Donaire y despiste del filósofo (¿o filósofa?)
"-Ya conocéis mi torpe aliño indumentario-...Y cuando llegue el día del último viaje,y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,me encontraréis a bordo ligero de equipaje,casi desnudo, como los hijos de la mar."
Antonio Machado. "Retrato". Campos de Castilla
Alejandro el Grande y Diógenes de Sínope, seguidor de Antístenes. |
¡La barba no hace al filósofo... "echarse con libre ligereza el abrigo sobre el hombro derecho ", sí!
(Traducción -bastante libre- del artículo de Le Monde : « La barbe ne fait pas le philosophe… « relever d’un geste libre son manteau sur l’épaule droite », si ! » (1 de abril, 2014).
Seguro que no es la elección del estilo de su vestimenta ni la coquetería de su pose lo que distingue a los filósofos. Un cierto desaliño cubre estupendamente el empacho metafísico y los interrogantes existenciales. No obstante, si la manera de vestirse no sirve de logotipo ni marca del filósofo, cierto donaire (l’allure) tiene toda su importancia… Sabemos que Sócrates vestía el mismo abrigo, tanto en verano como en invierno. Cuando su mujer, la desabrida Jantipa, se lo birló (avergonzada sin duda por su facha), el "Tábano de Atenas" prefirió echarse encima la primera piel de carnero que halló a mano que acudir al sastre. Marco Aurelio describe esta indiferencia total del filósofo por su atuendo contando que prefería pasar por un mendigo.
Pero Sócrates no exageraba su austeridad ni hacía alarde de pobreza, contrariamente a su discípulo Antístenes, futuro fundador de la escuela cínica, que se enorgullecía de su desprecio por las telas. Creyendo probar así su superioridad y desapego con respecto a los bienes materiales, Antístenes exhibía las partes más gastadas de su túnica y mostraba sus andrajos. Diógenes Laercio recuerda la respuesta áspera con que le censuraba el maestro: "Veo tu vanidad a través de tu túnica". Sócrates equiparaba así la afectación de lujo con la afectación de miseria. Descartes retendrá la lección, como nos recuerda su primer biógrafo, Adrien Baillet: "[Descartes] jamás fue descuidado, y evitaba sobre todo disfrazarse de filósofo".
LIBRE
Pero si el traje como tal no hace al filósofo [como el hábito no hace al monje], su donaire, según sea libre o no, nos sirve para distinguir al "filósofo natural" de quien no lo es. En el diálogo Teeteto, Sócrates compara con su interlocutor Teodoro las características del filósofo y del hombre de poder. El primero, porque se preocupa de la esencia y de la naturaleza verdadera de las cosas, no se entera de lo que sucede aquí abajo: así Tales que, totalmente ocupado en escudriñar el cielo, no ve el pozo a sus pies y se precipita en él, suscitando la risa de la criada tracia. Torpe, ridículo, es descrito por Sócrates: "provoca risa (…), su ignorancia de las formas respetables es espantosa y le da un aire estúpido", de manera análoga a la que utilizará Baudelaire para referir al poeta con la metáfora del albatros: "Exiliado sobre el suelo en medio del abucheo, / Sus alas de gigante le impiden marchar" (Exilé sur le sol au milieu des huées, / Ses ailes de géant l'empêche de marcher ).Esta torpeza tiene sin embargo como contrapartida una gran independencia con respecto a las convenciones, una libertad que el filósofo transpira en su "donaire" (l'allure, en griego antiguo, tropos, literalmente: cariz, sesgo), el cual, por esta razón, parece "libre". En su obra Ejercicios espirituales y filosofía antigua, Pierre Hadot escribe que "sabiduría no significa sólo conocimiento, sino que ella nos hace ser de otro modo" y nosotros podemos añadir: también aparecerde otro modo. Porque el que está al corriente de todos los usos y códigos, el que está a gusto en todas partes, con todo el mundo, todo el tiempo, éste, añade Sócrates, "no sabe echarse encima con la ligereza de un gesto libre su abrigo sobre el hombro derecho" -contrariamente al filósofo auténtico. Pionera descripción fenomenológica de la belleza y donaire del gesto filosófico cuando, por repetir las palabras de Rimbaud, "el gabán también deviene ideal" …
CIELO Y SUELO
Hasta ahí el artículo de Le Monde que apareció en la sección Moda, sin firma.
