“México debe de asumir una estrategia similar a la de China. Es imposible el transformar el país entero al mismo tiempo, pero se puede hacer por regiones estableciendo ciudades libres estilo Hong Kong.”
Ante la avalancha de estiércol vertido por los Hugos Chávez en todo el sur de nuestro continente, la historia de una muy peculiar transformación política y económica al sur de los EU es de narrada en un excelente libro; “La Revolución Capitalista en América Latina,” escrito por el brillante economista Paul Craig Roberts. El Dr. Roberts es un elocuente defensor de las libertades económicas e individuales y fue uno de los más notables miembros de la administración de Ronald Reagan.
La tragedia de América Latina, explica, es que durante los últimos 500 años nuestros países han vivido bajo el mercantilismo, planeación central y la influencia de una medieval iglesia católica. Durante los siglos de dominación española, las autoridades de Madrid siempre impusieron draconianos controles en la vida económica de sus colonias. A través de una feroz autocracia cada fase de la producción, distribución, consumo e intercambio, ha estado regulada por el Estado o a través de privilegios políticos depositados en los diferentes individuos o grupos. Por lo mismo, la carga fiscal era opresiva e insoportable, el saqueo incontrolable.
Las recompensas del control sobre las diferentes actividades económicas de la sociedad eran tan grandes, que fue muy popular el tener subastas públicas para comprar esa posiciones regulatorias de la corona de España. Corrupción, mordidas y robo eran los medios más rápidos de adquirir riqueza. Las únicas avenidas para enriquecerse eran la Iglesia Católica, el ejército, el mercado negro, o el servicio público.
El espíritu individualista, la libre empresa y la competencia eran totalmente desconocidos. Aun cuando hubo algunos intentos para limitar el poder del estado sobre las actividades económicas en el Siglo XIX y la primera década del Siglo XX—el Siglo XX se distinguió por el reforzamiento de la herencia política y económica colectivista. América Latina desde entonces ha sido dominada por el intervencionismo, mercantilismo, fascismo, corrupción y, sobretodo, “el Estado benefactor.”
Usando a México como el ejemplo más dramático, explica las diferentes formas en que los países de América Latina funcionan en lo que ellos llaman “sociedades cerradas.” Una sociedad cerrada es en la cual los mercados están protegidos, regulados o monopolizados por el Estado, sin dejar lugar para la actividad empresarial, creatividad, capacidad para tomar riesgos, innovación mercantil etc. La sobrevivencia en las economías cerradas requiere conexiones; mordidas; pagos regulatorios; licencias; permisos para poder penetrar a los mercados. El costo de operar en este tipo de economías es mucho más alto que en los mercados libres deteniendo así la innovación, el desarrollo de productos, incrementando el precio de bienes y servicios haciéndolos escasos y sumamente caros para el consumidor, saboteando así el desarrollo próspero de una sociedad.
Cada sector de la economía mexicana ha sido concesionado como privilegio a un determinado “cartel empresarial,” a un sindicato monopólico corrupto, o a la burocracia del Estado—algunas veces a una combinación de los tres. Grandes cantidades de dinero son “ordeñadas” en cada fase de los diferentes procesos productivos en todos los campos de control de esos carteles como “ganancias políticas.” Políticos de alto nivel y de nivel medio, líderes sindicales y hombres de negocios privilegiados (empresarios estatistas), viven nadando en su riqueza mientras que el resto de la población sufre la miseria. El status social no se basa en el mérito, el trabajo, productividad, compitiendo justamente, sino en el número de conexiones familiares o personales con aquellos en las altas esferas del control político y el poder (la familia revolucionaria).
El autor describe brillantemente la ideología de la planeación central, intervencionismo, ingeniería social en la que racionalmente se basaron los esquemas de los gobiernos para controlar el desarrollo de nuestros países. Especialmente bajo la influencia del socialista sueco Gunnar Myrdal (quien por muchos años fue la cabeza de la conferencia sobre intercambio y desarrollo de las Naciones Unidas), economistas en los EU y Europa cocinaron una tras otra falacia económica para justificar el por qué no se debía confiar en los mercados.
En su lugar, nos recitaban esos salvadores, solamente la planeación central y los burócratas gubernamentales podrían sacar al continente de su pobreza. En nuestra región establecieron su base más importante en la persona de Raúl Pelbrich a la cabeza de la OEA, economista de extracción marxista que por muchos años promovió con éxito sus teorías en toda América Latina y produjo retoños como el la primera versión de Alan García quien saqueó el Perú, en México nuestro orgullo revolucionario Luis Echeverría (héroe del Valle del Yaqui), y en prospecto tenemos a Marcelo Ebrad que promete “mejorar” las hazañas del Peje quien sueña un Chávez para México.
El Dr. Roberts afirma que a pesar de los cambios que se implementaron en Perú, Argentina y México en años 90s, de ninguna manera estos países se convirtieron en bastión del capitalismo laissez-faire. Por el contrario. El enumera radicales cambios que todavía se tienen que implementar si nuestros países quieren realmente ser sociedades libres algún día. Afirma también que constitucionalmente, cultural e ideológicamente, las premisas del estado benefactor intervencionista están todavía profundamente arraigadas en toda América Latina. La prueba más clara de esta afirmación, es la lucha de las facciones de izquierda en México para revertir todas las reformas que se han implementado en los últimos 20 años, lo cual ha cerrado las puertas de los mercados internacionales cuando, un congreso de fariseos se ha dedicado a bloquear las reformas pro mercado que las últimas tres administraciones trataron de implementar.
Hace unos días tuve la oportunidad de comentar el contenido de este excelente libro con un distinguido economista, Michael Strong. El Dr. Strong acaba de publicar uno suyo con el sugerente título; “Sé Tú La Solución….cómo empresarios y capitalistas conscientes pueden salvar el mundo”. Michael opina que el seguir esperando las soluciones de parte de los diferentes gobiernos, solo nos mantendrá “patinando en el mismo atascadero.” México, afirma, debe de asumir una estrategia similar a la de China. Es imposible el transformar el país entero al mismo tiempo, pero se puede hacer por regiones estableciendo lo que el llama ciudades libres estilo Hong Kong.
Continúa el Dr. Strong, si México se diera a establecer ciudades libres en todo el norte del país, el concepto, al igual que en China, se podría ir bajando a todo el resto del territorio mexicano esperando los resultados chinescos que acaban de provocar un crecimiento del 12% durante el último trimestre. Le pregunto, Michael ¿Cómo funcionan las ciudades libres y cuál es la diferencia con las zonas libres?
Se acomoda Michael para iniciar
No comments:
Post a Comment