Charlie Hebdo en París, y entonces publicaba un artículo contra corriente. “No son lobos solitarios” .
Todavía hoy la comunidad de inteligencia y los servicios de seguridad
siguen, a pesar de las muchas evidencias, sin tomar las medidas
necesarias para acabar con esta nueva modalidad de terrorismo. Los
medios son diferentes pero los objetivos y los fundamentos son los
mismos.
Si los ataques de 2001 fueron contra las muestras del poder de
Estados Unidos: El distrito financiero, el Pentágono y el Capitolio; éste de Orlando es contra
nuestro modelo de vida. El terrorista ha atacado la ciudad de la
libertad y de las ilusiones de niños y mayores. Una nueva urbe nacida
del sueño de su creador de dar un hogar a princesas y héroes
planetarios. Orlando representa el mundo en el que creemos y queremos
vivir.
Pero no es un nuevo ataque ante el que debemos sorprendernos. Desde
2009 se han producido unos diez ataques de fuente islamista radical en
los Estados Unidos con muertos y heridos, y se han evitado al menos
otros veinte. No digamos lo ocurrido en París, Londres o Bruselas. En
2009 un tiroteo en Fort Hood concluyó con 13 muertos y 33 heridos. En 2013 la maratón de Boston, y a comienzos de año la matanza de San Bernardino perpetrada por un matrimonio islamista con trece muertos y decenas de heridos.
Los fundamentos del ataque de Orlando son los mismos de todos los
atentados anteriores: Atacan a la civilización occidental por mandato de
sus clérigos más exaltados que hacen de la yihad su único modo de
entender el Islam. Atacaron la Sala Bataclan donde jóvenes escuchaban
rock y bebían alcohol, una sala regentada por dos judíos que vendieron
el local por amenazas de radicales islamistas y sin que se hubieran
adoptado medidas especiales de seguridad.
Cuando hablamos del ataque al al club Pulse, y lo tildamos de gay
damos comienzo ala justificación de la homofobia y de los atentados.
Esta etiqueta se puede oír a todas horas entre los medios más
conservadores de Estados Unidos, es otro paso en su objetivo de atacar
todo aquello que odian, que desprecian. Cada día, la comunidad gay es
perseguida y en muchos países donde el extremismo religioso gobierna; su
práctica está condenada con la muerte, como el adulterio de la mujer,
en definitiva la libertad no existe y está supeditada a una visión
religiosa de la vida basada en el odio y la destrucción de todo cuanto
se opone a sus creencias. Tenemos a decenas de miles de Torquemadas
islamistas velando por la sincera y correcta práctica del Islam, a su
manera.
Muchos tratarán de ligar la libre venta de armas en Estados
Unidos para explicar este atentado, porque siempre nos sentimos un poco o
muy responsables de los ataques de nuestros enemigos, una especie de
sentimiento de culpabilidad que nos invade; pero entonces deberían
justificar todos los atentados similares que se han producido en más de
cuarenta países en los últimos cuatro años, donde no se venden las armas
en supermercados sino en el mercado negro.
El modus operandi es el mismo. El Estado Islámico y sus
colaboradores ideológicos cada día envían millones de mensajes por
Internet a personas que son caldo de cultivo fácil para dejarse conducir
por estas visiones extremistas. Hay miles de mezquitas en Occidente en
las que continúa el adoctrinamiento ideológico que hace ver como
pecaminosas y abominables, conductas como las relaciones homosexuales,
la igualdad del hombre y la mujer y todas aquellas victorias que la
sociedad occidental ha venido consiguiendo en las últimas décadas. La
comunidad islámica en Europa debe acabar con todos estos reductos de
intransigencia. Ellos son los responsables de que la práctica del Islam
como religión de paz sea la única posible y de perseguir a los clérigos
extremos e inhabilitarles y de cerrar las mezquitas de garaje. Es un
pequeño precio por haber sido acogidos al mundo de la libertad y del
progreso con los brazos abiertos
Una vez más, se detectan grandes agujeros en nuestro sistema de
defensa y seguridad. ¿Cómo un guardia de seguridad con permiso de armas;
con varias denuncias por mostrarse violento y declaraciones contra la
comunidad gay, judíos y favorables al Estado Islámico; investigado dos
veces por el FBI puede seguir con su licencia y comprando armas? ¿Cómo
no hay una acción inmediata cuando su papá se dedica a colgar vídeos a
favor de los talibanes y el hijo ha sido denunciado por malos tratos a
su esposa? Estos hechos muestran que en temas de seguridad hay un largo
camino por andar. Este es el nuevo terrorista; el que se aprovecha de
nuestras debilidades y se mueve entre nosotros, Es el mismo perfil que
hemos visto en todos los ataques en Europa.