La archiconocida anécdota de Tales y la criada, me han llevado a la relectura de la obra de Juan de Zabaleta (1610-1670?), Errores celebrados. Zabaleta fue cronista de Felipe IV. El distinguido crítico ilustrado Diego de Torres Villarroel le consideró uno de los "filósofos más serios, profundos y juiciosos de la nación". Su lenguaje es el mejor del siglo, después del de Gracián, ganándole a este en naturalidad. Zabaleta tuvo también ideas propias sobre el sentimiento del honor, la nobleza ("no hay más honra que la virtud"), el desafío, la pobreza, el valor de la vida...
He aquí cómo el humanista y moralista -al que el exigente crítico Ludwig Pfandl llama "delicioso Zabaleta"- describe el famoso incidente:
Para Zabaleta la burla de la criada no es más que un ejemplo de la desagradecida infamia con que el vulgo paga al científico y al hombre de letras por sus desinteresados desvelos. Los estudiosos son la cabeza y órganos por donde el mundo recibe las enseñanzas del cielo. Y es triste que mientras la cabeza se afana por adquirir conocimientos ("noticias") con que conservar y honrar el cuerpo, éste en lugar de agradecérselo, cuando aquellos más se fatigan, no haga sino levantar vapores molestos.
No se extraña Zabaleta de que Tales tuviera tanto interés en los astros:
Compara la ignorancia de la criada con el silencio o facundia del borracho:
Puede que el vulgo haya celebrado durante siglos la burla de "esta vieja bachillera" -como le llama irónicamente Zabaleta- dando a entender que nada podía saberse de astronomía ("astrología" es todavía su nombre en el barroco), y sin embargo de lo que dijo se infiere que algo puede saberse de ella, "pues nadie cae en donde mira". Si quería que Tales mirase a la vez el cielo y el suelo, desatino sería, pues quiso un imposible:
El moralista pone luego el ejemplo del religioso virtuoso que "mira al cielo y estáse en él todo", que se olvida de la tierra y de su cuerpo...
Por mirar al cielo cae en las descomodidades de la tierra y así cae donde no mira:
Este final, ay, admite una interpretación melancólica, sobre todo ante un cielo que ya no existe en las grandes ciudades, si siquiera para los sentidos, y ante un Cielo tan desencantado como saqueado por la ausencia de ideales en nuestra decaída cultura. Sin Cielo, sin el Reino de Utopía, sin ideales, pronto nos quedamos sin ideas, y sin ideas, falla sin remedio tanto la innovación como la creatividad.
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Juan de Zabaleta, autor de Errores celebrados |
CIELO Y SUELO
Hasta ahí el artículo de Le Monde que apareció en la sección Moda, sin firma.
La archiconocida anécdota de Tales y la criada, me han llevado a la relectura de la obra de Juan de Zabaleta (1610-1670?), Errores celebrados. Zabaleta fue cronista de Felipe IV. El distinguido crítico ilustrado Diego de Torres Villarroel le consideró uno de los "filósofos más serios, profundos y juiciosos de la nación". Su lenguaje es el mejor del siglo, después del de Gracián, ganándole a este en naturalidad. Zabaleta tuvo también ideas propias sobre el sentimiento del honor, la nobleza ("no hay más honra que la virtud"), el desafío, la pobreza, el valor de la vida...
He aquí cómo el humanista y moralista -al que el exigente crítico Ludwig Pfandl llama "delicioso Zabaleta"- describe el famoso incidente:
Tales de Milesio era un filósofo de los muy venerados de la Antigüedad. Éste, entre otros estudios suyos, deseaba averiguarle los movimientos al cielo. Iba una noche a su casa a tiempo que su criada salía della a buscarle. El hombre iba tan divertido mirando a las estrellas que metió un pie en un hoyo y dio con todo su cuerpo en el suelo. Llegó la mujer a socorrerle y, con la libertad de criada de pobre, le dijo: "Levántese, señor. No ve lo que tiene junto a los pies, ¿y quiere ver lo que hacen las estrellas?"
Para Zabaleta la burla de la criada no es más que un ejemplo de la desagradecida infamia con que el vulgo paga al científico y al hombre de letras por sus desinteresados desvelos. Los estudiosos son la cabeza y órganos por donde el mundo recibe las enseñanzas del cielo. Y es triste que mientras la cabeza se afana por adquirir conocimientos ("noticias") con que conservar y honrar el cuerpo, éste en lugar de agradecérselo, cuando aquellos más se fatigan, no haga sino levantar vapores molestos.
