No dejan de
sorprenderme muchos liberales que se sorprenden (y no es un juego de palabras)
de la política económica seguida por el presidente Macri. Como si fuera una
novedad que Macri no es liberal. Resulta claro que ni lo fue ni lo es. Y si
bien, verbalmente nunca fue demasiado claro ni especifico respecto de sus ideas
económicas, siempre lo resultaron sus políticas como Jefe de gobierno porteño.
El presidente es un desarrollista, al estilo del expresidente Frondizi.
Veamos la definición
de desarrollismo según el diccionario
de economía:
"desarrollismo.
Término poco preciso que estuvo en boga en los años sesenta y que se refería a
la ideología que postula como meta de la sociedad y de la acción estatal la
obtención de un acelerado crecimiento económico. El desarrollismo
latinoamericano hacía énfasis en la transformación de las economías atrasadas
de la región, concentrando los esfuerzos en la creación de una base industrial
y la superación de la condición de países exportadores de materias primas. En
la mayoría de los casos este desarrollismo asumió como modelo de crecimiento la
llamada sustitución de importaciones, la que se intentó lograr mediante un
elevado nivel de proteccionismo. (V. DESARROLLO; PROTECCIONISMO; SUSTITUCION DE
IMPORTACIONES)."[1]
Va de suyo que el desarrollismo tiene pocos puntos de
contacto con el liberalismo, o lo que algunos llaman las "políticas de
libre mercado". De tal suerte que, quienes desde el liberalismo se ilusionaron
(o lo siguen haciendo) con un Macri "liberal" deberían ir moderando
sus expectativas (el tiempo dirá si habrán de abandonar por completo tales
esperanzas).
Pero ¿entonces el desarrollismo no es más que una variante
del populismo? ¿No hay, en rigor,
ningún verdadero "cambio" entre el populismo anterior y el
desarrollismo actual?
Obviamente que ni el
populismo ni el desarrollismo pueden llevarse a cabo sin recursos. Pero lo que
diferencia al populismo del desarrollismo es -en un menor grado- el cómo sufragar
sus respectivos proyectos y -en un grado mucho mayor- los destinos que les dan
a los dineros recaudados.
En el populismo, la
fuente primaria -y a veces casi exclusiva de financiamiento- proviene de altos
impuestos que permitan sostener un elevado gasto público. Cuando, por cualquier
motivo, ya no es posible recaudar más tributos se suele echar mano a la emisión
monetaria. El desarrollismo frecuenta dar prioridad al costeo vía inversiones
nacionales y/o extranjeras, sean estas privadas o estatales, y solo en un
segundo plano se recurre a la política fiscal, aunque es verdad que en la
práctica acostumbran ir parejas. Y
solamente en una tercera instancia apela a la inflación.
Otra diferencia que
encuentro entre el populismo y el desarrollismo son los diferentes caminos del
gasto estatal. En tanto, en el populismo el fin del gasto público esta
preferentemente orientado hacia el financiamiento del clientelismo político a
través de programas de subsidios directos e indirectos (con el claro objetivo
de crear una dependencia electoral constriñendo al subvencionado a votar al
líder populista) en el desarrollismo, la dirección de los fondos se remite, más
bien, hacia obras de infraestructura, obra pública en general, o lo que se mal
denomina "inversiones estratégicas". Al tiempo que, la política de
subvenciones (que, por cierto, no se deja de lado) se dirige preponderantemente
hacia el sector empresarial. El eslogan predilecto es el de la creación de una
"fuerte y poderosa industria nacional" que se encuentre en
condiciones de competir con la foránea.
Para sintetizar,
podríamos decir que, en tanto el objetivo del populismo se centra en el
consumo, el del desarrollismo lo hace más en la inversión. Lo que ambos tienen
en común es que ponen énfasis el primero en el consumo "público" y el
segundo en la inversión "pública" (donde el vocablo "público"
ha de traducirse por el más exacto de "estatal", y descuidan -o
desdeñan directamente- tanto el consumo privado como la inversión privada. Aquí
debemos tener en cuenta que, desde nuestra propia perspectiva liberal, la inversión siempre es privada. No hay tal
cosa como “inversión pública”, ya que lo que el estado dice “invertir", en
realidad son fondos previamente extraídos al sector privado vía impuestos u otros
mecanismos expoliatorios usuales (inflación, controles de precios, cupos, etc.).
En este sentido, tanto el populismo como el desarrollismo a lo que
impropiamente denominan "inversión pública", lo definimos -desde el
liberalismo- como puro y simple gasto
estatal.
De lado de las
disimilitudes, podemos anotar que, el populismo es más estatista que el
desarrollismo y menos permeable a las inversiones extranjeras, por lo que
también es más nacionalista que este último. Dado que el desarrollismo apunta
al crecimiento económico, prioritariamente en infraestructura industrial, ello
hace que, en su etapa inicial, se abra a la inversión extranjera.
Por supuesto que, hay
más puntos de contacto y otras diferencias entre ambos sistemas, pero lo
importante a tener en cuenta en este momento es que no coincidimos con aquellos
que creen que Macri es o está haciendo una política “liberal”. Mucho menos que
las disposiciones económicas que toma merezcan esta calificación. El gobierno
de Cambiemos es claramente intervencionista, y la injerencia que
defiende en la economía es de tipo desarrollista. Por lo que, en lo personal,
no me llaman la atención las medidas que viene adoptando. Y tampoco me cabe
duda alguna que, si bien el desarrollismo puede apadrinar -cada tanto- alguna pauta
liberal, no está en su esencia ni en sus miras abrazar al liberalismo como
sistema económico.
Pero esto tampoco
resulta novedoso. El gran pensador y profesor austriaco L. v. Mises ya decía -allá
por 1927- que hablar de un “gobierno liberal” es una contradicción en términos.
En suma, al menos
para mí, tengo en claro que la propuesta de Cambiemos
no fue la de cambiar populismo por
liberalismo. Nada de eso. Sino que el cambio
propuesto fue el de populismo por desarrollismo (por más que Cambiemos no utilice este término). Y
también creo que el votante mayoritario de Macri tenía en claro esto último.
Por eso que, entiendo que se equivocan los que dicen que Cambiemos “traicionó” a sus electores. En absoluto. El votante de
Macri quería precisamente esto que Macri está llevando a cabo. Por eso me sigue
resultando extraño el “asombro” que demuestran ciertos liberales ante los pasos
económicos que viene realizando el gobierno.
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