Muchos gobiernos occidentales plantean esta cuestión como una
solución intermedia entre libertad y seguridad. ¿Hasta qué punto debemos
sacrificar la libertad de todos ante unos ataques esporádicos que
acabarán por ser eliminados en unos pocos años? Ésta ha sido la doctrina
que Obama ha venido defendiendo todos estos años. Sin embargo esta
premisa es falsa; la libertad amenazada no es libertad. Si no hay
seguridad, no hay libertad; y hoy estamos más inseguros que hace
cuarenta y ocho horas, y cada año estamos peor, y por tanto somos menos
libres.
En Orlando, cada día hay medio millón de personas y decenas de miles
de niños visitando Disney World o los Estudios Universal. Hoy Orlando no
se asocia a la diversión, base sobre la que ese creó esta ciudad de la
nada, sino al terror y los daños se notarán en los próximos meses.
Mientras los ciudadanos no sientan que la amenaza ha dejado de existir
tendrán miedo y sin duda este sentimiento produce un gran desasosiego en
las familias y en su confianza en el estado. El populismo es la
consecuencia de gobiernos moderados que no han resuelto los problemas de
la gente. Cada ataque de este tipo mina nuestra libertad y nuestra
seguridad. Mientras no haya una respuesta eficaz y contundente, los
occidentales no volveremos a sentirnos seguros porque hoy los
terroristas aunque no lo creamos, nos están ganando la partida.
No existe un verdadero control sobre las redes; un personaje como
éste y como su padre deberían haber sido expulsado de Estados Unidos de
forma automática por amenazar la seguridad nacional. Esto no admite
grises ni consideraciones. Cualquier persona vinculada a estos grupos no
puede tener acceso al mercado de armas. Éstas en Estados Unidos deben
servir para defenderse de los criminales, no para armarlos. ¡Vaya
derecho a la legítima defensa cuando facilita que cualquier delincuente
pueda comprar un fusil automático!
El Estado Islámico a pesar de su escasa estructura, sigue sin ser
derrotado, y la lucha contra el EI se mueve en un difícil equilibrio de
fuerzas en Irak y en Siria. Mientras no exista una derrota militar
contundente del islamismo radical, no estaremos seguros. Esto pasa por
el control y el aislamiento de los países en los que se arman, donde se
mueven con total libertad e imponen su ley del terror con esclavas
sexuales, asesinato de niños que juegan al fútbol o son seguidores del
Real Madrid y donde lapidan a mujeres y se fusila a los gays. En el
siglo XXI hay países donde estas cosas ocurren. ¿Que comprensión o
discurso de El Cairo explicaría un acercamiento a ese mundo? No hay
religión o idea en el mundo que pueda justificar estas conductas y no
podemos comprenderlas porque tengan un origen religioso, no es
admisible, ni podemos servirnos de sus medios para hacer política. Pero
en esta lucha, las guerras secretas no van a servir a su objetivo que
debe ser mostrar la victoria. Si Obama cree que con drones va a acabar
con el terrorismo y nos va a devolver la seguridad perdida está muy
equivocado.
Hay más de veinte países donde estos terroristas tienen influencia y
poder. El primer objetivo sería en tres años eliminar toda la capacidad
de todos los grupos terroristas desde el Golfo de Guinea a Indonesia
pasando por la costa índica africana y reducir la cooperación con los
países que consienten o colaboran de forma activa o pasiva con el
islamismo radical. No podemos pasarnos la vida blindando nuestras vidas
esperando que el radicalismo se extinga; la yihad es tan antigua como el
islam y no va a desaparecer por sí sola. Sólo queda una opción,
eliminarla y para ello hay que estar dispuestos a sacrificios en
Occidente. Es un ataque contra la humanidad y contra la civilización que
exige una respuesta proporcional a la amenaza, mucha inteligencia y
determinación.
En enero de 2015 se produjeron los atentados contra
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