No se extraña Zabaleta de que Tales tuviera tanto interés en los astros:
El alma racional se deriva del cielo; no es mucho que quiera saber cómo es su patria.
Compara la ignorancia de la criada con el silencio o facundia del borracho:
El mucho vino a unos los hace callados y a otros los hace habladores. La ignorancia es como el mucho vino: a unos los hace no acertar a despegar la boca y a otros los hace decir boberías.
Puede que el vulgo haya celebrado durante siglos la burla de "esta vieja bachillera" -como le llama irónicamente Zabaleta- dando a entender que nada podía saberse de astronomía ("astrología" es todavía su nombre en el barroco), y sin embargo de lo que dijo se infiere que algo puede saberse de ella, "pues nadie cae en donde mira". Si quería que Tales mirase a la vez el cielo y el suelo, desatino sería, pues quiso un imposible:
Quien mira al suelo no cuida del cielo; quien mira al cielo no se acuerda del suelo.
El moralista pone luego el ejemplo del religioso virtuoso que "mira al cielo y estáse en él todo", que se olvida de la tierra y de su cuerpo...
No atiende a su vestido y anda tan mal vestido que es lo mismo que andar desnudo.
Por mirar al cielo cae en las descomodidades de la tierra y así cae donde no mira:
Los estudiosos miran al cielo, que es de donde bajan las ciencias; no miran al suelo, que es donde las comodidades se hallan, y quédanse sin comodidades. Andan mal vestidos, porque el vestido ha menester cuidado, y ellos no ponen cuidado en el vestido. Andan pobres, porque es la tierra donde se encuentra el oro y ellos no miran a la tierra. Caen en desestimaciones porque miran al cielo, y es porque no estiman el cielo los que los desestiman. Cayó el filósofo porque miraba al cielo. Todos los que miran al cielo están caídos.
Este final, ay, admite una interpretación melancólica, sobre todo ante un cielo que ya no existe en las grandes ciudades, si siquiera para los sentidos, y ante un Cielo tan desencantado como saqueado por la ausencia de ideales en nuestra decaída cultura. Sin Cielo, sin el Reino de Utopía, sin ideales, pronto nos quedamos sin ideas, y sin ideas, falla sin remedio tanto la innovación como la creatividad.
viernes, 2 de noviembre de 2012
Simplificar es repugnante
Por error borré esta entrada que vuelvo a publicar.
Enriquecedora charla con Oscar Brenifier, fundador del Instituto de Práctica Filosófica en París, que imparte talleres en diversos países de "enseñar a pensar". Tuve la impresión de que Sócrates salía del libro, comprendí mejor porqué su propuesta no era del agrado de los atenienses. Filosofía en acción, no sólo filosofía como teorías encadenadas históricamente.
En esta entrevista que le hicieron en 2008 aclara sus objetivos. Además contesta ¡al fin! a la pregunta que quise hacerle en esta consulta filosófica y que no hubo forma de que tomara en serio. Reconozco que la lección de esos minutos de esfuerzo "conceptualizador" me ha sido personalmente más útil que la contestación a lo que yo quería saber.
Las aclaraciones de Brenifier sobre los niños estadounidenses, españoles, chinos y franceses me parecen toda una lección sobre lo "divertido" de la diversidad cultural.
En este link
Óscar Brenifier, filósofo para niños
"A los niños preguntones contésteles con preguntas"
LLUÍS AMIGUET - 12/07/2008
"Tengo 54 años: el mundo me hace más gracia cada día. Nací en Argelia, soy un pied noir, emigrado quebequés y residente en Francia. Te divorcias por la misma razón por la que te casas. Soy providencialista: esta vida es un formidable regalo; gocémoslo sin preocuparnos tanto"
¿Cómo defenderse de un niño preguntón?
Preguntándole. A mí me encanta torturar a los niños con preguntas...
¿A sus hijos también?
¡Por supuesto! Por eso mi hija no para de quejarse: "No me gustan las preguntas de papá", porque papá le hace pensar y eso es un gran esfuerzo para ella, incluso le cuesta más que obedecer sin pensar. Espero que algún día mi niña aprecie los resultados.
¿Le enseñan algo los niños?
Los niños me enseñan la ignorancia.
Bonita frase, pero ¿no le resultan los críos también un poco pesados?
Pues claro. No voy a caer en la tentación de glorificar al niño. El niño dice las cosas sin conciencia; prefiere una sentencia a un razonamiento y un halago a una idea: son seres egocéntricos hasta el agotamiento del adulto y la extenuación del preceptor.
