictos fratricidas. Sería erróneo culpar nada
mas a la industrialización de lo diabólico que solo corresponde al sistema que
la acompaña”.
Ahora yo
pregunto ¿Cuáles son los sufrimientos, injusticias y conflictos fratricidas
causados por el capitalismo? ¿Qué sistema social pasado o presente, tiene mejor
record frente a esos verdaderos sistemas diabólicos ¿El feudalismo de la edad
media? ¿La monarquía absoluta? ¿El socialismo, fascismo o comunismo? ¿La
economía mixta de México? No hay respuesta. Si no hay una conexión entre
capitalismo y el progreso de la humanidad, el bienestar, y el nivel de vida.
¿Por qué los países que lo practican tienen en esos aspectos niveles mucho más
altos que otros, como los países africanos, latinoamericanos, los del medio
oriente que no tuvieron la suerte de nadar sobre petróleo? ¿Si se considera el
gran sufrimiento, injusticias y fratricidio del capitalismo, en que aspectos
pueden ubicar al capitalismo en el mismo nivel del terror y asesinatos masivos
de la Alemania Nazi o la Unión Soviética? ¿De la destrucción y miseria de
Venezuela?
La iglesia se
preocupa profundamente por los legados de la historia y principios políticos
fundamentales, pero no discute, y menos condena, ningún otro sistema social y
solamente arremete contra el capitalismo. Entonces debemos concluir que todos
los demás sistemas son compatibles con la filosofía política de la iglesia
católica. Y esto es soportado por el hecho que condena el capitalismo, no por
pequeñeces o algunas miniaturas características, sino por su esencia, que no
son las bases de ningún otro sistema económico: La motivación por las
ganancias, la competencia, y la propiedad privada de los medios de producción
los que, si no existen en cualquier economía, está totalmente condenada al
fracaso y a generar miseria para las sociedades, y los ejemplos ya los citamos.
Pero, ¿sobre
qué bases morales la iglesia juzga un sistema social? Porque al capitalismo lo
acusa con frases como esta: “El deseo por satisfactores ante las necesidades es
legítimo, y el trabajo para obtenerlos es un deber. Si un hombre no trabaja,
que no coma. Pero la adquisición de bienes temporales se puede convertir en
ambición, en un insaciable deseo de obtener más, y el poder para lograrlo se
convierte en una peligrosa tentación. Individuos, familias y naciones pueden
sucumbir en la avaricia, sean ricos o pobres, todos se convierten en víctimas
del materialismo”.
La biblia desde
sus primeras páginas nos enseña que todo lo que dios ha creado es para el
hombre, y es su responsabilidad el desarrollarlo con su esfuerzo inteligente,
con su trabajo, perfeccionarlo para su uso. Pero la iglesia afirma: “Dios creó
la tierra y todo lo que contiene para el uso de los seres humanos. Así, los
hombres guiados por justicia y caridad, que entiendan, los bienes creados deben
abundar para ellos sobre bases razonables. Todos los demás derechos, incluyendo
derechos de propiedad y libre comercio, deben de estar subordinados a estos
principios”. Es decir, la gran frase de Adam Smith: “No por la
benevolencia del carnicero, del panadero y del lechero, es que tengo la cena
sobre mi mesa. Sino por su ambición de obtener una ganancia, y al perseguir ese
legítimo objetivo, sin proponérselo también están logrando el beneficio de la
comunidad, siempre guiados por esa mano invisible”, es una abominación.
Continua la
encíclica: “Es bien conocida la fortaleza de las palabras utilizadas por los
padres de la iglesia para describir la actitud propia de los que poseen todo,
hacia quienes están en necesidad”. Palabras de san Ambrosio: “Tú no estás
haciendo un regalo de tus posesiones a los pobres. Le estas entregando lo que
es de ellos. Porque lo que ha sido dado en comunidad es para el uso de todos, y
tú te lo has arrogado. El mundo es de todos, no solo de los ricos. La propiedad
privada no constituye un absoluto derecho para nadie. No se justifica que
alguien tenga para su uso lo que no necesita, cuando otros tienen grandes
necesidades”.
Parece ser que
esas son las ideas que dan base al pensamiento económico del Papa Francisco, y
su cruzada socialista mundial que mantiene a tantos católicos sin entender que
es lo que pasa con la iglesia.
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