¿Qué le pregunto al niño preguntón?
Dele a probar su propia medicina. Cuando un niño de cinco años le pregunte"por qué" cinco veces seguidas, la táctica es contestarle concienzudamente a su primer "por qué", y cuando plantee otro "por qué" pedirle que recuerde su primera respuesta. A ver: hágame una pregunta de niño.
¿Por qué hay día y noche?
Porque la Tierra gira alrededor del Sol y al girar deja una cara siempre sin luz y...
¿Y por qué sólo llega sol a una cara?
¿Recuerdas por qué hay día y noche?
¿. ..?
¿Lo ve?: hágale pensar a él antes de ponerse a pensar usted y entonces el niño reflexionará antes de lanzar su próximo "por qué".
Es una buena táctica.
Discutir con un niño es un arte. La mayoría de los adultos usamos sólo un registro para hablar con los chavales: el de la norma, lo que se debe o no debe hacer.
Es justo y necesario.
Será todavía más útil a todos si, además, nos molestamos en pensar con ellos por qué existen las normas y qué límites tienen. Cuesta más reflexionar las normas que dictarlas, pero es más enriquecedor y efectivo.
Muy socrático.
Es el rey y el filósofo de Platón. El rey dicta las normas y el filósofo las piensa.Cualquier regla es imperfecta por definición...
... Pero es mejor que ninguna.
Ante la complejidad de lo existente, lo cómodo es dogmatizar, limitarnos a considerar lo complejo como si fuera un absoluto, lo que es inexacto. Y eso inculcamos en los niños. Ellos, en cambio, nos obligan a jugar.
Los adultos también jugamos.
Los adultos jugamos para ganar; los niños, en cambio, sólo juegan por jugar.
¿Hasta qué punto puede usted enseñar filosofía a los críos?
En mi último libro enseño las oposiciones, centrales en la historia del debate filosófico.
A ver si logro entenderlas.
Los niños las entienden: uno y múltiplo; finito e infinito; el ser y la apariencia...
Póngame algún ejemplo.
Una pelota pinchada y una hinchada: son el mismo ser, pero con diferente apariencia.
Siga, siga.
... Libertad y necesidad; razón y pasión; naturaleza y cultura; tiempo y eternidad; yo y el otro; cuerpo y espíritu; activo y pasivo; objetivo y subjetivo;causa y efecto.
¿Todos los niños responden igual en todos los países?
¡Nooooo! He dado cursos en todo el planeta y los niños de cada país piensan de un modo diverso y hay que enseñarles diferente.
Los de aquí ¿qué le parecen?
Los niños españoles tienen una enorme subjetividad y les cuesta más que a otros niños distanciarse de sí mismos y de lo que piensan: lo que quieren o no quieren.
La filosofía es diálogo con uno mismo.
Bueno, tampoco está mal escuchar a los demás. Los niños españoles se escuchan sobre todo a sí mismos antes que a nadie.
¿Más que, por ejemplo, los franceses?
Los franceses son más racionales y críticos y conceptualizan mejor, pero también son más dogmáticos y les cuesta admitir que la jerarquía de valores la fije su propio grupo y no una autoridad externa. Los noruegos, en cambio,saben fijar sin dilación por consenso entre todos qué es bueno o malo para todos.
¿Todo eso no son meros clichés?
No. Es evidente que los niños estadounidenses, por ejemplo, tienen dificultades para aceptar un pensamiento hipotético. Por ejemplo, les dices: "Si un día vasa la playa...". "Yo nunca voy a la playa". "Bueno, pues al campo, y te encuentras...". "Es que yo tampoco voy al campo...". No hipotetizan.
También les cuesta más mentir.
En cambio, los niños chinos dirán cualquier cosa antes de responder no a una invitación. Un no para ellos es mala educación. Usted los invita a ir a la biblioteca el jueves y le darán cualquier excusa antes de decirle que no quieren ir. Su cultura no distingue en esto la dualidad objetivo-subjetivo.
Veo que hay muchas verdades.
La de la razón, la empírica y la subjetiva: depende de las culturas. En Turquía,cuentan cómo Alasmuddin escondió su burro cuando vio venir al vecino que quería que se lo prestara y, cuando le mentía diciendo que el burro no estaba,se le oía rebuznar...
Ya pasa...
"¡Vaya amigo eres, Alasmuddin! Dices que no está tu burro y lo estoy oyendo rebuznar". "¡Vaya amigo eres tú, vecino: crees a mi burro antes que a mí!".
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